Hola, me llamo Hugo, tengo 25 años, no soy escritor ni nada por el estilo, pero he leído varios relatos en esta página que me han parecido muy interesantes, y me parece muy excitante poder narrar esta experiencia totalmente real, la cual aún recuerdo sin evitar que la piel se me erice, y anhelando volver vivir alguna otra aventura así tan placentera y satisfactoria.
Pues bien, les comento que esta historia sucedió en diciembre, yo trabajaba en una comunidad al oriente del estado de Puebla, México, ya llevaba un año ahí. Posterior a un periodo de vacaciones que tuvimos, se presentaron algunos movimientos de personal, yo estaba iniciando mi segundo año laboral en ese centro de trabajo, fue entonces donde llegó Abigail una chica morena clara de 24 años, cabello largo negro que le llegaba a la mitad de su espalda, estatura de aproximadamente 1.58 cm, ojitos rasgados y a la vez coquetos, una boquita que radiaba una linda sonrisa y a la vez misteriosa, una cintura chiquita, esbelta, busto mediano pero bien marcado y definido, naturalmente bello, y ¡wow! unas pompas en forma de corazón que al verla con ese vestido holgado uno no se imagina lo que guarda, pero cuando usa pantalón de mezclilla con blusas pegaditas y zapatos de plataforma de esos que levantan el trasero, ¡uy!, no puedes evitar mirarle ese atributo tan genial que posee, con esas piernas perfectamente marcadas, dignas de una instructora de danzas típicas de mi país, me quedé impactado, inmediatamente me puse a babear por ella, imaginando poner mis manos encima de esas bellas curvas que se me estaban presentando, para lo cual, no dudé en entablar una conversación con ella, oír su voz, ver su sonrisa y deseaba poder aprovechar un momento para conocerla más, sus gustos, sus preferencias en ciertas cosas típicas que se preguntan como pretexto para hacer la plática.
Por suerte, no pasó mucho cuando, nuestro jefe inmediato nos asignó una comisión en equipo con ella, que llevaríamos a lo largo del año y, para ello teníamos que planear algunas acciones y revisar inventarios, por lo que pasamos horas extra de trabajo dialogando y conociéndonos más, ella me decía que tenía un novio que la venía a ver de vez en cuando, y al verla a los ojos supe que no la estaba pasando muy bien, o al menos eso me hizo creer jejeje.
Mientras tanto yo, tenía una novia mucho más joven que yo, ella aún estudiaba Derecho en la ciudad de Xalapa, y simplemente no teníamos tiempo de vernos tan seguido, incluso tenían que pasar meses. Pero bueno, pasaron los días y comenzamos a escribirnos cada vez más, hablábamos de nuestros gustos personales hasta llegar al día en que salimos por primera vez, al principio algo nerviosos los dos, fuimos a comer a una pequeña fuente de sodas en donde pedimos unas papas a la francesa y agua de sabor (vaya, yo sé que no es muy romántico, pero nos la estábamos pasando bien con nuestras ocurrencias), charlamos, reímos y fuimos al cine en donde tocaba sus manos y poco a poco abrazarla ante aquella película de horror que era la única que se proyectaba en aquel horario.
Ese día fue genial, lo sé, no hubo cachondeo ni mucho menos sexo, soy lento, pero seguro. Así pasaron los días, continuamos saliendo al parque local, veía muy seguido sus labios, uy ya me los saboreaba, esperé el momento preciso hasta que logré besarla, después nuestras conversaciones cada vez eran más con otras intenciones, quizá hasta morbosas, comenzamos a hablar de sexo y de algunas experiencias locas y/o excitantes que habíamos experimentado, lo cual nos llevó a que cada vez que salíamos no parábamos de comernos a besos, incluso buscábamos un lugar alejado en el parque que permitiera mordernos los labios, pasaba mi lengua por su cuello, el cual era su punto más sensible hasta dejar ir uno que otro gemido, le tocaba sus manos, sus piernas poco a poco, hasta que con el calor del momento logré tocar sus nalgas que tanto anhelaba, y por qué no, algún día quitarle esos sexys pantalones y darles el trato que se merecían, poco a poco bajaba mi lengua por su cuello hasta lamer la parte de sus pechos que se mostraban a través de esa entallada blusa negra con cuello “V”.
