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Primera vez con dos machos y primera doble penetración
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Continuación del relato "Mi suegro me castiga por puta", dejo el enlace al final del relato.

Había pasado un mes desde que mi suegro me había prácticamente violado cuando recibí su mensaje de que viajaría a mi ciudad con la intención de cogerme.

Mi esposo llevaba solamente un par de días que se había marchado para su etapa de trabajo en Plataformas, y ya me estaba cogiendo Don Fernando, el cual había estado esperando con ansia la marcha de mi marido.

Le expliqué a mi suegro que no sabía que decirle a mi inquilino, sobre su llegada, su respuesta me sorprendió:

– No te preocupes, dile la verdad, que va a ir tu suegro a cogerte un par de días, días en las que serás exclusiva para mí.

– ¿Como crees?, como le diría eso, estás loco, a poco crees que es fácil decirle a mi amante: "Oye, viene mi suegro a cogerme, así que no te aparezcas en un par de días", creo que le voy a decir lo mismo que la vez pasada, que vienes a un viaje de negocios y estarás un par de días, que no se vaya a aparecer.

– No, a tu suegra le voy a decir que viajo a Monterrey, no quiero levantar sospechas de que te visito cuando no está mi hijo, y tampoco quiero que tu inquilino vaya a realizarle algún comentario a mi hijo de que te visité, así que mejor sepa que viajo con la intención de cogerte, que sepa que sé su secreto y que se debe quedar callado.

– Entiendo, pero, aun así, no sé cómo poder decirle que mi suegro me coge, no es fácil y menos decirle que me aguante un par de días para que me cojas en exclusiva. Suena descabellado.

– Sí tú no quieres, yo hablo con él, tiene mucho que perder y tendrá que aceptar y quedarse callado.

– Ok, me da miedo lo que pudiera pasar, no sé cómo lo podría tomar, es una situación muy bizarra, ¿no crees?

– Ja, ja, tranquila, sé que llegaremos a un buen acuerdo, no le vayas a decir que voy a llegar.

– Está bien, pero ¿a qué hora llegas?, ¿igual que la vez anterior? ¿Voy por ti al aeropuerto?

– No vayas, tengo una idea, todavía tengo las llaves de tu casa, me traje las que me dio mi hijo, actúa normal y que vaya tu inquilino a cogerte, llegaré por sorpresa y los agarraré infraganti, de esta forma lo podré chantajear y tú no tendrás que decir que ya te estaba cogiendo con anterioridad, fingiré que también te chantajeo.

Me pareció una idea peligrosa, arriesgada, pero acepté, tenía mis dudas que pudiera funcionar como decía mi suegro, pero no encontraba otra solución mejor, de esta forma le podía ocultar a mi inquilino que ya era amante de mi suegro y me ahorraba muchas explicaciones, pero aceptaría Don Fernando el chantaje, ¿cómo reaccionaría?, ¿se pondría violento?, en fin, mil pensamientos surcaban mi mente.

Sabía que en la tarde llegaría Don Fernando para poseerme después de que saliera de trabajar, y me arreglé para él, me di un buen baño y me puse una crema hidratante y suavizante en todo mi cuerpo para que mi piel estuviera muy suave, busqué mi ropa interior más sexy, un conjuntito de tanga y sostén de encaje, semitransparente, de color rojo con negro, unas medias de red con portaligas, un vestido rojo diminuto y muy escotado que resaltaba mis nalgas y piernas, así como mis tetas, unas zapatillas de color rojo con tacones de aguja de 10 centímetros y mi perfume favorito, después procedí a maquillarme, un poco de base y polvo de maquillaje, rizador de pestañas y una buena cantidad de rímel para mis largas pestañas, sombras de color púrpura para resaltar mis ojos, cejas bien delineadas, un labial de color rojo intenso que hacía ver mis labios más turgentes, y delineador de labios, mi pelo lo dejé suelto, pero lo ondulé un poco, no sé porque me arreglaba tanto si no saldría de casa y mi ropa estaría poco tiempo puesta, pero me gustaba arreglarme para mi macho, que me alabara y me hiciera sentir bonita y sexy antes de que me cogiera, me miré al espejo y me encantó la imagen que me regaló, me veía despampanante.

