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Mi suegra recibió su merecido por el culo
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Tiempo de lectura: 6 minutos

—Florencia, es muy claro que Sergio no es un hombre para vos. Llevan 6 años juntos y no han progresado nada, siguen alquilando esta casa, ni siquiera han podido alquilar otra mejor. Todos sus proyectos terminan en fracaso y un gastadero de plata.

—Mamá, no me importa. A Sergio lo amo. Es mi hombre y voy a seguir peleándola junto a él.

—Hija, sos profesional, bonita, tenes un futuro espectacular si lo dejas.

Claro que siempre supe que mi suegra no me quería, pero no imaginaba que iba a ser tan hija de puta de alentarla a Flor para que me deje. Esa mañana, hablaban por teléfono, Flor preparando mi desayuno con el altavoz activado, y yo justo por entrar a la cocina.

Parte era cierto, casi todo. En mi negocio, las cosas no salían como lo esperado. Una nueva crisis económica en nuestro país, el Covid y su desastre económico, y la crisis que seguía, no dejaba que me asiente. De allí, todas las peripecias que sufríamos.

Yo tenía una fábrica de muebles, sobre todo mesas, sillas, y sillones. Aburrido, una tarde en el negocio, mirando Youtube, conocí dos técnicas a fondo. Hice un pequeño estudio de mercado y sorpresa, nadie hacía cosas empleándolas.

“Vamos a fracasar de nuevo, pero con ganas” Pensé cuando compre materiales para hacer un par de mesas. Con un empleado nos pusimos a trabajar y dos días después teníamos listas dos mesas, un espaldar de cama, y tres mesas ratonas. Todas con distintas técnicas.

Saque fotos, un amigo me dio una mano para hacer una estrategia de ventas por Instagram y un sitio de ventas. Para mi grata sorpresa, en una semana, se había vendido todo, obteniendo una ganancia del 150%. Compre más materiales hice más cosas y todo se vendió en solo 3 días, y tenía encargos para estar ocupado por lo menos 4 semanas.

No le dije nada a Flor. Cuando establecí fehacientemente la cantidad que podía producir, empecé a retirar plata del negocio. Por fin lo podía hacer. Fui juntándola para por fin, poder hacer un viaje de fin de semana a una playa que Flor adora.

La tarde cuando estaba decidido a contarle todo a Flor, llegué a casa y me encontré con la “grata presencia” de mi suegra.

—Hola amor. Me saludó Flor con cara de fastidio por la presencia de su madre.

—Flor, mi amor. ¿Cómo estás?

—Bien, mamá vino de visita, se va a quedar unos días.

—Que bueno. Dije sarcásticamente.

Hola Teresa, ¿cómo le va?

—Hola. Fue su respuesta con cara de odio.

No era una mujer fea, tenía cerca de 50 años, buenos pechos y cola, rellenita y labios carnosos.

A la noche, mientras lavaban los platos en la cocina, escuche que le decía a Flor.

—No sé como lo soportas. Llega todo sucio, tenes que lavar su ropa maloliente, no te entiendo.

—Basta mamá. Si así vas a estar, andate. Por favor.

—Me estas echando.

—Si seguís hablando así, Sí.

La mañana siguiente se fue. Era sábado, y solo fui al negocio para ver si habían entrado pedidos. No lo pude creer cuando vi un mail, donde me pedían una reunión, por la compra de una cantidad impresionante de mesas. Equivalía a la producción de un año. Era para reventa y querían exclusividad.

De la noche a la mañana, todo había cambiado. Termine cerrando ese contrato y con una ganancia que nunca imagine, todo cambio. El día que firme el contrato la llame a Flor y le dije que íbamos a cenar afuera.

En casa, antes de salir le conté, se emocionó hasta las lágrimas. Nos dimos un tremendo beso y salimos a cenar.

—Flor, sé que estos años no han sido buenos. Pero siempre estuviste a mi lado, a pesar que ciertas voces te alentaban a dejarme. Gracias por apoyarme. Gracias por pelearla conmigo.

—Te amo Sergio, es lo que una mujer debe hacer con su marido.

