Y me detuve por un segundo, mientras escuchaba tu discurso sobre "normalidad", se me hacía fascinante ver como te perdías en la simpleza de tu ser, tu inocencia esbozaba un mundo donde tus vivencias parecían sacadas de una novela de García Márquez, sin darte cuenta que tu narrativa para otros sería una sátira de Voltaire; me hablaste de tus deseos y de tu piel, de un instinto animalesco que rara vez puedes conocer, y fue en ese brillo simplón de una mirada tranquila, lo que me hizo entender, que justo en frente de mi, una intrépida aventura me invitaba a ser su cómplice, acompañada de la dulce incertidumbre de no saber, si serás dolor o serás placer… y aunque el nerviosismo me invade, sin duda alguna, perderme entre lágrimas y orgasmos acepté, antes de arrepentirme de un actuar inerte otra vez.
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