Abro la puerta, tumbada en la cama miras nerviosa, inquieta, te muerdes los labios, ha llegado el gran momento. Junto a Eva, también entra Nuria, joven, hermosa, sensual, suavemente maquillada y con la fusta en la mano. Te acercas a ella, tragas saliva, os miráis y os fundís en un abrazo, tu desnudez contrasta con su vestido rojo, ajustado e impecable. Una vez os separáis coges aire y dejas que te ponga tu collar con la herradura de plata, engarza la correa y te saca al pasillo, en aquel momento de la habitación de al lado salen Yoha y Zuleia. No puedes evitar abrazarte a ella, también ella se abraza a ti, os besáis, os deseáis suerte, dentro de unos minutos seréis rivales, pero ahora solo sois dos amigas, dos yeguas a punto de intentar superar la prueba más salvaje y cruel que os podéis imaginar.
Nuria y Yoha, os dejan estar unos minutos juntas, tras un último beso, os separáis con lágrimas en los ojos, y sumisas seguís las correas de vuestras dueñas. Por una zona interior os llevan hasta el establo, Antonio os sonríe, como veterinario va a hacer las ultimas comprobaciones, va tocándote, mirándote, separa tus nalgas, levanta tus patas, mira tus pies, comprueba tu boca, al final te da un par de palmadas en el culo y mirando a Nuria le dice que su yegua está en perfectas condiciones. Minutos después también Zuleia supera la visita, sin ningún problema.
En una mesa, hay algo de comida y bebida, coméis un poco, no mucho, ambas tenéis un nudo en el estómago, los nervios a flor de piel os hacen temblar, sudar, respirar agitadamente, Yoha y Nuria os enseñan un rincón, os ordenan que vayáis allí y agachadas sobre unos periódicos viejos vaciéis vuestros vientres, te cuesta hacerlo delante de las cámaras, sonrojada aprietas todo lo que puedes mientras no dejan de grabarte, pasan unos minutos eternos hasta que un plop sonoro te hace sonreír, miras a Nuria, ella te levanta una pata y con un trapo va limpiando tu culo. También Yoha limpia a su animal.
Tiran de vuestras correas y os enseñan vuestros sulkies, limpios, brillantes, recién revisados, a su lado vuestros correajes perfectamente ordenados, Nuria coloca las correas alrededor de tus hombros, rodea tus pechos, tensa los cierres y tus tetas quedan apretados, ahora es el turno del consolador-cola, Nuria te acaricia, hoy no será el de siempre, no quiere correr el riesgo de que a media carrera se te caiga. Te abres de patas, notas como lo hunde hasta el fondo de tu culo, y con un pequeño mando, activa un mecanismo que libera del mango del consolador 4 afiladas puntas de acero que salen hacia los lados, gritas de dolor cuando se clavan en tu carne, te retuerces, Nuria te levanta por tu collar, te cuenta que solo con el mando te pueden quitar esta cola, oyes chillar a Zuleia, Yoha acaba de ponerle un consolador- cola como el tuyo. Tira de tu correa, y te coloca en el centro del sulkie, oyes como los mosquetones encadenan tus muñecas a las barras de madera, te coges con fuerza a la madera, mientras entra el hierro en tu coño, con los correajes lo va subiendo, lo va hundiendo más y más dentro de ti, gruñes un poco, miras a Zuleia, también Yoha está subiendo y tensando la barra de hierro clavada en ella. Nuria te besa en la mejilla, luego te pone el bozal, con el mordedor, tus dientes se clavan en él, te mira, solo falta un detalle, un par de maquilladoras se acercan a vosotras, retocan vuestros labios, ojos, ponen sombras en las mejillas, incluso de manera casi imperceptible maquillan vuestros pechos y pezones. Mientras lo hacen comentan con Nuria, que este maquillaje especial aguantará sin problema todo el día, por muchas lágrimas, mocos, sudor, agua, orina, estiércol, semen o cualquier otras cosas caigan sobre vuestra piel. Ya estáis listas, Yoha y Nuria suben a los sulkies, se abre el portón del establo, las cámaras que no han dejado de grabar en ningún instante, retransmiten en directo vuestra salida del recinto, es un equipo técnico increíble con más de 10 equipos completos y decenas de pequeños drones con cámaras autónomas, Eva satisfecha comenta con vuestras dueñas, que hay centenares de miles de espectadores en distintas plataformas de todo el mundo, que se han inscrito para poder ver en directo esta carrera tan especial.