Pero no podíamos concluir esa excitante atracción tan candente, ya que ella vivía con su tía y yo con dos amigos, y, ¿un motel? Pues no, la verdad era muy placentero el panorama y la adrenalina de poder intentar algo en un lugar exterior.
Había pasado otro día de cotorreo, así que al término de la tarde la fui a dejar a su casa en mi coche, un Jetta rojo, sin embargo, para llegar a dónde ella vivía teníamos que pasar por un camino corto de terracería, poco transitado, nos agarró la noche y decidí estacionarme, estábamos muy calientes así que comenzamos a besarnos, le chupé el cuello, volví a pasar mis manos de manera enérgica por todo su cuerpo, traté de meter mi lengua en su sostén sin éxito por lo que insistí en desabrocharlo logrando quitarle hasta la blusa, y me quedé sorprendido de lo lindo de sus senos, por lo que me fui directo a probarlos y succionarlos con un deseo imparable, los sostenía con mis manos mientras pasaba mi lengua por sus pezones canelitos y muy deliciosos, pronto acerqué su mano al gran bulto que se pintaba a través de mi pantalón, frotando cada vez más rápido y yo en un movimiento rápido me lo desabroché, me bajé los jeans quedando en ropa interior color negra que llevé en ese momento, ella veía detenidamente y a la vez asombrada, aunque yo no aguantaba más las ganas de que me lo probara, ya quería sentir su boca saborearme, al verla indecisa dudando de lo que seguía, saqué mi pene, el cual estaba súper erecto y lubricado, al sentir su mano que se veía pequeña al lado de mi pene grueso sentí un placer increíble, comenzó a acariciarlo, hacía movimientos arriba y abajo masturbándome poco a poco y cada vez con más rigor, el sonido era muy rico por lo mojado que yo estaba, ella lo veía y veía, así que la invité a probarlo, ella me vio a los ojos, se sonrió porque seguramente eso esperaba escuchar, de inmediato lubricó sus labios mientras se los mordía, cerró los ojos, sacó levemente su lengua y se lo metió poco a poco a su pequeña boca, y al ser tan estrecha yo sentía un gran placer, se notaba un poco su inexperiencia en esto, yo estaba respirando muy rápido y disfrutando de ese momento, mientras ella me chupaba, yo acariciaba sus senos, presionaba sus pezones con mi dedos jugándolos, su espalda se veía espectacular brillando y comenzando también a entrar en calor, yo tocaba sus nalgas y frotaba a través de su pantalón sintiendo como su vagina se estaba poniendo muy húmeda, le estaba desabrochando el pantalón, de pronto ella se detuvo y me dijo que no era el momento, que ya era muy tarde, mostró cara de desconcierto, sabiendo que se dejó llevar muy lejos.
Pronto se vistió y me pidió que la llevara a su casa, se veía algo apenada, pero con a la vez con ganas de que esto continuara, yo con una frustración que dejé pasar pronto (ya que yo iba listo hasta con preservativos), me volví a subir el pantalón, sin embargo, sabía que esto no quedaría así. Sabía que detrás de esa carita inocente había algo más, tan interesante que me quedé pensando en ella gran parte de esa noche.
Tres días después se planeó un convivio previo a las fiestas navideñas, pues ya era viernes y teníamos que irnos de vacaciones, ese día ella acudió al trabajo con un vestido rojo con negro increíble que resaltaba su busto y se marcaba su trasero, unas medias negras caladas que erotizaban esas ricas piernas y unas zapatillas negras de charol, verla fue de muy impresionante, mi corazón latía muy fuerte, mi respiración se aceleraba cada que la veía y sobre todo imaginar que ella y yo teníamos cuentas pendientes, todos en el trabajo hablaban de ella, puesto que la ropa de niña buena había quedado atrás aquel día.
