Me llamo Marisol y tengo 38 años, necesito contarle lo que me está pasando a alguien y no he encontrado mejor lugar que este, lo que voy a relatarles comenzó hace un par de meses, mi vida era bastante rutinaria, me casé con 22 años, muy poco después de terminar mis estudios universitarios.
Tengo 2 hijos, Manuel como su padre tiene 16 años y Jorge tiene 13, vivimos en una de las mejores zonas y mi esposo a día de hoy es el jefe del bufete de su padre que le dejo al mando de todo cuando se jubiló hace 5 años, yo siempre he sido una mujer bastante conservadora y apenas salgo de casa sin mi esposo y mis hijos, tengo varias amigas, 2 de ellas divorciadas que siempre andan de un lado a otro, saliendo de marcha y demás pero yo siempre he considerado que me debo a mi esposo y mis hijos y además no creo que tenga ya edad para según que cosas.
Empecé a ir al gimnasio hace ya mas de 10 años, al principio iba sola pero varias de mis amigas se fueron animando y a día de hoy solemos ir 4 amigas todas las mañanas, gracias al gimnasio me encuentro en bastante buena forma y aunque este feo decirlo considero que aparento menos edad de la que tengo, soy morenita de pelo largo, mido 1,70, 110 de pecho, de echo de joven mi pecho me acomplejaba ya que era bastante grande aunque gracias al gimnasio he conseguido que se mantenga mas erguido de lo que esperaba a mi edad. Tengo piernas grandes y un par de nalgas que ponen al 100 a cualquier hombre que las vea, grandes y redonditas.
Un día hace 2 meses estaba en el gimnasio con mis amigas cuando me fijé que todas no dejaban de mirar hacia una zona del gimnasio haciendo comentarios del tipo
"Hay que ver como está el niño"
"Yo le iba a enseñar unas cuantas cosillas"
Cuando me acerqué pude ver que estaban mirando hacia la zona de musculación donde a esas horas solo había un joven con camiseta de tirantes haciendo pesas, la verdad es que el muchacho estaba bastante bien y me lleve una sorpresa increíble cuando el joven que estaba de espaldas se dio la vuelta y se nos quedó mirando a las 4, rápidamente todas disimulamos y miramos para otro lado como si estuviéramos haciendo nuestros ejercicios habituales, yo iba a subirme en la bicicleta estática cuando escuche la voz de un chico detrás mía.
¿Marisol eres tú?
Esa voz me sonaba y cuando me di la vuelta me puse roja como un tomate al darme cuenta de que el muchacho al que mis amigas y yo habíamos estado mirando no era otro que Héctor, un amigo de mi hijo Manuel desde el colegio, era un poco macarra y aunque le había visto crecer mi hijo había perdido contacto con el cuando nos trasladamos de barrio, era 3 años mayor que mi hijo y dejó los estudios para ponerse a trabajar con su padre de albañil así que la última vez que le había visto hacia fácilmente mas de un año y de espaldas no le había reconocido pues la verdad es que había cambiado bastante, era mas alto de lo que le recordaba y el joven que yo recordaba era un niño como mi hijo y el que tenía enfrente era un hombretón de 19 años.
"Vaya Héctor cuanto tiempo sin verte" acerté a decir
Se acercó a darme un par de besos y pude notar su pecho fuerte cuando me dio un abrazo, me contó que había empezado hacia poco en ese gimnasio porque el del barrio había cerrado hacía 3 meses y aunque ese estaba bastante lejos de su casa era de los mejores de la ciudad, estuve hablando unos 5 minutos con el hasta que me dijo que tenía que ir a ducharse porque ya llegaba tarde al trabajo, nos dimos otros 2 besos y en cuanto salió de la sala en dirección a los vestuarios mis amigas se acercaron a mi.
"¿Conoces a ese chulazo?"
"Que calladito te lo tenías, vaya amigos que tienes"
"No digáis tonterías, es un amigo de mi hijo, le conozco desde que era un niño de teta" les conteste yo.
