Definitivamente habíamos gozado de lo lindo las pasadas horas y ambos tácitamente ya éramos presa del perfume de la lujuria. Fragancia embriagadora y muy mala consejera, pues, como las drogas, cuando la pruebas, uno siempre quiere más.
I
El guasón y el tranca ya habían partido a sus casas con una copia que se llevarían a la tumba del video porno que mi hermosa pelirroja, hace solo unas cuantas horas, protagonizara de forma brillantemente apabulladora… La mañana del domingo avanzaba perezosa cuando nos levantamos. Sentados a la mesa desnudos, cerca del mediodía, tomábamos desayuno.
Magali: soy una puta, Dani?
Pantera: mijita, pero se comporta cuando quiere y puede como una y no veo que eso tenga algo de malo… eres una diosa roja, roja como la lujuria… eres una hembra en el más amplio sentido de la palabra y que nadie te venga a decir lo contrario o se las verá conmigo… -dijo entrando y tras besarle la base de la cabeza y acariciarle una teta con su pezón ya erguido, tomó una silla para sentarse al lado de Magali-.
Yo: comparto plenamente cada una de las palabras expresadas por este viejo verde… además Rojita… las putas viven del sexo, tú lo haces por deporte… eres caliente, pero puta, no… otra cosa es que te gusta comportarte como una, pero en rigor, si no cobras, no lo eres… aunque tampoco te criticaría por cobrar…
Magali: en serio?
Yo: claro… si lo hiciera sería por envidia… a quien no le gustaría trabajar haciendo lo que más le gusta hacer…
Magali: insisto, Dani… eres encantador… Oye Pantera ya que soy la novia de este mijito rico, quieres ser tú mi amante oficial…
Los tres: jajaja jajaja…
Magali: -mirándome con ternura en los ojos.- te agradezco mucho el que me presentaras con tus amigos con ese título… me sentí segura. No tenías que hacerlo y por ello te lo agradezco aun más…
Pantera: oye Rojita… cuando llamé a este bolsa de caca, le pregunté por la mujer con la que estaba y en clave me dijo que eras maravillosa…
Yo: esteee… No me lo agradezcas, es como te siento en mi corazón…
Magali: -sonriendo como una niña buena.- eres un amor… y ahora qué?
Yo: a seguir gozando, pues… qué más.
Camino a mi casa a buscar un traje de baño y después de pasar por el departamento de Magali un prolongando, pero cálido silencio fue roto repentinamente por la hermosa pelirroja sentada a mi lado.
Magali: puedo proponer ideas sin que me…
Yo: perdona que te interrumpa, pero mi detector de estupideces me advierte que aún piensas que osaría juzgarte… de verdad, Magali, me ofendes.
Magali: ya oh… disculpa… vivo desde hace 16 años con un tipo que lo único que hace es juzgar a todo el mundo, incluyéndome… no me justifico, pero quiero que entiendas que me cuesta aún procesar lo diferente que eres… en todo.
Yo: discúlpame tú por no pensar en ello… -le dije besándole la frente.- volviendo al tema… tienes algo en mente, Gali…
Magali: tal vez…
Yo: espérame dos minutos, voy por mi traje de baño.
Noté al acercarme al carro que Magali no tenía ojos ni atención para nada más que no fuera su celular, al que miraba con un conocido brillo en los ojos.
Yo: -en cuanto abrí la puerta del vehículo, le dije. -para continuar con la conversación… te propongo que lo pienses en el viaje a la playa solitaria de la que te hablé…como te dije, está cerca, pero como se encuentra detrás de unos peñascos gigantes, pocos la conocen dado que o llegas trepando esas tremendas rocas o nadando…
Magali: me encanta la idea, pero yo no sé escalar…
Yo: pero supongo que nadar sí… o no?
Magali: nado como un pez…
Yo: como sirena, diría yo…
A poco de salir de la ciudad, Magali, sentada en el asiento del copiloto con las piernas cruzadas, su flamígero cabello tomado en una cola de caballo, lucía con un corto y vaporoso vestido de algodón playero debajo del cual portaba un seductor bikini blanco y chalas, seguía, con audífonos incluidos, con total concentración lo que la pantalla de su celular le mostraba. Sus mejillas de pronto comenzaron a sonrojarse. Descruzó sus piernas, separando ligeramente sus rodillas.
Yo: -posé mi mano en su rodilla izquierda. Al notar que quería decirle algo, retiró el audífono del mismo lado.- llevas calladita más de lo usual en ti… te pasa algo?
Magali: nada malo… deja ver esto y te cuento, ya…
Yo: dale… voy a subir la música…
En poco menos de 10 minutos arribamos a la playa. Bajamos del auto y caminamos por cerca de otros 8 minutos con el sol brillando y calentando nuestras espaldas, alegre de tener a alguien a quien iluminar y achicharrar al mismo tiempo. Nos tiramos al agua y nadamos unos 200 metros hasta llegar a nuestra playa privada.
