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Como empezó todo con mamá
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Buenas, escribo este relato para narrar como empezó una relación incestuosa con mi madre que hasta el día de hoy mantenemos.

Mi madre siempre fue una mujer muy independiente, mi padre la engañó cuando era pequeño y desde entonces solo ha tenido citas, pero jamás una nueva pareja formal, por lo poco que hablábamos del tema ella no lo veía necesario.

En el momento que transcurrió el relato, yo tenía 18 años recién cumplidos, era el típico chico en transición a la vida adulta, terminaba el instituto y entraría pronto en la vida universitaria, mi madre tenía 38. Aclaro que mi madre siempre ha sido de contextura delgada, pero en ese entonces dedicaba muchas horas al gimnasio por lo cual había logrado un buen culo, firme y redondo y se había operado las tetas, que para su cuerpo general, eran bastante grandes.

Ella había hecho un curso de masajista y trabajaba de eso, por lo cual, cuando tenía algún dolor por entrenar (jugaba futbol) ella siempre me hacía masajes para tratar de recuperar el musculo y que estuviera bien pronto.

Un día me desperté con un pésimo dolor, supongo que por una mala postura al dormir, pero la cuestión es que no podía moverme mucho, el cuello y la espalda me detonaban.

N: Buen día mama, como estas?

M: Hola hijito, bien y tú? Dormiste hasta tarde hoy.

N: No te creas, estoy despierto desde temprano pero tengo un dolor de cuello y espalda fatal, así que me quede acostado a ver si mejoraba pero nada…

M: Uy! Bueno, luego del almuerzo si quieres te hago unos masajes, ahora debo ir a hacer compras y ocuparme de la casa.

Acepte, termine el desayuno y luego subí a mi habitación.

Pasaron las horas, mi madre volvió y conversamos sobre diferentes cosas mientras almorzábamos, la ayude a lavar los platos y me dijo que subiera a mi habitación, que me recostara en la cama que ya subiría a hacerme los masajes.

M: Hijo, puedo pasar?

N: Si ma.

M: Bueno, vamos a ver que se puede hacer, toma, yo voy a salir, desnúdate y solo tapate el culo con esta toalla.

Hasta ahí nada me sorprendía, pues siempre que me hacía masajes era lo mismo, o al menos me hacía quedarme en ropa interior.

Le avise cuando ya estaba listo y entro.

Comenzó a hacerme masajes, la verdad es que me dolían muchísimo pero era necesario; mas estremecimiento sentí cuando dejó caer el frio aceite en mi espalda para poder hacer mejor su trabajo.

M: Estas bien?

N: Pues la verdad que me encuentro fatal, me duele mucho, pero puedo aguantar.

M: Va, me doy vuelta que ya termine con la espalda, date vuelta y tapate el pene con la toalla.

Mi madre siguió con su trabajo habitual, hasta ahí era todo normal. Comenzó a pasarme el aceite por mi pecho, luego abdomen y finalmente las piernas, hasta que en un momento empecé a sentir que cada vez que subía por mis piernas, muy disimuladamente mis huevos con la punta de sus dedos.

Me pareció algo atónito, hasta pensé que claramente esa no era su intención, pero como todo adolescente pre-adulto, que una mujer te acaricie los huevos tiene sus consecuencias… Empecé a sentir que se me estaba poniendo dura, así que cerré los ojos en busca de algún pensamiento asqueroso para poder bajar la erección.

Mi mayor sorpresa fue cuando sentí que me quitaron la toalla y me agarraron la verga, abrí los ojos atónitamente y mire a mi madre que tenía la vista perdida en mi verga.

M: Pe… Perdón…

No supe que responder, solo la mire.

M: Es que vi la silueta bajo la toalla y pues, me tentó… Al termino de decir eso, comenzó un lento sube y baja en mi verga, no lo podía creer mi madre me estaba haciendo una autentica paja.

Aun congelado por la situación, mis ojos se desviaron a sus tetas, que empezaban a moverse al ritmo de su brazo, al darse cuenta de esto mi madre.

M: Que pasa hijo? Te gustan las tetas de mama?

Seguía sin poder soltar una sola palabra, no sabía si estaba soñando o era real, aunque claramente era real.

M: ¿Hace cuantos años trabajo como masajista? ¿Recuerdas?

N: N… No mama, pero por lo menos unos 5.

M: 8, hijito, y sabes que esto es parte de mi trabajo? He masturbado a un sin fin de hombres, ya ni recuerdo cuantas vergas pasaron entre mis manos -me dijo entre risas tímidas.

Que mi madre se me estuviera confesando de que en su trabajo pajeaba a desconocidos me provoco un morbo enorme, tanto así que se me puso más dura y ella lo noto.

M: Mmm parece que te gusta lo que te dice mama, no? Esto está mal, pero la tenés muy grande y la tentación fue más fuerte que mi moral.

N: Si, me gustan tus tetas, por la pregunta de antes -le dije algo tímido, sin dejar de ver como su mano recorría mi verga con el amor que solamente una madre podría hacerlo.

Se rio, me soltó la verga y se quitó la remera.

M: Así seguro que te gusta más hijito.

Volvió a agarrármela y esta vez comenzó una paja violenta, como las que seguro les hacía a sus clientes.

No podía dejar de ver sus tetas, que ahora libres, se sacudían para todos lados debido a la velocidad con la que me pajeaba.

N: Ma… Mama estoy por venirme, no voy a aguantar mucho más.

M: Oh hijito, espera.

Me soltó la verga, se arrodillo junto a mi cama y me pidió que me pusiera de pie frente a ella.

M: Pajéate, sigue tu la paja, quiero ver como mi hijo se pajea.

Empecé una paja veloz, a un ritmo que nunca antes había tenido, sentía que explotaba.

N: Aaa aaa mama estoy por venirme, aaa

M: Si, vente mi bebe, dame tu lechita, damela

N: Siii, quiero dártela aa a aa

M: Si hijito, suéltala, dame tu leche, vamos, dásela a tu mam…

No termino su frase porque explote en una venida como nunca había tenido, mire a mi madre mientras me corría; su cara, boca y pechos no paraban de recibir numerosas y contundentes descargas de semen que no paraban de salir de mi verga, fue tanto el placer que al terminar me deje caer hacia atrás sobre mi cama con los ojos cerrados mientras mi verga daba sus últimos estamos sobre mi abdomen y soltaba las ultimas gotas, abrí los ojos cuando sentí una lengua recorriendo mi verga ya exhausta, mi madre, con su cara llena de leche me le estaba chupando.

M: No hay que desperdiciar nada -una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Así fue como mi madre me inició en el mundo del incesto, luego publicaré más detalles de las otras experiencias que he tenido con ella.

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