back to top
InicioMasturbaciónTrabajando hasta tarde

Trabajando hasta tarde
T

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 11 minutos

En mi esfuerzo de publicar en cada una de las categorías de la página, espero que sea de agrado, sus comentario y sugerencias para la siguiente categoría son bienvenidos.

Siempre me ha gustado masturbarme. disfruto de la profunda sensación de hormigueo de acariciar mi clítoris, de usar mis manos para darme un subidón sin igual, con la ventaja de controlar, como y donde, puedo masturbarme en el auto, en la cama, en el baño e incluso de manera discreta y peligrosamente excitante en lugares públicos.

¿Cómo me gusta masturbarme?, Pues, Utilizo tres dedos para frotar alrededor y sobre mi clítoris, de lado a lado y de arriba a abajo, fuerte y rítmicamente.

Diría que mi clítoris es de tamaño mediano; cuando está estimulado sobresale como un pequeño chichón, no muy diferente del pezón de un seno, y es exquisitamente sensible.

Mantengo mi bajo vientre carente de vello púbico, lo que proporciona un acceso fácil y agradable a mi centro de placer. Mientras juego conmigo misma, mi clítoris y mis labios se hinchan, y de vez en cuando deslizo mi dedo dentro de mi vagina, mojando las puntas de mis dedos con mis jugos internos y disfrutando la sensación de tocarme internamente, incluso mejor es clavar un consolador vibrando dentro mientras froto mi clítoris; estimulando mi punto G mientras froto mi clítoris, invariablemente me vengo intensamente, a veces chorreando todo alrededor.

Me gusta masturbarme cuando tengo la vejiga llena, la presión adicional hace que todo se sienta mejor, como si fuera a estallar. A veces juego con mis pezones y mis sensibles senos, y a veces chupo mis pezones mientras me masturbo. Mis pezones son pequeños, pero pueden ponerse tan duros que duele físicamente a menos que los relajen con un masaje o con la lengua. Puedo frotar mi clítoris durante horas y, a veces, lo hago por distracción mientras estoy haciendo otras cosas, como leer. Pero también puedo excitarme mientras miro o leo pornografía, y luego, cuando finalmente me corro, es como un terremoto, cada músculo de mi cuerpo se tensa durante largos momentos. Estoy callada cuando me masturbo, pero jadeo cuando me corro, respirando con dificultad. Dicen que a las mujeres les cuesta más venirse, pero yo nunca he tenido problema a la hora de usar la mano derecha,

Lo anterior para entrar en calor, con mi historia:

Había estado trabajando recientemente en un gran proyecto que debía entregarse más adelante en el mes. Involucró una gran cantidad de investigación y planificación, tratando de alinear muchas partes. Había diagramas y muchas reuniones, tantas reuniones que a menudo no tenía tiempo para investigar hasta que terminaba el resto de la jornada laboral. Así que estaba trabajando hasta tarde. Me absorbía leyendo y haciendo clic en la información de mi computadora, y perdía la noción del tiempo hasta que miraba el reloj y eran las 9:30 o las 10, o a veces incluso las 11 de la noche.

Aunque mi descripción de lo mucho que me gusta masturbarme puede hacerte pensar que soy demasiada sexual, pero también soy un poco hogareña, tengo una buena vida con amigos, un trabajo que amaba y una familia que me apoyaba. Pero estas largas jornadas no ayudaban y echaba de menos el sexo, pero, por supuesto las jornadas no eran impedimento para poder relajarme (y lo hice) con mi masturbación nocturna.

