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Jugando con hielo
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Tiempo de lectura: 16 minutos

Reconozco que tengo una mente demasiado calenturienta.

No se cómo me las arreglo, pero el sexo está presente en mi vida de una forma u otra.

Incluso en una conversación de lo más normal, siempre puede desviarse el tema y terminar hablando de sexo. Es lo que me pasó en la última conversación que tuve con una amiga. Hace tiempo que no hablo con ella y hablando de esto y aquello, terminamos hablando de un programa de televisión en el que hay un apartado en el que hablan de sexo.

En esta ocasión hablaron de juegos de pareja. Uno en especial me llamo la atención “Jugando con hielo” Ufff con este calor que hace, no me extraña que jueguen con él, pienso en voz alta.

Al comentárselo a María, me dice que ella ya lo ha probado. Pero con una variante, que en el programa no dijeron y que es muy, pero que muy placentero.

Ya me iréis conociendo, porque además de tener una mente calenturienta, también soy muy curiosa.

Al final hablamos sobre su experiencia, lo que hablaron en el programa y yo me muero de ganas por probar todo eso. Siento que ya estoy tardando.

Llevo una relación a distancia, con lo cual no veo a mi pareja todo lo que me gustaría. Justo para el próximo fin de semana vendrá a verme. Lo estoy deseando. Hablamos por teléfono a diario y le cuento que tengo una sorpresa para él. Que ganitas de que llegue el fin de semana.

Mi cabeza va por libre. Estoy emocionada ante la llegada de Javier. También tengo miedo porque no sé si le va a gustar mi juego, ni como lo voy a hacer con él.

Es un hombre que le encanta el sexo, es pasional, morboso, muy activo sexualmente y con el que tengo un feeling brutal. Es tremenda la facilidad que tenemos en ponernos cuando estamos juntos. Una mirada, un gesto, un roce, todo es válido para ponernos a follar como animales. Javier es un hombre alto y moreno al que le encanta raparse la cabeza. A mí me parece mucho más atractivo cuando lo hace. Tiene los ojos verdes, labios carnosos, unas manos preciosas con grandes dedos largos y delgados. Su culo es un pecado. Redondo, duro, firme y al que me gusta agarrarme siempre que le tengo cerca. Espalda ancha, piernas largas y muy bonitas. Le gusta cuidarse y siempre lleva rasurado su pubis. Eso hace que se puedan ver mucho mejor sus proporciones, pues es un hombre bastante bien dotado.

Ahora podéis entender lo que me ocurre cada vez que pienso en él. Me excito solo de imaginarlo.

Yo por el contrario, soy una mujer rubia, pelo largo, ojos marrones, labios carnosos y con curvas. Digamos que tengo donde agarrar. MI culo es redondo y duro. Mi pecho es una 100B, ni pequeño, ni grande, generoso pero sin pasarse. Intento cuidarme todo lo que puedo y me encanta rasurar mi coño. Cualquier mujer ya se hubiera hecho el láser, pero a mí me encanta disfrutar de ese momento en el que estoy rasurándolo y mi coño se moja sin parar mientras lo hago. Tanto, que termino tocándome y corriéndome con muchas ganitas.

Ahora estamos en julio, hace un calor insoportable y me paso el día desnuda por casa. Espero que las cortinas tapen lo suficiente para que mis vecinos no me vean. Porque si no, deben de estar contentos.

Mi cabeza sigue dando vueltas al nuevo juego. Pienso en el hielo y lo placentero que debe de ser jugar con algo fresquito en estas condiciones.

Mi curiosidad me puede y que mejor que probar las cosas en una misma para saber si es placentero o no.

Me dirijo a la cocina, a la nevera y abro el congelador para ver si me queda hielo. Según comentaron, no valen de cualquier tipo. Deben de ser bloques, que no estén huecos por dentro, que no tengan aristas, ni estén rotos y que no sean enormes.

Sonrío al ver que tengo los correctos para jugar. Así que busco la cubitera en uno de los muebles y pongo un buen puñado dentro. Los llevo al fregadero y dejo caer un poco de agua en el fondo. Necesito que estén un poco húmedos para poder deslizarlos y no arañen mi piel.