En cierta parte tenía celos de que la miraban, pero mi deseo era tanto que también quedé embobado contemplándola. Al salir del trabajo, se planeó una convivencia para pasarla bien, por lo que acudimos a un lugar que estaba a veinte minutos para ir a comer, por lo que no dude en hacerle la invitación para irse conmigo en mi auto, ella inmediatamente accedió diciendo que también tenía la intención de pedirme ese favor, le dije que no había problema, yo la miraba con mucho deseo, supongo que ella lo notaba, los dos sabíamos que queríamos continuar todo ese deseo y atracción que ambos sentíamos y que necesitábamos desahogar.
En el carro charlamos y le decía lo linda que se veía, me cautivaba su sonrisa traviesa, no dudé en besar esos labios rojos y ella me decía -oye tranquilo, nos pueden ver los demás compañeros y compañeras que van atrás de nosotros-, yo le sonreía y le coqueteaba, al llegar al lugar, nos sentamos juntos, comimos, platicamos entre todos y luego el ambiente se volvió más ameno, puesto que comenzamos a consumir la cerveza, los mojitos y los tequilas, ahí noté que ella tenía preferencia por este último.
Al paso de un par de horas todos estábamos ya muy alegres por el efecto de los tragos, por lo que algunos decidimos irnos a un bar para continuar el relajo, sin embargo, durante el camino dentro del auto noté que a ella ya le había cobrado factura el alcohol, puesto que se puso muy platicona y cariñosa, se quitó las zapatillas y decidió recargar sus pies en el tablero del carro, gesto muy sexy de ella que me encantaba, ya que, mientras manejaba le tocaba mucho las piernas, mis ganas de tenerla era inmensa, la iba besando, metiendo mi mano entre su vestido, tocando sus pechos, metiéndome más entre su entrepierna, deseando que no tuviera aquellas medias para poder tocar un poco más, notaba su rostro súper excitado, ella también tocaba encima de mi pantalón, y así anduvimos por la carretera hasta llegar a la zona conurbada, de pronto, en un semáforo, ella se hincó en el asiento, me dio un beso muy rico y mojado y me dijo al oído con una voz placentera -hoy si tengo ganas- en ese momento le propuse no llegar al bar e irnos solos y me dijo que no, que esperara un poco más.
De paso, nos encontramos cerca de un lugar sólido y privado bajo un árbol, así que me estacioné y le dije que llegaríamos un poco después con los demás, pronto comencé a besarla, avariciar sus senos, apretar sus ricas nalgas, hice el asiento hacia atrás y la monté en mis piernas de frente a mí y comenzamos a besarnos con mucha pasión, le dije que ahí lo hiciéramos, o que nos fuéramos a otro lugar donde no estuviéramos rodeados de calles, ella me dijo, vamos a ir un rato al bar para evitar sospechas y luego nos vamos, yo le dije que sí ansiosamente.
Al llegar al lugar estábamos cuatro, ella la única mujer, no podía dejar de pensar en llevármela y dejar a la jauría de lobos que también la miraban. Nos acabamos una botella de wisky, pronto pidieron tequila, pero ella ya se veía muy mareada, así que yo aceleré mis tragos, con tal de terminar esa botella e irnos pronto antes de que después quizá ella se quedara dormida, una vez terminada esa botella decidí que era el momento de llevarla, yo también estaba muy mareado, los demás le ofrecían llevarla, sin embargo, ella insistió en que ella venía conmigo, dentro de mí no cabía la ansiedad.
