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Karen. Una puta madura (I)
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Hola, me llamo Karen y tengo 45 años. Nunca me ha pasado esto, pero lo que si es cierto que de unos meses a esta parte llevo experimentando unas calenturas sexuales que me pierden. Mi novio tiene 30 años e intenta satisfacerlas pero nada es suficiente. Espero sean cosas de la edad. A día de hoy me siento mucho más cachonda que cuando tenía 25. La verdad, es que he recibido una educación ordinaria y recatada, muy católica y vivo de forma tan común como otra mujer de mi edad siendo funcionaria. Lo único se sale de lo normal es la edad de mi novio. Más joven que yo y un don gilipollas. Al menos… me satisface a veces como único remedio.

Soy una mujer ya madura y de grandes hechuras. De piel blanca con un largo pelo negro rizado. Mis tetas son bien generosas y mis caderas anchas y entradas en carnes surcadas por pequeñas venas azules que las rodean. Me gusta la música, el arte, la lectura, la filosofía y las humanidades en general a la vez que los hombres de mi edad limpios, cultos y con proyecciones y no los niñatos de mierda tal que el horrible mardano de mi novio.

Poseo un buen coño que cuando lo abro en frente del espejo de mi habitación jugueteando con el unas tímidas canitas rodean mi rosada y carnosa almeja la cual se humedece lentamente. Me enorgullezco de ello como mujer y creo estoy en esa fase de la cuarentena en la que muchas mujeres se excitan con cualquier cosa.

No, no me depilo el coño como si fuese una guarra de esas de las actrices porno, pero no me duele reconocer que cada día estoy más cachonda. Y esto me pasó a mi…

Aquel día me disponía a cubrir los 40 kilómetros separan mi pueblo del de mi novio para que me contentara pero no llegué nunca.

Me vestí lo más seductora posible con una camiseta roja justa que marcaba mis buenas tetas de madura. Una minifalda elástica de leopardo y unos ligueros blancos sin bragas con medias de rejilla negras. También me pinté como una puerta. En un principio me iba a poner bragas pero decidí no hacerlo por seducir a mi novio. En realidad, me había vestido como una puta para excitar a ese gilipollas.

De esa guisa, cualquier maromo al uso me hubiese pedido cuanto cobraba en el malecón. Una mujer culta y decente como yo no se viste así si no es por una razón de peso. Menos mal lo único tenía que hacer era salir de mi garaje y entrar al de él.

A mitad de camino no podía más. He de decir había tenido esa noche algún sueño erótico encubierto que estimulaba mi subconsciente como si pasase un profundo recuerdo subliminal de vez en cuando. Así las cosas, desvié mi todoterreno casi inconscientemente y me adentré en un camino seco y polvoriento para masturbarme.

Paré el motor, eché y recliné el asiento para atrás, cerré el coche desde dentro y comencé a sacar mis maduras y colgantes tetas por debajo de mi camiseta y tocarme un coño que a esas alturas estaba terriblemente empapado. Puse el espejo interior del coche de manera enfocara mi raja. El sol que entraba por el parabrisas lo iluminaba. Ver mis uñas pintadas metiéndose en mis agujeros me excitaba sobremanera. No, no era la primera vez me pasaba. El masturbarme al aire libre pensando algún desconocido me podía observar me ponía a 100.

-Otra vez, esta tía… dijo el cazador oteando con sus prismáticos.

-Si. Se está dando pero bien.

-Bajamos?

-Para qué?

-Tampoco tenemos otra cosa que hacer. Para la poca caza que hay…

-Tú lo que quieres es cazar otra cosa…

-Bajamos.

Cuando abrí los ojos vi cómo se aproximaban 5 cazadores vestidos de camuflaje justo delante del capó del coche con sus armas metidas en sus fundas. Parecía se retiraban a esas horas de la mañana con las manos vacías.

-Pasa algo señorita. Le podemos ayudar?

-Ohhh… no, no… ya me iba -dije subiéndome mi justa camiseta mientras mis grandes tetas hacían lo posible por entrar bamboleándose como flanes.