Y ahí estaba trabajando de noche, por enésima vez en este mes. Como muchas empresas en la oficina en cuestión tenía un esquema de cubículos, aunque en mi caso contaba con paredes de cristal con algunas persianas y plantas estratégicamente distribuidas, lo que daba algo de privacidad. Nuestra oficina abierta tiene capacidad para unas diez personas en diferentes grupos. Era lo suficientemente tarde como para que oscureciera, y todos se habían ido a casa hacía mucho tiempo. Todo estaba en silencio, solo el compás silencioso de alguna pieza del sistema de ventilación en el fondo. Estaba cómoda en mi cubículo con un pequeño calentador en mis pies y un café tristemente helado. Estaba completamente absorta en la investigación que estaba haciendo, los monitores mostraban gráficos y cifras en mi escritorio.

Sin demasiado pensamiento consciente, comencé a masturbarme. Deslicé mi mano entre mis pantalones y estaba toqueteando sobre la tela de mi pantalón, mi clítoris aprisionado en mis sedosas y delgadas pantaletas. Por supuesto, era cuidadosa de no masturbarme en presencia de otras personas, no tenía ningún deseo de ofender o acosar sexualmente a nadie, y mucho menos tener alguna situación laboral indeseable. Pero, (¿han notado que siempre que hay “pero”, todo lo que se dijo no tiene importancia?) me gustaba tanto que a veces por inercia tomaba el riesgo y luego me daba cuenta con un sobresalto de culpabilidad de que estaba justo al lado de mis compañeros de trabajo, quienes probablemente podían escuchar mi respiración acelerada, y retiraba mi mano de mi entrepierna rápidamente. Durante el día, esta masturbación accidental generalmente me hacía correr al baño de damas para poder terminar en uno de los cubículos, conteniendo la respiración por si alguien entraba.

Ahora mismo, sin embargo, estaba sola y segura de que no me molestarían. Así que decidí disfrutarlo plenamente. La masturbación estaba haciendo que mi lectura fuera mucho más placentera y me sentía particularmente cachonda; en esta época del mes mis hormonas se aceleraron y me sentía especialmente sexy, y a veces me imaginaba cogiendo con algún buen macho. En esta noche en la oficina, estaba caliente y realmente quería correrme antes de irme a casa. Desabroché el botón superior de mis pantalones y bajé un poco la cremallera, y luego decidí deslizar mi mano debajo de mis pantaletas, suspirando mientras tocaba mi familiar clítoris carnoso y mis labios palpitantes. Mi vagina estaba empapada en este punto, con un olor perceptible, y mi humedad había empapado mis pantaletas.

Continué haciendo clic en los informes, pero cada vez me concentraba más en mi masturbación. Mi clítoris se sentía particularmente incitado y mi vagina definitivamente estaba, como he dicho, muy húmedo, se sentía como una abertura despejada y resbaladiza que exigía inserción. Metí mis dedos en mi vagina y luego extendí mi humedad interna alrededor de mi desnudo monte de venus, mojando toda el área. Saqué mi mano para olerme y saborearme, antes de volver a sumergirla debajo de mis pantaletas para acometer contra mi clítoris con renovado vigor. Estaba muy caliente esta noche, e incluso pensé en encontrar algo de pornografía en el modo de incógnito de mi navegador web, pero pensé que sería demasiado peligroso en la computadora de mi trabajo. Así que me imaginé, en cambio, machos habidos de placer y venosas vergas, clavándose en mí, sus glandes penetrando mi vagina empapada y afianzada de mis caderas con sus manos fuertes antes de descargar una buena cantidad de semen dentro de mi vagina. Me imaginé a machos lamiendo mi entrada antes de apuñalarme allí con sus vergas, lamiendo mis pezones,

Estaba al borde de correrme. Tenía la mano sobre el mouse y había un informe en el monitor de mi computadora, pero lo miré sin verlo. Mi cuerpo estaba empezando a temblar cuando comencé a correrme, y mi mano se movía sobre mi clítoris a la velocidad del rayo, frotando furiosamente.

Fue entonces cuando un pequeño sonido, un susurro y una leve tos, se abrieron paso a través de mi cabeza nublada. Sacudí mi cabeza mientras instintivamente y con culpa rápidamente saqué mi mano de mis pantalones.