Salgo de la cocina y me dirijo al sofá. Pongo la cubitera sobre la mesa baja.

Mi cabeza va a mil. Hay algo indispensable para terminar el juego y como Javier no está, necesito un poco de ayuda. Así que voy a mi cuarto y cojo uno de mis juguetes. Abro el cajón de la mesita y allí tengo mi pequeño arsenal. Bolas chinas, un succionador, un vibrador de clítoris y mi consolador. Lo cojo y vuelvo al salón.

Me tumbo en el sofá. Este está justo en un lateral del salón, el cual está rodeado de 3 grandes ventanales. Las persianas están hasta arriba y solo hay una cortina transparente que tapa lo justo.

Miro la cubitera, agarro un hielo y lo mojo un poco con el agua del fondo. Lo giro en mi mano y empiezan a caer gotas sobre mi piel.

No puedo evitar jadear al sentirlas deslizarse hacia abajo. Muerdo mi labio y comienzo a deslizar el hielo por mi piel.

Lo llevo a mis labios y los rodeo. Bajo hacia mi cuello y lo deslizo de un lado a otro, subiendo por la parte de atrás de las orejas.

Mi piel se eriza con fuerza.

Siento como las gotas resbalan y van cayendo hacia la parte de atrás del cuello y espalda. Ese contraste me gusta, el calor de mi piel y el frio del hielo.

Mis pezones se han puesto duros y la areola se ha contraído. Los miro y comienzo a bajar con el hielo por el centro de mis pechos. El hielo se derrite y las gotas de agua comienzan a bajar hacia mi vientre, el cual contraigo y terminan entrando en mi ombligo.

Sonrío.

Justo a la altura del bajo pecho, deslizo el hielo hacia el lado izquierdo. Cada vez se deshace más rápido. Las gotas caen por mi costado y hago lo mismo hacia el otro lado. Jadeo y mi piel se eriza sin parar.

Cojo aire y acerco la palma de mi mano al pezón derecho. La pongo sobre él, pero sin tocarlo. Siento lo fría que esta y el pezón se contrae endureciéndose mucho más. La sensación eriza mi piel.

Ufff resoplo al sentir como mi cuerpo reacciona por todo lo que voy haciendo.

Agarro otro hielo de la cubitera, esta mojado y le doy unas vueltas en mi mano, mojándola y enfriándola.

Acerco de nuevo la palma de la mano al pezón izquierdo, siento el frio, se eriza y se pone duro. Bajo la mano por mi vientre, sin tocar la piel y siento el frio al pasarla por encima. Mi vientre se contrae y gimo. Suelto el hielo y agarro ambos pechos con las manos frías. Gimo de nuevo al apretarlos y juntarlos. Pellizco los pezones y los estiro. Mi coño se contrae y aprieto las piernas con fuerza.

Muerdo mi labio.

Agarro de nuevo el hielo y lo pongo sobre el pezón derecho. Dejo caer gotas sobre él y el agua se desliza por mi pecho. Mi piel se eriza con fuerza, gimo y mi pezón se pone duro encogiendo la areola. Siento la dureza del pezón porque duele la sensación. Bajo el hielo y lo deslizo por él. Hago círculos que voy abriendo poco a poco hasta dibujar todo el contorno del pecho. Mi pecho esta empapado y las gotas se deslizan por el centro de mis pechos, bajando hacia el vientre y por el costado hasta mi espalda.

Hago lo mismo en el otro pecho.

Deslizo el hielo por el pezón, hago círculos sobre el abriéndolos poco a poco hasta dibujar todo el contorno del pecho. El pezón esta duro como una piedra.

Mi piel se eriza con fuerza y no dejo de gemir al deslizar el hielo por mi piel. Siento como mi coño se contrae al estremecerme.

Agarro un nuevo hielo de la cubitera, le doy unas vueltas en mi mano y comienzo a deslizarlo por el centro de mis pechos. Bajo poco a poco por mi vientre hasta llegar al ombligo. Hago unos círculos mientras el agua cae dentro y el sobrante por mis costados. Me contraigo y gimo.

