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Desde el taxista hasta el amigo de mi jefe
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Era una mañana de sábado en la cual no voy a trabajar, de repente a las 6 am, me despierta un mensaje de ni jefe.

Jefe: señorita por favor preséntese a trabajar hoy a las 8 am.

Yo: disculpe doctor, debo llevar uniforme?

Jefe: no necesariamente pero, ya sabe cómo me gusta que se vista

Yo: ok doctor, cuente conmigo a las 8 estaré puntual.

Yo me levanté y comencé a preparar mi outfit, ropa interior color rosa transparente, mini vestido manga 3/4 con escote cruzado y en v al frente de color rosa pálido con lunares blancos y tacos súper altos color nude. Maquillaje súper lindo y medio fresa sin pintarme los labios, siempre lo hacía después de llegar al consultorio porque casi siempre mi jefe me ponía a mamarle su verga antes de comenzar a trabajar.

Me dispuse a llamar un Uber y la app me mostró que en 5 minutos mi Uber estaría en mi casa para recogerme. Llegó mi Uber.

Yo: Buenos días!

Taxista: soy Rodrigo Martínez soy su Uber.

Yo verifique en mi App que fuera quien decía ser y me monte en el automóvil.

Yo: ay disculpe! Lo que sucede es que uno tiene que verificar estás cosas una nunca sabe.

Taxista: señorita no tenga cuidado, es el deber ser.

Mi vestido al sentarme en el automóvil se ha subido un poco más pero realmente no hago ni el más mínimo esfuerzo por arreglarlo, me gusta mucho y me causa morbo que me miren.

Miro de reojo al taxista y me doy cuenta que de vez en cuando me mira el escote, mira mis piernas y eso me calienta un poco y mis pezones comienzan a ponerse duros pero yo actúo tranquila. Comienza a sonar en la radio un reggaetón, la verdad no me agrada mucho ese tipo de música, a menos que esté algo tomada en una disco, e intenté seducir a alguien con movimientos de pelvis y cadera.

Yo: usted perrea? – (lo digo en tono de broma)

Taxista: no mucho pero lo intento (risa)

Comienzo a hacer movimientos de pelvis, parecía culebra y al mirar al taxista me doy cuenta que se comenzó a notar un bulto en su pantalón, eso me calienta a horrores, mi concha se moja y yo continuo con los movimientos.

Taxista: señorita, voy a tener que invitarla a bailar, se mueve muy bien.

Yo: (risas) gracias (intento cambiar el tema) señor disculpe se me olvidó preguntarle al montarme en su Uber si tenía cambio para un billete de 50$?

Taxista: no señorita, pero no sé preocupe eso queda guardado en la App y cuando vuelva a usar el servicio usted lo cancela.

Yo: ay señor, es que no me gusta deber, le podría cancelar de otra forma? (Coloco mi mano en su entrepierna)

Taxista: estaría usted dispuesta a cancelarme con lo que le pida?

Yo: si, claro. La cuestión es no deberle nada.

Taxista: busquemos un sitio a solas.

Yo: en el estacionamiento del edificio donde trabajo, siempre está solo a esta hora y ahí le puedo pagar.

Llegamos al edificio, entramos en el estacionamiento y solo había una camioneta negra estacionada. El taxista estacionó su automóvil y bajo la cremallera de su pantalón, dejando salir aquella verga grande y gruesa sus venas a punto de reventar y además estaba un poco doblado a la izquierda, me encantan las vergas que están dobladas son más ricas en la penetración. Su glande era de igual forma grande y de un tono rosa oscuro, se veía delicioso. Él lo toma con su mano izquierda y lo sacude como un látigo, yo muerdo mis labios al verlo, mis pechos están duros, están a punto de salir por el escote de mi vestido, mi concha muy caliente y húmeda, muy húmeda, palpita de excitación.

Taxista: pague señorita, deme una mamada, usted tiene cara de que lo hace muy bien.

