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La esposa de mi jefe me da señales hasta en la sopa
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Se dice que solo tenemos 5 segundos para dar una buena primera impresión… y yo pienso que le di una fantástica primera impresión a la esposa de mi jefe que no paraba de mirarme de arriba abajo.

Fue un día de tantos, de esos en qué la semana se hace larga y quieres que acabe de volada.

Ese día fue bastante rutinario yo andaba en piloto automático y no le daba mucha atención a las personas, solo hacía mi trabajo y casi no conversaba con nadie, tan solo lo necesario.

Ese día para variar mi jefe regreso al taller con un enorme mueble en la parte trasera de su camioneta y necesitaba hombres grandes y fuertes para subirlo a la segunda planta de su casa.

Él me preguntó a mi primero que si le ayudaba a subirlo a la recámara de su casa, pues soy el hombre más grande y fuerte del taller…

Soy bastante alto, mido casi 1.90 de complexión atlética no musculoso más bien normalito… me gustan las artes marciales y la natación… rubio y mis ojos se ven del mismo color que mi cabello.

Con mi descripción en la mente ya se imaginarán porque llame bastante la atención a la esposa de mi jefe, que tiene predilección por los güeritos je je

Me dice mi jefe:

– Ramón, mira el clóset que compré para mí esposa está bien chingón.

– Sí! Está enorme, ya me imagino el dineral que le costó.

– Sí!… es de los más buenos y duraderos que encontré pero como decía mi suegro "lo bueno cuesta".

– ájala! Está muy bonito además de costoso!

– Bueno Ramón! Háblale a tu compañero que venga… para que nos ayude a subirlo hasta el cuarto de mi casa! Y de una vez nos traemos el mueble viejo para ver qué hacemos con él.

– Simón! Ahorita me lo traigo!

Ya trepados en la camioneta nos fuimos para su casa y en el transcurso del camino veníamos platicando sobre como se iba a poner de contenta su esposa por su nuevo regalo.

Llegamos a su casa, nos bajamos y me acerqué a llamar a la puerta principal de la casa! Me recibió una de sus hijas y me saludo de abrazo y beso porque ya nos conocíamos de antes.

– ¡Ramón! ¿De verdad eres tú? ¡Que sorpresa verte por acá! ¿Andas perdido? ¿Cómo es que diste con mi domicilio! Cómo estás?

– Hola Andrea! Je je! No. No sabía que vivías aquí, venimos a subir un clóset al cuarto de mi jefe y pues… ¡esta es su casa!

Con cara de asombro me preguntó:

– A poco trabajas para mi papá?

– Sí! Cómo ves Andrea! A poco tú eres hija de él? Que pequeño es el mundo!

– ¡Pásate – pásate! ¡Estás en tu casa! ¡Déjame que te sirva un vasito de agua o algo! Pásate!

Yo entré siendo jalado de la mano de mi amiga hasta su cocina, sin importarme, ni compañero ni mi jefe, que estaban afuera desatando el enorme clóset que estaba bien amarrado a la camioneta.

Me senté en una de las sillas del comedor mientras ella me servía agua. Ella me preguntaba que cómo estaba y que había hecho de nuevo, etc., nos quedamos ahí un rato platicando en lo que me terminé mi vaso de agua y como a los 5 minutos de estar platicando con ella entra mi jefe y me llama la atención:

– Ramón! Que haces perdiendo el tiempo con mi muchacha! Vente! Hay que subir el mueble!

Su hija lo interrumpe justo ahí y le dice:

– Papi! Ramón es un viejo amigo! Dame unos minutos más! No seas malo!

– No Mija! Primero tenemos que hacer nuestro trabajo! – le contestó muy autoritario!

– Ay Papi! Ves como eres! – le decía ella mientras hacia pataleta y berrinche como si fuera una niña pequeña, je je.

Que gracioso fue ver a una niña de veintitantos años haciendo berrinche.

Yo solo me levanté de la silla mientras decía:

– Tu papá tiene razón Andrea! Ahorita seguimos conversando al cabo terminamos rápido! Y seguimos platicando!

Ella me dijo:

– No! Hoy ya no podemos! Tengo que ir a entrenar fútbol! – con su carita de berrinche se dio la vuelta y se fue sin despedirse.

Yo simplemente salí hacia la calle detrás de mi jefe… mi compañero comenzó a molestarme que si estaba tratando de ligar a la hija de nuestro jefe y todo eso, en fin.

