Esta vez como en las últimas tres semanas, mi marido me llevó a la casa de Juan, este hombre desde aquel día que contactó a mi esposo, lo convenció para que me deje en su casa y me entregue a cambio de dinero.
O sea que se puede decir que mi marido me hizo prostituir, en realidad hace tiempo que practicamos el estilo de vida cuckold que ambos disfrutamos, a él le gusta verme teniendo sexo con otros hombres y a mi me fascina que me vea.
Lo hacemos hace tiempo, hace unas semanas como dije, apareció este hombre Juan, que le ofreció a Quique dinero para que me lleve a su casa y me entregue, aclarando que sabía bien que yo no era una prostituta profesional, nunca lo hice por plata y ni se me cruzaba por la cabeza, estoy casada, tengo hijos y solo disfruto del sexo como cualquier mujer o quizás un poco más que algunas.
El morbo de Juan pasa por hacer sentir a una mujer común y corriente, lo que siente una mujer cuando vende su cuerpo, está consiente que podría acostarme con él gratis, es un hombre maduro, tiene 63 años, pero un físico envidiable y muy bien dotado, además es muy atractivo y con una personalidad atrapante, algo dominante pero eso también tiene su encanto para mí.
También está claro que podría contratar a una puta profesional, recursos económicos le sobran, pero su fantasía es prostituir una señora casada atractiva con buen cuerpo y si es madre muchísimo mejor.
Digamos que reúno todas las condiciones y tengo un marido permisivo que se prende en estas locuras, para mi es la primera vez que lo hago con dinero de por medio, el pago es real, podría ser ficticio pero Juan, al que no le hace mella ninguna cifra, quiere pagar de verdad para darle mayor realismo, y bueno para mi también transforma esto en un juego distinto.
No puedo negar que me entusiasmó desde el principio participar de esta fantasía, a pesar de que nunca lo hice, sentirme una prostituta me excita muchísimo. Las dos primeras ocasiones lo hice con Juan a solas y la tercera con mi marido de testigo, su morbo es humillarme constantemente acusándome de ser una puta barata y hacer que mi marido nos vea, fue también para denigrarlo a él.
Esta vez la cosa fue más lejos, no solo me utilizó como su puta personal sino que también se convirtió en mi proxeneta y me entrego a 4 amigos que le pagaron por mis servicios.
Después de prepararme mentalmente para enfrentar este desafío, llego el día en el que Quique, mi marido debía llevarme y dejarme en casa de Juan, que sería el prostíbulo donde tenía que atender a mis clientes.
Casi sin pensarlo me puse un vestido negro escotado y ropa interior toda negra, a pesar del calor Juan me pidió que me ponga medias de nylon con portaligas y un conjunto de corpiño y tanga rutera, abierta en la entrepierna supongo que por si alguno quería cogerme con la tanga puesta.
Había arreglado en principio que no permitiría el sexo anal, Juan es muy dotado, demasiado diría y en las dos visitas que me lo hizo me dejó destruida, pero dije en principio porque esa restricción será para los tres primeros tipos que pasen conmigo a la habitación, el cuarto que es un chico jovencito y de pene pequeño ofreció más dinero por mi cola prometiendo no lastimarme.
Así fue que mi marido me llevó el sábado a la noche y al recibirnos Juan le pidió en la puerta que me deje y se vaya, en los anteriores encuentros, lo había hecho pasar y hasta lo hizo desnudarme para luego tener que irse con esa imagen de su mujer desnuda y desprotegida, nunca en nuestros juegos de cuckold mi marido me había dejado sola con un tipo.
Éste es el único hombre con el que he tenido sexo sin Quique mirando y cuidándome.
Me hizo pasar y y en el living estaban tres tipos, al contrario de lo que yo esperaba no eran tan desagradables, yo pensaba al imaginarlos que serían gente muy mayor, dada la edad del anfitrión y por el morbo de este degenerado se me había ocurrido que me haría acostar con tres decrépitos desagradables y hasta quizás excedidos de peso, por el contrario, eran tres hombres de mediana edad promediando los 45 y de físicos normales, no de gym pero normales, quizás alguno podía tener unos kilos de más pero nada que pudiera ponerme muy incómoda.
Me llevo ante ellos e hizo que me vieran bien mientras él me besó y comenzó a quitarme el vestido, me dejó en ropa interior y dejó que los tipos observen, luego me dijo que suba a la habitación y los espere desnuda.
No demoró mucho el primero en subir y entrar, hablamos un par de palabras y pronto se metió en la cama conmigo, obviamente me pidió que se la chupe sin mucho preámbulo, en estos casos no se estila ningún juego previo, se acostó a mi lado y tomándome de la parte de atrás de mi cabeza suavemente trató de llevar mi boca a su pija, claro que no me negué, tenia que hacerlo excitar y su miembro estaba todavía flácido, así que lami sus testículos y acaricié su pene que casi de inmediato respondió empezando a ponerse duro, no era de los grandes, más bien era pequeño enseguida le pedí que se coloque un condón lo que irremediablemente significaba que ya era momento de que me penetre.
