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Ángel y demonio (Parte 3)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Día de descanso para Karen, se levantó de mañana, con ganas de sentir en su vagina la sacudida de un orgasmo, los últimos encuentros con su vecino habían acrecentado las ganas de probar un rico pene, duro, venudo, jugoso…

– me podría tocar, pero, quiero algo más (pensaba para si),

Así que se levantó, se asomó por la ventana, el sol estaba radiante, tanto que se reflejaba en los dorados cabellos que caían sobre su espalda desnuda.

– creo que saldré a hacer un poco de ejercicio – pensó –

A ver si me topo con el vecino, para provocarlo a que haga otra visita, aunque, quiero hacerlo ya sin fingir estar dormida…

Se vistió de manera apropiada para hacer ejercicio, una playera de tirantes ajustada, resaltando su par de senos perfectos, sin disimular ni un poco los pezones duros, oscuros, que resaltan espléndidamente en el blanco de sus hermosos melones.

Se puso un short negro, ajustado también, que disimulaban con dificultad las diminutas braguitas, los calzo hasta el tope, ambas prendas bragas y short eran devorados por los labios vaginales, dejando completamente a la vista la forma de sus labios y de su rajita afeitada, se colocó unos tenis, se hizo una cola en el cabello y salió de prisa, bajo las escaleras, pero nadie se cruzó en su camino, -maldición -, pensó, bueno, espero al regreso este por aquí, porque si no, voy a tener que tocar en su apartamento.

Salió a recorrer las calles hasta un parque cercano, primero lo hizo caminando, después al trote, dio varias vueltas en el parque hasta que empezó a sentir hambre y cansancio, decidió regresar. Debido al ejercicio, el movimiento hizo que su short empezara a mostrar también la raja de su culito, asomando levemente por debajo del short la redondez de sus blancos glúteos, que la acompañaban saltando en cada paso que daba.

Ya de regreso a su apartamento, pudo apreciar un par de trabajadores en una obra, de inmediato dejaron sus deberes para poner atención a la figura de Karen, de inmediato empezaron a lanzar toda clase de improperios:

– “mira nada más que hermosas tetas” o

– “que ricos pezones tienes mamita”

Y ya después de pasar,

– “que ricas nalgas”,

– “creo que tienen hambre, porque ya se comieron la ropa”

Karen paso por ahí con la cabeza baja, como si le molestara los comentarios que le lanzaron aquellos trabajadores, pero en realidad iba controlando la calentura, sentirse deseada por aquellos extraños hizo que su temperatura se elevara en todo su cuerpo, sentía un infierno que salía de su vagina, que la consumía toda,

– alguien tendrá que pagar por esto – pensó

Regreso al edificio de departamentos, comenzó a subir la escalera (el ascensor descompuesto por tercer día), y desde el primer piso escucho ruidos, como de golpes, al llegar al segundo piso los ruidos se hicieron más fuertes, al llegar vio a su vecino Jorge, que al verla de inmediato dejo de hacer lo que hacía, para poner atención en el cuerpo de Karen, en sus senos, en sus labios vaginales,

– vecina, buenos días- alcanzo a murmullar,

– ¿qué haces vecino?, pregunto Karen,

– tratando de arreglar la puerta del apartamento que suena mucho al abrir- respondió Jorge.

De inmediato llego a la cabeza de Karen la idea que estaba esperando, un pretexto perfecto para tener sexo con su vecino.

– Qué casualidad – exclamo Karen – precisamente eso voy a hacer, bueno yo voy a tratar de arreglar un mueble que tengo dañado vecino, que tal si más tarde me visita para que supervise lo que estoy haciendo, –

Pregunto de manera muy coqueta.

– Claro que si vecina, en cuanto termine por aquí, voy y le ayudo, espero no tardarme demasiado,

– no te preocupes – contesto Karen, voy a tomar una ducha y a desayunar, así que tomate tu tiempo,

Prosiguió su camino, no sin antes voltear de reojo para darse cuenta que el vecino tenía clavada la mirada en su trasero, así que empezó a menearlo más de la cuenta antes de perderse en la escalera.

