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Fóllate a mi novia (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 22 minutos

El celular de Mario estaba averiado,  típica descompostura por agua, su linda y sexi novia Mariana le comentó que su mejor amigo Franco hacía reparaciones de celular y lo arreglaría casi por nada si ella se lo pedía amablemente.

Mario no estaba seguro, había material delicado ahí y por la descompostura ya no podría conectarlo a su laptop para guardar todo. Pero su chica insistió y definitivamente sería sospechoso que él no accediera. Bueno, él escondía esos videos que él había grabado con el celular escondido follándosela en su cuarto, Mariana jamás quiso que él grabara, eso causó muchas peleas, él lo hizo cada vez que pudo, ahora su celular estaba lleno de docenas de videos xxx algo aburridos, sexo adolescente sin mucho chiste, pero al fin y al cabo, videos pornográficos. Por desgracia para él eran simples estudiantes de preparatoria, estaban sin un duro y lo de la reparación barata sonaba bien, aunque Franco lograra encenderlo y fuera un cabrón intentando buscar algo, estaba bloqueado por patrón, no lograría ver nada.

Cuando Mariana le devolvió su celular apenas 2 días después él revisó rápidamente y respiró aliviado de que todo pareciera en orden, incluso los mensajes que él sabía que no había leído en WhatsApp seguían en estado de “Nuevos mensajes". Mariana seguía siendo la misma, incluso esa misma tarde follaron y él volvió a grabar a la nalgona chica sin que ella lo notara, todo estaba en orden, él se felicitó a sí mismo por ser tan astuto.

Franco estaba emocionado. Cuando su linda novia Paulina le dijo por fin que sí, él no podía creerlo, era como si un demonio de la lujuria le estuviera ayudando, él sabía que los demonios castigaban cruelmente después de conceder deseos, pero no le importaba vender su alma por cumplir su fantasía. Se sentía un chingón por siempre lograr lo que quería, tan astuto.

Paulina por fin había dicho que sí, él sabía que ella no estaba segura, no quería hacerlo, pero él insistió por meses, casi un año, eso causó mil peleas, aunque ella siempre cedía en cada pelea, aunque él tuviera la culpa, Franco lo sabía y parece que al fin lo había logrado, ella le dijo melancólicamente que aceptaba, que lo haría sólo por él, porque llevaban ya 2 años juntos, porque lo amaba locamente, porque cuando él rompió con ella con total desinterés aquella vez, ella sentía que su vida terminaba.

Y es que ella nunca quiso darle una mamada, le daba asco pensarlo pero él insistió y chantajeó cruelmente, cuando ella estuvo de rodillas frente a él en su cuarto y él le apuntaba con la verga a la cara, ella no pudo negarse, luego ella no estaba lista para follar, pero él uso el viejo truco de chantajearla con amor, le regaló un ramo de rosas gigantes ese san Valentín y la llevó como siempre a su casa, ella creyó que se libraría chupándosela toda la tarde, pero él llenó la cama de pétalos de rosas, ella no quería hacerlo aún, pero lo hizo y una vez ganado un metro, Franco no cedería ni un centímetro.

No me mal entiendas, Paulina no estaba en una tormentosa relación de llanto, abusos físicos y crueldad, de peleas y obligaciones, Franco no le gritaba ni la trataba mal, era dulce y atento con su linda Paulina, la amaba a su muy retorcido y egoísta modo, ella estaba en una relación de manipulación y chantaje. Franco jamás alzó la voz cuando ella no accedió a darle una mamada, fue mil veces más poderoso su desinterés y distante trato durante una semana, cuando ella le dio una mamada una semana después, él sonrió por fin de nuevo, le dijo que la amaba y la hizo sentir en el cielo, por desgracia él era magnífico manipulando y ella muy ingenua, él le dio su recompensa cada vez que ella accedió a algo y eso se le metió en la cabeza subconscientemente de modo que ella incluso se sentía más lista al "controlarlo" dándole exactamente lo que él quería, pobre de ella.

Era lo mismo con esto, él insistió hasta el hartazgo, chantajeó, la azotó con el látigo de su desprecio y silencio más de un mes antes de que ella accediera, él no dejó de hablarle ni terminó con ella, era más listo que eso, sabía que dosis de indiferencia y frialdad aplicarle para que ella se diera cuenta de que faltaba algo, Paulina estaba desesperada y melancólica cuando ella misma reabrió el tema de esa turbia fantasía, casi pensando ingenuamente que era su propia idea, él sonrió por dentro, logró doblegarla de nuevo sin que ella se diera cuenta que cayó justo en su trampa.

—¿De verdad, de verdad? — preguntó emocionado ante la afirmación de su pequeña novia.

—Sí — decía sonriendo nerviosa la pequeña paulina, se sintió feliz de inmediato de ver qué él sonreía de nuevo de esa manera, la ingenua mujer se sintió astuta porque creía que manejaba la situación — Pero sólo lo hago por ti, ¿Ok? Yo no lo necesito — le decía dulcemente tomándole las manos, era por completo verdad, ella de verdad no quería hacerlo, odiaba la idea, sólo lo hacía por hacerlo feliz, incluso creía que tal vez él tendría suficiente con que ella pareciera dispuesta y pensó que él no la haría hacerlo, Franco lo sabía, pero no dejaría ir su oportunidad — Sólo porque cumplimos dos años y siempre lo has querido… no sé porque, pero siempre lo has querido — decía riendo nerviosa, Franco la abrazó honestamente eufórico.

—Te amo tanto — le miraba intensamente a los ojos, ella sentía toda esa serotonina corriéndole por el cuerpo.

