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Mi marido trajo un tipo para que me coja
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Mi marido había acordado con un hombre que conoció en una página de contactos sexuales,  que venga a visitarnos hoy a la tarde, con la intención de hacerme acostar con él y ser testigo de como ese hombre me hacía su hembra en nuestra cama.

A las tres de la tarde puntualmente llamó a nuestra puerta y lo hizo pasar, Quique, mi esposo, me había pedido que me ponga una remera bien escotada que resalten mis pechos y una pollera ajustada, debajo no me puse nada de ropa interior, como siempre hago cuando voy a tener un encuentro sexual.

Primero tomamos un café sentados alrededor de la mesa y conversamos un poco como para distendernos e irnos conociendo, luego de unos minutos en los que José, que así se llamaba nuestra visita y yo nos comíamos con las miradas, fuimos a sentarnos al sillón del living por sugerencia de mi marido, José es un hombre muy atractivo y yo no podía dejar de mirar su boca y sus grandes manos, y él tenía sus ojos puestos en mis pechos.

Nos sentamos en el sillón y como siempre acostumbro en estos casos, soy yo la que da el primer paso y trato de romper el hielo cuando veo que nuestro invitado es muy respetuoso y no toma la iniciativa por pudor o por educación, que por otra parte entiendo que así debe ser, el tercero en estos casos debe saber bien cuál es su lugar y esperar el momento, en el que la mujer le dé su espacio.

Así que al observar que no dejaba de mirarme las tetas le pregunté si le gustaba lo que estaba viendo, y antes de que me conteste, me levanté la remera y dejé mis tetas totalmente al descubierto ante su vista , se le iluminaron los ojos, y supongo que instintivamente comenzó a rozar muy delicada y suavemente mis pezones que por supuesto, estaban ya reduritos y apeteciblemente erectos, los toco con tanta suavidad que sentí como electricidad en mis pechos, me fascinó que sea tan suave y no me demuestre apuro, inmediatamente no pude resistir la tentación de palpar su pene que ya se notaba duro a través del pantalón, nos miramos fijamente a los ojos mientras ambos investigábamos el cuerpo del otro y nos besamos lenta y apasionadamente ante la atenta mirada de mi marido, entonces le dije…

– me gusta que no tengas apuro, y se te nota grande ahí abajo.

Fue entonces cuando José me dijo…

– quiero verte desnuda.

– y yo también a vos.

Le respondí, entonces al fin tomó la iniciativa y tomándome de una mano, me dijo…

– Vamos a tu cama.

Obviamente me puse de pie y le indiqué donde estaba nuestro dormitorio y le dije…

– vamos los tres, papi.

– por supuesto, vine a cogerte delante de tu marido.

Caminamos de la mano a nuestro cuarto y mi marido Quique vino detrás nuestro, entramos a la habitación y sin sacamos los ojos de encima, los dos nos terminamos de quitar la ropa, yo no tenía mucha, así que en segundos estaba totalmente desnuda y él, ahora si se apuró y se paró a los pies de la cama mostrándome su cuerpo casi perfecto, musculoso, delgado y con un pene divino que le colgaba entre las piernas y supe después que medía 19 x 6 y que comenzaba a agrandarse con las caricias que él mismo se estaba dando, preparándose para disfrutarme.

Al ver esa imagen, no dudé y me acosté en el centro esperando que el venga hacia mí, mi marido se acomodó bien pegado de mi lado derecho para no perderse ningún detalle de la cogida que me iba a pegar ese tipo.

Ni bien me acosté y con José todavía parado mirándome extasiado, Quique me dijo…

– abrí bien las piernas nena, que quiero ver como te come la conchita.

Quique me besó en la boca y estiró una mano hacia mi vagina, me la tocó y sintió que ya estaba completamente empapada, mientras frotaba mi clítoris, retiró sus labios de los míos, me miró y me dijo…

– te amo mi vida, no dejes de mirarme.

Le contesté que yo también lo amaba

Y me preparé, sin dejar de mirarlo a los ojos, para que ese hombre me posea, entonces sentí como José tomo uno de mis tobillos, elevo levemente mi pie y se dedicó a chuparme los deditos uno por uno, mientras mi marido me masturbaba y al mismo tiempo besó y lamió mi teta derecha, seguidamente ese hombre hermoso prácticamente se sumergió con su boca en mi concha y la lamió con pasión, creí estar tocando el cielo con las manos, mi marido y ese hombre casi desconocido estaban dándome tanto placer que me estaba derritiendo de la excitación que me embargaba.

Esa sensación duró segundos hasta que José se inclinó subiéndose encima mío y se acomodó entre mis piernas abiertas sin dejar de mirar fijamente mi conchita carnosa y absolutamente depilada, tomé mis labios vaginales separándolos bien, ofreciéndole un paisaje que ningún hombre puede despreciar, entonces mi marido ayudó a que concretemos nuestra mejor fantasía, y dijo…

– vamos José, mira bien que caramelito te vas a comer y vos nena, mírame a los ojos mientras él te coge.

Entonces se dispuso a penetrarme y apoyo la cabeza de su glande en la entrada de mi concha, la mano de Quique había dejado su lugar al pene de José y se estaba ocupando de meter dos dedos en mi ano mientras mi nuevo amante estaba ya dentro mío haciéndome suya, mi marido al ver como yo gozaba con esa poronga divina que me estaba comiendo entera, y sus dedos penetrándome el culo, casi que me exigió que lo mire a él a los ojos y le muestre mi placer sin retaceos, fue entonces cuando le dije…

– mira amor, ¿te gusta ver como se están cogiendo a tu mujercita?

José al escuchar eso se excitó aún más y empezó a darme pijazos con más fuerza, comencé a gemir y gritar como una perra y entonces Quique me gritó desaforado

– goza puta, mostrame como disfrutas, ¿te gusta cómo te coge? Que puta sos perra, contame como te gusta esa verga.

– ay mi amor que divino papi, que bien me coge, me vuelve loca, que pija divina tiene, ay mi vida que placer me da, mira bien como me coge, soy tu puta papi.

En ese instante y sin dejar de mirar a mi marido fijamente como él me lo pidió, sentí como José me pegaba una de las cogidas más memorables que me dieron en mi vida, y entonces sin dejar de verlo a los ojos, comencé a tener un maravilloso orgasmo, entonces mientras gemía y gritaba expresando el placer inmenso que sentía, me dijo…

– que linda puta sos mi amor.

Y entre sollozos de placer y emoción le respondí…

– si mi vida, soy muy puta por vos mi amor.

Y grité, grité y grité que lo amaba, como la mujer más zorra.

Espero que les haya gustado y sigan leyendo mis aventuras.

Laura

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