Estaba nerviosa y mi corazón latía de prisa, esperando a que llegue mi inquilino, cuando por fin escucho que se abre la puerta del patio trasero y llega mi inquilino con una botella de vino y un ramo de flores, algo que hacía de vez en cuando, sobre todo en ocasiones especiales, si supiera que esa noche sería muy especial, pensé, dejé la puerta de la cocina abierta esperando su llegada y en un minuto ya estaba tocando mi puerta.

Abrí la puerta y se quedó contemplándome anonadado:

– Guau, Paty, estás bellísima, hoy más que nunca, me encantas preciosa, mi reina, te ves tan sexy, me encanta como te queda ese vestido, que culo te marca, me pones duro de solo mirarte, ufff, para comerte enterita.

Me sonrojé por los halagos de mi macho, me encantaba que lo hiciera, el esfuerzo había valido la pena.

– Gracias, amor, le respondí, tomando las flores y el vino y dándole un beso, él tomó mi cara y mordió mis labios en forma cachonda, apenas pude poner el ramo y la botella en el tocador, no me soltó, me acariciaba la espalda y las nalgas, sin dejar de besarme, encontró el cierre del vestido y pronto cayó al suelo junto con su pantalón y camisa, sus manos bajaron a mis nalgas desnudas y me susurró al oído.

– Tienes un culo perfecto mami, el mejor culo que haya visto en mi vida, no sabes cómo me excita, sé que te lo he dicho muchas veces, pero no me canso de repetirlo.

Me hace sentar en el borde de la cama y se acerca con su imponente verga, me pone la punta en los labios y empiezo a chupársela toda, metiéndomela todo lo que me cabía en la boca, mis manos acariciando sus testículos, regresé a chupar y succionar la cabeza de su verga cuando la saca de mi boca y me dice:

– Tranquila nena, mámala despacio, suave, disfrútala, tenemos toda la noche.

Me da un azote con su verga en mi mejilla que me excitó y luego recorrió con la cabeza de su verga toda mi cara, impregnando mi piel con saliva y precum, continué lamiendo la cabeza y el tronco hasta llegar a sus huevos.

Regresé a lamer la cabeza de su verga recorriéndola con mi lengua y apretándola con mi mano, un par de gotas de precum salieron por la punta, los lamí y saboreé, me excitaba tanto el sabor del precum de mi macho, me volví loca y engullí su verga hasta mi garganta, sentía que me ahogaba, pero no me importaba, mamaba con ansiedad, sedienta de verga, mi saliva escurría por sus huevos, lo escuché gemir y decir.

– Ayyy, puta, me vas a hacer correr, pero no pares, mamas de maravilla, aghhh,

Entre sus gemidos escucho que se cierra la puerta de la habitación y una voz grave que dice:

– Vaya, vaya, ya decía yo que eras una puta, vaya fiestecita, que se traen.

Mi inquilino volteó y quedó congelado, no atinó ni a moverse, expectante, saqué su verga de mi boca esperando la reacción de ambos, mi suegro añadió:

– Tranquilos, ya me imaginaba que mi nuera era una puta, y que puta tan exquisita, y como buena puta, estoy seguro de que disfrutará más con dos machos en lugar de uno, ¿me les puedo unir?

– Dime putita, ¿quieres que te cojamos entre dos? – Añadió,

No respondí, no hizo falta, Don Fernando suspiró aliviado y una sonrisa se dibujó en sus labios, volvió a meter su verga en mi boca, que por el susto había perdido firmeza, mientras mi suegro se iba desnudando.

– ¿Qué tal es la putita mamando verga? – preguntó mi suegro, disimulando.

Es la mejor, le encanta mamar verga, me mama la verga tan rico y con unas ganas que me vuelven loco- respondió Don Fernando más relajado.

Pronto sentí la gruesa verga de mi suegro restregando la piel de mi mejilla, pidiendo su turno, me dio un par de azotes con su punta urgiendo atención, saqué la verga de Don Fernando de mi boca y metí la de mi suegro, sin dejar de masturbarlo.

Lamí la cabeza de su verga, sabía diferente, un sabor a sudor y a verga, otro sabor de macho, entre salado y dulce, abracé su cabeza con mi lengua al tiempo que mis manos acariciaban sus grandes y pesados huevos peludos, ahuequé la boquita y succioné fuerte, sacándole el primer gemido a mi suegro.

Ahhh, que rico, que rico chupas putita, Por Dios, que placer, se nota que te encanta mamar verga.