—Yo también — decía la linda chica sintiéndose en las nubes.

Él la besaba apasionadamente como no la besaba hace un mes, dándole su recompensa, reforzándola positivamente, el método nunca había fallado, ella se sentía feliz por hacerlo feliz, pero nunca había estado más nerviosa.

Venía lo difícil, lo jodidamente difícil, ¿Cómo se supone que haces algo así? Franco decidió que simplemente hacerlo pronto y rápido era lo mejor, apostaría todo a un movimiento, abrió nervioso como el carajo una nueva conversación con Mario, lo saludó amablemente, el otro chico vio el saludo, pero lo ignoró, ¿Que carajos podría querer aquel idiota? Ni siquiera le agradaba, Franco insistió y Mario respondió de mala gana.

—¿Que pasa? — escribió Mario en seco.

—Quisiera hablar contigo — respondió Franco.

Mario alzó los ojos con fastidio, él en serio no lo quería para nada, eso de que fuera el mejor amigo de su novia no le agradaba y él sabía que Franco siempre tuvo intenciones oscuras con Mariana, no era muy sutil, eso del mejor amigo no se lo tragaba y tenía razón, Franco ansiaba el precioso culo enorme de su Mariana, ella siempre lo supo y nunca estuvo interesada.

—¿Qué quieres hablar? — escribió Mario resistiéndose a decirle que lo dejara en paz y que si volvía a verlo mirando el enorme de Mariana, le rompería la cara.

—Ok, mejor ser directos — escribió Franco, Mario alzó una ceja confundido.

Franco envió una captura de pantalla, una captura de pantalla de uno de los tantos videos de Mario follándose a Mariana, Mario casi se desmaya.

—¡¿Por qué tienes eso?! ¡Te romperé el hocico! — escribió furioso.

—Mariana te romperá el hocico a ti si le digo, en los videos siempre dejas el celular grabando, lo acomodas entre cosas, como si lo escondieras, pasan varios minutos y entras con Mariana a follar, luego terminan, ella se va y tú vas a parar la grabación a solas, es obvio que ella no sabe — escribió detalladamente Franco en un solo mensaje, Mario casi arroja su celular contra la pared.

—Te mataré si le dices algo — escribió Mario furioso, todos sabemos que no decía matar literalmente, pero el mensaje quedaba claro.

—Reservé un salón de estudio para el receso, mañana te aviso cuál, no le diré nada a Mari… aún — escribió Franco y guardó su celular, no quería ver más amenazas, no quería acobardarse.

Los salones de estudio eran pequeñas aulas que los alumnos podían reservar en horarios fuera de clase para estudiar, Franco tenía una reservada con antelación para tener una charla privada con Mario. Ambos esperaron al receso, Franco nervioso como nunca, Mario furioso. Cuando Mario entró al salón del que Franco le había avisado 2 minutos antes, casi salta sobre él, pero el lugar tenía ventanas enormes y todo se veía desde la recepción, precisamente para que los alumnos no hicieran mal uso de esos lugares, Mario se contuvo con todas sus fuerzas.

—¿Qué quieres? — preguntó Mario viéndolo intimidantemente.

—Tranquilo, de hecho, te conviene — dijo Franco nervioso, Mario lo miró confundido.

—Habla o me largo — dijo Mario firmemente.

—Ok, no hay manera fácil de decir esto, pero si rápida… — decía nervioso, Mario lo miraba fúrico, parecía ni siquiera parpadear — Quiero que te folles a mi novia — dijo Franco débilmente, Mario entrecerró los ojos mirándolo fijamente sin poderlo creer, lo escuchó, pero no era posible, ¿Verdad?

—¿Que? — dijo completamente confundido.

—Ella está de acuerdo, puede ser en mi casa, hoy está sola y ella me dijo antier qu-

Franco hablaba a súper velocidad, nervioso, y emocionado, Mario lo interrumpió abruptamente.

—Eres un puto enfermo — dijo honestamente sin alzar la voz y mirándolo detenidamente — Borra eso o te juro que te partiré la cara — dijo furioso.

—No le diré nada a Mari si lo haces, en serio — decía nervioso sin mirarlo a los ojos, tenía una erección firme — Sí ubicas a mi novia, ¿No? chaparrita, blanca, lindo trasero… — decía rápidamente, Mario avanzó un paso hacia él dispuesto a golpearlo.

Franco salió, Mario lo miró confundido, parecía tan firme y decidido, nervioso, pero parecía firme en lo que decía, se quedó parado sin comprender como el idiota ese simplemente se fue, su celular sonó y cuando leyó lo comprendió.

"Te veo en el jardín de San Agustín a la salida, esperaremos 20 minutos máximo y si no, me voy, luego le contaré todo a Mari"

Franco había escrito ese mensaje cuando entró ahí, sabía que probablemente necesitaría una salida rápida y lo envío cuando estuvo a salvo frente a un grupo de profesores, Mario casi avienta su celular contra el cristal de esa aula.

Sonaban las chicharras una tras otra, las clases terminaban y se acercaba el final de clases con cada segundo, Mario estaba nervioso, confundido, sorprendido, no podía creerlo, obviamente pensaba que era alguna clase de retorcida trampa, sabía que Franco sentía algo por su sexi y nalgona Mariana, Franco le declaró su amor y ella lo rechazó un año antes de que Mario fuera su novio, tenía que conformarse ahora con ser el mejor amigo y tener una novia que no era ni la mitad de sexi que Mariana, sabía que el muy pendejo lo odiaba, veía su mirada cuando abrazaba a su Mariana frente a él, él se moría por boicotear su relación, leyó aquellos mensajes de Franco en el celular de Mariana cuando tuvieron esa pelea, Franco la animaba a dejarlo y le criticaba cada cosa que él hacía, incluso Mariana le llegó a decir a él mismo riendo un poco que Franco se moría de los celos cada vez que ella le hablaba de él, maldito maricón. Tenía que ser una trampa, tenía que serlo.