Yo en medio de una sonrisa pícara, lo tomo con mi mano derecha y siento como está muy duro como piedra de inmediato poso mis labios en su glande, está delicioso, siento ese líquido lubricante natural chupo el glande mientras con mi mano lo masturbo, paso mi lengua por todo la verga e intento meterlo todo en mi boca pero mi garganta no deja que entre más, es muy grande, vuelvo a intentar abriendo toda mi boca y entra un poco más pero no todo como me gustaría, mi concha palpita con más intensidad y yo gimo entre chupada y chupada, el taxista con su mano izquierda me toma del cabello y con su izquierda toca mi concha, mete un dedo luego otro, los mete luego en su boca- estás deliciosa, puta- me dice en tono de morbo, mete otra vez sus dedos y comienzo a menearme.

Taxista: tu como que quieres verga? Quieres verga puta?

Yo: si, si, si quiero verga.

El taxista coloca el asiento un poco más hacia atrás, baja el respaldo. Yo sin pensarlo dos veces me subí encima de él, coloqué el hilo hacía un lado y comencé a menearme como culebra, el taxista saca mis tetas del vestido y se da cuenta que no llevo brasiere, las aprieta con frenesí y las chupas culminando cada chupada con un mordisquito que lo sentía en el clítoris y aún no sé porqué, mis movimientos comienzan a ser más fuertes, más violentos, tanto que el automóvil se movía hacia delante y había atrás, jadeaba y gemía fuerte casi gritando, que delicia aquella verga gruesa grande venosa y dura como piedra, sentía como le daban espasmos dentro de mi, yo le digo – por favor no termines aun- el responde – no lo haré, no te preocupes- mis tetas se mueven al son de mis movimientos.

Taxista: quiero verte en cuatro perra!

Yo: ah sí? Quieres seguir cogiéndome? Cómo se nota que te gustan las perritas como yo cabrón.

La verdad yo no quiero sacarlo se siente demasiado rico para hacerlo, pero debo, el taxista sube el respaldo yo me desmonto y el coloca su asiento hacia delante.

Taxista: pasate al asiento trasero putita rica, ahora sí sabrás lo que es un macho.

Yo sin chistar y llena de excitación me pasó al asiento trasero, espero ansiosa en 4 la embestida de aquel cabrón que fue su día de suerte, el taxista sin pensarlo sin medirlo de una vez me embistió con fuerza yo suelto un gemido de placer que hasta a afuera del edificio debió haberse escuchado, me toma de las caderas y bombea con fuerza siento como las venas de su verga están más hinchadas, gimo con más placer, mis fluidos vaginales corren entre mis piernas quiero más fuerte, quiero más duro, me vuelvo a correr y sigo sintiendo más placer, quiero más, más, más…

Yo: ah, ah ay papi dame más duro, quiero más duro, soy una puta que le gusta que le den verga, ah maldito, hijo de puta que verga tan rica tienes, dame más duro cabrón, párteme en dos.

Taxista: desde que te montaste sabía que eres una puta, toma puta, toma por perra, toma, toma, la próxima vez te rompo el culo… Hija de puta voy a terminar asiii, aaaah puta que rico, de inmediato se baja posa si boca en mi concha y chupa de su leche, toma mi rostro con si mano y me la da en la boca. Eso para mí fue una sorpresa pero igual me encantó, me dio una cachetadita, comenzó a subirse el bóxer luego el pantalón y se pasó había delante. Mis piernas tiemblan un poco pero igual trato de arreglarme lo más que puedo, para disponerme a bajar del auto.

Yo: muchas gracias señor por su servicio!

Taxista: gracias a usted por tan delicioso pago, tenga está es mi tarjeta por si requiere nuevamente de mis servicios.

Yo solo asenté con la cabeza y me baje del auto…

La camioneta negra que estaba estacionada era la de mi jefe y estaba observando todo lo que estaba pasando desde dentro de su camioneta. Al bajarme del Uber me hizo cambio de luces desde su camioneta e hice como si no supiera que era conmigo y me dirigí al ascensor…

Espero les guste mi primera parte del relato.

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