II
Magali: Dani esta playa es hermosa… gracias por traerme…
Yo: si, cariño… es una maravilla y lo mejor es que uno puede estar tranquilo acá.
Magali: voy tomar sol desnuda… si no te molesta claro…
Yo: por mí, no hay drama alguno… oye, Rojita… nunca me contaste lo que viste en el celular camino para acá…
Magali: el video de anoche… Dani, gocé demasiado… con decirte que me acuerdo y me mojo…
Yo: te ves hermosa en ese video. Rojita… hagamos el amor?
Magali: ya…
Largo rato estuvimos haciendo el amor tierna y consideradamente en todas las posiciones y por todos sus agujeros. Tras acabar juntos, nos besamos y acariciamos en la orilla por un par de minutos… -espera un poco, voy a ver si están las cosas que dejé la última vez que estuve aquí.- le dije tras levantarme.
Caminé desnudo hacia donde creía recordar las había dejado y… ahí estaban el quitasol y la toalla de dos plazas tal y como los había dejado. Magali, aún desnuda me miraba de pie mientras volvía. Estiramos juntos la toalla y, luego de instalar la sombrilla me senté, piernas cruzadas a la sombra.
Magali: viste el bote… me di cuenta de su presencia mientras ibas por las cosas y no se fue más. No sé desde cuando está ahí.
Yo: si, lo vi… son mariscadores y pescadores artesanales… Es más, te vas a reír, pero conozco al dueño, pues con su hijo juego fútbol. No están tan lejos, pero si no tienen prismáticos, es imposible que hayan distinguido que estás desnuda, si eso es lo que te preocupa.
Magali: y qué pescan?
Yo: de estas aguas sacan piure, lapa, erizo, jaiba, almeja, lenguado, dorado y caballa…
Magali: me encantan los erizos, Dani. En la ciudad pasemos a comprar, ya?
Yo: y por qué esperar… además, no trajimos nada para almorzar…
Me paré y al mismo tiempo que caminé hacia la orilla, iba moviendo los brazos y silbando lo más fuerte que me daban los pulmones. Debido a la ausencia de viento y la relativa cercanía en la que realizaban sus faenas, lograron escucharme. Apuntaron la proa hacia la orilla y comenzaron a remar.
Estaban más lejos de lo que aparentaban. Luego de esperarlos por un par de minutos y notar que no se habían acercado, di media vuelta, dirigiendo mis pasos hacia mi fogosa colorina. Magali dormía profundamente sobre una esquina de la toalla. También en su durmiente desnudez, la señora de Jaime era hermosa, sexy, tierna y exótica.
No recuerdo cuanto rato velé su sueño, pero al menos fueron 20 minutos, tiempo durante el cual cambié la sombrilla de lugar con el fin de no exponer en demasía la blanca piel de Magali. Un fuerte silbido me sacó de mis ensoñaciones.
En la orilla, el bicolor bote encallaba su proa. Bajaron de él mi amigo y dos ayudantes, evidentemente más viejos que todos nosotros. Dejé a Magali durmiendo para reunirme en la orilla con Miguel y sus compañeros.
Miguel: car’e cuico infeliz… eres un suertudo desgraciado… tremenda mujer tienes…
Yo: no se te quita lo sapo, Micky… hola… soy Daniel.
Miguel: el gordo se llama Antonio y al alto, le dicen coipo… y por favor, no me preguntes por qué, porque ni él se acuerda.
Yo: jajaja…
Miguel: para qué me llamaste?
Yo: tienes erizos…
Miguel: cuántos quieres?
Yo: unos cuantos… te deposito desde la casa…
Miguel: por favor, bro… te los regalo.
III
Resultó que Antonio era un hombre pelado, bajo, regordete de 45 años y con un agudo sentido del humor. En tanto, el coipo todo lo contrario: silencioso, alto, fornido y con 51 años en el cuerpo. Conversamos de lo usual entre hombres, es decir, deportes y mujeres.
Antonio: por ejemplo, yo nunca he tenido una mujer como la tuya, Dani…
Coipo: tendrías que pagar dinero para ello y en tu caso, con lo feo, sería el doble de la tarifa normal…
Todos: jajajaja…
Miguel: en mi caso por ella, pagaría lo que me pidiera…
Yo: wena Rockefeller… esperen acá voy y vuelvo… voy a dejar los erizos y ver cómo está Magali.
Desde donde nos encontrábamos del único modo que se veía la playa a unos 30 metros era parándose. Lo primero que divisé fue la sombrilla. Detuve mi marcha al ver a Magali, bajo la sombra, en cuatro patas, apoyando el peso en su hombro derecho, de espalda a mi ubicación, con su culo parado y dos dedos incrustados en el coño en un vertiginoso mete y saca.