Franco luchaba por no ir al baño a pajearse cada minuto, podía haber sido cualquier chico, Paulina no tenía un favorito, no es que ella quisiera hacerlo de todos modos, además ella era linda, un bonito rostro aún con tierna y adolescente belleza, delgada, blanca como la leche, pequeña, una linda e inocente sonrisa, sus toronjas no eran la gran cosa, pero eran lindas, redondas, en su lugar, su precioso culito era algo pequeño, pero jodidamente lindo y redondo, firme como el que más, varios miraban cuando ella usaba esas licras para jugar voleibol. Podía haber sido cualquiera, cualquiera hubiera aceptado gustoso, aunque ella no fuera "la gran cosa", ¿Sexo fácil y rápido con el lindo culito de Paulina? ¡Sí, por favor! Eran preparatorianos cachondos ansiando culos, virgen la mayoría de ellos, sería pan comido convencer a cualquiera, pero el problema era precisamente ese asunto.

El asunto de que la mayoría de ellos fueran vírgenes, inexpertos, idiotas que no sabrían complacerla, mentirosos que hablaban sobre encuentros sexuales que nunca sucedieron, que ella por fin hubiera dicho que SÍ y que accediera, ameritaba hacerlo bien, ¿De que serviría tanto esfuerzo si al final todo resultaba en una mierda?

Franco tenía vida sexual con su linda Paulina y era el rey del mambo frente a sus torpes y vírgenes amigos, tenía que ser Mario, porque era ridículamente guapo, tantas chicas lo deseaban, pero sólo Mariana lo tenía, era alto, blanco, algo delgado aunque hacía algo de ejercicio, tenía ese atractivo rostro y su sonrisa Colgate, además Franco lo vio en esos videos, ahora sabía que tenía la verga enorme y que se follaba bastante seguido a Mariana, había docenas de videos, no parecía ser el más experto en aquellos videos, no dirías que va para actor porno, pero sin duda tenía la verga enorme, duraba un buen rato antes de correrse y si podía complacer a Mariana, no tendría problema con la pequeña y delgada Paulina. Entre sus celos enfermizos por Mariana y Mario, ahora de algún retorcido modo estaba cachondo con la idea de que Mario que se follaba a su primer amor, también se follara a su nuevo amor, tenía que ser él.

Acabaron las clases, Paulina y Franco caminaron de la mano a aquel discreto, pero cercano jardín, en silencio total, se sentaban nerviosos a esperar, por supuesto que Paulina no sabía del chantaje ni de la morbosa razón de porque fue Mario el elegido, sólo estaba sorprendida de que su novio lo hubiera elegido a él precisamente, ¿Por qué el novio de su mejor amiga? ¿Era correcto? Era demasiado raro, Mariana obviamente no lo sabía, ¿Verdad? Se sentía culpable con aquella chica a la que apenas había saludado algunas veces, le venían imágenes de Mario a la mente y se sentía sucia de pensarlo, ¡Ni siquiera le hablaba a ese chico! ¿Por qué carajos le dijo que sí a Franco? ¡Maldita sea!… Aunque tal vez era mejor que no fuera nadie demasiado cercano, si fuera alguien cercano sería más incómodo y raro, ¿No? Mejor no pensar más, su mente era un desastre.

Sólo había follado con Franco obviamente, esto estaba mal, el sexo es sobre amor y confianza, ¿Que carajos le sucedía? ¿¡Por qué le dijo que sí!? Franco estaría raro o distante si ella paraba todo en ese momento, pero seguro se le pasaría, aún tenía tiempo, él ya ni siquiera había mencionado el tema, ella lo reabrió, ¿¡Por qué carajos lo hizo!? se sentía idiota. No se arrepentía con más fuerza de otra cosa en su vida, quiso pararlo cada minuto desde que él le dijo que sería Mario, que le dijera quien sería lo hizo real en un segundo, pero él estaba tan emocionado, tan feliz, se le rompería el corazón de verlo triste o enojado por su negativa, se sentó con él a esperar a aquel chico, confundida, nerviosa, aterrada, desesperada, tal vez un poco emocionada, no por Mario, simplemente porque todo era una locura, aunque bueno, era indudable que él era súper guapo, pero mejor no pensar en eso, no es que importara una mierda, ¿No?

Franco miraba donde doblaba la calle nervioso y emocionado, si no llegaba Mario sería bueno también de algún modo, todo era una puta locura, sería el modo del universo de decirle que parara, llevaba ya 2 años con su linda Paulina y pensaba estar con ella toda la vida de ser posible, era tan linda chica, tan amable y risueña, tan hermosa, tan devota a él, era afortunado, era tierna y lo complacía en la cama, la amaba tanto, Mario dobló la esquina y se le cayó el corazón a los pies, ¡Sí ¡Carajo! ¡Sí!

La pareja se levantó instintivamente de aquella banca, Mario los vio y clavó la mirada al suelo, se sentía fatal con Mariana, la despidió con un pretexto y la chica se lo creyó sin pestañear, la amaba locamente, era tan divertida, sarcástica y sexi, su culo no tenía comparación, no debió grabar esos videos, se odiaba a sí mismo en ese momento, levantó la mirada ante lo que creyó eran pasos acercándose a él, lo eran, de Franco.