Un hombre con uniforme de intendencia estaba parado a un costado del umbral a mi cubículo, mirándome a través del cristal con una expresión desconcertada en su rostro.

Estaba en una pesadilla. Aunque por lo general estaba caliente, y no me importaba masturbarme en lugares públicos, no era una fantasía mía que me atraparan. Todas las repercusiones comenzaron a pasar por mi mente y me sonrojé profundamente. Me preguntaba si podía fingir que no me había estado masturbando, pero mi cremallera estaba completamente abierta, mis pantaletas arrugadas hacia abajo mostraba el borde superior de mi monte de venus, ¡y el olor!!!, el olor era inconfundible. Por instinto empecé a deslizar mi silla hacia adelante para esconder mi cremallera abierta debajo de la cubierta de cristal de mi escritorio, lo cual obviamente no ayudo mucho, mientras el intendente continuaba mirándome.

Este intendente en particular era una nueva incorporación a nuestra oficina; él había estado allí unos meses. Parecía agradable, pero no había llegado a conocerlo bien. Tenía que admitir que muy a su estilo era guapo; tenía el cabello castaño corto, penetrantes ojos oscuros y una barba incipiente de “chivo”. Era de mediana estatura, bastante delgado y usaba calzado sencillo pero se veía grande (saben a lo que refiero J) que sobre salía de su desalineado uniforme. Más importante aún, aunque los tatuajes y su piel curtida, exponían una dura vida, era amable, respetuoso y siempre prestó atención realizando en silencio su labor. Así que me causaba empatía, simplemente no lo conocía.

Miré hacia abajo y luego hacia arriba. Él todavía estaba allí, todavía mirándome, todavía mirando mis pantaletas expuestas que tenían una mancha húmeda visible saliendo de la entrepierna. Probablemente incluso podría ver mi clítoris sobresaliendo a través de las pantaletas, si miraba de cerca, lo que ciertamente parecía que estaba haciendo.

Yo: "Buenas Noches, José,"

José "Buenas Noches, Licenciada" logró decir después de un largo momento.

Me di cuenta de que él también estaba sonrojado.

J: "Acabo de ver la luz encendida aquí e iba a venir para avisarte que me iba. Me ha tocado trabajar hasta tarde".

Y: "Sí, a mí también, He estado trabajando en un informe. Sin embargo, no me di cuenta de que todavía estabas en la oficina".

J: "Me gusta mantener luz al mínimo; la luz me cansa más los ojos. Por eso es difícil saber que estoy aquí en la oficina por la noche".

Y: "Ah, claro."

Continuamos mirándonos fijamente durante un largo momento. Mientras lo hacíamos, muchos pensamientos pasaron por mi cabeza, de algún modo José realmente era “lindo”. Su ligera barba le daba un aire varonil y sus anchos labios se veían muy besables. Mientras pensaba eso, no pude evitar sonreír. Me di cuenta de que José tragaba con dificultad.

J y Y: "Entonces…" dijimos los dos al mismo tiempo.

Hice una pausa y José volvió la cabeza de lado a lado. Pensé que se estaba yendo, camino hacia la puerta y simplemente permaneció parado ahí, donde podía contemplarlo de cuerpo entero.

Obviamente Yo era quien tenía más jerarquía; Decidí hacerle frente.

Y: "¿Cuánto tiempo estuviste parado allí?"

J: "Espere, Antes de que diga algo".

Tragó saliva de nuevo. Esperé. Mi cremallera, evidencia traicionera, todavía estaba abierta, no podía ver una manera de cerrarla sin admitir la verdad.

J: "Solo quería que supiera que la vi. Pero no se preocupe. Definitivamente no diré nada".

Dijo esto rápido, y en un tono avergonzado, apartando la mirada de mí.

Ante esto, lo miré y realmente lo miré, su rostro y su cuerpo. Y fue entonces cuando me di cuenta de que la hebilla de su cinturón y el botón superior de sus pantalones estaban desabrochados, y lucía una erección grande y obvia, queriendo salir de su trampa de tela.