Lo hizo y me puse en la cama apoyando mi espalda en ella me abrí de piernas de frente a él y le pedí que venga hacia mí y me la ponga, o era muy tímido o estaba muy cohibido y tuve que prácticamente guiarlo, yo no estaba todavía muy excitada y tuve que pasar mis dedos por mi lengua para llevar un poco de saliva a mi vagina y lubricarme para que pueda penetrarme, de todos modos él previendo eso había hecho lo mismo salivando su miembro.
Acto seguido apoyo el glande en el borde de mi vagina y empezó a entrar, levante bien las piernas e hice que enseguida me penetre y lo apreté poniendo mis manos en su cintura y empujándolo hacia mi, pronto sentí que estaba todo adentro mío y bajé nuevamente las piernas, empecé a gemirle al oído y lamer el lóbulo de la oreja derecha, comencé a hacer movimientos envolventes con mi pubis al tiempo que le decía
– vamos corazón, cogeme mi amor, cogeme bien cogida, dámela toda papi, sacate bien las ganas, dámela fuerte bebé.
Y cuando sentí e intuí que el tipo estaba por venirse…
– Dale papi dámela, dame toda la lechita mi amor.
Y entonces empezó a gritar que se venía y que no podía más y comenzó a tener como espasmos evidenciando que estaba largando toda su leche en el forrito dentro de mi concha.
Lo acaricié un poco para hacerlo sentir bien, entendí que él hubiera querido durar bastante más pero la verdad que yo había logrado lo que quería, hacerlo acabar en el menor tiempo posible, el tipo no estaba mal pero solo lo vi y lo trate como un cliente, estaba mentalizada en mi papel de prostituta y no había ido ahí a gozar, por supuesto que iba a tratar de pasar el momento lo mejor posible, pero tampoco quería quedarme a vivir con esos tipos que en el fondo me daban una mezcla de pena y ternura, con una pizca de asquito.
El arreglo era que los encuentros con cada uno en la cama iban a ser individuales, pero no obstante podían entrar los demás a mirar, el primero pidió entrar solo porque estaba muy nervioso, era un tipo de más de 50 años y vaya a saber qué historia personal tenía que estaba tan retraído, yo no soy psicóloga y no era mi función tratarlo, solo darle un poco de sexo y placer dentro de lo posible.
Solo estuvo Juan bastante alejado de la cama, el dormitorio es bien amplio y hay espacio suficiente para no entorpecer a quien está cogiendo, pero él se quedó adentro, para sacar unas fotos e inmortalizar mi actuación como prostituta y vaya a saber qué hará con esas fotos, no quiero ni saberlo.
Los dos que seguían entraron juntos, la verdad que pensé que eran unos idiotas, a no ser que estuvieran pensando en que me iban a coger los dos juntos, era ridículo que uno fuera testigo del otro ¿que eran hermanitos?
Bueno si, la idea era que a pesar de que les había advertido que la cosa era de a uno, al empezar a coger con el que supuestamente le tocaba, el otro se acercó a mi y comenzó a manosearme, lo hizo tan sutilmente que no quise negarme, además si hay algo que me delira es tener sexo con más de un tipo y me calenté cuando sentí que cuatro manos recorrían mi cuerpo así que lo permití, encima el hijo de puta de Juan no dijo nada y pensé "chau, estos me enfiestan"
Obvio que terminaron cogiéndome los dos juntos, pero como mi cola estaba cerrada por refacciones por lo menos para estos dos, se tuvieron que conformar con ponérmela uno de la manera tradicional digamos y el otro uso mi boca como recipiente, bueno tampoco la pavada, primero el que estaba en posición de misionero duro menos que el aire en una canasta (por no ser guasa) y el otro cuando intuí que estaba por ahogarme en esperma, quite mi boca y deje que derrame la leche en mi pechos.
Por supuesto después de esto fui a darme una ducha, Juan despidió a los tres tipos y se metió en la ducha conmigo, de verdad tuve miedo que me agarre en la ducha toda enjabonada y me viole por el culo, pero me lo perdonó esta vez y me dijo que me arrodille y le haga una mamada hasta que llegue el cuarto chico que ese sí iba a hacerme la cola, y ya estaba establecido así.
Estuve un buen rato lamiendo sus testículos y luego me hizo ahogar introduciendo su verga todo lo que entraba en mi boca, hasta que Juan decidió que ya era suficiente, y por supuesto acabó, hizo que su esperma caiga sobre mí lengua y me saco una foto con mi boca llena de leche que luego me hizo tragar.
Yo pensaba que él iba a hacerme eso mientras el chico me la daba por atrás pero todo lo que imaginé antes fue en vano, casi nada se dio como yo pensaba.
Salimos del baño, tomamos una copa y el chico llegó, yo estaba todavía envuelta en el toallón con el que salí del baño y lo vi al acercarse a saludarme como todo un caballero, me tomó de una mano y muy dulcemente me llevo al cuarto de Juan, claro que él nos siguió, no se lo iba a perder.
Voy a contar algo del jovencito, tendría no más de 25 años y la verdad es que fue una muy agradable sorpresa, era un lindo chico y si me lo hubieran dicho antes, me hubiera dejado coger gratis por él, pero yo ahí estaba como prostituta profesional y no debía salir de mi papel.