Vuestras dueñas tiran hacia atrás vuestras bridas, con la cabeza bien erguida, luciendo vuestros pechos, vuestro rostro, avanzáis entre el griterío de la gente, al fondo veis las gradas donde está la salida, están a rebosar, vuestras amas os hacen avanzar a paso lento, quieren que todo el mundo pueda disfrutar de vuestra belleza, vuestra sumisión, vuestra valentía. La gente sigue aplaudiendo a rabiar, algunos levantan la mano enseñando los resguardos de las apuestas que han hecho confiando en una u otra de vosotras. Los miembros de la orquesta se levantan y suenan las fanfarrias, la gente en pie corea vuestros nombres, se te hace un nudo en la garganta, cuando a escasos metros de la salida, ves 8 sulkies haciéndoos el pasillo de honor, miras a tu lado, moviendo sus cascabeles, también llorando de emoción Shanga, Lidia, Carolina y Maria Guadalupe. Zuleia saluda con la cabeza a las que están junto a ella; Vane, Astrid, Hanna y Xan, todas con su collar con la herradura de hierro, menos Vane que luce orgullosa la herradura la de bronce.
Miráis la recta interminable, delante se ponen en fila de a 4, Astrid, Vane, Xanga y Lidia, y tras vosotras Hanna, Carolina, Xan y Maria Guadalupe, empezáis a trotar, tenéis un kilómetro para calentar los músculos, para acelerar vuestro corazón, para preparar vuestro cuerpo para el esfuerzo y el castigo, mil metros para llegar a la salida real del circuito. Vuestras compañeras os marcan el ritmo, se acerca el momento de la verdad, apenas doscientos metros, por unas salidas laterales se retiran ya los sulkies de las yeguas que os preceden, Nuria gira tus bridas hacia la izquierda, Yoha las de Zuleia a la derecha, os miráis, sin dejar de galopar os saludáis con la cabeza, Nuria y Yoha también se saludan, os vuelven a girar la cara, la recta parece infinita, interminable… ya vais lanzadas, de pronto la fusta golpea tu lomo, la carrera acaba de empezar, como una exhalación Zuleia toma ventaja, su afición grita y ruge, Nuria te azota y no tardas en ponerte a su rueda, te cuesta seguir su ritmo, pero la carrera es larga, más de veinte kilómetros, de tierra, asfalto, zarzas, subidas, bajadas, piedras, fango. Y todo, bajo un sol agotador y un látigo que no cesará de castigaros.
Decenas de pantallas muestran vuestras caras, vuestras bocas babeando, el sudor brillando en vuestra piel, por los altavoces retumba el sonido de los azotes, el gruñir de vuestras gargantas con los dientes clavados en el mordedor, sigues galopando, aceleras más y más. Esta recta tiene 3 kilómetros, el primero ha sido de calentamiento, pero ahora ya sois dos yeguas trotando en pos de una herradura de oro. Desde una de las gradas, veo como corres, como gruñes, Nuria sabe muy bien lo que ha de hacer, la potencia, la velocidad, la fortaleza de Zuleia es lo que te dará a ti la victoria, o al menos esto intentará Nuria. En un ataque de rabia, te pones al lado del sulkie de tu rival, tu cabeza llega a la suya, ella babea, suda, muerde su cuero, como tú, las dos empapadas en sudor afrontáis este último kilómetro antes de llegar a la subida entre la maleza. Ninguna quiere llegar segunda, el lugar es muy estrecho y quien inicie la subida tendrá mucho de ganado.