Me encanta lo que siento.

Bajo un poco más para deslizarlo por el pubis. Voy de un lado a otro y las gotas se deslizan por mis ingles mmm.

Paso el hielo de una mano a otra para enfriarlas y seguidamente las acerco a mis costados sin tocarlos. Siento el frio y mi piel se eriza con fuerza. Me arqueo. Deslizo los dedos subiendo y bajando por ellos, rozándolos suavemente. No dejo de gemir y erizarse la piel. Mi coño se contrae, siento como aprieta.

Mi mano esta helada y necesito saber que está provocando este juego en mi coño. Acerco unos dedos a mis labios, subiendo y bajando por ellos, pero sin abrirlos.

Mis flujos están por fuera de mis labios. Estoy tan mojada, que siento como se deslizan hacia mi ano. Me sorprende el grado de excitación en el que estoy. Nunca hubiera podido imaginar lo placentero que podía ser el hielo. A partir de ahora, lo veré de muy distinta forma.

Subo la mano y meto los dedos en mi boca. Chupo mis flujos.

Quiero seguir jugando un poco más, hasta centrarme en él.

Agarro un nuevo hielo y lo hago girar en mi mano. Las gotas caen sobre mi pubis.

Me contraigo y gimo. Acerco el hielo a él y comienzo a deslizarlo de un lado a otro. Se deshace y las gotas caen hacia mis ingles.

Doblo mis rodillas abriendo bien mis piernas para poder deslizar mejor el hielo por ellas. La llevo a la izquierda y bajo poco a poco por ella hasta llegar a la zona del perineo. Muerdo mi labio y subo de nuevo. Poco a poco paso por mi pubis y voy hacia la derecha. Bajo por la ingle despacio hasta rozar de nuevo el perineo.

Ufff resoplo. El agua cae por entre mis nalgas.

Sonrío.

Llevo el hielo sobre mi coño, lo hago girar dentro de mi mano y dejo caer gotas sobre mis labios.

Las gotas caen deslizándose por él y bajan por entre mis nalgas.

No puedo dejar de gemir y contraerme.

Cojo un nuevo hielo, lo hago girar en mi mano y lo bajo a mis labios. Lo muevo de arriba abajo sobre ellos, justo por mi rajita. Voy abriendo círculos hasta subir por uno y bajar por el otro.

Mi piel se eriza con fuerza y sin parar.

Lo pongo sobre mi clítoris y me contraigo. Está muy frio y no lo aguanto. Demasiado sensible. Hago círculos alrededor de él y el agua se desliza entre mis labios. El hielo está lleno de todos mis flujos. Subo un poco la mano y lo miro. Me relamo y lo acerco a mi boca. Lo huelo y lo meto dentro. Saboreo mis flujos, le doy unas vueltas y cuando creo que está limpio lo pongo en mi mano de nuevo.

Lo bajo a mi coño y esta vez lo deslizo entre mis labios. Subo y bajo.

Gimo y me contraigo.

El hielo se ha reducido bastante y apenas me queda. Mi coño está muy caliente y lo ha fundido con rapidez.

Agarro un nuevo hielo, lo llevo a mi boca, le doy unas vueltas dentro y lo llevo a mi mano. Lo palpo, siento que esta redondito y lo bajo a mi coño de nuevo.

Con la otra mano agarro mi consolador y lo llevo a mi boca. Lo hundo dentro y lo mojo, lo babeo bien.

Cuando lo tengo, lo dejo sobre mi vientre.

Llevo el hielo a la entrada de mi coño y empujo. Siento el frio, pero mi coño no ofrece resistencia. Agarro mi juguete y lo llevo a la entrada de mi coño y lo meto.

Siento el frio del hielo, el calor de mi coño, el consolador entrando y empujando el hielo, el agua que se desliza hacia afuera y baja por mis nalgas.

Mis pezones siguen como piedras, mi piel esta erizada por la excitación y placer que siento. Mi coño derrite el hielo más rápido de lo que hubiera podido imaginar.