Ya eran cerca de las diez de la noche, la calle sola, oscura, el frío invadiendo nuestras manos y mejillas, el ruido de sus zapatillas sobre el adoquín hacía eco, íbamos del brazo procurando que ella no se cayera, bueno, en realidad ambos, entrando al carro me miró, se sonrió y nos muchos besos apasionados, mi corazón palpitando fuertemente, teniendo el presentimiento que hoy sería el gran momento tan esperado, pronto arranqué el carro y nos dirigimos camino a su casa, al paso de cinco minutos llegamos, iba algo acelerado que me pasé un poco del camino, pisando el freno de manera repentina, entramos a ese camino de terracería tan sólido, atrás dejamos la carretera muy transitada, me estacioné a un costado, bajo un huizache (árbol silvestre con espinas) todo estaba oscuro, absolutamente solitario, la luz de la luna dejaba brillar el espeso de la pequeña pradera, ella ya se había quitado las zapatillas, todo el camino la iba tocando, nuestros sentidos estaban más que predispuestos a saciar nuestra sed y deseo sexual, pronto nos comenzamos a besar hambrientamente, nos tocamos encima de la ropa, inmediatamente le propuse irnos a los asientos de atrás para poder tener espacio, así que estando ahí, me quita la camisa y da muchos besos en el cuello y pecho, y yo, lo primero que le quité fueron sus sexys medias, acariciando y besando sus torneadas y suaves piernas, le bajé el cierre del vestido y se lo saqué por encima de su cabeza, dejándola en una ropa interior negra y calada (verla así despertó más mis sentidos y deseo), pronto la despojé de su sostén y le chupé sus senos rigorosamente y muy apresuradamente, dando mordiditas a sus ricos pezones, y haciendo ruido con mi lengua al hacer contacto con ellos (¡clac!, ¡clac!, ¡clac…!), los succionaba tratando me meterlos a mi boca, el exquisito olor del perfume de su piel me enloquecía, pronto me recosté y me ayudó a quitarme el pantalón y mi calzón, mi pene salió repentinamente, mientras ella veía que ya estaba tan erecto que sobresalían las venas y el brillo de lo lubricado que estaba, lo agarró con su pequeña mano y comenzó a masturbarme rápido, no dudé en decirle que me lo chupara, por lo que no tardó en reclinarse para comer mi pene ayudándose de sus manos acariciando mis testículos, y comenzó a chuparlo como si fuese un gran helado de su sabor favorito, pasaba su lengua dando círculos en mi glande, y repentinamente metiéndoselo entero, que, por lo pequeño de su boquita hasta se ahogaba un poco, lo cual me causaba mucho placer, lamía mis grandes testículos metiéndolos en su boca mientras los succionaba alternadamente cual gatita recién nacida.
Pronto se reincorporó, la abracé de las caderas besando su abdomen, puse mis manos en sus nalgas que al fin siento piel a piel su suavidad, son redondas, firmes, muy deliciosas, les rindo tributo dando nalgaditas, apretándolas, besándolas y dándoles chupetes con mi lengua, pronto le bajo su pequeño calzón calado súper sexy, el cual ya estaba súper mojado de la entrepierna, me invade el rico aroma de sus fluidos, noto que estaba preparada para la ocasión y que también sabía que hoy sería el día en el cual disfrutaríamos uno del otro, veo su vagina muy bien depilada, no dudo en tocarla con mis dedos, quería probarla, sin embargo, me dijo que nunca lo había experimentado y que ya quería sentirme adentro, una vez estando los dos totalmente desnudos.
Enseguida ella me pregunta si llevo preservativos y para buena o mala suerte los había bajado del carro, por lo que le dije que no, ella se detuvo por un momento, sin embargo, al estar ambos muy calientes y dispuestos a comernos, repentinamente tomó mi pene, le dio unas chupadas más, y me dice que los expulse afuera, en verdad, nuestro deseo era tal que no dudé en acostarla sobre el asiento, admiro ese bello panorama con su cuerpo desnudo frente a mí, me meto entre sus piernas, su rostro está sonrojado por lo caliente que está, dispuesta a qué yo la penetrara, miro mi pene totalmente erecto y súper duro, tomo mi pene con una mano, bajo mi prepucio, dejando el glande expuesto listo para meterlo, lo acerco a su vagina y con él, acariciando su vagina, sintiendo lo lubricado que ella estaba, ella observa, pronto lo introduzco y ella gime cerrando los ojos, rápidamente acelero, mientras le agarro las piernas, mientras lo hacemos le digo que ya le tenía ganas, ella me responde con voz de excitación que también ya quería sentirme, por ratos bajo a besarle los labios y pechos, el olor de nuestros fluidos denota la falta que nos hacía a ambos un momento así, pronto le doy, más y más fuerte, mantengo un buen ritmo, luego, me siento para cambiar de posición y ella me monte, mi pene se ve muy grande y excitado también, hago movimientos de masturbación a mi pene mientras espero a que ella se ponga enfrente de mí y se siente, inmediatamente, lo toma con su mano y se lo introduce en su rica vagina, al dejarse caer gime, de pronto se reclina hacia mí, me besa, sube y baja dominando suavemente la penetración sintiendo el grosor, la dureza y lo húmedo de mi pene, me abraza del cuello diciendo:
-Está muy rico, me encanta tu pene y cómo me lo estás haciendo-, le comienzo a dar penetraciones suaves y de nuevamente acelero el ritmo, mientras nuestras penetraciones se mezclan más y más, empiezo a darle más y más rápido, mis testículos están muy llenos de semen, chocaban con su rico trasero, me siento con mucha energía, combinado con el calor y el aceleramiento de hormonas que genera el alcohol en el cuerpo, ¡uff! es un placer increíble.