Nuria y Yoha, no os quieren forzar aún, falta mucho para cansaros antes de hora, tiempo habrá para sacar de vosotras hasta el último gramo de fuerza. A pesar de tu esfuerzo, a falta de 300 metros Zuleia con sus zancadas inmensas consigue llegar la primera al giro hacia la colina, va demasiado rápida, se levanta una de las ruedas, la esclava chilla cuando la barra que está clavada en su coño se mueve, se gira dentro de ella, por un instante piensa que va a caer, pero Yoha se cuelga en el lado de la rueda levantada y consigue enderezar el vehículo, a pocos metros también tu inicias la subida, los sulkies se clavan en la hierba, patinan con las piedras, claváis vuestras patas y tiráis con toda vuestra fuerza y apenas 300 metros más arriba llega la primera de las sorpresas, una señal indica dos caminos, uno para cada yegua. Tiemblas de miedo cuando ves lo que te espera, una maleza donde zarzas de más de un metro de altas taponan vuestros caminos y justo al lado de cada camino una pequeña pasarela por encima de las zarzas. Yoha azota a su yegua, que sin pensarlo se lanza contra las zarzas, queda trabada en ella, llora, grita, mientras las espinas afiladas se clavan en sus patas, en sus pies, en su vientre, incluso en sus tetas, el látigo no cesa de golpearla, de hacerla avanzar rompiendo con su piel desnuda esta maraña. Tú también te lanzas contra las zarzas, chillas mientras tensas tus patas llenas de púas clavadas, Nuria salta del vehículo, sube a la pasarela, saca la argolla y acercando tu cabeza te la pone en tu nariz, lloras, gritas, llena de mocos sigues esta argolla que te desgarra y te humilla. Ella tira con fuerza de ti, azota tus tetas llenas de espinas. Rabiosa y enfadada avanzas, cada paso es un suplicio, el látigo no cesa de golpear tus pechos. Tu nariz tensada al máximo parece que se va a romper en cualquier instante, las espinas se clavan y se retuercen en tu piel mientras avanzas lenta, muy lentamente Y estas zarzas entrelazadas parecen no tener fin! Cerca de ti, también Zuleia sufre, con la argolla tirando de ella, y la fusta de Yoha golpeando todo su cuerpo.
Algunas de las espinas se han clavado en tus pies, cojeas mientras sigues avanzando, es puro instinto, pura adrenalina, el dolor no cesará hasta que hayas superado esta prueba y Nuria no va a dejar que te rindas. También Zuleia renquea por las agujas que llenan sus pies, sus patas, todo su cuerpo. Yoha tampoco dejará que se pare.
Bebiendo una cerveza, acariciando el pelo rojo de Vane, voy mirando una pantalla donde se os ve a las dos, tu cara desencajada, su boca babeando, tus tetas azotadas, su piel llena de heridas y cortes, esta primera prueba está siendo durísima, pero confió en Nuria y en ti, sé que la superareis y saldréis con la moral reforzada. Mi verga no deja de crecer con vuestro esfuerzo, con la increíble sensualidad de vuestros cuerpos castigados, oigo gruñir a Vane, sus labios están en mi verga, su lengua no deja de recórrela, con la fusta, azoto suavemente su espalda y su culo. En las gradas hay un silencio sepulcral viéndoos sufrir y avanzar, por los altavoces solo se oyen vuestros gritos desgarrados, vuestros llantos, los azotes de vuestras dueñas. Finalmente consigues romper el último trozo de zarzas y vuelves al pedregal, ves otra subida inmensa. Ensangrentada, herida, cojeando, tiras con fuerza de tus correas arrastrando tras de ti el vehículo, Nuria ya te ha quitado la argolla y subida al sulkie azota tu lomo, aquí no tiene permitido bajarse del vehículo, apenas llevas 50 metros, cuando Zuleia consigue también salir de entre las zarzas, la gente al veros luchando contra el dolor, el calor, contra vuestra rival, aplaude, os grita, os anima, por los altavoces oís sus voces, sus aplausos, esto te da el coraje que necesitas para seguir, y a pesar del dolor, tensas cada uno de tus músculos y sigues avanzando, Zuleia intenta seguir tu rueda, pero le cuesta, cojea más que tú, sin duda debe llevar sus patas llenas de zarzas y espinas, pero ni Yoha ni Nuria os las pueden quitar, de momento habéis de continuar así.