No dejo de mover el consolador y mover el hielo dentro de mí, para evitar una quemadura por el frio.

Ufff resoplo sin dejar de gemir.

Al moverse el consolador, siento como el frio hielo se mueve dentro de mí y llega hasta el fondo de mi coño. Hasta llegado el momento que dejo de sentirlo y el consolador entra hasta el fondo. Se desliza solo.

En ese momento comienzo a moverlo más rápido y llevo un par de dedos a mi clítoris.

La yema de mis dedos se mueven rozando y presionando el clítoris poniéndolo más y más duro.

Mi coño se contrae con fuerza en el consolador al cual subo el ritmo y mi cuerpo se tensa. Lo hace con fuerza. Con tanta fuerza que comienzo a gruñir y seguidamente estallo a gritos.

Mi cuerpo tiembla, me estremezco de placer mientras me sigo follando con el consolador. No dejo de hacerlo, no quiero parar.

Ufff no dejo de resoplar, de gemir, gritar y retorcerme.

Durante un rato sigo follandome. Poco a poco voy bajando el ritmo, hasta que siento como mi coño deja de contraerse y dejo el consolador dentro.

Mi cuerpo esta empapado de sudor.

Cojo aire con fuerza y saco consolador.

Lo miro lleno de flujos y lo llevo a mi boca para limpiarlo. Lo lamo, lo chupo y lo dejo limpio de mi corrida.

Sonrío.

Ufff creo que le va a encantar y aunque solo le guste la mitad de lo que me ha gustado a mí, nos vamos a divertir muchísimo. En unos días lo comprobaremos.

Ya sabéis que me encanta jugar y ha llegado mi tan ansiado momento. Hoy toca jugar con Javier. Los días no han pasado tan rápido como me hubiera gustado, pero estoy intranquila, excitada y nerviosa.

Anoche estuvimos hablando y me dijo que llegaría a primera hora de la mañana. Me desperté muchas veces por la noche y al final me levante temprano, me di una ducha y me prepare un café. Necesito cafeína pare ser persona antes de que llegue mi chico.

Escucho la llave al abrirse la puerta y voy hacia ella. Le recibo con una sonrisa maliciosa y el ya empieza a inquietarse.

-Vamos Paola, dime que tramas. No me gusta nada esa sonrisa. Llevas días muy rara y me tienes impaciente por saber que es.

-Tenemos todo el finde, ya hablaremos de ello.

Nuestras bocas se funden en un beso intenso, mientras nuestras manos se mueven. Las mías sin duda a su culo y las suyas a mi espalda. Nos disfrutamos por un momento. Lo miro fijamente mientras pongo cara de “esto no puede ser”. Aunque se perfectamente de que si y de que puede ser mucho más. Digamos que Javier y yo somos como los componentes de una bomba. Por separado no pasa nada, pero juntos somos explosivos. Su cuerpo pegado al mío ya hizo su efecto y siento como su polla se hincha bajo el pantalón marcándose cada vez más. Me separo un poco para intentar no ir a más.

Me paso la mano por el pelo y me relajo como puedo. Otra cosa que no sabéis, es que soy un despiste. Después de jugar el otro día, me olvide de comprar hielo.

-¿Javier te importa si vamos a comprar y picoteamos algo por ahí? No me apetece cocinar y necesito algunas cosas para el finde.

Javier me mira con cara de no sé qué voy a hacer contigo y me da un azote en el culo.

-Tendrás que compensarme por esto, porque estoy agotado del viaje.

-Claro, no te preocupes. Me portare muy bien contigo cariño.

Ve como mi cara se transforma, se llena de vicio y le escucho resoplar mientras cojo mi bolso.

Llevamos cerca de dos semanas sin vernos. La salida no es para nada tranquila. Besos, caricias, palmadas, toqueteo. Pasamos la mañana fuera. Javier no había desayunado y decidimos hacer una especie de desayuno comida. Durante todo el tiempo no dejamos de regalarnos miradas que hablan más que las palabras. Nos tenemos muchas ganas, demasiadas. Charlamos de todo un poco y de las cosas que vamos a comprar después. Como siempre que nos vemos, lo que menos hacemos es comer. Nos pasamos el tiempo disfrutándonos sin parar. Al final siempre terminamos pidiendo algo de comida preparada. Pero necesito mi hielo. Hace un calor horroroso. Siento como el sudor se me desliza por el canalillo. Esta mojado, brillante y Javier desliza su dedo por él.