– ¿Dime puta te gusta mi verga?

Una nueva chupada fue mi respuesta, volví de nuevo a la verga de Don Fernando y a masturbar a mi suegro y así estuve alternando con uno y otro, mamando y masturbando, junté sus vergas con mis manos y rocé las cabezas una con otra, esperé su reacción, pareció no molestarles y las volví a juntar, abriendo la boca al máximo logré meterme la cabeza de la verga de ambos, apenas cabían en mi boca, se sentía delicioso, dos vergas palpitantes en mi boca, me encantaba estar con la boca tan llena de verga, salivaba al máximo, lo que me ayudaba a mamar y sentir el sabor de sus vergas, una mezcla de sabores de macho, los hice gemir y me excitó más escuchar como disfrutaban, mis quijadas me dolían de estar tan abiertas.

– Ya putita, nos vas a hacer correr y quiero meterla por todos tus agujeritos- Dijo mi suegro

– El Don tiene razón, vamos, quiero mamarte tu dulce coño- añadió Don Fernando.

Me hicieron recostar en la cama, boca arriba, mi suegro se sube a la cama y abre sus piernas, su verga quedó frente a mi cara y sin pensarlo abrí mi boca y empecé a mamarlo lo mejor que pude. empezó a meterme y sacarme la verga por la boca, literalmente me cogía la boca, cada que la sacaba hilos de saliva se formaban desde la punta de su verga a mi lengua, me la metía y sentía su verga recorriendo mi lengua, mi paladar e incrustarse hasta la campanilla, lo que me causaba un poco de arcadas, pero pude controlarlas.

Don Fernando abre la botella de vino que trajo y da un sorbo, se agacha, abre mis piernas, y empieza a mamarme el coño, succionaba riquísimo y me dejé llevar, cerré los ojos, estaba en el paraíso. en eso toma otro sorbo y lo deja resbalar en mi rajita, sentí el líquido frío en mi entrepierna, me causó un escalofrío, empieza a lamer mi coño diciendo:

– Mmmm, esto sí que es lo más rico del mundo, un buen vino con un delicioso coño.

La sensación era indescriptible, frío y calor, su lengua recorriendo mi raja desde mi culo hasta mi clítoris y la succión de sus labios me hacían estremecer, di un gemido ahogado por tener la boca llena de la masa de carne de mi suegro.

Don Fernando pasa la botella a mi suegro y da otro sorbo al tiempo que me dice:

– ¿Quieres putita?

No me dejó contestar, acercó la botella y sacó su verga hasta dejar solo la cabeza dentro de mi boca, vertió un poco de vino en el tronco de su verga, y seguí mamando, me encantó, nada como un buen pedazo de carne acompañado de un buen vino.

Me encantaba estar con este par de machos pervertidos, si con uno era extraordinario, juntos los dos era algo sublime.

Después de unos minutos y disfrutando el vino por mis dos agujeros, mi suegro se separó y se acostó en la cama boca arriba. seguí mamando su verga, en cuatro patas, mientras que Don Fernando mordía mis nalgas y recorría su lengua ardiente y húmeda por toda mi rajita, pronto empezó a empujar dentro, que rico es estar con una verga en la boca y una lengua perforándote el coño y el trasero, dos dedos acariciaban mi clítoris y pronto se hundieron en mi coñito lubricado, di un respingo sin sacarme la verga de mi suegro de la boca cuando siento su dedo pulgar masajeando mi culo, empujó y mi esfínter se abrió, tenía tres dedos dentro de mí, dos en mi coño y uno en mi culo, di un gemido ahogado por la verga de mi suegro y empecé a chuparle sus pesados y grandes huevos mientras seguía masturbándolo, lo escuché gemir, después de unos minutos disfrutando con los dedos de Don Fernando en mi interior, éste se incorpora y me toma de la cadera, siento su verga larga y dura en mi entrepierna, recorriendo mi rajita, la humedeció con mis fluidos vaginales y siguió el recorrido, humedeciéndolo, incluyendo mi orificio anal, al que le dio un suave masaje con la punta de su verga, pensé que me encularía, pero me la ensartó por la vagina, causándome un gemido de placer, me penetró por completo de una sola embestida, empezó a embestirme con fuerza, su cadera golpeaba mis nalgas, a cada embestida me hacía tragar más profundo la verga de mi suegro, respiraba con dificultad, pero no saqué su verga de mi boca, estuvieron unos diez minutos cogiéndome así, cuando interviene nuevamente mi suegro y dice:

– Ven princesa, móntate en mí, ya quiero que te ensartes en mi verga.