Siento como a ella se le va el aliento, dando pequeños gemidos, se oyen los jugosos choques de las penetraciones, ella se incorpora, pone sus manos en mi pecho, me acuesta sobre el asiento y toma el control , me cabalga haciendo movimientos ondulatorios con su cintura, yo le froto sus senos, aprieto sus pezones con mis dedos, luego pongo mis manos en sus nalgas, por momentos brinca y brinca dándose sentones, las penetraciones se oyen más, y ella diciendo ¡Ay, está muy grueso!, ¡está muy al fondo!, ¡ay, que rico!, ¡ya tenía ganas de hacerlo!, ¡me encanta tu pene!, ¡no puedo creer que terminaríamos haciéndolo!, ¡me encanta!, ¿ay, ay, uy…!, ella está totalmente concentrada disfrutando, siento como mi pene rosa agitadamente todo el interior de su vagina debido a sus movimientos.
Los dos estamos disfrutando de este gran momento, mi manos agarran su cintura y le ayudo a acelerar cada movimiento, afuera todo está en silencio, el calor de nuestros cuerpos juntos anula el frío dentro del carro, ella continúa con sus manos apretándome, por momentos subo para lamer sus pezones, ya que frente a mí, se siguen moviendo de lo rico y se me antoja tenerlos en mi boca mientras lo hacemos, pronto acelera mucho más y más el ritmo, mi pene es tratado con rigor, aprieto sus nalgas (lo presiento), pronto la abrazo y la reclino hacia mí, tomo el control, ahora yo comienzo a darle más y más duro, mis testículos saltan chocando con sus nalgas en cada penetración, se oye súper rico, me derrito de placer, la dejo libre y ella vuelve a dominarme, rápidamente se incorpora al ritmo acelerado, sus senos saltan sin control, yo los agarro y los juego, ella acelera el ritmo, siento como cada vez más aprieta mi pecho dejando sus largas uñas marcadas, de repente para, empieza a temblar de placer y grita -¡¡¡Ah, ah, ahhh!!!-, tuvo un delicioso orgasmo, yo también gimo diciendo -¡Ay que rico, te mojaste mucho!, la manera en que ella lo sintió me dejó sin palabras, pensando lo cual afortunado era de estar cogiendo así de rico con esta nena, mis testículos quedaron muy empapados por sus fluidos, el corto vello púbico que no me depilé también lo estaba, ella seguía respirando y suspirando inhalando aire, mientras yo la tomo de la cintura, la vuelvo a poner en el asiento, mientras ella seguía recuperándose de haber tenido ese maravilloso orgasmo, le beso los pies, lamo sus piernas, pongo una de ellas en mi hombro, tomo un respiro, acomodo mi pene en posición de continuar penetrando, pero antes le doy unos golpecitos pasando mi pene por sus labios vaginales súper mojados.
Sin que ella se lo espere, se lo meto repentinamente, y continúo penetrando uniformemente a 2 por segundo (ya se imaginarán lo rico que es mantener ese ritmo, eran tantas mis ganas de tener sexo con ella que no pensaba en eyacular pronto, sino de seguir por un largo tiempo disfrutando de su cuerpo), ella sigue gimiendo, el rico olor de nuestros fluidos invade el ambiente, los cristales del carro se empañan cada vez más, comienzo a sudar, mantengo el ritmo, cada penetración se oye muy mojada (¡¡clac, clac, clac…!!), le pregunto si le gusta como le estoy dando, ella me responde con voz agitada ¡¡¡Si, si, si, no pares, que rico, me encanta cómo me das!!