-Necesitas una ducha. – me dice

-Sí, lo sé. Una fría para relajarme.

Sonríe y me da un pico.

Cuando terminamos nos vamos a comprar y seguido a casa. Al llegar a casa, llevamos las bolsas a la cocina y guardo el hielo. Antes de que pueda darme la vuelta, Javier me abraza por detrás.

-Te eche mucho de menos, me susurra.

Sonrío y le digo que yo a él también.

– Nos damos una ducha juntos? Me propone

– Creo que es mejor que sea por separado. Así organizamos la compra.

Me da un azote en el culo – anda ve tu o no respondo de mis actos.

Me doy una ducha rápida. Cuando salgo, me lo encuentro desnudo y ha organizado toda la compra. Le abrazo por detrás, le doy un beso en la espada y le digo que ya puede ducharse el. Se gira, me mira y me da un beso en los labios. Sus manos abren la toalla que cae al suelo, aprieta mis pechos y pellizca los pezones.

-auuu, no seas malo

-Pues no me hagas sufrir – me dice.

Sonríe mientras se dirige al baño. No puedo evitar comérmelo con la mirada, su cuerpo me vuelve loca.

Mientras se ducha, yo preparo todo lo que necesito para jugar con él. Voy al cuarto y busco unos pañuelos de cuello que dejo sobre la mesita de noche. Después me dirijo a la cocina y pongo hielo en la cubitera y un pelín de agua en el fondo. La llevo al cuarto y la pongo junto a los pañuelos.

Al girarme, lo veo entrar en el cuarto. Lo miro fijamente y lo recorro con la mirada. Soy una descarada sin remedio, pero él me puede. No puedo evitar morderme los labios mientras subo la mirada por su cuerpo. Le miro fijamente mientras el resopla.

-ufff, no eres nada discreta. ¿En qué estás pensando?

– En todas las cerdadas que te voy a hacer.

-Me das miedo y lo sabes, ¿verdad?

Me acerco a él, le rodeo entre mis brazos y le beso.

-Quiero que juguemos y necesito que confíes en mí. Prometo darte todo el placer que pueda, pero debes dejarte hacer.

Deslizo la mano por su brazo y lo cojo de la mano. Lo llevo hasta la cama.

-Túmbate bocabajo, por favor.

Hace lo que le digo y me subo a la cama desde los pies. Mis manos se deslizan por sus piernas y subo poco a poco hasta llegar a su culo, el cual agarro con ambas manos y lo aprieto. Mi boca baja instintivamente y lo muerde.

-auuu Paola, ten cuidado.

-Por dios! Como me gusta este culo.

Me muevo sobre él y me siento sobre su culo. Mis manos se deslizan por la espalda hasta los hombros. Pego mi pecho a su espalda y la rozo con mis pezones que están duros. Muerdo su oreja y deslizo la lengua por su cuello. Jadea al sentir mi lengua.

-no sabes cómo te deseo, le susurro

Alargo la mano y cojo los pañuelos que deje en la mesita.

-Cariño, necesito atar tus manos. No sé si te vas a portar bien y necesito que me dejes hacer.

-Paola no lo dirás en serio, ¿verdad?

-Me temo que sí. Vamos, deja que ate tus manos.

Ato una de sus muñecas y como el pañuelo es lo suficiente largo, lo paso por una de las barras de la cama y ato la otra muñeca. Están lo suficientemente separadas como para no poder deshacer los nudos. Sonrío maliciosamente

-¿Ojos tapados o prefieres ver todo lo que hago?

-Quiero verlo todo, me dice.

-¿Preparado para disfrutar?

-No sé para qué estoy preparado, pero te dejo hacer.