—¡Hey! Que bueno que viniste… — le dijo nervioso Franco a Mario, ni en sus masturbatorias fantasías más oscuras pensó que llegaría tan lejos, se le secó la boca al ver que todo parecía tan cerca.

—Sólo déjame ir, te daré dinero o fotos de Mariana o lo que sea… ¡Estás loco! — dijo Mario histérico deteniéndose a hablar con él, aunque hablaban en voz baja, a unos metros estaba Paulina viéndolos con curiosidad — Ni siquiera se me antoja la escuálida de tu vieja — dijo Mario cruelmente.

No habían funcionado las amenazas, ¿Tal vez funcionarían crueles ataques hacia ella? Además, era verdad, en su lista de fantasías, Paulina jamás había figurado, tenía a la chica más sexi del salón, tal vez de la preparatoria entera y podía tener a varias chicas más mucho más interesantes que esa delgada e insípida muchacha, él sabía que era guapo.

—Bueno, ¿Qué te parece si vamos despacio? — dijo Franco nervioso como la chingada, intentando no presionar su suerte, no chantajear, no amenazar, conciliar, Mario lo miró confundido.

Mario lo vio en silencio sin poderlo creer aún, casi dijo algo, pero Franco caminó y él lo siguió, saludó levantándole una mano a Paulina, no quiso ni darle la mano, todo era tan retorcido, Paulina levantó la mano también y clavó la vista al suelo, tal vez era la primera vez que se saludaban, no lo recordaban.

Los 3 Caminaron en silencio, Franco no tomó la mano de Paulina ni ella lo buscó, se sentía raro ahora ese sentimiento, no dijeron ni una sola palabra, por fortuna Franco vivía cerca así que no hubo tiempo para que ninguno de los 3 tomara suficiente valor para arrepentirse, aunque los 3 querían hacerlo por diferentes razones. Entraron en silencio a la casa, Paulina miró a Franco, Mario también, ambos rogaban que él parara todo, Franco los ignoró y les dijo donde estaba su cuarto, los 3 subieron sin decir nada, Paulina frente a Mario en las escaleras, Mario casi mira su lindo trasero en prácticamente su cara, mejor hundió la vista en las escaleras.

Entraron y Franco cerró la puerta, Paulina veía atenta la cama donde follaba con Franco, siempre que entraba ahí se ponía húmeda de inmediato y siempre eran recuerdos gratos, la primera vez fue un poco bajo presión, pero sin duda ella lo disfrutaba ahora, pensó que cuando menos debían usar otra habitación para no "manchar" su nido de amor, pero no dijo nada, sólo se quedó viendo la cama evitando con todas sus fuerzas mirar a Mario.

—Bu-bueno ammm Pau y yo pensamos que estaría bien empezar con mamadas — balbuceó Franco torpemente al principio y terminaba con firmeza, hasta el maestro manipulador dudó.

—S-sí — dijo Paulina de inmediato con la vista clavada al suelo, había sido condición de ella, es lo más que logró negociar, le daría tiempo de que su novio pensara las cosas y se arrepintiera, ¿Cierto?, no quería saltar directo al abismo, Mario asintió de mala gana con mirada asesina, Paulina no lo vio.

—Bueno, se quedan en su casa — dijo Franco, Paulina lo miró melancólica, él quiso parar todo, el corazón se le ablandó, pero la verga no, salió de ahí y la puerta pareció cerrarse más estruendosamente que nunca.

La puerta se cerró y los jóvenes se quedaron ahí sin decir nada, ella miraba la cama atentamente dándole la espalda a propósito, verlo sería devastador, el ambiente tan tenso podía cortarse con un cuchillo. Mario no sabía dónde mirar, miró por un segundo a la delgada chica de espaldas y desvío la mirada. Veían el cuarto sin mirarse, las piernas y palabras de Mario tomaban fuerza.

—¿Tú en serio estás de acuerdo con esto? — dijo Mario mirándola casi enfadado, no tenía idea aún de que sucedía, ella le dirigió la mirada aunque sin mirarlo al rostro.

—Ammm bueno, o sea… sí — balbuceó ella torpemente, ¿Que decir? "Bueno es que él ha insistido por un año, lo hago por él, pero no quiero hacerlo" Se sentiría más estúpida, él resopló molesto ante la débil respuesta de ella, a Paulina le incomodó la cruel confirmación.

Mario se sentó en la silla más lejana de Paulina en aquella pequeña habitación, se sentó con medio cuerpo hacia enfrente y mirando el piso.

—¿Cuánto llevas con Mariana? — preguntó Paulina torpemente, ni ella supo porque, pero el silencio era demasiado abrumador.

—2 años y medio — respondió rápidamente él, ella se sentaba lentamente en la cama, se vieron medio segundo, ambos desviaron la mirada, ella casi dice algo más, él debió dejarla hablar, todo pudo haber sido diferente, pero se adelantó — Entonces una mamada y listo — dijo él alzando la cara, se envalentonó, estaba en una situación imposible, mejor salir lo más pronto de eso, él la miró fijamente, ella no pudo sostenerle la mirada.

—Sí, exacto, sólo eso y listo — dijo ella rápidamente, irónicamente queriéndole dejar claro que no habría más que eso, es gracioso, pero ambos pensaban que el otro quería obtener más, habían caído en una trampa a dos bandas y no lo sabían.

Él asintió pesadamente, ella estaba nerviosa mirando la pared, ambos estaban al menos un poco felices de que él asunto se delimitara en eso solamente, segundos en silencio, ella se sentaba en la cama del lado más cercano a él, Mario alzaba la cara de nuevo, pensaba con fastidio que si esa insípida chica tanto quería su verga como para prestarse a esa cruel situación, al menos debería tener más iniciativa.