Subimos el clóset nuevo hasta la recámara de mi jefe… lo acomodamos en su lugar… bajamos el mueble viejo… y lo amarramos a la camioneta… y mi jefe al final de todo esto exclamó:

– Ah! Que a toda madre que ya acabamos! Muchachos vamos a la cocina a comer algo y luego volvemos al taller.

Entramos de nuevo a la casa y de la nada él pegó un grito diciendo:

– Mija! Prepárate algo de comer para los muchachos!

– Ahorita voy! – se escuchó un grito femenino desde el patio trasero.

Y nos fuimos a sentar al comedor.

Mientras platicábamos y tomábamos agua fresca que había en una gran jarra, pude ver cómo venía hacia nosotros una hermosa mujer.

Estaba vestida con ropa cómoda como para andar en casa… unos pants ajustados de color gris claro y una blusa de tirantitos verde manzana… además llevaba dos coletas por la parte de la nuca que le quedaban sexys, se le veía que estaba muy cómoda, una mujer tan bonita cómo hacia tiempo que no veía una, su complexión es muy delgada de cabello rojo teñido y bajita de estatura, petiza como dirían los argentinos.

Tendría por aquel entonces unos 45 años, con la piel blanca muy muy blanca, de esas mujeres que no salen al sol para nada, muy bella la señora sin ninguna arruga profunda en su rostro, muy bonita con una boquita pequeña y con voz muy aguda que nos dice:

– Ustedes trabajan con mi esposo? – nos pregunta de lejos al tiempo que se acerca.

– Sí señora! – se apresuró a contestar mi compañero con los ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.

– Ah! Que bueno! Y que quieren comer? Tengo bistec con chile de anoche y caldo de pollo del Medio día!

– Caldo! – Contestamos mi jefe y yo casi al mismo tiempo.

La bella señora se acercó primero a hacia mi compañero para presentarse de apretón de manos, abrazo y beso.

Jajaja! Se puso muy nervioso como si la bella mujer lo estuviera intimidando ja ja.

– Estás nervioso mijo? – pregunto ella en tono burlón. – No te va pasar nada yo cocino muy rico ya verás!

– No como cree! – decía él con la voz un poco quebrada.

Y después se volteó para conmigo mirándome fijamente.

Yo me puse de pie y me límite a sostenerle la mirada mientras le extendía mi mano para presentarme.

– Ay! que alto que estás mijo! Como cuánto mides? como te llamas? – me decía ella con una sonrisa gigante al tiempo que también me sostenía la mirada.

Yo siendo muy conocedor del lenguaje corporal de las personas rápidamente me di cuenta que estaba muy receptiva y coqueta, nos dábamos la mano y ella con su otra mano se tocaba la clavícula inclinando ligeramente un hombro mas hacía abajo que el otro.

También doblaba una de sus rodillas hacia delante mientras la otra estaba muy recta en una pose muy femenina.

De esas poses que me vuelven loco!

Se me pone dura! solo de visualizarla y escuchar su voz ya que tiene ademanes muy femeninos.

Mientras más femenina se pone la mujer conmigo, más masculino me pongo yo, es como una especie de licantropía que me posee y me consume y ni hablar del olor de la vagina que simplemente es embriagante y adictivo, puff! Ya se me paró la verga je je.

Pues bueno la bella señora estaba muy receptiva y yo me comenzaba a transformar…

– Me llamo Ramón Apellido- le contesté.

– Oye… estás muy güero, pareces europeo! si eres de aquí o no? – me dice mientras se mordía el labio inferior y aún me sostenía la mano y la mirada.

Mi jefe interrumpe el mágico momento muy abruptamente diciendo:

– Mujer! Ya deja de molestar al muchacho con preguntas tontas y mejor calienta el caldo!

– Ah sí! – me soltó la mano y se dirigió hacia el refrigerador mientras me veía por detrás del hombro con su sonrisa y su miradita coqueta.

¡Que tensión tan sexual dios mío! En ese momento yo ya tenía un bulto en el pantalón.

Muchos hombres son unos tontos que no notan el coqueteo de una mujer y mi compañero y mi jefe eran de esos, ambos estaban como si nada y no se daban cuenta del juego de miradas y coqueteos que estaba sucediendo en sus narices je je… o… a lo mejor… mi jefe si lo notó y se puso celoso, por eso nos corto el rollo tan bruscamente, en fin.