Sonrío y alargando mi mano agarro un hielo. Lo hago girar en mi mano y dejo caer las gotas en su espalda. Al tener un poco de agua en el fondo de la cubitera, me ayuda a que el hielo no este seco. Se contrae al sentir las gotas. Me muevo y me echo un poco hacia atrás.

Comienzo a deslizar el hielo por sus hombros. Enseguida comienza a derretirse y llevo mi boca a la línea de agua que va dejando el hielo. Deslizo la lengua recogiendo lo que puedo con ella.

-Me encanta el olor y el sabor de tu piel. Me excita.

-Y a mí lo morbosa que eres

Veo como sonríe. Deslizo el hielo por su cuello, por la parte de atrás de su oreja y con mi lengua sigo la marca de agua que dejo. Lo hago con vicio, con deseo. Mi lengua se desliza por el lóbulo, lo meto en mi boca, lo mordisqueo y lo estiro suavemente. Su piel se eriza al sentir mi respiración. Jadea suavemente, su cuello es un punto muy erógeno para él.

Agarro otro hielo y lo hago rodar en mi mano. Me muerdo el labio y me incorporo, quedando sentada sobre él. Con un hielo en cada mano, comienzo a dibujar su cuerpo. Cada mano se mueve en dirección opuesta. Lo llevo al centro de su espalda y los deslizo por sus hombros, siguiendo por sus brazos. Jadea al sentir el frio del hielo. Su cuerpo esta tan caliente que derrite el hielo con facilidad. El agua se desliza por sus brazos, por sus hombros bajando hacia su pecho.

Tiene una espalda preciosa, musculada y ancha. Sus brazos son fuertes y marcados. Llevo los hielos al centro de su espalda y comienzo a deslizarlos por cada lado de su columna vertebral bajando poco a poco. Su piel se eriza con fuerza, se retuerce y jadea.

-Paola por dios!!!

Mi cuerpo reacciona a cada jadeo que suelta, erizando toda mi piel con fuerza.

Sonrío y me muevo hacia atrás.

-abre las piernas cariño

Separa las piernas y me pongo de rodillas entre ellas. Apoyo mi mano izquierda en la cama y bajo mi boca a la parte baja de su espalda. Saco la lengua y la deslizo por el centro de su columna. Recojo la marca de agua que va dejando el hielo al deshacerse desde la parte baja y subo poco a poco, jadeando sin poderlo evitar. Paro besándolo y sigo. Mis pezones están duros y van rozando por su espalda mientras subo por ella.

Gime, se retuerce y su piel se eriza. Desvío mi boca a uno de sus omóplatos y después al otro. Deslizo la lengua y los beso. Subo a su hombro derecho y lo muerdo mientras lo miro. Mis manos están heladas. Me incorporo un poco y acerco las palmas de mis manos a sus costados, sin tocarlos. Su piel se eriza al sentir el frio de mis manos. Sonrío y deslizo los dedos helados por cada costado arañándolos.

Agarro un par de hielos, los hago girar en mi mano y dejo caer agua en su culo. Sonrío al ver como aprieta su precioso culo. No puedo evitarlo, dejo los hielos y agarro sus nalgas apretándolas en mis manos. Bajo mi boca y muerdo su nalga derecha

-Paola me las pagaras! Ufff resopla

Sonrío. Sé que no le gusta que le muerda con ansia. No digo nada.

Vuelvo a subir las manos y dejo caer gotas sobre sus nalgas. Están se deslizan por los lados, otras a la parte baja de espada, otras entre sus nalgas. Sigue apretando su culo y aprovecho para deslizar el hielo por él. Hago círculos que voy abriendo poco a poco en ambas nalgas. Los paso por sus caderas y voy terminando el poco hielo que me queda subiendo por sus costados. Bajo acariciándolos con mis manos heladas. Gime sin parar. Agarro otro par de hielos y esta vez los deslizo por la parte de atrás de sus muslos hasta las pantorrillas y subo hacia arriba por la parte exterior de estas.

Su piel se eriza, resopla y protesta.

-me pones enfermo ¿Cuándo me vas a soltar?

