Hola lectores y lectoras que me seguís, muchas gracias.
Hoy os traigo una fantasía, casi real, basada en un sueño de una amiga.
Estábamos en la casa de una amiga, una casona grande, de esas antiguas, con un jardín enorme. Ahí celebrábamos una pequeña fiesta, ya que era su cumpleaños, ella estaba vestida con una falda larga y una camiseta de tirantes ya que hacía calor, ropa interior era un conjunto blanco de encaje que se había comprado nuevo.
Ese día empezamos tonteando y bueno, alcohol no había ya que nuestra amiga era abstenía y nadie podía beber alcohol, solo había refrescos y pequeños sándwich y platitos con “chuches”, lo típico. Según estábamos bailando yo me empecé a calentar, me ponía detrás tuya y acercaba demasiado mi paquete contra tu culo, o me ponía delante y disimulando te tocaba los pechos, los cuales no tardaron en endurecerse, te encanta que te toquen, que te provoquen… Por lo que ya tu interior pedía más y en una de estas me tocaste, disimulando, ante los demás, la zona justo por debajo de mi ombligo, en esa acción ya pudiste ver que mi paquete estaba erecto por lo que te acercaste a mi oreja y me susurraste: vamos a la casona.
La casona era una casa, no solo antigua, sino que estaba en ruinas, debería llevar años cerrada y solo la abrió para hacer la fiestas. Allí íbamos a liarnos, tocarnos y si podíamos follar.
Para disimular ante la gente salí el primero y luego a los 5 min ella. Yo estaba a la entrada de la casona fumando esperándote, cuando te vi, te agarre la mano, tiré el cigarrillo y subimos a la parte de arriba que es donde se iba a tener más intimidad.
La casona estaba en ruinas, pero todavía mantenía el esqueleto y quitando el polvo y algunos escombros estaba bien, en la parte de arriba había varias habitaciones con colchones y algunos palets apilados.
Nos metimos en una de estas habitaciones y obvio que íbamos a follar, primero nos empezamos a magrear con besos y tocamientos, ella rápidamente me desabrocho el cinturón y los botones del pantalón, saqueando así, mi miembro erecto y se me empezó a masturbar mientras yo hacía lo mismo, subiéndole la falda, retirando un poco su tanga, empecé a jugar con mis dedos, ella estaba muy pero que muy mojada, así que prosiguió con los pasos habituales, se puso en cuclillas y empezó a metérsela en la boca, a jugar con la punta de su lengua, le gustaba, el ritmo frenético lo indicaba.
Empezó metiéndose mi miembro, venoso, en la boca mientras me la seguía meneando, de vez en cuando se la sacaba y me pasaba la lengua desde la punta hasta los testículos, lo hizo un par de veces hasta que mientras me la meneaba empezó a lamerme como perra en celo los testículos, yo solo suspiraba soltando algunas frases como: Si niña así, que bien lo haces, lo que a ti me excitaba más y más. Tanto que según estabas en cuclillas empezaste a masturbarte tú también.
Te levantaste y te apoyaste en los palets y yo fui detrás y te levanté la falda, acto seguido y en un arrebato de pasión, arranqué tu tanga, y me dispuse lamer todo aquel sexo depilado, donde mis dedos habían resbalado antes, entre tu humedad y la falta de vello. Mi lengua pasaba por tu rajita, sin parar intentando entrar, acariciando tu clítoris. Unos de mis dedos te penetraban, mi lengua se movía en círculos en tu clítoris y mi otra mano se había metido entre tu camiseta acariciando tus pechos.
Tus gemidos se oían por toda la casona en ruinas y cada vez te movías más delante de mi cara. Tanto era el placer que agarraste mi cabeza y empezaste a correrte con la excitación de mi juego de lengua.
Seguí un poco más moviendo mi lengua en esa zona hasta que me levanté y empecé a lamer tus pezones duros, a comerte la boca con el sabor aun de ti. Era tal la pasión que me pedias que te penetrara, que no podías aguantar más, al igual que yo.
Me paraste en seco y me dijiste que me pusiera el preservativo, te conteste que no llevaba encima y tu bolso estaba en el jardín donde estaban celebrando el cumpleaños de nuestra amiga, la verdad es que ninguno queríamos correr riesgos y lo único que se nos ocurrió es hacer un anal.
Tras reflexionarlo algunos minutos me dijiste que, si sabía hacerlo por detrás, por el culo, yo alguna experiencia había tenido antes, así que acto seguido te di la vuelta, te volví a levantar la falda y yo me puse a empezar con los preliminares para dilatarlo un poco. Jugaba con mis dedos, te daba algún azote, acariciaba tus nalgas, te pasa mis manos por todo el cuerpo para relajarte, dejaba caer saliva de vez en cuando para ir introduciendo muy poco a poco la yema de uno de mis dedos.
Yo agarraba mi miembro para empezar a penetrarte, intentaba meterla, pero no entraba y te dolía muchísimo, por lo que me agaché y escupí en tu ano y acto seguido lo volví a intentar. Empezó a entrar, más que dolor era escozor, pero ya estaba casi dentro por lo que aguantaste el dolor y te secaba algunas lágrimas.
El pene entró entero, el dolor persistía y mucho por lo que le dijiste que esperara a que el dolor pasase un poco, así cuando pasó un poco el dolor (tu culo se empezaba a dilatar) empezaste tú con los movimientos suaves, no querías que lo hiciese yo, ya que si ya te dolía si yo empezaba las embestidas ibas a sufrir y mucho. Así estuvimos varios minutos y yo entendí el mensaje. Tu culo empezó ya a hacerse a mi miembro, por lo que paraste de moverte y me dijiste que empezara, pero con mucho cuidado y así hizo los primeros 30 segundos. Dios que dolor gritaba.
Para no más, me haces mucho daño, para hijo de puta, no quiero más, me duele mucho, obviamente yo controlaba, hacía caso omiso y las embestidas iban a más, sabía que te acabarías acostumbrando. Te cogía de las caderas y empujaba más y más, mis testículos golpeándote. Al cabo de un minuto empezaste a gozar, los gritos de dolor acabaron siendo gemidos de placer, dejarías que terminase. Estuvimos una media hora follando, bueno destrozándote.
Joder, cabrón como aguantas hay detrás, me decías, mientras solo pensabas en que me corriera ya. Empecé a subir el ritmo, las embestidas más y más fuertes tú no podías aguatar los gemidos, te volviste a correr mientras mis dedos pellizcaban tus pezones, tus fluidos caían por tus muslos, hasta las rodillas. Yo tampoco aguante mucho más y saque mi miembro de ti, para con unos simples meneos, derramar toda mi leche sobre tus nalgas y parte de la espalda.
Caí exhausto sobre tu espalda, besando tu cuello mientras acariciaba tus pechos. Acto seguido nos empezamos a besar, a comernos la boca con pasión y a vestirnos un poco.
No teníamos con que limpiar tu espalda así que agarre el tanga roto y con eso te limpie. Volviendo a la fiesta casi no podías andar, era una sensación rara, pero sabias que después de las lágrimas, el dolor y los primeros 30 segundos, el placer fue inmenso y me dijiste que lo volverías a repetir.
Muchas gracias por leerme, siento si los relatos son cortos, espero que os gusten y los disfrutéis, de nuevo gracias por el apoyo.