Cuando mi esposa me dijo que su sobrina Laura se quedaría una semana en el departamento, acepté inmediatamente. La había visto he interactuado con ella en nuestras visitas a Cuzco y me parecía una joven muy sensual. De nalgas generosas y sonrisa coqueta, siempre me había atraído. Siempre hubo una relación cordial entre nosotros, pero nada que pudiera decirse de connotación sexual. Incluso habíamos ido alguna vez por unas cervezas ambos solos, pero como tío joven y sobrina joven. No me hice ninguna ilusión de que llegará a pasar algo durante su visita, pero sí que la vería ligera de ropas en casa.
Llegó un viernes por la tarde. Cuando volví de la oficina ya estaba en casa. Cenamos los cuatro, ella, mi esposa e hija y yo. Fue una conversación tranquila y luego a descansar.
Sábado y domingo, casi todo el tiempo en casa con mi familia. Con mi esposa e hija fuimos al supermercado el sábado y al cine el domingo. Mi sobrina salía temprano y volvía a la noche. La vi poco, sólo en los desayunos, donde se presentaba con una formal pero bonita bata de dormir.
El lunes, mi esposa salió temprano, llevando a mi hija al colegio, para luego hacer algunas compras. Siempre salía unos 40 minutos antes que yo saliera a la oficina y usualmente volvía luego que yo había partido.
Ese lunes ni bien mi esposa se fue con mi hija, salió mi sobrina de su habitación. En una muy coqueta pijama de short y blusa. Claramente sin nada debajo. Yo desayunaba en la cocina. Se me acercó, me dio un beso en la mejilla y me dijo “buenos días tío”. Tomo algo de la refrigeradora, que estaba frente a mí. Se agachó un poco, lo que me permitió confirmar que no llevaba tanga puesta. Se sentó al frente mío, charlamos un poco y yo tenía la verga tiesa.
Terminé de desayunar. Me dispuse a lavar los servicios. Ella me dijo “deja tío, yo lo hago”. Le agradecí y fui al baño a cepillarme los dientes. Estando allí ella apareció y me preguntó ¿tío, no tendrás un jabón que me prestes? Saque uno nuevo del armario y se lo entregue. Apretados ambos en el baño, que no es muy grande, roce sus nalgas casualmente. Me hice el desentendido, ella también.
Al día siguiente, la misma rutina. Ni bien salió mi esposa con mi hija, ella se apareció en la cocina. Al igual que el día anterior, se inclinó para sacar unos embutidos del refrigerador, pero más que el día anterior, lo que ya la ponía en posición claramente sexual. Con una voz que me resultó muy provocadora me dijo “tío no encuentro el jamón”. Me levante, me acomode detrás de ella para buscar y sentí como ella se me tiró para atrás.
Por casualidad o porque ella lo calculó, mi verga ya tiesa se colocó entre sus nalgas. Ella, sin voltear ni mirarme me dijo “tío que dura la tienes”.
Detrás de ella, perdí la compostura. Le cogí ambos senos, le dije “que tetas duras tienes tu”.
Volteó y nos besamos. Sin recato y con la frescura de su juventud me dijo “quiero usar lo que usa mi tía”. Sin más se arrodilló, desabrochó mi pantalón y sacó la verga. La mamó con destreza, pero sólo unos instantes y me dijo “llévame a la cama de mi tía”. La cargué y la llevé a nuestra habitación. Se puso en 4 patas al borde de la cama y ella misma se bajó el short.
Puse saliva en mis dedos y le unté el coño. Innecesario, estaba muy húmeda. La penetré y sentí como su coño de poco más de 20 años ajustaba deliciosamente. Comenzó a gemir y decir “tío dame más, hazme gemir como a mi tía anoche”.
Le dije que era muy puta, demasiado puta y ella me dijo que si, que lo era. Su ritmo era salvaje, la excitaba cogerse a su tío en la cama que compartía con su tía. A mi cogerme esa hembra joven, en mi cama nupcial era un sueño.
Le unte saliva en el culo con mis dedos. La acomodé. Flexione sus rodillas y quedo con el torso echado sobre sus muslos. Su culo muy tirado hacia atrás, al borde de la cama. Le dije “te voy a culear perrita”. No respondió nada. Puse mi verga en su ano y empecé a empujar. Ajustaba y mucho, pero ella se dejaba hacer, sin decir ni una palabra, solo con gemidos ligeros.
Cuando pude tener toda mi verga dentro, sentí como se le aceleraba la respiración y empecé a moverme con violencia. Ella solo quieta, sin moverse, comenzó a decir “por el culo tío, que rico por mi culo tío, lléname el culo tío”.
La sacaba casi toda y la volvía a meter. Algunas veces la saque completamente y la volvía a meter. Tuvimos un orgasmo juntos, le llené el culo de leche y (felizmente) me di cuenta que su vagina se había humedecido tanto a punto de chorrear. Saque mi verga y con su short limpie sus jugos vaginales que empezaban a chorrear, me salve casi milagrosamente una inexplicable mancha en la cama que compartía con mi esposa.
Me di cuenta que estaba con la hora. Le dije que debía irme. En el baño, con unos paños húmedos limpié mi verga y me dispuse a salir. Antes de salir de casa mi sobrina se me acercó y me dijo “que te vaya bien mi amor”. Me dio un ligero beso en los labios y corrió a su habitación.