"Pues a las tetas es precisamente donde no dejaba de mirarte tonta"
"¿Os habéis vuelto locas?, si es un crío yo soy la madre de su amigo, lo que os pasa es que estáis muy salidas y veis lo que no hay"
Tuve que aguantar sus comentarios jocosos durante toda la mañana hasta que nos fuimos del gimnasio, me olvidé por completo de Héctor hasta que al día siguiente me lo volví a encontrar en el gimnasio, fui sola porque mis amigas no pudieron venir y Héctor hizo varios de los ejercicios conmigo, estuvimos hablando bastante rato de su trabajo, de mi hijo, del tiempo que no nos veíamos hasta que fue la hora de irnos a duchar para irnos a casa.
Acaba de salir de la ducha cuando escuche la voz de Héctor
"¿Marisol estas ahí?"
"Si, que pasa"
"Se me ha olvidado el champú en casa, ¿puedes prestarme el tuyo?"
"Espera ahora salgo"
Me acerque a la puerta del vestuario y al abrirla me encontré con Héctor de frente, llevaba solo una toalla anudada a la cintura y no pude dejar de fijarme que el cuerpo era muy distinto al de mi esposo, aparte de guapo tenía un torso perfecto con unos abdominales marcados y unos brazos fuertes, le lancé el champú desde la puerta sin darme cuenta de que sus manos estaban sujetando la toalla que llevaba puesta, al ver como el bote de champú se acercaba hacia el levanto las manos para agarrarlo y al mismo tiempo que lo atrapó la toalla que llevaba puesta se deslizó hasta el suelo quedando completamente desnudo.
De un modo inconsciente no pude dejar de fijarme en su anatomía y centrar mi vista en su aparato que aunque en estado de reposo me pareció bastante grande, Héctor agarro la toalla y se la puso en el hombro.
"Lo siento mucho dije yo, no pretendía…"
"No pasa nada Marisol, tampoco has visto nada que no hubieras visto cuando de pequeño iba a bañarme a vuestra piscina"
"Si, pero es bastante más grande que entonces"
Cuando me di cuenta de lo que había dicho casi me muero de vergüenza, noté como un calor subía por todo mi cuerpo y me debí poner mas roja que un tomate, sin darme cuenta había hecho un comentario sobre la polla de Héctor, me di la vuelta de inmediato y volví a meterme en mi vestuario acertando solo a escuchar como Héctor me daba las gracias por el champú.
Cuando salí pensaba irme a casa sin encontrarme con Héctor, que se quedara con mi champú, lo último que quería en ese momento era encontrármelo, me moría de la vergüenza, al salir del gimnasio me encontré en la puerta con Héctor.
"Te estaba esperando para darte el champú Marisol"
"No, no, hacía falta" respondí yo
"Te invito a tomar un refresco antes de que te vayas a casa"
Iba a negarme pero antes de contestar Héctor me agarró de la mano y emprendió rumbo a la cafetería de enfrente de nuestro gimnasio, allí me invitó a un refresco, Héctor llevaba unas gafas de sol y vestía una camiseta roja ajustada y unos vaqueros que marcaban su anatomía, yo llevaba un vestido corto que enseñaba mis piernas y mi escote y cada vez me estaba poniendo mas nerviosa sobre todo porque aunque no se quitó las gafas de sol me daba la impresión de que no dejaba de mirarme el escote durante todo el rato.
Cuando se levantó a pagar se acercó y me dijo que el vestido que llevaba puesto me sentaba fenomenal lo que me hizo confirmar que no había perdido de vista mi cuerpo durante nuestra charla en la cafetería, aunque me parecía imposible estaba empezando a pensar que ese chico coqueteaba conmigo, nos despedimos al salir de la cafetería y me fui para casa, al día siguiente no fui al gimnasio y apenas me acorde de Héctor.
Al día siguiente era sábado y los fines de semana no íbamos al gimnasio, mi esposo estaba fuera de la ciudad por motivos de trabajo así que le di a nuestra asistenta el día libre porque pensé en comprar algo de comida preparada para mis 2 hijos y para mi.
A eso de la 13:00 termine de ducharme, me sequé y salí del cuarto de baño en dirección a mi habitación sin nada cubriéndome ya que mis hijos estaban en la planta de abajo, iba a abrir la puerta de mi dormitorio cuando se abrió la puerta de la habitación de mi hijo Manuel, me quedé de piedra al ver a Héctor, me vio desnuda durante un par de segundos, hasta que entre en mi habitación rápidamente, a través de la puerta de mi habitación le dije.