Llego a su apartamento, preparo el desayuno, mientras trataba de pensar en la situación perfecta para que el vecino la poseyera,

– es tan tímido, o tan tonto- sonrió para sí Karen.

Termino de desayunar y se metió al baño a ducharse, se acarició todo el cuerpo suavemente con el jabón, se tomó el tiempo para afeitarse la zona de la vagina, quería estar radiante, salió del baño, mientras se secaba, empezó a pensar, ¿qué ropa me pondré?, mientras tanto se bañó en perfume, se cepillo el pelo, y tomo una decisión, creo que ya sé que usare.

Se dirigió al guardarropa, escogió un conjunto deportivo color rojo, muy corto, el short apenas y alcanzaba a tapar sus nalguitas redondas sin bragas, la playera abierta del frente, dejando ver la deliciosa frontera entre sus senos los cuales dejo libres de sosten, se veía al espejo, ensayaba poses para ver como lucían sus senos y sus glúteos

– creo que este atuendo será perfecto- pensaba para sí.

Ahora si, que es lo que voy a arreglar pensaba, necesito que en cuanto llegue me tome de inmediato, quiero apagar el incendio que tengo, junto un par de herramientas que tenía, -mismas que nunca uso-, sintió que el apartamento estaba un poco más asfixiante que de costumbre.

– Abriré la ventana para que ventile un poco (pensó)

Deslizo hacia arriba la ventana corrediza, sintiendo una fresca brisa en su rostro, se sentía tan agradable que recargo sus codos sobre la cornisa para recibir la brisa sobre su cuerpo.

Desde su ventana puede dominar todo el panorama, de un lado se ven los albañiles que recién la habían acosado, el parque donde acababa de ir a hacer ejercicio, la calle, los autos, la gente…

En ese instante un sonido chirriante interrumpe sus pensamientos, al momento que la ventana cae pesadamente sobre su espalda, obligándola a arquearse un poco.

Después de la sorpresa, trato de reincorporarse tratando de subir la ventana con su espalda, pero algo parece haberla atorado, no logra moverla ni un centímetro.

Luego de varios intentos, comenzó a desesperarse, al ver hacia la calle pudo distinguir a su vecino aproximándose y comenzó a gritar y a hacerle señas, sin lograr llamar su atención.

Para colmo de males, los albañiles que si le ponían atención, le saludaban, pensando que era a ellos a quien se estaba dirigiendo.

– Malditos (pensó)

Ya a punto de perder las esperanzas, el vecino giro la cabeza hacia el edificio, logrando ver a Karen en la ventana y brindándole un cordial saludo.

Karen desesperada le hizo señas para que subiera, a lo que el asintió de inmediato, indicándole que subiría.

Solo un par de minutos más, tocaron a su puerta,

– Pensó Karen: ya era hora-,

Detrás de la puerta se escuchó la voz del vecino:

– ¡vecina, voy a entrar!,

De inmediato Karen contesto con un grito:

– pasa vecino, estoy atorada- grito Karen, sabedora que el vecino aun tendría el juego de llaves que le confió.

El vecino entro, y pregunto:

– ¿Qué pasa vecina?,

Del fondo del apartamento se escuchó:

– Estoy en mi recamara vecino, estoy atorada.

Jorge fue hacia la recamara y al abrir la puerta lo primero que vio fue el trasero de Karen, levantado culito claramente sin bragas, empinada sobre la ventana,

– ¿qué pasa, vecina?- alcanzo a murmurar.

– Estoy atorada aquí vecino, estaba asomada cuando de repente cayo la ventana, no me puedo zafar, ¿me ayudas?,

– – claro que sí, respondió – , vamos a ver cómo podemos sacarte de ahí.

Lógicamente, lo primero que hizo el vecino fue acercarse a tratar de levantar la ventana, descubriendo que en verdad se encontraba atorada, se colocó detrás de ella, para hacer fuerza y tratar de levantarla, de inmediato su pene se posó sobre las nalguitas redondas de Karen, quien al sentir recargado ese pene, empezó a menear levemente su trasero, al tiempo que preguntaba:

– ¿puedes quitarla?