Cuando le mostré el saldo de la cuenta del banco, no podía creerlo. Nos podíamos comprar un auto importado en efectivo si queríamos.

—Cómo es la vida, te das cuenta. Todo se da vuelta. Dijo Flor.

—Gracias a Dios y al trabajo. Dije.

—Si. Ah, casualmente, mañana viene mi madre a casa. No sé qué quiere, pero que no me joda porque la vuelvo a echar. Y por favor, no comentes nada del negocio. No me interesa que se entere.

—Como quieras.

Domingo a la mañana, día de descanso y llegaba mi suegra. Que alegría…

—Hola. Saludó “cordialmente”.

—Teresa. Fue mi saludo.

Estábamos por almorzar cuando delante de mí le dijo a Flor.

—Estuve con Fernando, tu novio de la facultad. No sabes la empresa que tiene, gana fortunas. Ah, me dijo que le pase tu contacto. Quiere verte, invitarte a cenar.

Fijate…

—Bueno, veremos en su momento si llama. Dijo Flor mirándome y guiñándome un ojo sin que la madre la vea.

Juro que me reí mucho por dentro. Almorzamos y solo charlábamos de tonterías con Flor. Sonó el celular de mi suegra y atendió

—No, no puede ser, por Dios. No.

Dijo y cortó. La cara se le transformo. Y se largó a llorar.

—¿Qué pasa? Preguntó Flor.

—Mi casa, parece que hubo un escape de gas, explotó y se prendió fuego. Me avisaron que no quedo nada, solo escombros.

—Dios, que terrible. Dijo Flor.

—Que te parece, no tengo donde ir, estoy en la calle totalmente. Ni trabajo me quedó, porque yo daba los masajes en casa.

—Tranquilizate. Ya vas a encontrar una solución. Le dijo Flor y me miró seria.

—Hija, por favor, necesito quedarme una temporada aquí. No tengo donde ir. Ni plata.

—Mamá, es algo que tengo que hablar con Sergio en privado. Y vos con Sergio no tenes buena relación… Dijo Flor empezando a cobrarse todo lo que ella le había dicho.

—Pero Flor, soy tu madre, no me podes dejar en la calle.

—No, pero vos no lo queres a Sergio. Hasta acabas de insinuar que tengo que saltar a los brazos de Fernando, y delante de él. Yo, no le puedo imponer que te quedes. Es su casa también.

—No quise decir eso, yo…

—Flor, no hay problema, que se quede una temporada. Hay un cuarto vacío. Dije serio.

—Ok. Te podes quedar una temporada.

—Gracias hija, sos un angel.

—No mamá. Dale las gracias a Sergio. Y hacelo porque si no te vas.

—Gracias Sergio. Dijo mordiéndose la lengua.

Se quedó y el martes siguiente volví al mediodía a casa, para terminar tranquilo unos cálculos de materiales. Encontre a mi suegra en el living mirando televisión. Saludé y fui a la cocina. Los platos de la noche anterior, sin lavar. Me serví un café y fui a cambiarme a mi cuarto. La cama sin hacer y en el baño, las toallas para lavar.

Fui al living y apagué el televisor.

—¿Qué haces estúpido? Me dijo altanera.

—Vamos a poner una cosa en claro. No voy a soportar que este mirando televisión habiendo cantidad de cosas por hacer en la casa. Ni piense que Florencia va a venir y ponerse a hacer todo mientras Ud. se cree no sé qué cosa. Levántese y póngase a trabajar.

—Ni pienso, menos si me lo decís vos.

Me puse loco. Camine hasta ella y le di tremendo sopapo en la cara. Le quedaron marcados mis dedos.

—Vieja puta, me harte de soportarla, póngase a trabajar.

—No, y voy a hablar con Flor. Dijo tomando el celular.

Golpee su mano y el celular voló a dos metros. La tome del pelo y la tire al piso. ME puse sobre ella y me bajé los pantalones y el bóxer.

Puse mi pija sobre su boca y ella giró la cabeza.

—Desde este momento, vas a ser la puta de la casa, y la vieja de la limpieza. No tenes alternativa vieja trola. Le grite.