-Está segura?

-Bueno… si 5 fuertes cazadores pueden apagar mi fuego quizá…

No sé cómo se me pudo ocurrir decir esa barbaridad pero me salió solo.

-Tenenos un refugio aquí al lado por si quiere descansar. Nos permite llevarla?

-Ohhh, si… lo necesito!!!

-Síganos…

Se metieron en su pick-up y los seguí. Uno de ellos se montó en mi coche para no ir sola y observé de reojo como una gran erección marcaba su entrepierna. Vaya polla debía tener ese tío…

Llegamos y entramos en ese romo refugio que olía a la madera quemada de la chimenea y eucalipto.

A lo que me di cuenta los 5 estaban mirándome con sus 5 pollas en la mano a mitad de erección como 5 salvajes.

A esas alturas estaba completamente avergonzada. No sé ni cómo podía haber accedido a esa sugerencia.

Si bien los había puesto cachondos perdidos me preguntaron si podían yacer conmigo.

Estaba deseosa a esas alturas.

Me puse de rodillas y me rodearon con sus pollas ya en erección menos una la cual tragué entera lográndolo.

No me podía creer tener tanta polla junta para mi.

Al hombre se había montado en mi coche y que poseía una polla de unos 20 centímetros se la chupé con fuerza mientras el resto, con sus menos generosas vergas me las refrotaban por la cara haciendo correr así mi rímel.

Mientras tragaba esas vergas miraba sus caras llenas de deseo y volví a subir mi camiseta brotando mis dos grandes tetas con sus pezones y aureolas erectos los cuales sobaron con sus manos.

-Vaya tetas tiene esta tía. Ni caídas del cielo. Además está salida perdida. Mírala…

Exclamó uno de ellos. Mientras otro me sobaba el coño.

-Si no lleva ni bragas… y como chupa. Parece un aspirador.

Un cazador no pudo más y eyaculó un esperma blanco y espeso a lo cual se retiró a un sofá con su palpitante verga soltando todavía gotas de leche a descansar. Parecía un zombie.

El hombre de verga más grande me cogió de la mano y me quitó la falda advirtiendo no llevaba bragas. Era evidente quería follarme encima de una mesa. Un hombre que me resultaba familiar. Alto, de unos 48 años, fuerte con el pelo rasurado al uno, de intensos ojos marrones y grandes manos parecía el típico empotrador.

Su polla estaba a pleno vapor. Tiesa y dura del todo y apuntando al cielo a 45 grados. Era como bien he dicho un trozo de carne en barra poderoso que acababa en punta y a su largo conforme bajaba a los huevos era más ancha. Ni me imaginaba como me iba a sentir con eso.

Introdujo su gran verga con cuidado y poco a poco fue penetrándome. Se le veía con experiencia. A cada centímetro que entraba de su miembro entraba otro más como si fuese algo interminable. Algo que nunca acababa de entrar. Una vez la tuvo calada hasta sus huevos se quedó quieto bramando de placer empujando hasta el fondo y moviéndose de lado a lado para ensanchar mi cueva. Solo un hombre con una buena polla y sabedor de ello lo hacía así. Fue cuando besó y chupó mis pechos con loca pasión. Ese hombre no quería disfrutar solo sino que quería yo también lo hiciese por lo que a las 30 o 40 embestidas me corrí como nunca. Mientras los otros 3 desconocidos eyaculaban en el suelo por turnos viendo la escena y sacudiéndose sus gotas a un metro de mi. Una de ellas creo alcanzó mi pelo.

El hombre de la gran verga estuvo como 15 minutos bombeando hasta que definitivamente se la sacó y tres terribles descargas de esperma regaron mi camiseta alcanzando mi cuello el cual me acaricié e inundando los escasos canos cabellos de mi maduro pubis. En ese trance me había corrido dos veces más.

A cada embestida mis cartucheras de mujer se habían deformado por la acción de sus embestidas una detrás de otra.

