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Deseo prohibido (primera parte)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Esto empezó cuando mi hijastra Ailyn, desde que comenzó a usar sus falditas pegaditas, mostrando esas hermosas piernas.  Yo quedé viudo a la edad de 39 años, hoy tengo 45 años, cuando conocí a Mabel que es la mamá de mi hijastra. Al inició yo solo sentía deseo por Mabel, solamente teníamos sexo y hasta la fecha no puedo decir que este enamorado. Con Ailyn jamás sentí atracción pues cuando la conocí apenas tenía 18 años pero su cuerpo fue cambiando cuando tenía 21 años, se le notaban más sus hermosos pechos redonditos, comenzaba a tener deseo por mi hijastra, sabía que estaba prohibido pero eso lo hacía más excitante, no sabía como comenzar a acerarme a ella, así que me hice un perfil falso en Facebook.

Comencé a hablar con ella, hasta que la convencí de mandarme una foto de ella de sus tetas al aire desnudas, me la mandó y eso me excito más, son grandes, no tanto, es un tamaño perfecto, son rosaditas como a mi me gustan, yo le mande una foto de mi pene y al parecer le encanto, no me contestó por varios minutos así que pensé que la pervertida se estaba masturbando viendo la foto de mi pene. Así que decidí hacer lo mismo viendo la foto de sus tetas. Ya desnudo comencé a acariciarme mi miembro que bien no es tan grande pero es de buen tamaño, me estaba acariciando en mi despacho ya que Mabel se fue a cenar con sus amigas y yo aproveche este momento para empezar a platicar con Ailyn.

Sale semen de mi pene y por fin llego al clímax, después de esto le pido una foto de su bonito coño, porque se que también es rosadito como me gusta. Ella decide enviarme la foto y yo solo puedo pensar en lamer y acariciar ese delicioso botoncito rosadito.

Así pasaron unas cuantas semanas más en las que solo me masturbaba con las fotos de Ailyn, hasta que cierto día ella se metió a bañar y yo decidí buscar entre la ropa sucia una de sus braguitas, cuando la encontré rápido me fui a mi cuarto y comencé a olerla, que rico olor, ese coñito debe saber delicioso. Así que comencé a masturbarme ahora con sus braguitas. Pronto me acercaría a ella, porque como la deseo.

¿Dónde están mis bragas? -escuchó que pregunta y yo solo sonrío sabiendo que yo las tengo en mis manos.

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