Don Fernando no pone objeción y saca su verga de mi coño, dándome una nalgada, como dándome permiso para ensartarme con la verga de mi suegro.

Me acerqué a mi suegro gateando, como una gatita, con las piernas a cada lado de su cuerpo, me fui agachando poco a poco, las manos de mi suegro en mi cintura guiaban mi cuerpo, apoyé mis manos en su pecho, pronto sentí la punta del grueso instrumento en la entrada de mi coño, me jaló la cintura hacia abajo y sentí la gruesa cabeza traspasarme, de mi boca escapó un gemido al sentir la punta de su grueso miembro dentro de mi cuerpo.

– ¿Te gusta puta?, ¿Te gusta que te abran con una verga grande?

– Si, papi, ahhh, me encanta- respondí.

Con sus manos en mi cadera fue controlando la penetración, ensartándome lentamente, sentía mis paredes vaginales abrirse poco a poco, ensancharse ante el avance de su larga y gruesa verga, hasta que sentí sus gruesos y pesados huevos tocar el nacimiento de mis nalgas, estaba completamente empalada, empezó un lento vaivén, me hacía subir y bajar lento, suave, delicioso.

– Aghhh, que rico coño putita, me encanta, con razón tienes tan enculado a mi hijo, ufff.- expresó mi suegro.

– Mmmm, si, toda es deliciosa, tiene un rico coño y ni te cuento de su rico y apretado culo, es una puta maravilloso- añadió Don Fernando, al tiempo que me daba un par de fuertes azotes en mis nalgas.

El par de nalgadas me hicieron dar un gritito, pero al mismo tiempo me excitó, sentía mis nalgas calientes y sensibles, se subió a la cama detrás de mí, y besó mi espalda, empezó a acariciar y masajear mis nalgas, al ritmo que me ensartaba mi suegro, sentí un dedo lubricado con algo viscoso resbalando desde el inicio de mis nalgas hasta encontrar mi orificio anal, lo masajeó unos instantes y lo fue insertando poco a poco, fue una experiencia deliciosa, me sentía en las nubes, me encantó sentir ese dedo mientras seguía empalada, y lancé un suspiro de placer.

Empezó a mover el dedo en forma circular, acariciando mis paredes internas y una oleada de placer recorrió mi cuerpo abrí más las piernas y mi ano se contrajo involuntariamente apretando su dedo, pero no era la única que disfrutaba porque mi suegro expresó:

– Ay cabrón, siento tu dedo a través del coño de la putita, ufff, se siente rico, sigue metiéndole el dedo.

Don Fernando sacó su dedo y ahora me insertó dos, mi suegro abrió más mis nalgas para que me entraran más profundo al tiempo que aceleraba sus movimientos y así gozaba también, ya sus dedos entraban y salían con facilidad y sentía mi colita flojita, en ese momento siento que saca sus dedos y besa mi cuello, su pecho en mi espalda y su verga lubricada entre mis nalgas, me hace doblar la cintura y como si se hubieran puesto de acuerdo mi suegro me abraza y me da un beso en la boca, haciendo que pare más el culo, el nabo de Don Fernando resbala entre mis nalgas, buscando mi orificio trasero, pronto lo encontró y empezó a presionar, mi culito se resistía y abriendo más mis nalgas empujó más fuerte, sentí como iba entrando esa gruesa barra de carne, venciendo la resistencia de mi esfínter, abriendo mi culo con un fuerte escozor, pronto la cabeza completa traspasó mi esfínter, lancé un grito de dolor y empujé mi cuerpo hacía adelante intentando escapar, pero me tenían ambos muy fuertemente agarrada de mi cintura y espalda, evitando mi escape, dos vergas en mi interior era demasiado, me jalaba de la cintura y poco a poco iba entrando, costaba avanzar, si bien ya mi culito estaba acostumbrado a la verga de Don Fernando, el tener una verga ya dentro de mis entrañas provocaba que mi culito se estrechara, les pedí clemencia

– Aghhh, saca tu verga de mi culo, aghh, ya no cabe, me matas.