"¿Qué haces tú aquí Héctor?"
"Manu me ha invitado a comer, ayer le llamé porque hacía mucho que no nos veíamos y me invitó a comer"
"No me había dicho nada respondí yo muy nerviosa por lo que había ocurrido"
"Pues no sé, llevo aquí unos 15 minutos, he subido a la habitación de Manu y he cogido un juego para la consola"
"Muy bien, ahora bajo yo" contesté yo
Estaba en mi habitación, iba a vestirme cuando me miré al espejo, estaba roja y pude escuchar mi propia respiración, para mi sorpresa pude ver como mis pezones estaban duros como piedras, al tocarme uno de ellos noté un escalofrío. No podía creerlo, que Héctor me viera desnuda me había puesto caliente, me pasé un dedo por mi vagina y no pude reprimir unas ganas locas de masturbarme, algo que no hacía desde bastantes años y que en realidad solo había practicado 3 o 4 veces en parte seguramente por mi educación conservadora, pero aquella vez no pude reprimir las ganas de tocarme y mientras lo hacía no pude dejar de pensar en el cuerpo del amigo de mi hijo completamente desnudo.
Cuando bajé mis 2 hijos y Héctor estaban jugando a la consola, Manuel me contó que había invitado a comer a Héctor y que se le había olvidado decírmelo, le dije que llamara a la pizzería y encargara 3 pizzas para comer mientras yo iba a poner la mesa a la cocina.
Estaba poniendo la mesa cuando Héctor entró en la cocina
"He venido a ayudarte preciosa"
Héctor comenzó a poner los cubiertos en la mesa cuando me soltó un comentario que me dejo helada
"El vestido que te has puesto es muy bonito pero estabas mejor como te he visto arriba"
Noté como volvía a ponerme colorada y no dije absolutamente tratando de actuar con normalidad mientras seguía poniendo la mesa, estaba poniendo los vasos cuando noté a Héctor detrás de mi, se pegó a mi culo mientras dejaba una jarra de agua en la mesa, me di la vuelta muy nerviosa y en cuanto lo hice me quedé a escasos centímetros de Héctor, se acercó aún más a mi y me dio un beso en los labios, atónita le separé de un empujón y le dije si se había vuelto loco.
"No te hagas la tonta Marisol, vi como me mirabais el otro día en el gimnasio tus amigas y tú, como te quedaste embobada mirándome la polla cuando me viste desnudo en la puerta del vestuario, sé que te gusto"
"No digas tonterías, solo eres un crío repotente" respondí
"Un crío con una buena polla como tú me dijiste el otro día"
Yo me limité a quedarme quieta contra la mesa sin saber que hacer lo que fue aprovechado por Héctor para bajarse hasta los tobillos el pantalón que llevaba puesto.
"Dime que te parece mi polla, el otro día no la viste en todo su esplendor"
Inconscientemente no pude evitar mirar su polla que en esta ocasión estaba dura como una barra de hierro, apuntaba directamente hacia mi, solo había visto la polla de mi esposo en erección y la que tenía Héctor era mucho más grande, se veía de unos 25 cm, además tenía unos huevos bastante grandes y sin ningún pelo en ellos.
"Súbete los pantalones, mis hijos están en el salón, te has vuelto loco, soy la madre de tu amigo"
Héctor no dijo nada, solo se acercó hasta mi, me agarró por la cintura, me separó las piernas y se apretujó contra mi sentándome en la mesa de la cocina, yo traté de empujarle pero Héctor era mucho más fuerte que yo, traté de convencerle de que era una locura, de que mis hijos podían vernos en cualquier momento, pero aquel muchacho estaba fuera de si y comenzó a acariciarme las tetas por encima del vestido, yo evidentemente trataba de separarle sin éxito, incluso pensé en gritar para que mis hijos vinieran a la cocina pero no sabía como iban a reaccionar al ver a su amigo desnudo con las tetas de su madre en sus manos.