Se retiró de mi sacando su terrible polla que se movía entre estertores sin control aparente quedándose de pie ahí parado contemplando a una mujer. Como si quisiera fotografiarme para sus recuerdos en algo para toda la vida. Le miré yo también adivinando un hombre de complexión fuerte todavía en erección. Nunca le he preguntado el porqué de esos instantes pero creo que ambos sentimos lo mismo.

Yo no podía más.

Cuando dio cuenta me temblaban las piernas, me dio la mano y me besó todo el cuerpo estremeciéndolo en algo me pareció un mundo. Estaba acostumbrada a que mis amantes se acabaran y me dejaran abandonada a excepción de uno que tuve llamado Ramón.

Me sentí completamente avergonzada.

-Hola, me llamo Enrique.

-Y yo, Karen. Siento haya pasado esto. Me da mucha vergüenza…

-Mírame, Karen. Al caso crees que estos hombres no han sido felices contigo?

-Bueno… si… ya lo veo. Pero… me siento una cualquiera. Una zorra.

Enrique me quitó mi camiseta dejándome con las tetas al aire y se acercó a una fuente para limpiarla de su esperma. Se quitó la suya y me la puso. Era evidente que con el calor que hacía enseguida se secaría.

Uno de ellos, llamado Carlos se subió los pantalones y sacó unas cervezas de su coche y estuvimos departiendo.

-Hala… que no hemos venido aquí para nada. Y para lo que hemos cazado… nos tomamos unas cervezas. Al menos…

Me eché a reír diciendo…

-Bueno… os habéis cobrado una buena gacela…

-Llamé a mi novio y le dije había pinchado por el camino y que unos cazadores me habían ayudado a arreglar el coche. A lo que me respondió…

-Seguro que se te han follado. Últimamente estás muy guarra…

Le colgué y me eché a llorar.

-Chicos… nos vamos. Esta señorita no pinta ya nada aquí…

Descolgó mi camiseta y yo le devolví la suya. Cuando me la saqué mis grandes y turgentes pechos cayeron erectos. Aquellos 5 hombres los miraron con complacencia y ternura.

Enrique me puso la mía que quedó marcada por mis grandes pezones tan erectos que podrían haber rayado incluso el cristal.

Enrique salió fuera a fumar un cigarrillo y Carlos le dijo…

-Estás seguro?

-Mírala… está completamente avergonzada. Esta chica necesita ayuda.

-Si… necesita ayuda pero tiene las cosas claras. Lo que quiere eres tú.

Volvimos de la misma forma llegamos. Enrique se montó en mi coche y cuando lo iba a dejar en casa le dije…

-No me dejes sola…!!

-Te dejo sola, Karen. Piensa y mañana quedamos.

Esa noche no pude dormir. Quería estar con Enrique. Saqué mi vibrador y me masturbé varias veces pensando en él.

A la mañana siguiente recibí un mensaje de él.

-"Voy en media hora, vístete y ponte guapa. Te invito a comer…".

Me duché y me vestí muy coqueta esa vez ya con bragas. Las mejores que tenía y Enrique bajó de su coche. Lo estaba esperando en la ventana.

Estaba imponente. Vestido con una camiseta blanca XXL de los Ramones que marcaba una figura que caminaba vacilante pero segura. Llevaba un ramo de flores.

-Hola!!!

-Ohhh!!! Qué flores más chulas!!! Voy a ponerlas en agua. Me sentí un poco guarra pensando eso era el trofeo a la sesión del día anterior con sus amigos pero le dije ya había pensado y que quería conocerlo.

Cogí mi móvil y mandé un mensaje a mi novio que rezaba…

-"Vete a la mierda, niñato".

-Qué haces?

-Nada. Acabo de mandar a la mierda a mi novio. Bueno… mi ex-novio ya…

-Pues si que lo tienes claro conmigo, Karen…

Esa frase me puso muy cachonda.