A lo que respondió de manera inmediata

– no vecina, está muy atorada-

Trato de retirarse, pero al no haber de donde más, se apoyó a los costados de la cadera de Karen, quien ya tenía parcialmente descubiertos los glúteos, debido al forcejeo se había bajado más allá de la cintura.

El vecino trato de nuevo imprimir su fuerza para desatorar la ventana, pero al tener una erección bastante notoria, trataba en lo posible no rozar las nalgas de Karen, para no ser descubierto.

Después de varios intentos perdió el equilibrio, y con tal de no caerle encima a la vecina, o peor aún irla a lastimar dejo caer su cuerpo hacia atrás, pero en un reflejo inesperado trato de asirse del short de Karen, llevándoselo consigo hasta el suelo, tratando de reponerse de inmediato, logrando solo que su cara quedara de frente al culo descubierto de Karen.

Una vez que comenzó a percibir el olor a perfume que emanaba de ella, quedo hipnotizado, deleitado por el olor de la piel, de su vagina y de su ano; de inmediato saco su lengua y comenzó a recorrer las nalgas de marta, comenzó en el nacimiento de estas, casi llegando a la cintura, comenzó a bajar despacio, saboreando cada centímetro de hermosa frontera, bajo hasta el ano, dando un par de vueltas con su lengua, prosiguió más abajo, hasta llegara a la vulva húmeda de Karen, ahí de nuevo movió en círculos su lengua y trato de meterla dentro de la vagina, para tomarle el sabor y descubrir que se encontraba completamente mojada.

La lengua del vecino prosiguió su camino, pasando por los labios vaginales y finalmente llegando al clítoris, duro, firme, listo para la batalla, ahí la lengua del vecino empezó un fiero combate cuerpo a cuerpo, parecía que ambos (clítoris y lengua) querían demostrar cuál de ellos poseía más fuerza.

Mientras tanto Karen, con la cabeza fuera del edificio trataba por todos los medios que su cara no reflejara la excitación que estaba sintiendo, limitándose a bajar la cara y disimulando el meneo de su cadera, que dentro del edificio estaba finalmente siendo devorada por el vecino.

Para entonces las manos de Jorge se posaban en cada uno de los glúteos de Karen, amasándolos, acariciándolos y ocasionalmente dando una leve palmadita, que aunque demasiado ruidosa, lo único que provocaba en Karen era que se encendiera más.

Karen ya completamente abierta de piernas, disfrutaba el recorrido de la lengua del vecino, abandonada al placer que sentía, solamente atinaba a decir:

– ayúdame vecino, ayúdame-,

El vecino continuaba dándose un festín de vagina y culo de la vecina, disfrutaba de la humedad de las cavidades de la vecina, por una mezcla de fluidos vaginales con saliva, los cuales completamente mezclados inundaban la rajita y el ano de la vecina.

En ese momento el vecino decidió pasar al siguiente nivel, introduciendo dos dedos dentro de la vagina de su vecina, desatando dos reacciones diferentes:

Dentro del edificio sus piernas temblaron al recibir ese par de intrusos, generando un escalofrío que se replicó desde su origen dentro de la vagina, hasta sus pies, que flaquearon un poco amenazando con desvanecerse, lógicamente sin generar mayor problema al estar su cintura prensada en la cornisa.

La segunda por fuera del edificio, en la cara de la vecina, enrojecida por la excitación, por la exposición al sol y por la pena de ser exhibida en público.

La vecina al estar siendo penetrada por dos intrusos al tiempo que estimulado por la lengua agresiva del vecino, estaba ya completamente rendida al placer que estaba recibiendo, con los ojos cerrados, recargada lo más cómodo posible, gimiendo lo más bajo de volumen posible, y meneando su cabeza al mismo ritmo que meneaba su culo.