Comenzó a besarme sobre los labios, yo no abría mi boca pero al final consiguió meterme su lengua y enrollarla con la mía, comenzó a besarme el cuello al tiempo que me iba quitando los botones del vestido hasta que mis tetas saltaron fuera de él pues no llevaba sujetador y él siguió bajando su cabeza hasta mis tetas, las cuales agarró con fuerza metiendo su cabeza entre ellas, yo creía estar en un sueño y sería ridículo negar que estaba disfrutando con lo que aquel muchacho de 19 años estaba haciendo conmigo, me bajó los tirantes del vestido y enrolló mi vestido a la altura de mi cintura, siguió bajando su cabeza hasta llegar a mis bragas, trató de bajármelas pero yo agarré ambos lados y saqué fuerzas para pedirle que parara.
Héctor me miró y con una sonrisa en sus labios gritó
"Manuel, ven un momento a la cocina que tu madre y yo no encontramos las cocacolas"
Aquello me dejó de piedra, aquel niñato estaba jugando conmigo a su antojo y la sola idea de que mi hijo me viera en aquella situación me hizo soltar mis bragas, ante aquello Héctor me susurró al oído "Eso está mucho mejor" para luego volver a gritar "MANU, déjalo que tu madre y yo ya las encontramos"
Mi hijo solo respondió "Vale colega y date prisa que te quiero volver a ganar antes de comer"
Héctor me bajó las bragas de un solo tirón y las dejó tiradas en el suelo de la cocina
"Tienes el chochete un poco peludillo, la próxima vez quiero que este sin un solo pelito"
Antes de que yo respondiera metió su cara entre mis piernas devorando literalmente mi coño, aquello era nuevo para mi, mi esposo era incluso más conservador que yo y jamás me había comido el coño, de hecho alguna de mis amigas solía gastarme bromas con aquello diciéndome que no sabía lo que me perdía y aquel día comprendí que tenían razón, sin poder evitarlo el gusto que Héctor me estaba dando me fue en aumento y yo estaba desatada, abría las piernas inconscientemente para que pudiera llegar mejor a todos los rincones de mi vagina.
Me estaba dando un gusto fuera de lo normal, sus labios jugaban con mi coño y sus manos pellizcaban mis pezones. Se incorporó de nuevo y colocando su enorme polla frente a mi chochito y pasándola arriba y abajo por mi rajita, intentaba ir metiéndomela, pero con la poca fuerza de voluntad que me quedaba trate una vez mas de separarle de mi
"Basta ya, te lo suplico, no hagas esto"
Él seguía en su empeño acercando su polla lo máximo que podía a mi coño mientras yo no dejaba de tratar de separarle
"Esto es una locura, déjame en paz, no se te ocurra metérmela o gritare"
En ese instante venció mis defensas y me insertó de golpe casi la mitad de su polla al tiempo que me decía
"Venga, grita ahora si quieres y que vengan tus hijos y te vean encima de la mesa de la cocina ensartada por mi polla"
Aquel cabrón seguía con su juego y yo no podía páralo volvió hacia atrás sacando casi por entero su enorme polla, hasta introducírmela por completo. Así permanecimos unos segundos. Sentí un gusto increíble cuando estaba completamente metida y eso que parecía que no me iba a entrar, Héctor me sonrió y comenzó a moverse adelante y atrás metiéndomela con fuerza, hasta que sus grandes huevos chocaban contra mí culo. Su enorme miembro se adaptó a mi mejor de lo que esperaba y aquel cabrón me follaba mucho mejor de lo que jamás había hecho mi santo esposo, no pude evitar comenzar a jadear
"Sii, sii, sii"
Héctor aceleró sus movimientos y por primera vez en mis 38 años de vida supe el significado de la palabra orgasmo, de no haber sido porque Héctor dándose cuenta de lo que pasaba me metió la lengua en mi boca yo habría gritado de placer como una loca y en ese momento, enrollando mi lengua con la del amigo de mi hijo y teniendo un orgasmo maravilloso sentí como un calor inundaba mi vagina, signo inequívoco de que se estaba corriendo dentro de mi. Vació por completo sus bolas y me dejó llenita de leche.
Héctor estuvo unos segundos quieto permaneciendo en mi interior, luego se separó y se subió los pantalones, yo bajé de la mesa como pude y me coloqué el vestido, justo en ese instante mi hijo Manuel entro en la cocina.