– aun no

Dejo caer un poco de agua entre sus nalgas y se desliza hacia sus huevos. Esta vez sus piernas se aprietan contra las mías y yo sonrío al verlo. Resopla mientras se aprieta contra la cama.

-Por favor Paola, no aguanto más.

Bajo mi boca y beso su culo mientras lo aprieto con fuerza.

Me muevo y me pongo a un lado. Le doy un pequeño azote y le digo que se dé la vuelta.

Mmmm protesta.

Como el pañuelo es lo suficientemente largo, no necesito soltarlo para que se gire.

Recorro su cuerpo son la mirada, negando con mi cabeza al ver tremenda erección.

-Por lo que protestabas, pensaba que no te estaba gustando.

-uffff me estas martirizando. ¿Me dejas follarte ya?

-No

Deslizo la mano por su vientre y la bajo por su ingle sin dejar de mirar su polla.

-Paola por favor!!!

Sonrío maliciosamente mientras le miro. Relájate y disfruta.

-¿Que me relaje? ¿Pero cómo quieres que me relaje? Resopla. Cuando te folle, te voy a reventar el coño.

Le miro mientras agarro un par de hielos y le doy vueltas en mis manos. Me muevo y me siento de nuevo sobre el… pero no sobre su polla. Lo hago sobre sus muslos. Dejo caer gotas sobre su pecho, sobre su vientre.

Se contrae y resopla. Estoy de tal forma sentada, que sus huevos rozan mi coño mojado de tanta excitación.

Sonrío y meto un hielo en mi boca. Con el otro empiezo a deslizarlo por el centro de su pecho, recorro el contorno de su pectoral izquierdo. Saco el hielo de mi boca y lo llevo a su pezón derecho. Lo rodeo y lo abro círculos hasta recorrer el contorno de su pectoral.

Jadea y se contrae. Resopla. Se retuerce al sentir el hielo y mi boca fría sobre su cuerpo, tensa el pañuelo con sus manos.

Vuelvo a meter el hielo en mi boca y le doy unas vueltas para enfriarla. Lo saco y la llevo a su otro pezón. Esta vez llevo cada uno de los hielos a sus costados. Subo y bajo por ellos mientras se retuerce bajo mi cuerpo resoplando.

-Joder que cabrona eres!!!

Sonrío

Su polla no deja de frotarse contra mi vientre cuando se retuerce. Lo tengo mojado del presemen. Subo las manos y dejo caer gotas sobre sus pezones.

Le miro fijamente mientras los pequeños hielos de mis manos los llevo a mis pezones, los rodeo y los pongo mucho más duros de los que están. Dejo caer gotas sobre ellos, con la mala suerte de que algunas gotas lo hacen sobre sus huevos. Mis manos están heladas y no me queda hielo en ellas. Acerco la palma de mi mano sobre los pezones sin tocarlos, solo para sentir el frio. Muerdo mi labio y jadeo. Se erizan con fuerza. Muevo mi cadera rozando sus huevos con mi coño.

El me mira sin quitarme ojo y agarro mis pechos apretándolos, pellizcando mis pezones y estirándolos.

Resopla sin parar

-Por favor déjame tocarte, – me pide casi suplicando

-No, aun no

Pega un tirón del pañuelo de ambos lados.

Me muevo y me coloco entre sus piernas. Su polla esta como una barra de acero. Le miro fijamente. Cojo otro par de cubitos y meto uno en mi boca. La enfrió, mientras con el otro hielo lo deslizo por su pubis. Bajo por una de sus ingles y por la otra. El agua se desliza hacia su ano. Su piel se eriza, se retuerce mientras su vientre se contrae. Saco el hielo de mi boca, pongo los dos en la misma mano y con la mano derecha agarro su polla.

Al sentir mi mano helada comienza a gritar y se contrae. Bajo mi boca y deslizo la lengua por su glande. Lo recorro, la deslizo plana por él, rodeo el contorno, lo meto en mi boca como si fuera un helado, mientras mi mano no deja de subir y bajar por su polla. Le miro buscando su mirada, sus gestos. Ve como meto un hielo en la boca y resopla. Sus manos no dejan de dar tirones al pañuelo. Me separo un momento y con el hielo que tengo en la mano, dejo caer gotas sobre su polla. Caen en el glande y se deslizan por el tronco. Sonrío y dejo caer gotas sobre mi vientre que se deslizan hacia mi coño.