Y: "Ay. Ya veo."

Ni en mis fantasías me imaginaba que estaría en esta situación tan sui generis.

J: "Solo quería decir…" aquí se sonrojó y tragó saliva de nuevo, "es muy bonita, y realmente disfruto trabajar con Usted".

Y: "Ya… veo. Gracias, José".

J: "Y nunca la molestaría intencionalmente a altas horas de la noche cuando creo que está sola en la oficina".

Y: "Realmente aprecio eso, José".

Hubo otra pausa larga. Aunque esta vez levanté la cabeza y lo miré directamente a los ojos, y él me devolvió la mirada. Mantuvimos contacto visual durante una pequeña eternidad, y hubo algo en él que envió un hormigueo a través de mi cuerpo, directo a mi vagina y clítoris. Después del shock inicial, estaba empezando a estar más excitada.

Rompimos el contacto visual y miramos hacia abajo. Noté que la erección de José estaba dura, y parecía que tenía una verga muy grande. También vi, mirando hacia abajo a través de mi escote, que mis pezones estaban duros como rocas, queriendo sobresalían a través de mi delgado suéter ligero. Sentí mi corazón latir con fuerza.

Levanté la vista de nuevo y tragué saliva.

Y: "José… ¿Estabas disfrutando de verme?"

Hizo una pausa antes de responder.

J: "Espero que no se ofendas, Licenciada. Es tan hermosa. Tosí, pero no me escucho. Y simplemente no podía apartar los ojos".

Llegué a una decisión.

Y: "Ambos estamos en una situación incómoda. Pero, no sé tú, estoy bastante alterada, y no por este informe. Y si no te ofende ni les molesta, me gustaría seguir haciendo lo que estaba haciendo cuando llegaste".

Vi a José levantar repentinamente la cabeza ante esto, y lentamente una mirada de incredulidad en su rostro fue reemplazada por una sonrisa. Comenzó a hablar en voz baja, luego se aclaró la garganta

J: "¿Cree que podría verlo?".

Y: "Sí. Me gustaría eso, José".

Hubo una pausa.

Y: "Deberías sentirte libre de… ponerte cómodo también. Si quieres hacerte algo mientras miras".

No podía creer que le estaba dando permiso al intendente para masturbarse conmigo ¡en mi oficina!!! Pero allí estábamos, esta noche se había vuelto realmente rara. Pude ver que José se quedó sin aliento, pero sus ojos se veían alegres. Asentí con la cabeza hacia la otra silla en mi oficina,

J: "Creo que me quedaré de pie, si está bien".

Y: "Está bien, José. Por favor, dime si algo te hace sentir incómodo, y tampoco hablaré de esto con nadie más. Esto queda entre nosotros".

Nuestras miradas se cruzaron y parecimos entendernos. Sin romper el contacto visual, giré para mirar a José. La cremallera de mis pantalones estaba abierta, pero levanté mis caderas ligeramente y empujé mis pantalones fuera de mis caderas y sobre mis muslos. Ahora estaba sentada en la silla de mi oficina en pantaletas, que como he dicho eran delgadas y sedosas, y ligeramente transparentes debido a que estaban empapadas. Abrí mis piernas e incliné mi culo para que la vagina estuviera apuntando hacia arriba y a la vista, y José podía ver el contorno de mis labios y enorme mancha de humedad. No había vuelta atrás ahora.

José no podía apartar los ojos de mi entrepierna. Tragó saliva, y su mano se movió hacia su entrepierna y comenzó a frotar su verga en la parte exterior de sus pantalones.

Y: José, ¿Quieres que me lo quite?"- tomando de la bastilla mi suéter.

Él solo asintió tontamente.