—¿En la cama o …? — dijo él firmemente exigiendo respuesta, casi molesto, estaba a punto de estallar.

—Bueno, puede ser aquí en la cama o… No sé… Cómo tú veas — dijo Paulina, apretó firmemente las sábanas para que sus manos no temblaran.

Mario se levantó mal encarado, ella se recorrió en la cama para dejarle espacio, ella no miró su mala cara, él estaba tan convencido de que ella se moría por eso que no notó su miedo, no puedes culparlo de egocéntrico, ¿Que más iba pensar? ¿Que su novio era tan retorcido para obligarla también a ella?

Mario se acostó en la cama, ella se mantenía tan lejos como podía sin caerse de esa pequeña cama individual. Mario se acostó en la cama, más incómodo que nunca en su vida, ella lo miraba sin mirarle el rostro.

—Podemos ver algo o charlar primero, o si quieres puedo traerte algo de tomar de la co- decía Paulina nerviosa, histérica y a súper velocidad, al menos quería retrasarlo.

—Así estoy bien — dijo Mario en seco sin mirarla mientras se terminaba de acostar en la cama, no accedería a cumplir lo que ella quería más de lo absolutamente necesario.

—Bueno, pues ammm… — dijo ella y le apuntó con los ojos a su entrepierna, ella se sentía molesta de que él fuera tan cabrón que ni siquiera mediara palabra con ella, básicamente ella le estaba haciendo un favor ENORME, ¿No?

Mario alzó los ojos con fastidio, ella no se dio cuenta, si tan solo hubieran sido más atentos y claros hubieran podido hablar y tal vez intentar revertir la situación, el demonio de la lujuria seguía sonriéndole a Franco manteniendo el engaño para ambos. Mario tomó su zíper y lo bajó rápidamente mirando el techo, Paulina miraba nerviosa la entrepierna del guapo chico, él hundió su mano dentro, tomó su verga y vio a la chica un segundo, ella sintió su mirada y le sonrió torpemente sin mostrarle los dientes, él la odió por obligarlo a eso, ella lo odiaba por tomar la oportunidad de una mamada gratis e ir tan rápido, sin siquiera hablar con ella sobre el tema un poco más.

Mario sacó su verga a medio asta, no es que estuviera ni un poco emocionado por ella o ese turbio asunto, pero los nervios confunden al cuerpo, Paulina miró fijamente el falo del chico, era evidente que no estaba erecto, parecía aún floja y caía por completo hacia un lado, aun así parecía más grande que la de su Franco, incluso en ese estado de "descanso".

Él retiró sus manos y veía el techo sin moverse estando acostado sobre la cama, mantenía sus manos lo más lejos que podía de ella, no le daría el gusto de tocarla, ella lo veía ahí tendido y pensaba que era un idiota por ni siquiera intentar "ganárselo". Segundos de silencio incómodo y absoluto, él pensaba con fastidio que al menos su acosadora debía darse prisa, si ellos 2 habían fraguado tan retorcida situación, ella al menos debería hacerlo más cómodo y rápido para él, ella no sabía cómo comenzar, todo era tan turbio, literalmente nunca había visto siquiera otra verga que no fuera la de su Franco, nunca había hablado con este chico y ahí lo tenía acostado con la verga floja de fuera, se sentía tan poco natural y forzado, con su Franco siempre había un previo enorme de besos y caricias que la ponía de buen humor y cachonda, está vez no le apetecía nada.

Ellos se miraron medio segundo buscando respuestas a sus preguntas en el otro, ella debería empezar de una maldita vez, ¿No? ¿Que esperaba? ¿Que él lo pidiera por favor? Puta loca. Él al menos debería besarla o decirle que inicie, preguntarle al menos si estaba lista, cuando menos decirle que se veía linda, ¿No? ¿Que esperaba? ¿Que ella le diera una mamada directamente cómo una sucia prostituta? Puto cabrón.

—Debe- balbuceó torpemente él.

—Sí, yo creo qu- balbuceó igual de nerviosa ella al mismo tiempo.

Se quedaron en silencio ante la torpe insinuación del otro, se miraron medio segundo y ella le desvío la mirada, recogió nerviosa su cabello con un listón que llevaba en la muñeca, la boca le temblaba, él hundió la nuca en la almohada, miró el techo y sostuvo con una mano su verga para ella para que se diera prisa, ella pensaba que él era un idiota por exigirlo con ese gesto tan vulgar.

Paulina bajó la cabeza, inclinando medio cuerpo hacia él, no lo pensó, simplemente no quiso moverse de su lugar, cualquier movimiento más del absolutamente necesario serían incómodos y devastadores segundos, él miró con desinterés su pequeño trasero en la falda escolar de ella que le quedaba casi en la cara, sonrió sarcásticamente ante lo que él pensó era una "muy obvia" insinuación de ella.

Sintió la suave, húmeda y caliente lengua de Paulina recorrerle el falo de arriba abajo, casi se retuerce, pero resistió, no quería darle el gusto, ella volvió a recorrerle la verga con la lengua, la verga de Franco siempre salía de sus pantalones completamente erecta, le daba asco pensar en meterse esa floja vara de carne en la boca, se sentiría raro. Le recorría la verga de arriba a abajo con la lengua varias veces, él pensaba molesto que tremenda pervertida estaba hecha disfrutando hacer eso, su verga se ponía dura, el cuerpo reacciona quieras o no, ella miraba impresionaba como se ponía firme y no parecía terminar de crecer, le pasó la lengua una vez más y miró detenidamente la ya bien erecta verga de Mario.