-Siempre lo tuve desde el primer día me paraste por exceso de velocidad vestido de Guardia Civil… Ven aquí que me voy a cobrar la multa… Necesito autoridad…

Hicimos el amor. Su verga se hizo paso dentro de mi coño acostumbrado ya a su tamaño. Joder, si me quiso aquel día. Tuve cierta prisa pero él no tuvo ninguna en absoluto. No se sirvió de mi hasta que no había pasado media hora. Mientras, me corrí dos veces con sus continuos cunnilingus en mi coño. Un coño que había dejado terso, tonificado y encharcado de mi. Mientras no me comió me tocó por todas partes. Es cierto soy pequeñita, estoy un poco llenita y enseguida estoy apañada pero sus grandes manos y brazos de una forma u otra no dejaron de tocarme nada de mi cuerpo.

Cuando me montó observé como aquel hombre fuerte y de grandes proporciones tapaba toda mi figura en el espejo de mi habitación de soltera llena de peluches. Me sentí segura a merced de aquel agente de las fuerzas especiales de la Guardia Civil que bramaba mi nombre a cada embestida. Yo me corría de hito en hito tocando sus fuertes brazos y duro pecho en la posición del misionero.

Metí mis manos entre él y yo y comencé a asir su polla mientras me penetraba. Pude contemplar como esa mágica acción lo excitaba sin cuento y no duró absolutamente ni 10 envites más. Se corrió como un perro dentro de mi.

Cuando se retiró para ponerse su camiseta vi un miembro enorme y tieso, bien proporcionado y color púrpura que en unos segundos le colgaría hasta mitad de los muslos. No me podía creer esa verga hubiese estado dentro de una mujer de 1,62 tan pequeña como yo.

Ya no me sentía… no sé… bueno… una ninfómana.

Nos fuimos a comer y me dijo…

-Bueno… y que te pasa? No es normal una mujer como tu acabe follada por 5 desconocidos.

En realidad no me gustó nada una pregunta tan directa pero tenía razón. Tarde o temprano tendría que solucionar ese problema.

-No sé, Enrique. Siempre estoy cachonda. Bueno… no así pero si insatisfecha. Bueno… si. Cachonda.

En realidad, siento como a mi edad el tiempo se me escapa sin que nadie me haya satisfecho sexualmente a excepción de un ex que fue el único me trató bien.

-Y hoy? Que tal te encuentras?

-Pues bien. Muy contenta. No volvería a hacer lo de ayer.

-Me parece que a ti lo que te hace falta es un hombre de verdad…

Le conté como mis anteriores parejas me habían obviado e ignorado. De como siempre me habían utilizado como un objeto, también de como me había vuelto una mujer rara y reconcentrada y que además tenía relación con un hombre a distancia casado y con hijos que fue el único me quiso y que abandoné sin razón alguna. Era una relación epistolar y se llamaba Ramón.

-Así que… con una psicología aversiva al compromiso…

La frase me dejó destrozada. Solo pude decir toda turbada…

-Correcto…

-Pues habrá que solucionarlo. Mira, Karen. Me gustas mucho. Si quieres podemos solucionarlo. Si no quieres yo no puedo hacer nada. Está en tus manos. No obstante, podemos ir a un psicólogo y que te cuente. Pero creo no hace falta. Lo que yo llamo te consideras un "patito feo" y nada más lejos de eso. Eres muy capaz.

Me sonrojé y volví a desear a Enrique una vez más. Estaba enamorada de ese hombre que en unos minutos había dado con un análisis completamente certero de mi personalidad.

Luego, me dejó en casa un poco pensativa por lo que me había dicho pero no le di más vueltas.

Me desnudé y me puse el pijama y dispuse a masturbarme con mi vibrador.

Pensé en como me había follado por la mañana ese hombre, acariciando mis tetas y estimulando mi ano, mientras mi coño encharcado desde que había vuelto a ver a aquel hombre se tragaba los 20 centímetros de mi dildo.