Después de unos diez minutos desacelero, saco mi pene y se lo meto alternadamente sin ayuda de mis manos, la dura y rígida erección que tengo me permite metérselo sin ayuda, pronto pongo sus pies en mi pecho, veo su vagina un poco abierta, mojada y rosadita e hinchadita, estoy muy excitado tomo fuertemente sus piernas y la vuelvo a penetrar, a un ritmo uniforme y constante, ella gime, grita y continúa diciendo que lo siente muy al fondo, la cojo de las dos piernas la alzo y la comienzo a penetrar muy fuerte, me impulso con mis grandes piernas agarrando mayor impulso, ella sigue gritando, diciendo -¡ya, ya, ya…!-, yo no le hago caso y le sigo dando, hasta que por fin paro, a estas alturas los dos estamos muy mojados, el sudor escurre por mi abdomen, la penetración resbala mejor, su labios vaginales están muy hinchaditos.
Me siento en medio del asiento trasero, mi pene sigue muy erecto con ganas de más, ella se da la vuelta veo su espalda como si acabara de hacer ejercicio (y cómo no, si estábamos teniendo sexo un tanto salvaje y muy intenso), sus ricas y grandes nalgas que no dejo de admirar, por fin, la tengo como tanto me había hecho fantasías, tomo mi pene desde el tronco y se lo vuelvo a meter en su vagina, una vez dentro, ella se impulsa poniendo sus manos en los asientos de adelante dándose sentones, veo cómo en mi pene escurren nuestros líquidos (se ven ya blancos por las fuertes penetraciones que le estoy dando), se mueve adelante y hacia atrás con mucho placer, con un brazo le rodeo la cintura ayudándole a mantener el ritmo, mi otra mano apretando sus pezones y acariciando sus senos, ella siente muy rico, me encanta cómo se restriega montada en mí, de pronto, se reclina hacia al frente poniéndose de patito dando fuertes sentones, grita en cada ocasión (disfruta que mi pene llegue a toparle), veo como sus labios vaginales abrazan cubriendo mi pene (eso es fascinante), mis manos una en cada nalga le ayudo a bajar, cada vez más rápido.
De pronto se le sale mi pene, lo agarra con su mano y se lo vuelve a meter, ella lo está disfrutando mucho, la reclino igual dándome la espalda y le digo que dejara caer todo su peso de su cuerpo, mientras yo alzo mis nalgas para penetrarla estando solamente recargado en el asiento con mi espalda, entonces comienzo a envestirla por detrás ella gime y gime, de pronto acelero más y más, prácticamente las penetraciones se escuchaba tal cual estuvieran aplaudiendo, veo cómo sus deliciosas nalgas chocan contra mí, veo como en cada choque tiemblan, ella grita -¡¡Ahhh!!, ¡ay, ay, ay!, mmm ¡¡qué rico!!, ¡me encanta tu pene!, ¡sigue!, ¡sigue!, ¡sigue!, ¡¡¡me vas a hacer venir otra vez!!!, ¡¡¡me vas a hacer venir!!!, ¡oh, si!, ¡¡¡qué rico!!!, ¡¡¡ah, ah, ah, ahhh…!!!, y de repente comienza a temblar, los dos caemos de sentón en el asiento, mi pene sigue dentro, ella aprieta sus piernas como si quisiera cruzarlas, pone su uñas en mis piernas y aprieta con gran fuerza, con mis dedos estimulo su clítoris, y siento como está súper mojada, ella se desahoga gimiendo -¡ahh!, ¡ah!, ¡Ahhh,…!- se deja caer de espalda hacia mí y sí, otro rico y delicioso orgasmo, mi pene se mantiene dentro y ella se retuerce y me dice -¡ya me vine otra vez!-, yo solo le digo lo rico que siento y lo mucho que me excita y satisface cada vez que se corre.