En un solo movimiento mi pequeño suéter dejo de envolver mi cuerpo, saliendo por arriba de mi cabeza, alborotando mi melena al paso, ahora José podía ver mi desnudo abdomen y mis senos encerrados en un sostén de encaje que apenas podía contenerlos. Mis pequeños pezones rosados, como he dicho, estaban duros como rocas y asomaban a través del encaje. Levanté una mano y comencé a pellizcar mi propio pezón. Vi a José sonreír.

Y: "¿Te gusta?"

El asintió.

Y: "¿Te gustaría ver mis pinches tetas?"

Asintió de nuevo, vigorosamente, y su mano sobre su pene se aceleró.

No fantaseo con que me atrapen, pero debo de admitir que es un poco exhibicionista me resultaba excitante. Pasé mis dedos sobre mis pezones de nuevo. Luego con ambas manos y acaricié mis senos, sosteniéndolos y levantándolos, sopesándolos. José estaba paralizado. Luego estiré la mano detrás de mí, desabroché el sujetador y me quité los tirantes. Usé mis manos para quitarme las copas de los senos y luego las masajeé. Allí estaba yo en la silla de mi oficina, desnuda de cintura para arriba, mis traviesas tetas a la vista, mis pezones duros de color rosa pálido buscando el techo.

J: "Ay, Diosito"

En este punto, había metido la mano dentro de sus pantalones y parecía que estaba acariciando su verga rápidamente.

Metí mis manos dentro de mis pantaletas y comencé a frotar mi clítoris. A estas alturas estaba realmente excitada y mi mano en mi clítoris se sentía genial. Empecé a frotar fuerte. Podía sentir mi humedad empapando mi vagina en el asiento de la silla de la oficina y volviendo cada vez más transparente toda mi ropa interior.

Y: "¿Me quito los pinches calzones?"

José asintió de nuevo, en silencio.

Saqué mi mano de mi clítoris, arrojé lejos de mis pies mis tacones, levanté mi trasero y usé ambas manos para deslizar mis pantaletas hacia abajo, sobre mi trasero, sobre mis caderas, y las empujé hacia abajo con mis pantalones sobre mis pantorrillas, tobillos y fuera. Ahora estaba completamente desnuda en la silla de mi oficina, empapada a borbotones, mi vulva brillaba a bajo la luz fluorescente.

José respiraba con dificultad, pero sonreía. Lo miré y asentí con la cabeza hacia sus pantalones.

Él asintió y se desabrochó la cremallera por completo. Luego quitó la mano de su pene y empujó sus pantalones hacia abajo, empujándolos alrededor de sus tobillos y saliendo de ellos.

Esta vez fue mi turno de jadear. ¡José, wow! Y su verga era de buen tamaño, prieta y hermosa. Sobresalía de su cuerpo, con una cabeza de hongo mediana. Era bastante recto y de un diámetro delgado. Estaba visiblemente goteando líquido preseminal; mientras miraba, una gota cayó de la cabeza de su verga y goteó hasta el suelo. También se desabrochó la camisa, así que pude ver su pecho sorprendentemente curtido por el sol y adornado por la tinta de sus tatuajes apilados, su verga sobresalía directamente de una pelvis musculosa. Sus grandes testículos recogidos y parecían hinchados, a punto de explotar, y la cabeza de su pene estaba ligeramente morada.

Un macho un curtido por el barrio, estaba parado en la puerta de mi oficina y yo estaba desnuda.

Lentamente llevé mi mano de vuelta a mi vagina y clítoris. Con la otra mano, comencé a pellizcar mi pezón. Lentamente incliné mi cabeza, levanté mi seno izquierdo hacia mi boca y acariciar con mi lengua ávidamente mi pezón. Vi los ojos de José agrandarse con asombro. Cambié de lado y comencé a lengüetear el otro seno. Todo el tiempo estaba frotando iracundamente mi clítoris, cada vez más rápido.

La mano de José también se aceleró en su pene, frotándolo arriba y abajo mientras usaba un agarre giratorio de toda la mano para deslizarse. Con un poco de timidez, bajó la otra mano, se limpió un poco de presumen, que me hizo la boca agua, en el dedo.