Das un traspiés casi te caes, como puedes te levantas y vuelves a avanzar envuelta en una nube de sudor, una cámara se fija en tu rostro lleno de lágrimas, mocos, con la nariz hinchada, tú boca temblando y el sudor mojando tus heridas. Zuleia no está mucho mejor, pero ninguna piensa rendirse, las dos vais a competir hasta el final. Poco a poco el camino va mejorando, y podéis avanzar algo mejor… cojas, renqueantes, escupiendo babas, con calambres en las patas y con vuestras tetas llenas de afiladas espinas clavadas en ellas, vais ascendiendo paso a paso, metro a metro, apenas os separan una decena de metros, pero ahora tu problema no es Zuleia, es conseguir dar un paso más, avanzar un metro más, tensar unas piernas que no paran de temblar y que te fallan constantemente. El látigo espolea tu instinto y te hace caminar, Zuleia se mea cuando una de las espinas se dobla y rasga la planta de su pie. Yoha no la deja descansar, ni pensar, ni quejarse, azotándola, gritándola, la hace continuar, la hace seguir como una autómata la estela que tú vas dejando, mientras deja en cada una de sus pisadas un reguero de orina y de sangre.
Finalmente llegáis a una zona relativamente llana, intentáis volver a correr, a avanzar, medio desvanecida vas dando bandazos de lado a lado, Cojeando Zuleia intenta avanzarte, pero está tan desfallecida como tú, al final se contenta con pegarse a tu sulkie e ir siguiendo tu ritmo. En lo alto veis, una zona con unas tiendas de campaña, Nuria fustiga tu espalda, te hace acelerar, quiere que llegues la primera, Zuleia sigue pegada a ti, y al final con apenas unos segundos de ventaja, consigues ganar este primer tramo.
Un equipo de una docena de personas corre hacia ti, mientras un reloj empieza una cuenta atrás de 10 minutos, Zuleia en la otra tienda también ve como su reloj corre. Te quitan el mordedor y ponen una botella de agua azucarada en tus labios, bebes al ritmo que te marcan, quieres más y más rápido, pero saben la que puedes y debes engullir, otras manos levantan tus patas y van quitando las espinas clavadas, otros limpian tu cuerpo con unas toallas impregnadas en desinfectante, van cayendo todas las espinas, tu piel lacerada te quema con el alcohol empapando tus heridas, gritas, gruñes, pero te callas para poder seguir bebiendo. En poco más de dos minutos tu cuerpo está limpio, manos expertas empiezan a masajearte las piernas, a devolverles algo de la elasticidad y la fuerza que necesitas. Sin bajar del Sulkie, Yoha y Nuria descansan bebiendo un par de cervezas bien frescas. El tiempo va pasando, los minutos corren, te gusta como masajean tu piel, como cuidan tus piernas, tus brazos, como van saciando tu sed, con la boca abierta y la lengua fuera, sigues bebiendo, suena un silbato, es el último minuto de descanso, terminan con tus masajes, te quitan el agua y ponen en tu boca, una barra energética, te dicen que la vayas deshaciendo con la lengua y la tragues poco a poco, tu asientes con tu cabeza, tensan tus correas, te colocan el mordedor, Nuria deja la cerveza, y al momento un latigazo cruza tu lomo, sales corriendo, Yoha lo hará dentro de 10 segundos, es la ventaja que llevabas cuando llegasteis.