Me encantaba retener ese aparato con los músculos de mi vagina vibrando como un loco. Lo metía hasta adentro y retiraba mis manos hasta que a punto de salirse por mi humedad vaginal volvía a metérmelo hasta el fondo de todo mi ser. Era casi del tamaño de la polla de Enrique pero más estrecho por lo que podía moverlo de lado a lado con gran facilidad una vez dentro. A veces, bajaba el tono de sus vibraciones y acariciaba mi clítoris con el lentamente, mientras mis dedos entraban dentro de mi vagina y ano explorando esos mis agujeros de placer. Lubricar mi ano no era problema porque acababa siempre lleno del flujo proveniente de mi coño por la acción de la gravedad.

Saqué mi vibrador por un momento y comprobé estaba terriblemente mojado.

Al sacarlo un hilillo de flujo mojó los labios de mi coño y vi que en la superficie de ese juguete de plástico la humedad dibujaba unas raras ondas de humedad imposibles.

Raro era el día en que no me masturbaba. A veces, lo hacía pensando en que varios desconocidos sin rostro se me turnaban como a una furcia barata en un callejón urbano.

Otras, en que todos mis ex me jodían corriéndose a la vez sobre mi cuerpo sin darme explicaciones y sin saber era yo.

El color negro de mi vibrador contrastaba notablemente con lo rosado de mi concha a punto de estallar.

Pero esta vez, una especie de torbellino subió desde mi vagina a mi cerebro bajando por mis erectas tetas hasta electrizar mi coño y exclamé….

Enriqueee… me corrooo, amor…..!.

Así, me quedé completamente inmovilizada. Solo alcancé a ponerme un cobertor encima de mis piernas y encender la televisión con su mando a distancia. Ni siquiera recogí mis bragas del suelo dejándolas ahí tiradas. Quién sabía si iba otra vez a repetir esa jugada… no lo descartaba.

Por lo demás, los días Enrique tenía permiso recorría esos 40 kilómetros separaban su pueblo del mío. Venía realmente limpio y bien vestido a su manera y yo lo esperaba pendiente muchas veces sin bragas ni sujetador. Veíamos la tele en el salón juntos y cuando se acercaba a mi acabábamos haciendo el amor en el sofá.

Muchas veces me gustaba imaginar era un desconocido que iba por allí de paso y que tenía que pagar peaje para pasar por mi casa como si fuese una puta. Pero no. Era mi amigo y mi novio. Si me sentía una zorra era porque eso me gustaba serlo solo con él. Hubiese sido incapaz de acostarme con otro hombre no fuese Enrique.

Cuantas más cosas cariñosas y obscenas me decía más a gusto me corría. Y es que por fin a mis 45 años había descubierto a un hombre de verdad quien me servía de cualquier forma y lo respetaba.

En otras ocasiones iba yo a su casa y me quedaba allí a dormir. No quería viajara de noche. Poco a poco mis calenturas iban desapareciendo porque estaba satisfecha.

Una vez estando en mi casa me dijo tenía que irse a Barcelona a hacer un cursillo y que estaría ausente como cerca de un mes. Me quedé triste, pensativa.

-Ohhh… y justo te tienes que ir para mi cumpleaños…

-No te preocupes. Estaremos en contacto.

-No te irás con otra, verdad?

-Cómo me voy a ir con otra, tonta…

Llegó el día de mi cumpleaños con él ausente y un tipo con una furgoneta aparcó en frente de mi casa. Bajó y sacó de la caja un inmenso ramo de flores.

Salí a la puerta a recibirlo y le di propina al porteador.

El ramo llevaba una tarjeta en la que ponía…

-"Felicidades por tus 46 años. Cuando lo recibas mándame un mensaje. Te quiero…".

Así lo hice más al cabo de 5 minutos recibí uno suyo. Era un video de unos 10 minutos.

Lo abrí y lo primero que vi fue un primer plano de unos calzoncillos bóxer que embutían un tremendo rabo de 19 centímetros. Tras la tela se apreciaba un glande bien marcado y el canal de la base de una polla erecta a punto de reventar. Unas manos bajaban esos bóxer y de él brotó una gran pija en erección que exhibía su dueño moviendo las caderas de lado a lado. Esa polla estaba recorrida por unas grandes venas azules y sus huevos estaban perfectamente duros y rasurados como a punto de eyacular.