Muy pronto los embates del vecino cobraron factura sobre la vagina dilatada de la vecina, conforme los gemidos y jadeos de la ella se hacían más frecuentes y más sonoros, los movimientos del vecino se hacían más rápidos, lo que generó una escalada de placer, cada vez más potente, que comenzó con un ligero escalofrío en el cuerpo de la vecina que se fue acrecentando progresivamente hasta convertirse en una convulsión de todo su cuerpo, hasta que de su vulva comenzaron a brotar grandes gotas que salpicaban en distintas direcciones al ritmo del vaivén de su mano perforando su vulva.

Gotas de jugo vaginal salpicaban hacia el piso, hacia la mano del vecino y hasta sus propias piernas, donde resbalaban poco a poco hasta llegar al piso de la habitación.

Jorge se incorporó, se quitó el pantalón y la playera, y apuntando su pene endurecido en la entrada de la vagina de Karen le contesto:

– Claro que te voy a ayudar vecinita-

Al tiempo que clavaba hasta el fondo el tronco de carne, chocando con sus blancas nalgas el par de huevos negros del vecino, simulando el ruido de alguien aplaudiendo.

De inmediato genero la reacción de la vecina, quien soltó un grito ahogado, apenas perceptible a través de la ventana cencerrada, mismo que se repetía en cada nueva embestida del vecino.

Comenzó el vaivén del pene de Jorge dentro de la vulva de Karen, estableciendo ritmo de inmediato, el vaivén del tronco de carne se repetía una y otra vez, empezaba con la cabeza de la glande asomada por la entrada de su vagina, inmediatamente después comenzaba a desaparecer dentro de ella hasta que se escuchaba el choque de sus huevos en las redonditas nalgas de ella, seguidas de un gemido de deseo de Karen, que acompañaba meneando sus caderas al ritmo de penetración, después el miembro comenzaba a salir despacio de las entrañas de Karen y después todo comenzaba de nuevo.

Para entonces la vecina había perdido por completo la compostura: su rostro desencajado, sus gemidos y sus movimientos indicaban hasta al más despistado que estaba siendo objeto de una dosis de placer que todos los transeúntes disfrutaban.

Los trabajadores de enfrente del edificio se desvivían en vítores para la ocasional exhibicionista, acompañados de los más vulgares piropos sobre la posición, la reacción y en general por el acto que estaba siendo realizado por ella en ese momento.

En ese momento en realidad nada importaba para la vecina, finalmente estaba siendo poseída por el vecino y a pesar de que no fue el encuentro planeado lo estaba disfrutando.

Este ritmo se sostuvo durante unos minutos hasta que Karen empezó a aumentar el ritmo y volumen de sus gemidos, al tiempo que decía: dame papi, dame, no pares.

El vecino comenzó a hundir su tronco más y más duro dentro de ella, mientras tanto ella se iba abandonando poco a poco a disfrutar el orgasmo, empezó con pequeñas gotas que escurrían de la vulva, hasta que era un imponente chorro saliendo de ella acompañado de gritos y un gran escalofrió que la recorría.

Jorge se agarró con fuerza de las nalgas de Karen para aumentar los embates, cuando de repente sonó de nuevo un estrepitoso chirrido, la ventana finalmente había cedido ante los movimientos de Karen, la cual al sentirse liberada se incorporó, después de algunos segundos de batallar para recuperar la postura, vio a su vecino a los ojos, diciéndole:

– no termines aun papi súbete a la cama,

El atendió de inmediato, se levantó y se acostó boca arriba en la cama de Karen, ella se incorporó y comenzó a comerse ese palo de carne duro, lleno de venas gruesas, brilloso, bañado en jugos de la vagina de Karen.

Comenzó a comerlo lentamente, poco a poco, mientras con sus manos acariciaba las bolas o el tronco cuando no lo tenía dentro de su boca, Jorge empezó a gemir más y más, mientras Karen preguntaba: ¿te gusta como trabajo vecino?

El solo asentía con la cabeza, mientras sus manos la tomaban de la nuca y la jalaban hacia abajo para que su pene ocupara la boca de Karen, tratando de alcanzar su garganta, movía sus manos de tal Manero que parecía que su boca era una vagina y estaba siendo penetrada por el.