Te ha sabido a casi nada este descanso, pero han hecho bien su trabajo, los pies te duelen una barbaridad, las piernas siguen cansadas, pero puedes volver a correr, a galopar, mientras vas engullendo poco a poco la barra que tienes en la boca, Oyes a Zuleia tras de ti, también ella se ha recuperado lo suficiente para seguir persiguiéndote. Durante un par de kilómetros galopáis por este falso llano, ella intenta avanzarte, pero consigues mantener la posición, más de una vez los sulkies se golpean en este camino estrecho, de pronto ves que el camino desaparece, solo hay un vacío que parece despeñarse, aflojas un poco el paso, antes de llegar ante una bajada brutal y salvaje, a un lado un barranco, al otro la montaña y en medio unas escaleras medio derruidas, cada escalón con casi dos metros de largo, desnivelados y rotos, y entre peldaño y peldaño, medio metro de altura. Frenando con las patas inicias el descenso, Nuria va frenando también el sulkie, llega el primer escalón, el vehículo cae al segundo escalón, notas el golpe seco en la barra que llevas clavada en el coño, cada escalón es un nuevo golpe, un nuevo chillido de tus labios. Tras de ti, Zuleia también frena, también nota los golpes escalón a escalón en su interior. Miras hacia abajo, hay centenares de escalones, centenares de impactos metálicos martilleando vuestra zona más íntima. Yoha suelta el látigo y coge con fuerzas las riendas de su yegua, la mueve lentamente, intentando sobrellevar el peligro y el miedo de su animal.
Maldices el momento en que conseguiste ponerte delante, tú eres quien abre el camino, quien elige por donde bajar, quien caerá primero si Nuria se equivoca en sus órdenes. Las cámaras muestran tu cara, tus ojos asustados, el temblor de tu cuerpo, tu boca tensada por las correas con las que te va guiando tu dueña y el gesto de dolor, tras cada nuevo peldaño, la barra de hierro incrustada en tu coño te golpea y te desgarra cada vez que el sulkie salta un escalón, tu coño cada vez más está más sensible e irritado, intentas separar las patas, pero el dolor sigue intenso y brutal, el roce constante enrojece tu vulva, te hace sufrir, y los escalones parecen no acabar, Tras de ti, Zuleia nota el mismo dolor, los mismos golpes, el mismo sufrimiento. Lloras y chillas con cada golpe, solo el roce ya es un infierno, y sabes que cuando caigan las ruedas al siguiente escalón, otra vez el dolor se multiplicara dentro de ti.
Zuleia se para, no puede continuar, asustada, escocida, sangrando y agotada, jadea y llora, El látigo de Yoha la golpea una y otra vez, ella dice que no con la cabeza, Yoha empieza a dar saltos en el sulkie, el hierro aún se mueve más dentro de la yegua, Zuleia intenta girar la cabeza, solo consigue que Yoha azote sus tetas doloridas, al final con rabia vuelve a andar, vuelve a sufrir estos golpes con que la castiga cada nuevo peldaño. Tú te has avanzado unos metros, pero apenas si puedes moverte, tu coño está totalmente inflamado y aún quedan decenas de escalones, pero por fin puedes ver el final. Aquí la zona no es tan peligrosa, así que Nuria con la fusta te espolea, te hace ir mas rápido, entre lágrimas y gritos vas avanzando, cada paso es un infierno, sabes que no durarás mucho. Un último recodo, cinco escalones, te retuerces de dolor con cada nuevo peldaño, tu vulva está sangrando, el látigo de Nuria te hace avanzar, te hace acelerar, por fin el ultimo escalón, pero el castigo sigue, tras las escaleras, un tramo de asfalto a pleno sol, tus pies se queman con un suelo recalentado por un sol de pleno verano deshaciendo el suelo, Nuria no te deja pensar, no te deja llorar, no te deja sentir, eres solo carne azotada que avanza berreando entre gritos, sudor y heridas sangrantes. También Zuleia está intentando no quemarse sus patas. Son solo 500 metros de alquitrán, pero tu coño totalmente inflamado no te deja correr, tus pies se queman a cada paso, hace rato que terminaste de tragar tu barra energética, el esfuerzo, el dolor vuelve a llevarte más allá de tu limite, la cabeza te da vueltas, tiembla todo tu cuerpo, coges aire, fijas la mirada en un punto lejano y sigues avanzando, tan agotada como tú esta Zuleia. Yoha consigue que su yegua se ponga junto a ti, durante unos minutos cabalgáis juntas, hasta que tu rival consigue avanzarte, apenas si os movéis, arrastráis los pies, las dos mojáis de sangre vuestras patas, y las dos estáis convencidas que en cualquier momento caeréis, y la carrera terminará.