"Joder, ¿como tardáis tanto en poner la mesa?, las pizzas ya están aquí"
Aquello me hizo volver a la realidad y contesté que las dejara en la mesa y que avisara a su hermano para comer, en cuanto Manuel salió de la cocina me di cuenta de que Héctor había cogido mis bragas y sonriéndome se las metió en el bolsillo de su pantalón.
Durante la comida Héctor no dejó de mirarme y sonreír aunque mis hijos no se dieron cuenta de nada, yo seguía muy nerviosa, me sentía terriblemente sucia y culpable por lo que había hecho y estaba deseando que mi Héctor se fuera de casa, cuando terminamos de comer Héctor y mis hijos se fueron al salón a jugar otra vez a la consola y yo aproveche para decirles que estaba cansada y que me iba a mi dormitorio a descansar.
Llevaba unos 20 minutos en mi dormitorio dando vueltas sin parar pensando en lo que había ocurrido cuando pude escuchar como la puerta de mi habitación se cerraba, abrí los ojos y vi a Héctor en mi dormitorio.
"Pero, ¿Qué coño haces aquí?" le pregunté asustada y sorprendida
"Tú qué crees putilla, he venido a follarte otra vez"
"De eso nada puta, creías que me iba a conformar con follarte una vez, a ver si te enteras, ahora eres mi puta, te follaré siempre que quiera y tú vas a gozar como no lo has hecho en tu vida" me dijo mientras bajaba sus manos y me agarraba con fuerza de mis nalgas por debajo de mi vestido.
"Veo que no te has puesto bragas desde que te las quité en la cocina, me estabas esperando verdad putita"
Metió varios dedos en mi coño y pudo notar como me tensaba, al sacarlos mojados se rio y me los enseñó.
"Mira zorrita, para hacerte la estrecha estás bastante mojadita"
comenzó a pasar la lengua por toda mi cara, intentaba besarme pero yo mantenía la boca cerrada hasta que volvió a meterme sus dedos y consiguió hacerme gemir, momento que aprovechó para meterme la lengua hasta la campanilla, como había ocurrido en la cocina antes de comer yo cada vez mostraba menos resistencia, dejó de besarme y sacó los dedos de mi coño nuevamente para esta vez bajar los tirantes de mi vestido y comenzar a sacármelo por debajo, esta vez no se conformó con arremangarlo en mi cintura sino que me lo sacó por completo y me dejó totalmente desnuda sobre la cama ante sus ojos.
Lanzó su cabeza contra mis pechos que empezó a chupar y mordisquear con gula, al mismo tiempo con sus manos se bajó un poco los pantalones, pude notar su polla dura contra mis muslos, sacó la cabeza de entre mis tetas y mirándome fijamente y al tiempo que me sonreía guio con su mano derecha hasta mi gruta y me la clavó de un solo golpe hasta el, a esas alturas yo me dejaba hacer, lleve mis manos hasta el culo de Héctor y lo apreté contra mi, aquel muchacho era fuerte como un toro, movía su cadera arriba y abajo penetrándome por completo, me besaba con pasión como si fuéramos 2 jóvenes amantes.
"Dime que quieres que te folle siempre que quiera" me dijo
Yo me negué a responder, bastante humillada me sentía ya dejando que el amigo de mi hijo me follara en mi propia cama de matrimonio a escasos metros de mis hijos, me lo volvió a repetir y yo volvía negarme, en ese instante Héctor se detuvo, se puso de pie y me agarró por la cintura levantándome en brazos, yo solo pude agarrarme a su cuello, en esa posición me la volvió a meter y se encaminó hacia la puerta de mi habitación.
"¿Qué haces?" le pregunte yo
"Te voy a follar así delante de tus hijos"
Abrió la puerta del dormitorio y se encaminó hacia las escaleras, yo traté de bajarme de él pero me tenía agarrada con mucha fuerza, me llevó hasta el comienzo de la escalera con la su polla clavada dentro de mi, estaba a punto de bajarlas cuando le dije lo que quería oír, estaba a punto de llorar como una niña y le susurré al oído
"Está bien, quiero que me folles siempre que quieras"
"Muy bien, así me gusta, pero por no haberlo hecho antes te voy a follar aquí mismo"
Me bajó al suelo y me obligó a apoyar mis manos en la barandilla de la escalera, desde donde estábamos podía ver a mis 2 hijos de espaldas a nosotros en la planta de abajo jugando a la consola.