En el instante que vive un relámpago tomé la decisión. Miré la hora. Aún era temprano. Entonces, volví sobre mis huellas, relamiéndome mentalmente, por lo que estaba a punto de hacer.
Mediante señas les indiqué se acercaran. Al llegar a mi lado les dije, -síganme calladitos…- Caminamos en fila conmigo dirigiendo la marcha. En cuanto divisé la sombrilla, les indiqué con el dedo índice cruzando mis labios, que fueran silenciosos y se agacharan. Parecía un déjà vu, pues estaba en la misma pose. A los pescadores casi se les salieron los ojos.
Yo: -pasó casi un par de minutos- qué les parece lo que ven…
Coipo: qué pedazo de mujer!!!
Antonio: es un ángel!!! Un ángel que me encantaría follar…
Miguel: que hermosa hembra!!!
Yo: esperan acá…
Levantándome dirigí mis pasos hacia mi maravillosamente ardiente pelirroja, caminando ruidosamente los últimos metros, de modo de no asustarla con mi repentina presencia. Al llegar a su lado, la rodeé hasta situarme delante de ella. Apoyé mi rodilla derecha en el suelo para mirar su rostro. Dios que bella mujer!
Magali: -levantó la vista. Los ojos vidriosos, ronca la voz por el placer.- estoy caliente, Dani…
Yo: me preguntaba si te gustaría ser una verdadera puta por un par de horas…
Magali: pensé que ya era tu puta…
Yo: lo eres… pero tengo a tres conocidos que podrían ser tus primeros clientes… Yo que tú les cobro no menos de 100 mil cada uno por estar no más de dos horas contigo… mira detrás de ti. -los tres pescadores mirando con lujuria, meneaban sus vergas sin pudor alguno.
Magali: pero estarás tú, cierto?
Yo: no la dejaría sola ni por todo el oro del mundo…
Magali: entonces… diles que 100 por cada uno, pero solo por una hora… -remató la frase con un guiño de su ojo derecho y en un ágil ademán quedó sentada con las piernas cruzadas y su espalada erguida, la mirada alerta, sonriendo pícaramente.
Yo: tienes idea de lo increíble que eres, Rojita bella…
Magali: -lanzándome un beso- ya tráelos que no quiero que me dé más hambre del que ya tengo…
Yo: jajaja… voy…
Al dirigirme hacia los pescadores, noté de inmediato que los tres con sus vergas al aire se masturbaban con abandono. Ni se inmutaron con mi llegada, empero de todos modos, en cuanto estuve entre los pescadores me planté frente a ellos para llamar su atención y tras mirarlos a la cara uno a uno, señalé en tono casual,
Yo: oye Micky, tal vez hoy sea su día de la suerte… Mi Rojita está dispuesta a dejarse follar por ustedes durante la siguiente hora, pero… por 100 mil cada.
Coipo: chaaa… muy caro…
Yo: lo toman o siguen pajeándose como adolescentes…
Miguel: acepto y avalo a este par… -Mirando a sus compinches, agregó,- después arreglamos.
Yo: perfecto… entonces les aclaro para que no haya malos entendidos posteriores… le hacen daño y…
Coipo: Oye Daniel, aunque no nos conocíamos personalmente, he oído hablar de ti en la liga. Te doy mi palabra que no haremos nada que ella no quiera.
Yo: ya que estamos todos de acuerdo… voy con ella… Esperen mi señal.
IV
En cuanto me di vuelta para ir al lado de mi pelirroja, pude ver que no se había movido. Mantenía su postura, apuntando con sus pezones erectos cuales cañones a barcos acercándose a la bahía. Al oído le susurré todos los detalles. Su respiración se agitó.
Entonces, mientras los tres pescadores se acercaban ya desnudos y con sus vergas tiesas, le contaba a Magali que nos habían visto follar desde su bote y que encontraban que era la mujer más hermosa del planeta, con lo que evidentemente, estaba de acuerdo.
Yo: Magali… te presento a Miguel, Antonio y coipo…
Magali: hola señores… -poniéndose a lo perrito- Antonio, empieza tú y tú coipo al final…
De inmediato se ubicó detrás de Rojita, clavándole la verga de una sola vez para luego, de inmediato follarle el coño a todo vapor. Menos de 3 minutos duró, acabando en uno de los glúteos de Magali.
Miguel tomó su lugar en cuanto pudo e ipso facto inició una follada igual a la del guatón que se prolongó un par de minutos más que la anterior. Acabó en la entrada de su ano, lo que la excitó aún más, pero conocía a Magali y sabía que aún no llegaba al orgasmo.