Le di otra cachetada y abrió la boca. Metí mi pija y comencé a bombear. Ella se ahogaba y lloraba. Literalmente le arranque el vestido que llevaba puesto, el brazier lo levante descubriendo sus tetas y le saque la bombacha. Todo sin dejar de bombear su boca. Mi pija estaba bien dura.

ME quede quieto y le pellizque con todo un pezón.

—Chupa puta. Chupa porque va a ser peor. Le dije y ella comenzó a chupar. Sabía hacerlo.

Puse una mano en su concha y se estaba comenzando a mojar. Le pellizque nuevamente los pezones y aulló de dolor.

Metí dos dedos en su concha y ya estaba muy mojada.

“Sí que sos puta, te estas mojando bien.”

La hice levantar, poner sobre uno de los apoyabrazos del sillón con el culo al aire.

—Sergio, no por favor, no sigas. Juro que voy a hacer todo lo que me digas. Pero no sigas.

—Tarde.

Se la metí hasta el fondo de la concha, ella dio un grito de dolor. Mi pija no es muy larga, pero si gruesa. Sobre todo la cabeza. Le daba con todo, ella empezó a gemir. Le gustaba, pero sinceramente, no me interesaba hacerla gozar.

Escupí su culo y apoye la pija.

—No, soy virgen, no el culo no. Me vas a lastimar, te lo ruego. Por lo que más quieras. Me dijo.

—Lo que más quiero es tu hija y vos hija de puta te cansaste de intentar llenarle la cabeza en contra mío, para que me deje. Escuche varias veces como le decías. Y si, te la voy a meter por todas las barbaridades que le dijiste.

Ella no dijo nada y se largó a llorar. Vi los pedazos de su bombacha en el suelo, y le los metí en la boca.

Volví a escupir su orto, y empecé a empujar. Costaba pero entraba, ella gritaba sin parar con el trapo en la boca. Tratando de facilitar las cosas, separaba sus cachetes a más no poder. Cuando la tuvo toda adentro, mi cuerpo se transformó en un pistón neumático. La penetraba bestialmente. Cuando sacaba un poco la pija, veía rastros de sangre y materia fecal en ella. No me importo y seguí.

Acabe bien dentro de su culo. Cuando saque la pija, se la puse en la boca. Un sopapo la convenció de chuparla y limpiarla bien.

Fue al baño a vomitar y limpiarse. Yo me senté en el sillón a esperar que vuelva.

—Ahora ya sabes como son las cosas. Tus obligaciones, limpiar, lavar, arreglar la casa y ser la puta de la casa.

—Sergio yo…

—Eso o la calle. Bien claro te lo digo.

Me fui a cambiar y ella aponerse otra ropa. Cuando fui al comedor a trabajar con la notebook ella estaba lavando la cocina. Luego siguió con las otras cosas. Faltaba una hora para que llegue Florencia y me dijo:

—Ya termine Sergio.

—Bien. Viste que fácil. Ahora, me vas a chupar la pija un rato.

—Sergio, por favor…

Un nuevo sopapo en la cara le dejó los dedos marcados. Me bajó el short y el bóxer y se puso a chupar.

—Chupas bien, se nota que lo haces seguido puta. ¿Tenes macho que te coja?

Ella asintió con la cabeza.

—Bueno, ahora tenes otro macho que te coge. Y solo por el culo, por lo que te recomiendo que lo tengas siempre listo.

Ella se metió la mano bajo la bombacha y se comenzó a masturbar con todo el culo. Le cogí la boca sin piedad y acabe llenándosela de leche. Ella trago todo y la lamio hasta dejarla impecable.

Ella se dio un orgasmo con la mano en el culo.

Cuando llegó Florencia ella miraba televisión y yo estaba en la notebook.

Cuando Flor la saludó vio la marca de mi mano en la cara de mi suegra.

—¿Todo bien, todo tranquilo? Pregunto Flor.

—Si, dije.

—Si Florcita, todo tranquilo.

Flor me hizo una seña y fuimos a nuestro cuarto.

—Vi la marca en su rostro.

—Le expliqué su rol en la casa. Entendió.

—Que bueno.

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