Héctor se puso detrás mía y agarrándose de mis caderas me la volvió a meter de un solo golpe, yo traté de ahogar mis gemidos y de no ser porque mis hijos tenían la TV bastante alta me hubieran oído, allí mismo a escasos metros de mis hijos, casi delante de ellos Héctor comenzó a follarme otra vez.
"Parece que tus hijos se lo están pasando bien ¿verdad? Pero nosotros nos lo pasamos mucho mejor"
Me seguía bombeando con todo detrás mía, sentía sus enormes bolas chocar contra mis nalgas y su enorme tranca perforándome cuando escuchamos gritar a mi hijo Manuel
"Hectorr"
Héctor respondió sin inmutarse desde arriba y sin dejar de follarme.
"Quee"
"Por qué tardas tanto en pillar el juego coño"
"Es que tu madre me ha pedido que la ayudara con una cosa"
"Joder mama deja de entretener a Héctor"
"Respóndele" me ordenó Héctor.
"Si cariño, tranquilo que ya terminamos" le grité a mi hijo notando como su polla no dejaba de entrar y salir de mi coño
"Yo tengo mucho aguante Mari, si quieres que terminemos ya tendrás que hacer algo para que me corra"
Sabía lo que pensaba aquel cerdo, quería que se la chupara para terminar pero no pensaba hacerlo, solo se la había chupado un par de veces a mi esposo y no me gustó, pero tenía que hacer algo o mi hijo no tardaría en subir a buscar a Héctor.
Me saqué la polla de Héctor del coño y me di la vuelta hacia él, me arrodillé y pude ver como Héctor sonreía pensando que había logrado una nueva victoria pero se sorprendió al ver como no era mi boca lo que tocaba su polla, sabiendo que tenía unas armas importantes aprisioné la polla de Héctor entre mis tetas y comencé a pajearle con ellas.
Héctor me miró sonriente.
"Pensaba en tu boca pero no te voy a decir que me importa que me pajees con esas tetazas"
No tardó mucho, él mismo sabiendo que estaba a punto de correrse se comenzó a pajear furiosamente, yo iba a levantarme pero él me sujetó por la cabeza y me hizo mantenerme debajo de rodillas ante él.
"No tan deprisa que te voy a regar esas tetas"
No había terminado la frase cuando comenzó a correrse encima de mis tetas, hasta 6 chorros de semen impactaron contra mis tetas, unos chorros también impactaron en mis labios y tuve que pasarme su deliciosa corrida, cuando terminó Héctor me dio un beso en la frente se subió los pantalones se fue a la habitación de mi hijo, cogió un juego y bajó las escaleras como si tal cosa mientras yo me iba a mi habitación desnuda y con las tetas llenas de su semen.
Me limpié y me duché, me estaba volviendo totalmente loca, había sido infiel a mi esposo por primera vez en mi vida y además lo había hecho en mi propia casa con mis hijos en ella y con un amigo de mi hijo apenas un par de años mayor que él, pasé el resto de la tarde en mi habitación, ni tan siquiera me atrevía a salir por no encontrarme con Héctor, a eso de las 19:00 noté que llamaban a mi habitación, pensé que sería Héctor pero la voz de mi hijo Manuel al otro lado de la puerta me tranquilizó.
"Mamá ¿puedo pasar?
"Si cariño"
"Hola mamá, quería decirte que nos vamos a dar una vuelta"
"Me parece muy bien cariño"
Pensé que por fin me iba librar de Héctor pero me equivocaba.
"además le he dicho a Héctor que se puede quedar el fin de semana con nosotros mama, hace mucho tiempo que no le veo y tenemos muchas cosas que contarnos, no te importa ¿verdad?"
No sé cuánto tiempo tardé en responder pero aquellos segundos se me hicieron eternos y para mi sorpresa no pude buscar un motivo creíble para decirle a mi hijo que no así que le dije que podía quedarse sin ningún problema.
Cuando Héctor y mis hijos se fueron salí de mi dormitorio y me di una ducha, sin saber lo que me quedaba por vivir en ese fin de semana.
Esperen la segunda parte de mi relato y díganme sus opiniones.