La señora calentó la comida y nos dispusimos a comer y conversar sobre trabajo.

Durante toda la comida la señora aún seguía con el juego de las miradas y las sonrisas haciendo ademanes femeninos con sus manos y cuello…

¡y a mi que casi no me gusta!

pues le seguí la corriente… je je

Mi jefe se levantó y nos dijo que vayamos a su sala para descansar una media horita mientras reposamos la comida, estuvimos un buen rato conversando ahí sentados y mi compañero se levantó para ir al baño apresuradamente:

– Me permiten usar su baño? Creo que no me cayó muy bien el caldo…

– Sí! Está por aquel lado! Adelante ve! – y se retiró.

La plática era muy amena entre los tres hasta que yo decidí levantarme para ir a tomar otro vasito de agua fresca:

– Voy a su cocina por más agua fresca! Con su permiso…

Y me fui directo hacia la cocina… me tomé mi tiempo… me tomé un vasito de agua con mucha calma… y luego otro… y decidí ir para dónde el baño a ver cómo estaba mi compañero… le dije:

– Que onda wey! como estás?

– Wey! Me hizo daño el caldo – me decía

– Es por el susto que te metió la señora je je

– Sí verdad! Es muy bonita!… No manches! Pinche Ramón! Se te queda viendo mucho eh! Se va poner celoso el patrón! Ponte vergas!

– No pasa nada wey… solo es coqueteo!

Mi compañero seguía en el baño quejándose de su malestar y le dije:

– aquí te dejo wey… espero que todo salga bien je je

Y procedí a reunirme con mi jefe y su esposa que estaban en la sala.

Mientras voy entrando a la sala, desde lejos la esposa de mi jefe me hace señales de que haga silencio…

Y señalaba repetidamente al rostro de mi jefe con el dedo índice y hablando muy bajito… moviendo mucho sus labios y susurraba:

– Shhh… sé quedó dor-mi-do…

Yo no podía creerlo!

¡Estaba mi jefe dormido!

je je

Se había quedado ligeramente dormido cabeceando por momentos junto a su esposa que le sostenía el pecho para recostarlo en el sofá y que pudiera dormir plácidamente.

Yo me senté en el sillón frente a ellos dos y solo los observaba, nos quedamos un rato ahí, muy callados y sin decir una palabra, hasta que mi jefe soltó el primer ronquido.

Ella solo susurró:

– Ya se durmió – y volteó a verme, apoyando su mano en el pecho a su marido.

Yo le susurré en voz baja

– Señora! ¿Ya vio el nuevo clóset que le compró su esposo?

– Noh…

– Venga! Vamos para que lo vea! – me levanté y le extendí la mano para que se pusiera de pie y nos fuimos escalera arriba para su habitación.

Ella lo vio desde la puerta de entrada y exclamó con una mano sobre su boca.

– Ahh! Que bonito está! Además es enorme! – y procede a sentarse en su cama para seguir observándolo.

– Si se lució mi jefe… se ve que si la quiere je je – le dije yo mientras discretamente me sentaba en la cama junto a ella.

Repentinamente ella me toma por la rodilla y dice y efusivamente:

– Sí verdad! Debió costarle mucho dinero! Yo quería un clóset más grande desde hacía años!

A partir de aquí las cosas comienzan a tomar un tono bastante sexual…

Yo con su mano en mi rodilla, sentados juntos y mirándonos fijamente…

Instantáneamente se comenzó a sentir la tensión sexual de nuevo…y en cuánto ella cierra los ojos y deja su boca entreabierta… acerqué mi boca a su boca y… puff!… que tensión sexual dios!

Yo sentía que la sangre me hervía y su cuerpo cada vez se sentía más débil y su respiración cortada.

Mientras nos besábamos… acerqué mis manos su cuerpo y…

Con una mano sosteniéndola de la nuca y la otra libre le comencé a acariciar su cuello y su estómago y pecho… a la vez que nos seguíamos besando a ojos cerrados… bajaba mi mano por sus muslos y sus rodillas… hasta que le toqué directamente sus genitales con mi mano y empecé a estimularle la vulva por encima de la ropa.

Uff! Solo acordarme se me pone durísima! Que mujer!

Estuvimos un rato acariciándonos hasta que me transformé y la licantropía se apoderó de mí… me puse de pie bruscamente.

Mientras ella me veía desde su posición sentada al borde de la cama con una mirada dulce y la boca abierta preguntándome con voz bajita:

– Qué vas hacer?