Luego la pongo en cuatro, el paisaje que observo es delicioso, le doy lambidas y chupetones en sus nalgas, ella sigue excitada y sonríe sabiendo que lo estábamos haciendo súper rico, nuevamente paso mi pene por su vagina y la penetro, la tomo de la cintura, tomando el control jalándola hacia mi, vamos a un ritmo uniforme, despacio, le saco y meto mi pene, de pronto me impulso repentinamente penetrándola de golpe, así durante varias repeticiones, ella grita cada vez que lo hago, pues me siente muy dentro, la tomo del cabello y le comienzo a dar cada vez más rápido, los dos estamos gimiendo, la tomo de los hombros y comienzo vigorosamente a envestirla, cada vez más y más, se vuelven a escuchar esos golpes jugosos en cada penetración, mis testículos siguen empapados, le doy una nalgada, ella grita sensualmente, luego le doy otra y otra, sé que le encanta, sus nalgas están rojitas, el gime y gime, acelero el ritmo, parece una película porno, ya llevamos un ritmo acelerado, estamos enloquecidos, sigo penetrando duro, más y más, ella grita -¡¡¡Oh si!!!, ¡¡¡qué rico!!!, ¡¡¡me encanta, dame más, más, uy!!!, al cabo de unos minutos bajo el ritmo poco a poco, mi pene sigue hinchado, la pongo nuevamente acostada, veo su rica vagina y cómo le introduzco mi pene y ella ya está en total éxtasis, tomo mi pene le doy placer a mi glande sintiendo su hermosa y húmeda vagina hinchadita, lo meto, la tomo de la cintura y le doy vigorosamente, veo como su senos se agitan, se mueven y tiemblan por la velocidad en que la penetro, la tomo de los hombros y seguimos cogiendo muy rico, de pronto, le doy la vuelta y estamos en posición de mariposa, yo estoy loco disfrutándola, y ella también, se nota que le hacía falta que le trataran así su rico cuerpo, tratando su cuerpo como a ella le hacía falta.
Pongo mis manos, una en cada nalga y la ayudo a impulsarse hacia mí, nos damos varios besos mojados y apasionados, pronto comienza a saltar en mí, siento el calor y sudor de sus senos en mi cara, los agarro, los chupo, los succiono, pero los vuelvo a soltar, ya que me encanta sentirlos y verlos mover frente a mi cara.
Yo ya estoy a punto de venirme, y sé que es el momento ideal, bajamos el ritmo, oigo a mi oído que ella me dice -ya quiero que te vengas, quiero sentir tu semen en mis pechos-, (eso me prendió mucho), la pongo acostada en el asiento sin sacar mi pene, ella me abraza entre sus piernas, yo sigo penetrando uniformemente, de pronto me hinco y sigo penetrando, más y más y más, ella está perdida de placer, acelero el ritmo, las penetraciones se convierten en un verdadero castigo, ella grita y grita, de pronto lo siento, mi pene comienza a estar muy sensible y de repente grito -¡¡¡Ahhh!!!- la tomo de las piernas y me impulso manteniendo rígido mi pene y mi postura, siento cómo chorrros y chorros de semen salen, mis nalgas están tensas y duras por el esfuerzo al vaciarme por completo dentro de ella, meto y saco mi pene que está cubierto de semen, veo y su rostro y ella está con la boca abierta cesando y sorprendida por lo que estaba sintiendo, pronto sentí que sus piernas estaban apretándome fuerte luego que sintió por todas sus paredes vaginales mi caliente semen.
Me recosté encima de ella y nos seguimos besando, ahí mi pene se hizo chico y ella me dijo que le encantó mucho sentirme correr.
Al siguiente día cada quién se fue de vacaciones por su cuenta a pasar estas fechas importantes con la familia, pero seguramente recordando esta maravillosa noche.
Desde entonces, al regresar, al trabajo nos vemos de una a dos veces por semana, incluso tres, a veces en el carro, en motel, y si, cada que nos vemos lo hacemos muy rico, con un deseo insaciable, y yo, ansioso, porque sabía que pronto probaría el rico sabor de su interior con mis labios… pero esa es otra historia.
Gracias por leerme. Pronto subiré algunas experiencias que te dejarán sin aliento.