Paulina miraba con asco casi vomitivo la verga de Mario detenidamente, recordó cuando estaba por mirar casi con miedo la verga de su Franco por primera vez, él desabrochaba sus pantalones y ella esperaba con terror, pero vio que él tenía un largo y grosor muy normal, incluso un poco más corta y delgada que el promedio riguroso, completamente lisa y derecha, todo parecía proporcional, incluyendo la cabeza y las bolas, respiró aliviada, era una verga casi linda, pero Mario…

Mario tenía una verga casi obscena, horrible, espantosa diría ella, tan gruesa de en medio y la parte superior, aunque más delgada en la base, estaba chueca haciendo forma de gancho hacia enfrente, tenía una vena enorme y marcada por arriba desde la base hasta la punta, ella se preguntó si podía ser normal o le dolía, parecía que iba explotar, una verga tan espantosa con esa cara tan linda de él, de algún modo ese horroroso pedazo tenía mucha presencia, él casi le dice algo al notar que ella veía detenidamente "tremenda guarra", pensó molesto, ella se resistió a hacer un comentario cruel sólo por amabilidad.

—Está grande — dijo ella sin poder hacer un comentario positivo ante tal cosa tan horrenda, sólo dijo la verdad, y sólo porque se dio cuenta que llevaba una eternidad únicamente mirando, a Paulina le incomodaban los silencios largos.

—Gracias — dijo él en seco, sólo por no decirle que era una puta enferma y se la chupara de una vez.

Ella hundió la cabeza otra vez y él miró el techo de nuevo al mismo tiempo, ella fue e introdujo ese firme falo de carne en su boca, la punta estaba viscosa y sabía mal, él no pudo evitar retorcerse un poco, ella hacia cosas "extrañas", se metía la verga a la boca apretando delicadamente, pero por completo con los labios, abrazando firme y delicadamente su verga, se sentía cálido, húmedo y suave dentro de su boca, demasiado agradable, también se la succionaba con firmeza y le pasaba la lengua por dentro de su boca a lo largo de la verga delicadamente cada vez que bajaba y subía, Mario apretó los labios para no gemir, pero no podía evitar retorcerse, ¡Carajo que bien se sentía!

Paulina bajaba firmemente hasta más de la mitad de esa larga y gruesa verga sin esfuerzo, recordó el enorme juguete fálico de goma que Franco la hizo chupar tantas veces frente a él mientras la masturbaba, siempre le pedía que fuera lo más profundo que pudiera, ella se sentía orgullosa de cada vez poder ir un poco más profundo en su delicada garganta, se agobió de pensar que él la había entrenado para algo así, mejor no pensarlo.

Lo succionaba y le pasaba la lengua por dentro de su boca cada vez que subía y bajaba, ella ni siquiera se lo cuestionaba ni lo hacía conscientemente, simplemente lo hacía, lo había hecho cada tarde con Franco después de que él le dio instrucciones muy detalladas mil veces de como hacerlo en esas incontables ocasiones.

Mariana no era la más oral que digamos, se la había chupado a Mario en un cumpleaños, navidad y 14 de febrero, alguna vez más por ahí, pero no mas de 6 veces en todos esos largos 2 años y medio, ella siempre lo hacía con desgano, tomaba esa verga e introducía una tercera parte en su boca, no se esforzaba ni usaba la lengua, y ella dejaba de hacerlo después de uno o dos minutos, a él no le importaba, ella tenía un culo de campeonato y era hermosa, ella le daba esa patética mamada por 2 minutos y luego él se lo follaba sin comprender porque tanto alboroto en el porno por las mamadas, bueno, lo estaba comprendiendo ahora.

No pudo evitar bajar la mirada y mirar histérico a Paulina comiéndole la verga, ella bajaba y subía firmemente, hacia esos sonidos succionatorios cuando terminaba en su punta y volvía a bajar de inmediato, se impresionaba de que ella tragara más de la mitad de su falo sin aparente esfuerzo, sabía que tenía buena verga, cuando vio que la lengua de ella sobresalió de su boca acariciándole la verga al mismo tiempo que se la mamaba, lo sintió mil veces más intenso por verlo, ves con los ojos, sientes con la verga, así funcionamos los hombres, gimió un poco y se retorció por completo, se le cayó la cabeza sobre la almohada y no podía creer lo increíble que se sentía.

Ella sintió un escalofrío al escucharlo gemir, mientras él no gemía ella estaba más cómoda, escuchar los viriles ruidos sexuales de ese chico tan diferentes de los de su Franco la puso nerviosa y retorcidamente emocionada, no sólo era una verga, ahora era claramente otro hombre, lo odió por mirarla, retiró violentamente la mano de él de su propia verga porque odiaba ese gesto que parecía presionarla a chupársela, como si fuera una comanda implícita, él pensó que era una puta guarra desesperada por comerle toda la verga sin obstáculos.

Ella era experta hace meses provocando que su Franco se derramara exactamente cuando ella quería, por darle placer, porque ya se había aburrido o cansado, o simplemente porque se tenía que ir, así que subió la velocidad, que él no tuviera el estúpido pensamiento de que ella estaría dándole placer toda la tarde, hundía la cara por completo en la entrepierna de Mario y lograba meter toda su verga hasta su garganta, bueno, al menos la práctica con el juguete funcionó, hacia algunas arcadas involuntarias mientras él la miraba de nuevo sin poderle retirar la mirada, "Tremenda puta" pensaba él mientras no podía creer que ella lo disfrutará tanto y de esa manera tan obsesiva y sucia aparentemente, gemía sin control, ya no se daba cuenta ni podía controlarlo, Paulina se la mamaba de nuevo hasta la base acariciándolo con su lengua con fuerza por dentro de la boca, Franco no podía resistirse a eso, Mario no podía creer lo increíble que se sentía, gemía histérico, le restregaba la cadera contra la cara inconscientemente con espasmos involuntarios y disfrutaba como nunca en la boca de aquella puta loca enferma.