No le dije nada! El deseo se apoderó de mí y me agaché para poder cogerle tobillos de ambas piernas y levantar sus piernas al aire.

Ella soltó un pequeño grito que rápidamente hizo callar y me susurró:

– Aquí no!… Están mi marido y tú compañero abajo!… nos pueden oír!

– No vamos a tener sexo tal cual!… solo quiero comerte ese coño por un momento!

Y procedí a bajarle el pants que traía junto con la ropa interior y me acerqué hasta su vulva…

Oh dios mío! Su vulva irradiaba mucho calor… Yo acercaba mi cara mientras cerraba mis ojos y solo la olía…

Uff! Que aroma tan potente!

Hasta que le comencé a pegar lengüetazos al clítoris como un poseído y le separaba sus labios vaginales para poder chuparle el clítoris por completo.

– Ahh! Que delicia! Que cabrón eres! Ahh! Que rico!

– Me encanta tu olor mujer!

Y seguí dándole sexo oral hasta que me pidió parar… ya le había sobrestimulado su clítoris con tanto cariño efusivo… ahora seguía su vagina je je.

Muy lentamente fui introduciendo mi dedo índice por su vagina mientras sentía sus pequeñas contracciones alrededor de mi dedo… y nos mirábamos fijamente a los ojos.

Puff! Tengo que masturbarme mientras escribo esto… me excita demasiado recordar ese bello momento… ya no puedo aguantar más… discúlpenme!

Mientras nos mirábamos fijamente a los ojos yo fui moviendo la yema de mi dedo en círculos alrededor de su vagina por un buen rato… hasta que observé la inmensa expresión de satisfacción en su rostro.

Uff! El temblor de su cuerpo era impresionante… Introduje tres de mis dedos en su vagina y le comencé a dar un orgasmo de punto G que no olvidaría…

Ella solo temblaba y sus ojos por momentos se ponían en blanco mientras gemía muy delicioso.

Después de que soltó abundantes chorros por su vagina nos besamos nuevamente con los ojos cerrados… teníamos nuestras mentes en total serenidad y paz… nada podía romper semejante concentración y plenitud… hasta que!…

– Ramón! Ya vámonos! Dónde estás? – se escuchó un grito fuerte y autoritario de mi jefe…

– Oh No! No puede ser! – pensé

Mi jefe ahora estaba despierto y al parecer molesto también…la bella señora me dio un largo beso de despedida y exclamó:

– Cuídate Guapo! Ya nos volveremos a ver!

Me reincorporé rápidamente y le grité a mi jefe:

– Ya voy!… estoy en el baño de arriba!…Porque el de abajo estaba ocupado!… Ahí voy!

Corrí apresuradamente hacia el baño del pasillo, de la segunda planta…me mojo el rostro, me lavo las manos y tiro de la cadena.

Y bajé como si nada! Fresco como lechuga! Con una evidente erección en mi pantalón! Y mi compañero me dice:

– No manches wey! te la estabas jalando o qué?… la traes bien parada! Jajaja

Mi jefe solo me observa con una cara muy seria casi molesta y me dice:

-Ya vámonos a trabajar! Ya es muy tarde! Vámonos!

Mientras nos vamos acercando a la puerta principal para salir, mi jefe deja salir un grito enorme y dice:

– Mija! Ya nos vamos! Regreso en la noche!

– Te veo en la noche mi vida! – grito la señora de regreso.

Y nos fuimos rumbo al taller para trabajar!…

Esa fue la primera y última vez que mi jefe me invitó a su casa… ya no me ha invitado jamás… pero para nada… jejeje.

Seguro si se puso muy celoso… porque… cuando iba a impermeabilizar su casa, invitó a todos mis compañeros del taller a trabajar, menos a mi jajajaja!

Pero aún sigo trabajando con él… nuestra relación sigue muy bien, no se preocupen por eso… simplemente ya no me invita a su casa para nada.

Su hija de vez en cuando viene a visitarme al taller con el pretexto de llevarle comida a su papá… pero… ella no me interesa tanto como su mamá.

Al parecer la señora hermosa tiene prohibido pararse aquí en el taller… porque nunca la hemos visto por acá… ni siquiera después de aquel día inolvidable je je.

Señora hermosa!

Este relato está dedicado a usted… le mando y un besote dónde quiera que esté en estos momentos y ojalá se nos haga culminar lo que un día empezamos.

Saludos.

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