Soy Rachel, tengo 20 años y nunca me he tocado, o masturbado, siempre veía a mis compañeras hablar de lo rico que era y recuerdo sentirme curiosa, pero nada más, no encontraba el sentido al hacerlo, hasta que hoy, más caliente que nunca, decido hacerlo y explorarme. Hace una hora que estoy viendo porno, lo admito, me pone a mil ver a dos chicas comiéndose el coño, así que como sé que eso me calienta, me dispuse a verlo, cuando noto que ya estoy demasiada húmeda, cierro el video y la computadora.
Estoy en unos shorts súper pequeños y ajustados de mezclilla que deben estar empapados y en una camisa de tirantes que parece un brasier de lo corta que está, nada más, no llevo ropa interior, me siento de rodillas en el sillón de cuero negro y me jalo hasta dolerme el short, gimo, se siente bien pero a la vez siento un dolor que me calienta más, me remuevo balanceando mis prominentes caderas y mi gran culo, mi pelo cae a mi espalda y me siento demasiado excitada, ya no lo soporto, bajo mi mano lentamente hasta mi entrada, con la otra me bajo los tirantes de la camisa, quedando mis tetas al aire y mis pezones duros los cuales pellizco, jadeo al sentir los dedos en mi clítoris, masajeo suavemente sintiendo placer, sigo así hasta sentir un calor que llena todo mi cuerpo, saco mi mano y mi curiosidad puede más.
Chupo mis dedos probando mi sabor, un poco dulzón y un poco salado, me imagino que mis dedos son un pene y los lamo y chupo delicadamente, saco mis dedos de la boca y me bajo el short viendo lo empapado que está, sonrío y los tiro por allá, camino desnuda por toda la casa, que está sola, y me encamino hasta mi cuarto, sacando de mi ropa interior un juguete que me compré hace poco para experimentar, es un pene de goma grande, y venoso, me siento nuevamente en el sofá de cuero y abro mis piernas lo más que puedo, lo meto lentamente dejando que me acostumbre a su gigantesco tamaño, luego lo saco y vuelvo a meter unas veces más.
—Ah, sí, que rico —gimo extasiada, lo meto y saco más rápido escuchando el sonido de mis fluidos y el pene chocando, manoseo mis tetas hasta dejarlas rojas, mientras aumento el ritmo, una vez más y me corro en un delicioso orgasmo que anhelaba. Mi respiración es un desastre y me dejo caer en el sillón, saco el pene y sin dudarlo me lo meto todo a la boca, lamo todos mis fluidos que me perecen exquisitos ahora mismo y lo vuelvo a meter, quiero seguir jugando y masturbando mi coñito.