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Todo entre hermanos
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Soy Rodrigo, tengo 33 de edad, no tengo un cuerpo musculoso y tampoco tengo mucha suerte con las mujeres.

Tengo un hermano llamado Juan.

Juan es tres años menor que yo; pero, eso sí, somos muy unidos.

Todo comenzó hace 4 años, cuando en la carrera y estando en el último año ingreso Flor.

Flor es una chica en sus 29, delgada, 1.68 de estatura, piel canela, pechos medianos, un trasero bien formado y piernas torneadas.

Ella me gustó mucho desde que la vi, intente de todo para acercarme, pero ella se fijó en mi hermano Juan, gracias a una fiesta que organice en casa.

Pasado el tiempo, ellos se casaron, no tuvieron hijos en todo ese tiempo, porque Juan quería que ambos se realizaran en lo profesional.

Yo me realice en mi carrera de ingeniería en sistemas. Para ese momento no me había casado.

Cada fin de mes iba a visitar a mi hermano y cuñada.

Como es nuestra costumbre, después de comer, vino el alcohol, pero esa vez nos excedimos en la tomadera. Bien. Tanto Juan como Flor se veían ambientados y desinhibidos.

Empezamos a jugar a la botella y cada vez iba subiendo de tono en cuanto a verdad o reto.

Para el momento me toco contestar una verdad que mi hermano me impuso y la respuesta fue… ¿Te gusta mi esposa?

En un momento de silencio respondí afirmativamente.

Flor. Lejos de incomodarse, cruzo sus piernas, procurando que su vestido floreado subiera más de la cuenta, dejándome ver casi el término de sus piernas, intuí que tenía una tanga; pues no se veía mucha tela, mas que un pequeño borde amarillo.

Volvió a tocarme una pregunta, pero ahora por parte de mi cuñada.

No quise contestar porque se trató de una fantasía sexual y me daba pena contestarla y mas a mi cuñadita.

Juan, con ojos de malicia, le dijo a Flor algo al oído. Ella se quedó callada y luego me puso el reto.

Yo me quedé sorprendido con tal cosa.

Aquello era nada mas y nada menos que fajar con ella.

Bueno. Al convencerme, Flor se sentó a mi lado, poniendo sus piernas sobre las mías y así me dio un beso que hizo que sin tapujos recorriera gran parte de su cuerpo.

Con ansias le metí un dedo en su vulva y alcance a acariciar su clítoris.

Realmente no quería acabar, pero mi hermano nos miraba y aparte a la que manoseaba era su esposa.

Así que pronto la separe de mi.

Busque cualquier pretexto para salir de casa de mi hermano.

Me sentí mal por aquello, pero esa noche me pajeaba recordando el cuerpo de mi cuñada, de cómo recorrí su cuerpo, tocando sus pechos, sus piernas y vagina.

Pasadas dos semanas, no les marque por teléfono, ni ellos a mi.

No es que sea un mojigato, pero vamos. ¡Es la mujer de mi hermano!

Me arme de valor y fui a visitarlos un día que ellos no me esperaban.

Flor atendió a la puerta.

Se veía muy bien.

Llevaba un short de mezclilla muy corto, una camiseta de tirantes bien ajustada y no tenía brasier.

Al pasar me comento que Juan llegaría tarde y que si gustaba esperar.

Después de un café que me sirvió, le comente que lo sucedido ese día estuvo mal y mas porque es mi cuñada.

– Pero te gusto ¿no?

Pregunto Flor, como no le respondí, ella prosiguió.

– Mira Rodrigo, somos adultos y sabemos lo que queremos. No te preocupes, al cabo fue idea de tu hermano y tú viste cuando lo sugirió ¿no?

Ahora. Tu sabes que antes de casarme con Juan tuve muchas aventuras y soy una mujer liberal, que quiere experimentar cosas nuevas y tu hermano está de acuerdo con hacer o un trio o un intercambio. Obviamente seria nuestra primera vez y queremos a alguien de mucha confianza y tú eres esa persona, pero si te sientes incomodo, no insistiremos. ¿Ok?

Tu a mi me gustas, pero por tu timidez y dedicación a tu carrera, no pasó nada entre nosotros.

Lo único que conteste fue…

– ¿En serio te gusto?

– Claro. ¿Lo dudas?

Pronto se puso de pie, avanzo hacia mi, colocándose como aquel día.

Repetimos lo sucedido, solo que ahora, me atreví a desnudarla.

Con mi boca me aferre a sus pechos, tomando sus pezones con mis dientes, como se quedó con una tanga roja, me calentó mas.

Casi devore su cuerpo con besos lamidas, mordiscos, hasta que llegue a su vagina.

Ella me ordeno que la penetrara.

Haciendo esto, la bombeaba con ganas en la posición de misionero, devorando su boca.

Hice que se montara en mi, como si cargara algo, la lleve a la recamara, la coloque en cuatro, dándole un beso negro que hizo que tuviese un orgasmo lleno de gritos.

Quise bombearle el culo cuando escucho…

– ¡Rodrigo! ¿Qué haces? ¡Ese culo es mío!

Del susto hasta la erección se me bajo, quede espantado por la presencia de mi hermano.

Pronto Flor se le acercó, le bajo los pantalones, sacando su verga erecta y rápido lo metió a la boca.

Yo veía pasmado que Juan no me golpeara, solo disfrutaba de las mamadas que mi cuñada le propinaba.

Juan se quitó su corbata y camisa, para voltear a su esposa y así encularla.

– Anda Rodrigo, ven y disfrutemos a mi hembra; al cabo, tu nos uniste ¿no? Deja que te de las gracias.

Flor se acercó para darme unas mamadas, cosa que me repuso la erección.

Flor se sentó encima mío, enculándose ella sola, en lo que volvía a mamar a mi hermano.

Luego de un rato Flor dijo. «Quiero sándwich». Juan y yo nos miramos atónitos. Ella me acomodo en la cama, se clavó la vagina y él se la clavo de nuevo en el culo.

Se sentía apretado; pues podía sentir el miembro de mi hermano al otro lado de la piel de esa cachonda mujer.

Ella me besaba como al principio, dando gemidos por ser clavada por dos.

Ahora ella se acostó dando la espalda para que yo le clavara el culo y mi hermano la vagina.

El peso y el movimiento de ambos hacían que no me pudiera mover, pero aun así lo disfrutaba y mucho.

Al cabo de unos minutos sentí que alguien se vino encima. Era Juan que junto a su esposa, tuvieron un orgasmo encontrado.

Flor limpiaba a mi hermano con su lengua. Por mi parte, volví a penetrar a Flor por la vagina, pero ella me pidió que le llenara el culo.

Luego de venirme en ese agujero, ella me limpio como a mi hermano, solo que tuve otro orgasmo y gustosa se tomó todo.

Bajamos a la sala, charlando de lo ocurrido. Juan hacia mofa de mi mojigatería y Flor agradecía que ambos le cumpliéramos su fantasía.

Yo comente que me hubiera gustado tener a Flor para mi, a lo que mi hermano y ella gustosos me dijeron que cuando gustara.

Quedamos en que cuando tuviera novia o esposa la convencería para estar los cuatro juntos.

Así todo quedaría entre hermanos.

Vladimir escritor.

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