Estaba tan caliente que gemí y comencé a frotar aún más rápido. Mis caderas se elevaron y menearon al ritmo que le marcaba mi mano. pude sentir las contracciones musculares familiares comenzar, sentí que mi orgasmo crecía mientras masajeaba mis senos y apretaba suavemente mis pezones.

Y: "Me voy a correr" jadeé.

José me escuchó y aumentó la velocidad sobre sí mismo.

J: "Yo también" gruñó.

Lo miré y tomé una decisión. Mirándolo a los ojos.

Y: "Acércate, aquí cabroncito" Grité cuando mi cuerpo comenzó a tensarse.

Lo vi lamer sus labios y luego mi orgasmo comenzó a tomarme. Mientras presionaba con fuerza mi clítoris con tres dedos mojados, sentí oleadas de placer recorrer mi cuerpo.

Mi centro de placer empezó a temblar por lo que parecieron horas mientras mi visión comenzó a oscurecerse. Cada uno de mis músculos vaginales se contrajeron espasmódicamente, los dedos de mis pies se curvados eran prueba que mi cuerpo disfrutaba de la “petite mort”.

Jadeé en voz alta. Al mismo tiempo, desde los rincones de mi visión apenas funcional vi a José arquear la espalda y echar la cabeza hacia atrás, y lo escuché gritar

J: "oh puta madreee, diooos"

Antes de sentir el primer chorro de semen húmedo en mis senos.

Continuó corriéndose sobre mis senos desnudos mientras yo también continué temblando con las réplicas orgásmicas de mi placer, uno dos tres cuatro cinco chorros de semen hasta que formaron pequeños ríos deslizándose y goteando por mis senos y mis pezones. Sentí una gran mancha húmeda debajo de mí y me di cuenta de que me había chorreado, empapando la silla de mi oficina.

Ambos disminuimos la velocidad de nuestras manos y finalmente dejamos de frotarnos. Nos miramos el uno al otro, nuestros pechos estaban agitados y estábamos sin aliento. Ambos estábamos casi desnudos y mis tetas estaban cubiertas de semen. Fue uno de los mejores orgasmos que he tenido.

Nos miramos durante un pequeña eternidad y José dio un paso adelante, se inclinó y me besó. Fue un beso dulce y lento y después de medio segundo respondí, abriendo mis labios y lamiendo los suyos. Después de un largo minuto, se apartó y me miró.

J: "Eso fue maravilloso. Gracias. Voy por algo papel".

Esperé su regreso, con los ojos cerrados, orgásmicamente derrumbada en un charco de jugo vaginal sobre mi silla de piel, Me sentí extasiadamente repugnante.

Desnuda, envuelta en el olor generados por mis entrañas, mientras por mis pechos y vientre escurría semen, instintivamente con mis dedos delicadamente tome un poco semen de mi pezón y lo lleve a mi boca, confirme, saladamente delicioso.

Apoco, tiempo José regreso y gentilmente se esmeró en limpiar todo nuestro desorden, después de que estuvimos limpios y vestidos, decidimos retirarnos, paramos juntos en salida de la oficina. Puse mis manos sus hombros y él puso sus manos en mi cintura. Como dos pubertos, éramos tímidos el uno con el otro, irónicamente, para ser dos personas que acababan de masturbarse y correrse juntas.

J: "Licenciada mañana trabajara hasta tarde".

Asentí.

J: "Tiene que terminar ese informe, verdad".

Y: "Probablemente tomará muchas más noches para terminar a tiempo, Tendré que quedarme hasta tardes, cuando todos los demás se hayan ido".

Se lamió los labios.

J: "Entons, Definitivamente trabajaré hasta tarde".

Le di un beso en la mejilla, y caminé rumbo a mi vehículo, aún tenía que llegar hacer la cena.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.