Me puse terriblemente cachonda ante esa verga que me miraba desde mi móvil y que se movía sin parar desafiando a la gravedad.

Ese tipo se sentaba en una silla giratoria dejando sus bóxer en la pierna derecha y mirándome fijamente con deseo. Era Enrique.

Él puso sus manos en sus muslos y su polla se movía de lado a lado mientras sus abdominales también. Si hubiese querido mamársela la tendría que haber atrapado con mis manos antes sin duda.

Asió su enorme verga con su mano derecha y la golpeó contra la palma de su mano izquierda haciendo ruido para comprobar su erección diciéndome…

-Mira como me pones, cariño…

Me quedé sorprendida. Eso si era un regalo de cumpleaños!!!

Comenzó a subirla y bajarla agarrándola con sus dos manos y luego con una sola.

De vez en cuando paraba y exhibía esa gran verga girando su cuerpo en esa silla para que la pudiera apreciar desde todos los ángulos.

-Te gusta, ehhh?

Se me estaban saltando los ojos de las órbitas y comencé a tocar mi coño encharcado ya desde la primera visión. Aquellas venas cada vez estaban más y más hinchadas como si en su conjunto estuvieran llenas de esperma que no era tal sino sangre a presión.

Siguió bombeándose mirando mi cara y poniendo ojos y muecas de deseo hasta que eyaculó tres descargas de semen que mancharon su camiseta.

Emitió un aullido diciendo mi nombre y por el tronco de su polla tres canales de esperma se hicieron paso hasta mojar sus huevos impregnándolos de su seminal esencia.

Su polla, a la vez palpitaba de lado a lado y sus largas manos se posaron en su entrepierna acotando su miembro aún en erección y desalojando todavía gotas de blanco esperma mientras que a cada estertor poco a poco esa verga iba descongestionándose. Giraba la silla con sus piernas exhibiendo todos sus ángulos.

En el siguiente mensaje ponía…

"FELICIDADES, AMOR…".

Me quedé atónita. Nunca había visto a un hombre masturbándose. Menos pensando en mi. Menos con tamaña verga. Era una mujer inexperta en eso.

Pensé en amueblar mi cabeza por unos segundos y solo se me ocurrió pasar ese video a un disco duro externo y hacerme un buen dedo viéndolo en el ordenador a pantalla completa.

Así lo hice. Puse el video y abrí las piernas apoyándolas en la mesa bien abiertas con el ordenador en el centro y comencé a sacudirme el coño con mi dildo lentamente tocando mi ano. Quería que saliese bien. Lenta pero segura.

Mi silla comenzó a encharcarse en su base pero no tenía tiempo de poner un trapo debajo porque mi calentura iba a más. Para mi eso era algo nuevo porque nunca lo había hecho con imágenes y me sentía un poco zorra y salida.

Al rato me di cuenta de que el espejo de cuerpo entero de mi habitación reflejaba mi ángulo y pude contemplar cómo me estaba masturbado como una loca y el registro de mis movimientos de cadera al son de mi vibrador. Lo metí hasta adentro y lo fijé con la base de la silla incorporándome un poco. Así podía tocar mi clítoris y abrir mi concha repleta de mis canos pelos de madura a la vez que sobarme las tetas y mi cuello sin que ese aparato infernal se saliese de mi húmeda cueva. Iba a estallar de un momento a otro sin duda pero tomé aire y me repuse de mi inminente orgasmo. Mi culo estaba a esas alturas lleno del flujo de mi coño y lo acariciaba y metía mis dedos dentro mientras el dildo hacía su trabajo. Eso hizo estremecer mis piernas que temblaron aún apoyadas en la mesa con firmeza.

Por un momento las cerré atrapando mi vibrador que cambió de sonido sin moverse gracias al retén de la silla y esperé un rato en aquella posición sin tocarme y solo mirando.

Qué gusto me estaba dando ese video!!!

Un detalle se me había escapado y era el sonido emitía su gran polla subiendo y bajando en sus manos mientras decía…

-"Necesitas rabo, ehh…?".