Respiras aliviada cuando tus pies dejan el asfalto, un kilómetro de tierra, te permite recuperar un poco la sensibilidad en tus pies, miras adelante, Zuleia dando bandazos intenta avanzar, pero también está exhausta, respiras hondo, intentas olvidar el dolor intenso de tu coño, andas hacia ella. El látigo espolea vuestros lomos, os hace seguir como animales, recuerdas mis palabras cuando te adiestrábamos “solo eres un animal, no piensas, no decides, no gozas ni sufres, solo corres, corres y sigues corriendo, mientras tu dueña te lo ordene”.
Por fin consigues ponerte a rueda de Zuleia, se acaba el camino de tierra y tus pies se hunden en la grava, piedras pequeñas rocallosas y puntiagudas lastiman tus pies y tus tobillos, pero al menos lo conoces, lo practicaste mucho durante tu adiestramiento. De pronto Yoha y Nuria clavan el freno, casi te caes de espalda, os dicen que es “otra sorpresa”, durante un kilómetro habéis de arrastrar el sulkie con las ruedas frenadas. Te coges con fuerza a las barras donde están atadas tus muñecas, tensas tus piernas, clavas aún más tus pies en el suelo, y arrastras unos pocos centímetros el vehículo, Yoha azota a Zuleia, también ella tensa sus músculos, grita y llora mientras arrastra su vehículo. El látigo no cesa, os castiga, os tortura, avanzáis lentamente, es imposible seguir, estás vencida, hundida, dejas caer tus brazos, te arrodillas, mientras niegas con la cabeza. Nuria no puede salir del sulkie, si lo hace os eliminan, así que tras pensar durante unos segundos, se pone de pie en una de las barras, con el tacón de su bota pisa tu mano, se agarra a los correajes de tu hombro, con la otra mano tira tu cabellera hacia atrás y te abofetea, la miras, ella te grita, te insulta, te dice que ya sabes que has de decir, ya sabes cómo rendirte y pasarte otros veinte años llorando por una herradura que no mereces, enfadada la miras, intentas mover tu cabeza, pero ella no te suelta, te grita que digas la palabra, tu muerdes tu bocado y niegas con la cabeza, te azota los pechos, una y otra vez, tiemblas cuando acierta de lleno en tu pezón, te grita que digas “vainilla”, tu escupes en tu boca abierta, gruñes, chillas y sigues negando con la cabeza, te lanzas hacia adelante, casi la tiras, pero consigue volver a su asiento, tu instinto, tu desesperación puede más que tu dolor, Zuleia te lleva unos 100 metros de ventaja, las ruedas arrastran las piedras, tensas tus muñecas, tus brazos, todo tu cuerpo. Las correas se clavan en tus hombros y en tus pechos, tus músculos se marcan en tus patas, oyes como Nuria te azota, te insulta, te dice una y otra vez esta palabra que no piensas decir, con todo ello consigue sacar de ti, esta fuerza desesperada, este instinto irracional que te hace caminar un paso, y otro, tu coño hinchado, tus muslos ensangrentados, tus pies llenos de cortes, tus pechos azotados, el sudor bañando en sal todas tus heridas, pero solo miras el sulkie de Zuleia, solo ves cómo te acercas a ella, como recortas esta distancia que te lleva. No dejaras que ella te venza, ni Nuria, ni yo, ni nadie decidirá por ti, aguantaras, resistirás y reventarás antes que rendirte.
De pie en el sulkie, con la fusta en la mano Nuria sonríe, por un momento pensó que todo había acabado y ahora sabe que nadie te va a ganar y mientras azota tus costados, tú escupes, gritas, ruges, clavas tus patas y oyes como las ruedas siguen arrastrándose tras de ti.
(Continuará)