Disfrutaba la asombrosa mamada de esa pequeña chica, quien sabe cuánto tiempo había pasado ya de ella frotando su verga con la lengua y chupándosela histéricamente, las arcadas de Paulina y los sonidos húmedos invadían el cuarto, ella odiaba escucharlo gemir y sentir como se retorcía, quería que terminara ya, él odiaba aún más disfrutarlo tanto.

De pronto la retiró histérico, con fuerza de una manera casi grosera con ambas manos, irónicamente no quiso ser grosero o cruel, aunque de una manera inconsciente, no es que ella le importara un carajo, pero tuvo un arrebato involuntario, aunque odiaras a alguien, lo quitarías del camino si ves que lo van a atropellar, ¿No?

—¿Qué? — preguntó molesta ella ante el brusco movimiento de él.

—Me iba a correr — dijo él, orgulloso de ser tan caballeroso incluso en esa situación tan retorcida, mirándose la verga ensalivada de una manera tan mórbida que sintió asco.

—Pues córrete y ya — dijo ella molesta, ¿Que se cree este pendejo alargando su placer? Que ni crea que puede retirarla y regresarla a chupársela indefinidamente, que se corra de una puta vez y se largue.

—No, pero… — dijo él sorprendido, que grandísima puta exigiendo literalmente tragarse su corrida.

No hablaron sobre cuánto tiempo o como terminaría eso, él pensaba que sería unos minutos y listo, se largaría, ¿Quién carajos se traga las corridas? Eso es cosa del porno solamente, ¿Cierto? Ella estaba tan acostumbrada a que Franco terminara en su boca que le parecía obvio, de nuevo la falta de comunicación empeoraba/mejoraba las cosas para ellos sin saber lo que el otro quería.

Paulina hundió la cabeza de nuevo para no perder el momentun, fue a toda velocidad segundo uno, tenía que hacerlo acabar y terminar con esta locura, él simplemente la miraba sin poder creer que ella fuera tan guarra y desesperada, de pronto era difícil concentrarse en venirse, Paulina bajaba hasta la base y hacia una arcada escandalosa en su verga, le acariciaba desesperada su falo con la lengua sin sacarse la verga ni un poco y él no podía evitar gemir, ¡Carajo córrete de una puta vez! Pensaron ambos, el mirándola ser tan puta, ella mientras le chupaba desesperada la verga.

Le tomó 7 eternos minutos más a ella, él por fin sentía ese placer venir de dentro y explotar deliciosamente en toda su verga, se odiaba por disfrutarlo tanto, casi la retira de nuevo inconscientemente, no podía creer que ella simplemente fuera a tragarse su asquerosa y espesa corrida, hasta a él le daba asco echar los condones al retrete o limpiar el desastre después de masturbarse, odiaba a Mariana por haber sido tan mala amante, no creía que fuera posible correrse sólo con mamadas, lo sintió venir intensamente dentro de él y tomó la cama con fuerza para detener el impulso inconsciente de quitarla, hundió la nuca en la almohada y se dejó llevar por la asombrosa experiencia. Paulina sintió la asquerosa corrida de él en la lengua y bajó de inmediato hasta meter la verga de él hasta su garganta, odiaba sentir esa amarga y espesa mierda en la lengua, mejor tragarlo directamente sin tener que "saborearlo", Mario la miraba retorciéndose y gimiendo, sin poder creer que ella fuera tan cerda y tragara así de desesperada su verga precisamente mientras eyaculaba.

La forma de gancho de la verga de Mario y sus violentas palpitaciones hacían que su verga se moviera de una manera escandalosa e incómoda dentro de la boca y garganta de Paulina, palpitaba y descargaba una firme carga espesa en la garganta de ella, él gemía, su verga palpitaba de nuevo y todo el proceso se repetía, ¿Que carajos? ¿Por qué palpita así? ¡¿Por qué tanta maldita lefa?! A veces con su Franco ni notaba que él había terminado de no ser por sus escandalosos gemidos y un leve sabor amargo y espeso, ella daba arcadas escandalosas, honestas y sonoras, la saliva le escurría en la verga de él. Pensó en quitarse, pero la idea de la humillación de él tirándole su lefa en la cara la mantuvo soportando la tortura, Mario la veía torciendo la cara del asco sin moverse de su lugar, le seguía impresionando lo puta que era.

Mario sentía la última violenta y placentera palpitación de su verga, hundía la nuca en la almohada derrotado y exhausto, se sentía patético por los ruidos tan escandalosos que le causó esa chica a la que ni siquiera hubiera mirado aunque pasará desnuda frente a él, Paulina se sacaba la verga de la boca lentamente y succionaba con fuerza a todo lo largo para que nada de su asquerosa corrida escurriera, él se retorcía y casi le gritaba que no fuera tan puta y lo superara de una maldita vez, ”¡Ya terminé! ¡Basta¡” pensó furioso, odiaba a Mariana por no haberle dado nunca una mamada ni de cerca tan buena, odiaba más a Paulina por haberle dado tan placer, él la consideraba un 7 y él obviamente era un 9, se sentía como una derrota.