Eso me puso a 100 y se me quedó grabado en el cerebro.

Si. Necesitaba un rabo bien tieso!!!

-Ding-Dong…!!!! Sonó a la puerta.

-Vaya. Qué oportuno. Será el repartidor de Amazon como siempre.

Me saqué el dildo del coño, lo dejé encima de la mesa, me puse una bata sin nada debajo y fui a abrir.

Ahí estaba él. Era Enrique vestido con su uniforme de Guardia Civil.

-Ohhh!!! Enrique. Pensaba no volvías hasta la semana que viene…!!!

-No quería perderme tu cumpleaños, Karen. Recibiste las flores?

-Si, muy bonitas… Mira. Las he puesto en mi habitación junto con los peluches.

Entre el desconcierto de su visita fuimos a la estancia y él se fijó en que me había dejado el vibrador encima de la mesa con el "pause" puesto del video.

-Y… el video???

-Hummm!!! Estaba viéndolo…

Dije toda turbada guardando el vibrador en un cajón y cerrando el portátil con la bisagra.

-Ya lo veo… Si ese espejo hablara… Sabes que estás muy guapa hoy? Quieres que termine lo que te hacías??

Un escalofrío de placer llenó todo mi cuerpo que se mezcló con su complicidad de lo que había estado haciendo. Me desabroché la bata y me tumbé en mi cama con el coño abierto a lo que él se arrodilló para propinarme una buena mamada.

-Qué mojadita estás ya Karen… qué estabas haciendo, mi amor??? Hoy creo te vas a correr enseguida.

Sus palabras me pusieron tan cachonda que en un minuto estallé en un orgasmo brutal. La ficción se me había hecho realidad. Me quedé completamente temblando. Él me abrazó. Aún no se había quitado el uniforme.

Cuando me vio repuesta se puso de pie y se sacó una polla terriblemente erecta de sus bóxer botando como un muelle. Era la misma había visto en el video. Comencé a chuparla.

-Sí, Enrique tenía ganas de polla!!!

Exclamé, como si fuese su puta.

-Qué tiesa la llevas amor. Te correrás en mi boca??

-Claro que si…!! Dijo jadeando como un perro.

Hice lo que pude por tragarme todo ese trozo de carne y él advirtió no podía más a lo cual comenzó a penetrar mi boca con cuidado mientras yo me servía de mis pequeñas manos intentando alargar mi entrada hasta su base, subiendo y bajando con mi cabeza a lo largo y ancho de esa polla. Él se rascaba unos huevos cada vez más duros y esa actitud tan basta por su parte me puso muy zorra. Su pene y cojones acabaron siendo uno solo.

No sabía cómo iba a acabar eso pero lo intuía. Su polla estaba dura como una tabla y repleta de unas venas fuertes y tensas. Por un momento desvié mis pensamientos hacia el video me había mandado, pero luego seguí chupando tan loca que mi saliva caía por mi barbilla mojando mis grandes tetas en erección.

Sin saber lo que decía saqué su polla de mi boca y exclamé instintivamente.

-Eres mi cliente favorito… Córrete, amor. Quiero ser tu puta particular.

Justo, en ese momento volví a engullir su verga notando como sus huevos se congestionaban más todavía y acabó corriéndose en mi boca como un cerdo y gruñendo como un gorrino al que se le echa pienso.

Cuando Enrique salió de mi, su polla se movía estertóreamente y sin control chorreando su semen mezclado con mi saliva.

Una vez aliviado Enrique volvió a meter su verga en los calzoncillos no sin dificultad. Su verga ya no estaba tan dura pero si era de un tamaño considerable.

Si en esos momentos me hubiese tirado 50 euros en la cama me habría vuelto loca. No necesitaba el dinero pero verme tratada así y como su ramera me excitaba sobremanera. Pero no hubo tal precio sino que fueron 50 euros los que nos gastamos en una cena esa noche para celebrar estábamos otra vez juntos.

(FIN PRIMERA PARTE).

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