– Shhh, Shhh, tranquila, Shhh, ya va entrando, aguanta nena, no me voy a mover, voy a esperar que tu culo se acostumbre y después te la voy a poner despacito, aghhh- respondió Don Fernando

Si bien me dolía, estaba completamente excitada, mi suegro me apretó contra su pecho y me embistió profundo al tiempo que me abría una nalga, haciendo que mi culito se empinara más y se abriera, permitiendo que me entrara más fácil la verga de Don Fernando, ambos machos se coordinaban perfectamente para llenarme de verga.

Después de un par de minutos sin moverse, Don Fernando, me tomó de la cintura y empezó a embestirme muy lento, ya tenía la mitad de su verga dentro de mí y en cada embestida retrocedía un poco y avanzaba un poco más, abriéndome lentamente, siguió avanzando hasta que en un empujón final me la enterró completa haciéndome gritar de dolor y placer.

– Ahhh, me duele, grité.

– Lo sé putita, tienes dos vergas enterradas, pero aguanta que pronto vas a disfrutar de verdad- respondió Don Fernando.

– Hay cabrones, me van a hacer correr se siente tan apretado tu coñito y siento la verga de tu amante frotarse contra la mía a través de tu coño, jamás había sentido nada igual, agghhh.- agregó mi suegro.

Estaba completamente empalada, jamás pensé en tener dos vergas en mi interior al mismo tiempo, me sentía tan llena de carne, dolía, pero poco a poco se iba haciendo más soportable y el placer aumentaba, era una sensación de plenitud jamás sentida, me sentía tan puta, una zorra barata para usar a su antojo, mis dos orificios abiertos al máximo, estirados, dos vergas palpitando en mi interior, frotándose una con otra a través de una delgada capa de piel, mis piernas temblaban, mil sensaciones recorrían mi cuerpo, empezaron a embestirme en forma sincronizada, mis ojos se pusieron en blanco y empecé a gemir como loca, la presión interna era tan intensa, parecía que me iban a reventar y al mismo tiempo un placer que me hacía enloquecer.

– ¿Te gusta puta? – Preguntó mi suegro.

– Siii, me gustaaa- respondí gimiendo.

– ¡Que placer!, ufff, ya sabía que a las putitas como tú les encanta la verga, bien metidas hasta el fondo y no les importa que la llenen de verga por todos sus orificios, sólo quieren tener sus agujeritos bien abiertos y llenos de carne, aggghhh- Agregó

Empecé a mover el culo al compás de sus arremetidas y ya no pude aguantar, mis piernas se aflojaron, empecé a convulsionar y exploté entre gemidos, fue un orgasmo larguísimo, espasmos recorrían mi cuerpo y ellos seguían embistiendo, disfrutando como mi cuerpo se estremecía y me retorcía, caí exhausta sobre el pecho de mi suegro, ellos siguieron embistiéndome, como si nada, mi suegro dice:

– ¿Cambiamos? quiero gozar de ese rico culo también.

Don Fernando salió de mi culo y mi suegro me recostó en la cama, estaba exhausta, pero mi excitación no disminuía, sentía mi cuerpo tan sensible, un simple roce me ocasionaba una oleada de placer.

Don Fernando se sienta al borde de la cama y me pide que me ensarte su verga, así lo hice, me puse en cuclillas enfrente de él, mirando su cara de lujuria, me tomó de la cintura y me fue bajando ensartándome su verga poco a poco, cuando me empaló completo, me dio un jugoso beso y lo abracé, en ese instante, puso mis piernas encima de sus brazos y me tomó de las nalgas, se levantó quedando todo mi cuerpo apoyado en su verga, haciendo que me entrara muy profundo, sentí que me faltaba aire y apreté su cintura con mis piernas buscando un poco de apoyo, el estar suspendida en el aire con su verga clavada hasta lo más profundo me causaba mucha ansiedad, sentí los labios de mi suegro en mi espalda y jalándome mis brazos hacia atrás haciendo recostar mi espalda en su pecho, susurró algo en mi oído y sentí su verga ardiente juguetear entre mis nalgas, buscando mi agujero, cuando lo encontró me la enterró completa, de una sola estocada, lo que me hizo dar un grito de placer y dolor, tenía nuevamente mis dos agujeros llenos de carne, Don Fernando sosteniendo mis piernas y mi suegro mi espalda, subían y bajaban mi cuerpo a su voluntad, sacando y enterrando sus vergas al mismo tiempo y a una profundidad máxima, me sentía una muñeca de trapo en sus manos, un juguete para deslechar, sus vergas horadaban mis agujeros y me provocaban alaridos de placer, ambos gruñían, sentía que me faltaba aire, respiraba profundo y en cada embestida dejaba escapar el aire de mis pulmones en forma de un largo ah.