Cuando Karen pensó que el terminaría, se separó, dándole un apretón de huevos mientras ordenaba:

– Aun no te he dicho que puedes terminar.

Se montó encima de él, separo sus piernas y se clavó en el mástil de carne, bajo por el delicadamente hasta llegar al fondo, coloco sus manos en el pecho de él y le dijo: ahora sí, tienes mi permiso para terminar, y comenzó a moverse en círculos masajeando el duro tronco que tenía dentro de ella.

La cabeza de ese miembro acariciaba las paredes interiores de su vagina, eran una sensación deliciosa que hizo que Karen comenzara a venir de nuevo, de nuevo expulso una copiosa cantidad de flujo de su vagina mientras sus gemidos de placer casi se convertían en gritos, al tiempo que meneaba sus caderas con desesperación.

Unos segundos después salió del trance, incorporándose de nuevo, volvió a apretujar los testículos de su vecino, esta vez con tal fuerza que hasta le enterró una uña a las bolsas repletas de leche ardiente.

– No se te ocurra terminar… (dijo mirándolo a los ojos)

A lo que el vecino simplemente asintió con la cabeza, mientras ella reincorporándose volvió a preparar el descenso a través del garrote de carne, hinchado a más no poder, por las interrupciones de su orgasmo en dos ocasiones.

Esta vez el aterrizaje no fue con la vagina, sino que desvió su curso para acoplar el ojo de su ano sobre la cabeza hinchada del camote del vecino.

No existía preocupación por tener algo de lubricación, bastantes fluidos había expulsado ya su vagina, mezclados con una vasta dotación de saliva en su vagina, que mucho de esa mezcla habían ido a depositarse sobre le entrada del ano.

La penetración de su ojete no fue nada complicada, una vez encaminada la glande, solo basto dejar caer el peso de su cuerpo para que en cuestión de segundos aquella macana desapareciera en las entrañas de la vecina.

Conforme iba tragando con su culo el tronco del vecino, iba soltando un pequeño grito de placer mezclado con dolor, al tiempo que su boca dibujaba una encantadora letra “O” que bien podía interpretarse como sorpresa, o alcance de todas las expectativas generadas durante tanto tiempo.

Una vez que sus nalgas rebotaron en el vientre de su vecino, tomo aire para comenzar un ligero vaivén en donde su ano aparecía y desaparecía mágicamente aquel miembro que aparentemente no tenía por qué caber dentro de ella.

Solamente necesito un par de vaivenes para establecer un patrón que le agradara de perforación y comenzó a practicarlo, su cara reflejaba el gozo de poder devorar por su culo el miembro erguido de su vecino, pensaba que ojala y ese vaivén pudiera ser eterno, cuando su propio cuerpo la volvió a la realidad.

Nuevamente comenzó a sentir una nueva sacudida en su interior, que presagiaba una nueva (y ultima descarga de fluidos), aunque se encontraba deseosa de seguir degustando esa verga que acababa de engullir por vez primera, pero sabía que su cuerpo pedía ya tregua, por lo que al tiempo que incremento el ritmo a su auto penetración, gritaba a su al objeto de placer:

– ¡dame tu leche vecino, dame toda tu leche!

Ella volvió a sentir que se abría una llave dentro de su vagina que descargaba una cantidad muy generosa de fluidos vaginales, disfrutando cada gota que sentía que emanaba de ella, cuando casi al borde del desmayo pudo sentir como su invasor se convulsionaba y expulsaba dentro ella un chorro caliente y descomunal de semen.

Finalmente ella cayó pesadamente a un lado de él mientras recibía las últimas sacudidas de su cuerpo, finalizando así con la serie de orgasmos que pudo coleccionar en esa mañana.

No hubo ya necesidad de decir absolutamente nada, solamente se acurruco en su cama para recargar energías, y así había empezado ese día.

**************

Un agradecimiento a la autora elenarmz por su valiosa colaboración.

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Autor
JORGEFAG
JORGEFAGhttp://jorgefag
Ferviente aficionado de los relatos propios u ajenos (imágenes facilitadas por lectoras y colaboradoras)

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