Primero me hizo acostar boca abajo y empezó a hurgar en mi ano con sus dedos y dijo…
– que apretadito lo tenés puta, lo tenés precioso, va a ser un placer cogerte este culito divino.
Yo escuché todo lo que me decía sin decir palabra, luego de jugar con un dedo metiéndolo y sacándolo varias veces comencé a gemir y Juan volvió a decirme…
– que puta sos, no podés negar que te gusta que te rompan el culo.
entonces me hizo poner en cuatro y mientras el chico que se llamaba Emanuel, me empezó a penetrar la cola dulcemente, él, que ya estaba presto otra vez con su enorme verga al palo y durísima, (yo no sé qué toma, pero no es difícil de adivinar) me la volvió a hacer chupar y tragar hasta la campanilla.
Juan había traído el balde con hielo en el que mantenía fría una botella de champagne que estábamos tomando, el hijo de puta metió las manos en el agua fría y con ellos tocó mis tetas y me hizo pegar un grito al pellizcarme los pezones con los dedos helados, mientras ese chico me daba una de las mejores sesiones de sexo anal que tuve en mi vida.
A todo esto Emanuel merece un párrafo aparte, es cierto que no es muy dotado, más bien tiene un pene bastante chicuelo, pero suple la falta de dotación con una maestría poco común, pocas veces me hicieron gozar tanto por la cola como este chico lo hizo, digamos que sexualmente hablando, lo amé, fue maravilloso.
El contraste me lo dio Juan que no dejaba de decirme lo puta que soy sin dejar de pellizcar mis pezones y pasarme sus manos heladas por las tetas, esa mezcla de dolor, frío y el placer en mi culo, me estaba volviendo loca y duro todo el tiempo que Emanuel estuvo haciéndome la cola, fueron minutos hermosos y terribles a la vez, hasta que el chico anunció que se venía y me dio unos pijazos con todo hasta que tuvo su orgasmo, al sentir que acababa la saco de golpe, se quitó el condón y derramó su esperma en mi cintura.
Así toda mojada con la leche de ese chico, en mi espalda, Juan me hizo poner de frente a él sobre la cama, me separo las piernas, me lamió la concha por un instante, me miró con una sonrisa cínica, ya he dicho que su verga es de las más grandes que he tenido dentro mío, saco de un cajón ese aparato que tiene, la bomba de vacío para la vagina y me preguntó…
– ¿no acabaste con esos tipos no?
– no, (le respondí).
– bueno, yo te voy a hacer acabar así te vas feliz a tu casa, con esto te voy a dejar hermosa y súper sensible y vas a acabar como la perra que sos.
Entonces me puso ese aparato como un chupete, me succionó la concha, no sé bien cómo explicarlo pero en pocos minutos sentí que la tenía inflamada, y súper excitada, entonces se dispuso a metérmela de golpe y me dijo…
– ahora vas a tener lo que tanto te gusta puta de mierda, te voy a llenar de leche y vas a darme hasta la última gota de tu orgasmo.
Él sabe que a pesar de que lo odio por todo lo que me hace, por su trato despreciativo, sus constantes humillaciones a mi y a mi marido, su sexo me tiene loca, pareciera estar atrapada en una telaraña que ha tejido alrededor mío y de la que no puedo escapar.
Se inclinó penetrándome con todo y me hizo ver las estrellas, pegué un grito casi desgarrador, pero no le importó, su placer radica en ver y sentir mi sufrimiento y agarrándome con fuerza la manos me mantuvo quieta mientras el entraba y salía de mi cuerpo repetidamente y sin respiro, mientras mordía y lamía alternativamente mis pezones hasta que me sacó un orgasmo y el hizo lo mismo acabando sobre mi pubis.
Me miró sonriendo después de hacerlo y dejando esperma en los bordes de mi vagina, dijo…
– al fin acabaste zorra, no podés negar que te gustan los pijazos que te doy putita, después de hoy, ya sos una prostituta completa, voy a organizar varias veladas como la de esta noche, vamos a ver cuántos tipos te aguantas de una sola vez.
No dejó que fuera a lavarme me tuve que vestir así para hacerme sentir más sucia y según sus propias palabras para que le haga oler y lamer a mi marido toda su leche y lo que quede de la de Emanuel, así que llorando en silencio, me puse el vestido y la tanga, sin el resto de la ropa interior que me lleve en la cartera, mientras él tomó el teléfono para decirle a mi marido que ya podía venir a buscarme y riéndose le dijo…
– la puta ya está media vestida, la podés venir a buscar y llevártela, te la deje sin bañar para que puedas oler el aroma a sexo que tiene en todo el cuerpo.
Así pasó mi primer experiencia como prostituta profesional, porque para esos tipos lo soy, las otras veces con Juan no las cuento porque a pesar de que pagó por llevarme a su cama, él sabe que no lo soy y que solo soy una mujer casada bastante pervertida, que disfruta del sexo de muchas formas.
Espero que les haya gustado. Gracias por leerme.