-Solo te pido que me dejes tocarte, por favor. No seas zorra.

Saco el hielo de mi boca, lo restriego por mi coño y lo llevo a su boca. Es un trozo pequeño, pero está lleno de mis flujos. Agarro de nuevo su polla, bajo mi boca y esta vez la hago entrar hasta el fondo. Siente como mi boca helada engulle su polla.

Grita con fuerza.

-Está muy fría joder!

Su polla palpita en mi boca. Mi mano sube y baja por ella girando. Mi boca sube y baja succionando al sacar y soltando al meter. Mis labios se adaptan perfectamente.

Solo se escuchan sus gemidos y los tirones de sus muñecas.

Yo jadeo en su polla sin dejar de chupársela y alargando la mano agarro otro hielo.

-Otro no joder!

Su polla cada vez está más babeada. Empujo mi boca un poco más, siento una arcada y la saco. Meto el hielo en la boca para enfriarla. Su mirada es desesperada. Saco el hielo de nuevo, deslizo la lengua por sus huevos, por la base, subo por el tronco, rozo el frenillo y la meto dentro de nuevo. Mi boca enfría su polla y su polla calienta mi boca.

Se retuerce de placer, su piel se eriza, resopla y maldice. Controlo la mamada para que no se corra. El hielo que tengo en la mano esta redondito y un poco más pequeño. Saco su polla de la boca y me echo a un lado. Con una mano suelto uno de los nudos del pañuelo y con la otra deslizo el hielo por mi coño. Veo que salta sobre la cama y estirando la mano para frenarle, ve como meto el hielo en mi coño.

-No me jodas ¿en serio?

-Debes meterla y empujar el hielo para que se derrita y no me haga quemadura por el frio. Despacio y hasta que se derrita.

Resopla mientras coloca su polla dura como una barra de acero en la entrada de mi coño y empuja despacio. Gime con fuerza al sentir el frio hielo en su glande.

Yo gimo al sentir como me abre y me llena.

Se mueve con cuidado. Lo empuja mientras el hielo se deshace y en cada movimiento sale agua helada del interior. El hielo se deshace rápido. Mi coño está ardiendo. Gimo en cada uno de sus movimientos. En uno de ellos, el siente que ya no queda nada dentro y veo como su cara se transforma.

-Ahora es mi turno

Me agarro a las sabanas mientras tira de mis piernas y pone mis pies sobre sus hombros. Las abraza mientras se mueve con fuerza clavándose en mí. En cada embestida choca en el fondo, retorciéndome de placer y haciéndome gritar con fuerza. Aprieto mis pechos, los estrujo. Mi piel se eriza con fuerza. Su polla sigue cada vez más rápido, hasta que suelta mis piernas y comienza a follarme como un puto animal. Deja caer el peso de su cuerpo, entrando y saliendo toda su polla. Grita sin poder contenerse. Mi cuerpo se tensa, mi coño se contrae en su polla en cada embestida. Comienzo a gruñir con fuerza hasta que estallo a gritos corriéndome. Él se pega a mi cuerpo moviendo sus caderas sin parar y gritando.

-Me corro joder!!!

Siento como su polla se hincha y me llena con los chorros calientes de su corrida. Mi coño no deja de contraerse. Me mira moviendo la cadera, hundiendo su polla cada vez más despacio hasta que siente que mi coño deja de contraerse en ella. Esta un ratito así, hasta que se para con ella dentro.

Me besa aun con las respiraciones aceleradas.

-Recuérdame, que no te vuelva a dejar atarme.

Sonrío.

Me abrazo a él y estamos así un ratito mientras nos besamos. Nuestros cuerpos están empapados de sudor y necesitamos una ducha. Así que como podemos, aun con las piernas temblando, nos duchamos juntos.

El finde no ha hecho nada más que empezar.

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