La chica alzó la cara con el rímel destruido como si hubiera llorado media hora, se limpiaba las comisuras de los labios, no se miraban, no lo hubieran soportado, él se levantó, se guardaba la verga, evitó como si fuera venenosa la espesa saliva de Paulina que estaba escurriendo por todos lados, subió su zíper dándole la espalda y salió del cuarto. Caminó fuera sin saber exactamente que hacer o a dónde ir, Franco lo abordó de inmediato, quien sabe dónde estaba o de donde salió, Mario estaba aturdido.

—27 minutos, no está mal — dijo Franco nervioso mirando su celular, parando el cronómetro.

—Me largo — dijo Mario sin mirarlo.

Bajaron sin decir nada, ni Franco sabía que decir, notó su zíper mal subido y humedad de saliva alrededor de la entrepierna de Mario, se puso como piedra, le abrió la puerta principal y el chico salió de ahí y caminó sin voltear atrás.

Franco subió rápidamente, entró a su cuarto, vio a su linda novia sentada en la cama viendo hacia la puerta fijamente, verle el rímel escurrido le terminó de poner dura la verga, cerró la puerta y fue cómo psicópata hacia ella.

—¿Ya se fue? — preguntó tímidamente la chica, no lo veía a los ojos, él sólo caminaba hacia ella.

La jaló por las piernas, ella lo miraba nerviosa mientras caía sobre su espalda, Franco metió las manos debajo de su falda y sacó sus lindas panties rosas rápidamente con ambas manos, un espeso hilo iba de su lindo coño a sus panties, Franco metió la cara y comenzó a lamerme su deliciosa y viscosa raja, su coño estaba demasiado viscoso y dispuesto, ella gimió profundamente mirándolo a los ojos.

—Tienes el coño súper húmedo — dijo él entre los gemidos de ella.

—Es que… — intentó excusarse la chica, Franco chupó profundamente y ella se retorció gimiendo.

—¿Quieres chupársela otra vez? — preguntó mirándola a los ojos, esperando reacción.

—¡No! — dijo histérica la chica, Franco casi se decepciona, pero todo había sido una locura asombrosa y siguió chupando.

Franco lo hacía mejor que nunca, más apasionado, más sucio y más profundamente, a él le gustaba lamer ese coño, ¿A quien no le gusta? Pero normalmente sólo lo hacía unos segundos para quitarse las ganas y paraba, está vez parecía disfrutar darle placer a su novia, su recompensa, no sólo lamia su coño en un egoísta acto morboso, la complacía, ella amaba esa atención y se sentía asombrosa, ver a su dominante hombre tan entusiasta entre sus piernas la ponía más cachonda, se retorcía y gemía, le sostenía la cabeza con ambas manos, le cubrió la cabeza con su falda escolar, quería decirle algo, pero no quería mirarlo.

—Tiene una vergota — dijo ella cerrando los ojos, disfrutando la lengua de su hombre, Franco sintió una punzada en la verga y hacia ruidos húmedos debajo de la falda de ella — Me la tragué toda — decía histérica ella.

Franco presionaba su clítoris con fuerza con la lengua, ella gimió profundamente y le clavaba la uñas un poco en la cabeza, él lamía de arriba a abajo cuánto podía, sorbía y regresaba a su clítoris, las piernas de ella temblaban un poco, le restregaba el coño desesperada en la cara.

—¡Sí quiero chupársela otra vez! — dijo histérica mirando su falda, como si intentará ver a través de, Franco casi sacaba la cabeza, ¡Necesitaba verla! Ella presionó con fuerza para que él no saliera de entre sus piernas — ¿Me dejas? — preguntó nerviosa, sus piernas temblaban más, él sorbía más, ella presionaba su cabeza con fuerza, Franco sentía que él corazón se le salía del pecho, lo abordaba la inseguridad, furia, celos, le gustaba sentirse en control, lo perdía — ¿Me dejas o no? — preguntó ella firmemente de nuevo.

—Sí — dijo él firmemente para que ella escuchara, embriagado por los amargos jugos de ella.

Paulina le restregó el coño en la cara, ella sentía una agradable sensación cálida y deliciosa por todo su cuerpo, se sentía histérica, desesperada y abrumada, comprendió por fin porque Franco se ponía como se ponía cuando se corría en su boca por sus mamadas, la sensación era relajante y abrumadora por igual, gemía más honestamente que nunca en su vida, cerraba los ojos y recordaba la horrorosa, pero increíble verga enorme de Mario, la saliva le sabía a su amarga corrida y eso le gustaba de algún retorcido modo ahora, recordaba como él gemía y la miraba con esa lujuriosa mirada, ellos ni siquiera habían hablado nunca, se sentía una puta, pero también fabulosa por haberle chupado la verga sin siquiera conocerlo.

Todo iba y venía en su mente, fue demasiado para la pobre Paulina, se entregó al placer dejando la razón fuera y puso la mente en blanco, la sensación se multiplicaba aún más cuando no lo creía posible y explotaba en su coño desperdigándose por todo su cuerpo en cálidas y agradables olas entre sus gemidos, el orgasmo era tan o más asombroso de lo que su amiga Selene le había presumido, ¡Por fin! Cerraba los ojos disfrutando y rogando que él no parara, sus piernas se convulsionaron patéticamente, su coño chorreó un poco en la boca de Franco y los dientes le titiritaban a ella mientras le soltaba la cabeza a su novio y simplemente disfrutaba, él sorbía los jugos orgasmatorios de su linda novia, se sentía asombroso de por fin causarle ese mitológico orgasmo femenino, pero también se sentía patético de que la mitad de ese precioso e inédito orgasmo le perteneciera a Mario que ni siquiera la tocó.

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Nota para los lectores:

Perdón por la ausencia, ya estoy más relajado de tiempo y seré constante aquí.

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