Ambas vergas fueron normales, pero la del coipo era descomunal. Más de 20 cm y gruesa comenzó de la misma manera que sus amigos, sin embargo, no acabó como las otros. Tras varios minutos follando, cambiaron de posición quedando cara a cara.
El mete y saca continuó por largo rato hasta que de súbito, el coipo aumentó la velocidad. Justo antes de acabar, sacó la verga y bañó las tetas y abdomen de Magali. Al retirarse el coipo la Rojita aún no acababa y como ninguno de los clientes tomó su lugar, tomé su mano para ayudarla a darse vuelta, quedando a lo perrito.
Apunté la punta de la polla directo al culo, comenzando a presionar suave e insistentemente. Al unísono, con su mano derecha frotaba con vigor su clítoris. Después de la tercera embestida, Magali repentinamente tuvo el culo lleno de verga y con ello conseguía, por fin, el esperado orgasmo después de tres intentos fallidos.
V
Largos y deliciosos minutos estuve mete y saca, taladrándole con tierna rudeza su hermoso culo. Los gemidos de placer que emitía Magali fueron como una invitación para los pescadores. Con sus vergas aún lacias, poco a poco fueron desplazándose hasta rodearnos. Ahí estaban, tres hombres de mar, jalándose las aún inertes pollas al tiempo que observaban con absoluta atención a la hermosa mujer que tenían a menos de dos metros de distancia.
Sin poder aguantar más, creo yo, Antonio, armándose de valor, acercó su polla a la boca de Magali, la que como reacción, la recibió abarcándola con sus calientes y delineados labios, desapareciendo por completo en su húmeda cavidad.
Mi pelirroja le mamó la verga hasta dejársela erecta. En ese momento, me retiré para que el viejo pescador ocupara mi lugar y Miguel el suyo. En cuestión de segundos Antonio por el culo y Miguel por la boca la follaban con fervor mientras el coipo jalaba su polla como poseso. Al notarlo, Magali estiró su mano y comenzó a hacerlo por él.
En cuanto Miguel y el Coipo estuvieron listos, intempestivamente Magali paró de gozar y separándose de los tres, les señaló, en un tono de voz dulcemente autoritario que no le conocía, -tú (señalando al coipo) recuéstate mirando al cielo…
Una vez acostado, Rojita premió su obediencia, clavándose toda su verga de una sola sentada. Miguel retomó su lugar y sin esperar nada inició una furibunda follada oral. Antonio, dirigió su mirar alternativamente hacia sus amigos y luego a mí, sonrió y un segundo después bombeaba en la entrada de su culo con dedicación, mas sin puntería.
Se detuvieron en tiempo suficiente como para que la dura verga de Antonio llegara de una sola estocada hasta el fondo de su rosado culo. Segundos después ya coordinados, los cuatro follaban a todo vapor.
En efecto, mi hermosa y caliente cabellos de bronce por primera vez mezclaba negocios y placer, pues a la vez era (de nuevo) vigorosamente follada en sus tres agujeros y por tres desconocidos (de nuevo, de nuevo), ganando no solo la satisfacción del orgasmo, sino que además dinero contante y sonante (plástico, más bien).
Le miraba, estoy seguro, con cara de estúpido, justo en el instante en el que su cuerpo, por sí solo, comenzó a moverse en espasmos irregulares. Rojita era presa de una cadena de orgasmos los que, uno tras otro, fueron embriagando los demás sentidos de la mujer que normalmente gobernaba en ella, apoderándose de su voluntad la hembra en celo con la que cohabitaba en su interior.
El sudor le abrigaba todo su exquisito cuerpo. Sus erectos y duros pezones daban cuenta que estaba en la gloria y no tenía la más mínima intención de abandonarla. Así, por casi tres minutos le duró el estado de éxtasis, pues llegado un momento, el ritmo con el que follaban poco a poco comenzó a aumentar.
Fue entonces cuando primero Antonio, luego Miguel casi al unísono y una centena de segundos después el coipo, acabaron su interior llenándole de semen su boca, coño e intestinos entre jadeos, gruñidos y coprolalias de grueso calibre.
Miré el reloj… La hora de rigor había muerto hacía un par de minutos. Magali, estirada bajo el quitasol sobre la arena de vientre, en un lento ademán, levantó la cabeza y torciéndola logré divisar una hermosa y satisfecha sonrisa. Estaba cansada, pero contenta.
Una hora después, conversábamos de lo ocurrido en un restaurante, comiendo. Ella erizos y yo un ceviche.
Magali: que tremendo fin de semana me hiciste vivir, Dani… Eso sí, no estoy segura si agradecértelo, porque si bien he gozado y aprendido a gozar como nunca antes, me duelen todos los músculos de mi cuerpecito… necesito dormir…
Yo: definitivamente… vamos…