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Confesión
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Tiempo de lectura: 2 minutos

El sabor del alcohol y sexo aún se sentía en su boca…

Escuché el motor de la camioneta un momento antes de sentir como la puerta de la cochera comenzaba a levantarse, mi corazón se aceleró al mismo tiempo que mi pene daba un pequeño brinco dentro de la jaula.

Yo estaba desnudo y de pie esperando a Mariana, tenía todo el día ahí por órdenes suyas; quería verme al entrar a la cochera.

El peinado perfecto con que salió de casa ya no existía ahora lo sustituyen unos cabellos alborotados, tampoco se miraban rastros del exquisito maquillaje con el que salió hoy por la mañana.

Cuando bajó de la Land Rover me di cuenta que se tambaleaba un poco su sonrisa me lo decía todo: Mariana había follado y gozado todo el día.

Ese pensamiento me produjo una sonrisa y un regocijo, no puedo decir que me calentó porque ya lo estaba desde que salió o mejor dicho tenía toda la semana caliente esperando este momento.

Se acercó a mí con una sonrisa y me beso su boca aún sabía a alcohol y sexo reconocí el sabor salado de los fluidos suyos y de alguien más.

Su dedo apuntó al suelo y me agaché hasta poder besar sus pies. Vi la llave de mi jaula colgada en la pulsera de su tobillo izquierdo.

Luego la seguí a cuatro patas por la casa hasta llegar a la habitación.

La ayudé a desnudarse y me di cuenta que no traía bragas Mariana sonrió y me quitó por fin la jaula.

—Haz sido un buen perrito, paciente y servicial por eso te contaré como me fue en mi día.

Mariana y yo teníamos toda la semana sin follar ella quería estar hambrienta este día y bueno quería que yo estuviera igual, ayer por la noche me masturbo hasta el punto de casi derramarme pero se detuvo antes de llegar, después puso el candado de castidad para asegurar que yo no terminará el trabajo por la noche lo que me frustró y no me dejó dormir.

Hoy su mano está de nuevo sobre mi erección acariciando, subiendo y bajando suavemente por mi carne dura como una piedra no sé si es por lo que me va a contar o por sentir sus caricias en mi falo.

—¿Te ha gustado?

—Sí

—¿Cómo te trato?

—Fue un caballero me trató como una dama en público y como una puta en privado.

—¿Te gustó?

—Sí, supo meterse en mi cabeza y provocó que me entregará a él sin complejos ni temores, fui su dama y fui su puta sin ninguna reserva.

—Me alegra saber eso. Y su verga

—Exquisita. Más grande que la tuya y sabe que hacer con ella.

—¿Te ha hecho gozar?

—Mucho, almorzamos en la habitación y luego nos entregamos al sexo, me follo de una manera salvaje, me llevó al orgasmo una y otra vez, grite su nombre mientras sostenía mi argolla matrimonial, cuando quedamos exhaustos descansamos abrazados y pedimos de comer el servicio a la habitación nos encontró desnudos en la cama así que ya hay otro hombre que me vio desnudar hoy.

Seguimos gozando luego de un par de copas fue más tranquilo e íntimo pero igual me llevo al cielo un montón de veces.

¡Oh cielo! creo que lo que te cuento te pone caliente ya estás a punto.

—Sigue por favor. ¿Cuando lo volverás a ver?

—En estos momentos viene para acá, quiere ver tu cara mientras grito su nombre.

Su mano subía y bajaba por mí Verga dura que ya estaba a punto y me derrame sobre sus dedos y la sábana, al escuchar eso. Él entró en la habitación con las bragas de mi mujer en la mano mientras yo lamía el semen de las sábanas y Sonrió cuando Mariana embarraba en mi boca lo que había quedado en sus dedos.

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