– ¡¡¡Que putita!!!, Aghhh, te encanta la verga cabrona, ahhh, puta madre- Gritó Don Fernando,

– Ahhh, toma, toma, toma- Gritaba mi suegro en cada embestida.

Empezaron acelerar sus embestidas, la sensación era tan intensa que mi vista se nubló, mis ojos se pusieron en blanco, saliva escurría por la comisura de mis labios, no lo pude evitar, empecé a convulsionar y sentí que los cuerpos de ambos también temblaban, al unísono empezaron a correrse, la sensación fue indescriptible, chorros de ardiente y espeso semen inundando mis dos agujeros al mismo tiempo, la sensación me provocó un nuevo orgasmo mi cuerpo se sacudía y retorcía entre sus brazos, los espasmos en mi coño y culo apretando sus vergas y exprimiéndoles hasta la última gota, caímos exhaustos los tres en la cama, cansados y sudorosos, la respiración agitada y el corazón latiendo a mil.

Un rato después, ya recuperados un poco, se levanta mi suegro y empieza a leernos la cartilla:

– Miren cabrones, infieles, no crean que me da gusto que hagan de mi hijo un cornudo. La vez anterior que vine me di cuenta de que mi nuera salió muy arreglada y llegó a la medianoche y me pareció sospechoso, por eso llegué de sorpresa.

– Pero mi hijo ama a esta puta y le haría mucho daño si le digo que le adorna la frente, par de malagradecidos.

– Así que prometo callar, pero a cambio también quiero que sea mi puta, vendré a cogerla y será solo mía los días que venga, tal vez la comparta, pero solo si yo quiero.

– Otra cosa, cuidado de embarazar a la puta, porque juro que le haré pruebas de paternidad, no dejaré que mi hijo crie a un bastardo, ¿está claro?

– Si Don, no quiero tampoco problemas, es sólo coger, ya soy mayor y no podría con otro hijo- respondió Don Fernando.

– Y tú puta, ¿Estás de acuerdo?

– Si suegro, no me queda de otra, tampoco quiero hacerle daño a su hijo, no se lo merece, es muy buen esposo, tampoco me conviene un escándalo y echar al suelo mi reputación.

Don Fernando se levantó y tomó su ropa en sus manos y sin ponérsela se despidió de nosotros, sabía que salía sobrando y por lo menos un par de días sería propiedad exclusiva de mi suegro, se fue caminando desnudo a su cuarto del fondo del patio.

Me dio un poco de pena que se fuera derrotado, aunque estaba segura que no sería la última vez que disfrutaba de ambos machos.

Todo había salido mejor de lo planeado, mi suegro era un genio, ahora tenía el control y el decidía sobre mi cuerpo, por lo menos en los días que estuviera en la ciudad, no había tenido necesidad de confesarle a mi inquilino que ya me había cogido mi suegro, ni había el peligro de una indiscreción de mi inquilino ante las constantes visitas de mi suegro y además le dejó bien claro que la culpa de que nos haya descubierto fue ocasionada por su ansiedad, ya que un mes antes no pudo aguantar un par de días para cogerme, respiré aliviada y le di un beso cachondo a mi suegro.

Después me tomó de la mano y me ayudó a incorporarme para darnos un baño.

– Ven, nena, vamos a darnos un baño, lo necesitamos, la noche es joven y hay que disfrutarla, ten por seguro que te gozaré al máximo y no voy a desperdiciar ningún segundo del tiempo que estaré contigo, para que me recuerdes hasta la próxima visita.

– Claro suegrito, prometo ser su putita estos días y hacerlo gozar cuantas veces quiera.

Me tomó de la cintura y nos dirigimos al baño, semen escurría entre mis nalgas y mi coño, había que asearnos, todavía faltaba una larga noche de sexo.

Lo que pasó después lo cuento en el siguiente relato.

Espero sus comentarios al correo [email protected].

Relato anterior:

"Mi suegro me castiga por puta

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