Mi nombre es Juan, tengo 22 años y vivo en Madrid por plaza de la Vicalvarada un barrio muy tranquilo, rodeado de muchos parques y muchas tiendas de alimentación. Me defino como joven tranquilo, me gusta mucho salir a caminar y disfrutar la tranquilidad de las áreas verdes, hacer un poco de ejercicios, la bicicleta y correr por las mañanas.
Mi vida la llevo con normalidad, de casa al trabajo y por ahí a tomar unas cañitas con los colegas, vivo con mis padres y mi hermana pequeña en el mismo piso.
En el segundo B, vive Lola la amiga de mi madre, una señora de unos 35 años le calculo yo, ella está separada de su marido, un tipo malgeniado, un poco borde el tío, siempre había movida en su piso, muchas veces llegaba borracho a su piso y pues a buscarle problemas a la parienta. Era imposible no escuchar gritos y cosas ya que vivíamos pared con pared, bueno en cierta forma era normal. Pero cada quien vivía su vida, ya hace unos meses no sé escuchaba nada y pues comentábamos durante alguna comida que habrá pasado con ellos.
Mi madre ya se había cansado de escuchar y aconsejar a Lola sobre la manera que llevaba su matrimonio. En una ocasión el tipo tocó la puerta de nuestro piso y pues, molesto porque mi madre hablaba con su mujer. Bueno mi madre decidió dejar todo ahí y que vean ellos. Cierto día mi madre nos comentó que el marido de Lola ya se había ido del piso, pues como no les prestábamos mucha atención pues quedó ahí en un simple comentario.
Antes de todo debo decir que Lola tiene una bonita figura, cabello lacio hasta la cintura, tiene un buen par de tetas, llenita de barriga para mi gusto, un culo formado ya que se mantiene joven aún, de cara alargada y ojos marrones pero muy claros, labios carnosos y nariz pequeña.
Yo hace mucho tiempo no la veía, esa fue la última imagen que tengo de ella. De rostro es muy simpática pero claro un poco machacada por los problemas y esas cosas de su matrimonio. Un día viernes mi madre me llama al móvil y me dice que va a cenar con Lola y que si yo podría acompañarlas ya que se iban de tiendas y así las podría regresar a casa en mi coche.
-Bueno mamá vale dime a qué hora y saliendo del trabajo nos encontramos.
Quedamos a encontrarnos a eso de las 8 p.m. para cenar ya que ellas se iban de tiendas toda la tarde. Llegué al restaurante y como era de esperarse ellas demoraron media hora más en llegar, me pedí una cerveza y pues así pasaba un poco el rato. Me pedí la segunda y ya me estaba entrando el hambre, pues como ya me habían llamado que estaban llegando no podía moverme del sitio.
Me quedé esperando en el bar y con la mirada puesta en la puerta de entrada, veo que pasa una mujer muy guapa, llevaba puesto un vestido negro con lunares blancos (el vestido) unos zapatos de tacones medianos, medias negras a juego con el vestido, lo que más me llamó la atención era el escote del vestido que dejaba ver unos enormes pechos, llevaba un peinado muy suelto y un maquillaje muy sencillo pero que era perfecto para enmarcar a toda esa mujer.
Y junto a ella estaba mi madre, no podía creer que aquella mujer fuese Lola, la vecina del 2b me contaron que habían salido de compras toda la tarde y estaban cansadas de tiendas que ya habían comido algo mientras esperaban por unos zapatos que Lola había escogido por catálogo y que estaban llenas, “si quieres pídete algo y te acompañamos” me dijeron. Preferí no hacerlo ya que no estaría a gusto. Yo no dejaba de mirar a Lola de rato en rato, que pechos, que culo cuando la vi de espaldas dirigirse hacia el baño, que cambio que dio la señora.
Mi madre debía ir a recoger a mi hermana pequeña a casa de mi tía Beatriz y pues eso iba a ser otra espera.
Lola dijo “yo tomo un taxi y vayan ustedes”.
Pero la verdad yo estaba un poco cansado y mi madre se dio cuenta de eso.
Me dijo “Juan llevas a Lola a casa?” (Yo, por supuesto que sí)
-Bueno si no tienen problemas con eso -dije.
Así lo hicimos ya que ella pues demoraría un buen rato hablando con mi tía Beatriz y yo mañana trabajaba, así que ella se subió a un taxi y yo me fui con Lola en mi coche. Durante el camino yo no dejaba de mirar de reojo sus piernas y el escote que le marcaba el vestido, pues llegamos al edificio y ayudé con los paquetes que Lola había comprado.
Que bien le quedaba ese vestido, se adhería muy bien a sus curvas, como dejaba al descubierto los pechos de Lola para luego bordear sus senos y meterse en su abdomen y caer suavemente sobre sus piernas, yo le abrí la puerta del ascensor y deje que pasara ella primero, que sensual ver como caminaba hacia dentro de la cabina y yo con mis manos ocupadas por las compras de Lola, sujetaba la puerta con unos de mis pies, pude ver pasar delante de mí ese culote bien marcado por el vestido, escuchar el sonido de los tacos que llevaba puestos y ya fuera del ascensor ver como ligeramente se inclinaba para poder meter la llave en la chapa y abrir su puerta, me excito mucho.
La acompañé hasta la puerta de su piso y me invitó a pasar para poder dejar los paquetes en el sofá.
-Oye Juan, tú no has cenado? -Me dijo Lola- Por qué no te quedas y te preparo algo de comer.
Le dije que mejor no ya que seguro estaría cansada y desearía bañarse o ponerse algo más ligero y poder probarse lo que había comprado. Pues me dijo, si la verdad si me gustaría cambiarme pero me da penita que te vayas a la cama sin haber probado bocado por nuestra culpa.
-Bueno -le dije- si no te molesta, acepto.
Ella entró a su habitación, yo me quedé en el salón esperando y buscando el mando de la tv para ver que pasaban. Al rato salió vestida con una camiseta larga, esas que cubren hasta el culo y un poquito más abajo, no mire si llevaba un short puesto o solo las bragas o si no llevaba nada debajo. Lo que si pude ver claramente era que no llevaba sujetador ya que se le marcaban los pezones. Eso me puso mucho y joder con la erección que ya traía en los pantalones.
Yo me quedé mirándola por un momento y ella me dijo.
-Te pasa algo Juan?
-Eh, no -le dije.
(Solo quería decirle lo linda que estaba y que me la comería a besos y me la follaría aquí mismo en el salón delante del puto televisor)
Pero no me salían las palabras. Solo pude decirle lo bien que se veía, que no pensé que tendría un bonito cuerpo y que tonto fue su marido al dejarla. Ella se puso colorada creo no pensaba le dijera eso.
Que tierno eres Juan, me dijo, no sabes el tiempo que nadie me hace sentir bien, se acercó a donde yo estaba sentado y se inclinó a darme un beso en la mejilla, vi como esos pechos se abalanzaron hacia mí y rebotaron en su polo y a través del reflejo del televisor vi cómo se levanta la parte de atrás de su camiseta y deja ver parte de sus muslos y el canalillo donde termina el culo y empieza la pierna. Logre o creo yo alcance a ver que solo llevaba bragas debajo de la camiseta.
Me dio un beso y se fue a la cocina a pues preparar algo para mi. Creo intento poner algo en el microondas y no funcionaba. Le pregunté si había algún problema y me dijo que no iba el aparato este, que si le podría echar una revisada al cable, ya que como va detrás de la estantería seguro se habrá doblado o simplemente ya se había estropeado el micro.
Me metí a la cocina y la vi de rodillas con la cabeza metida dentro de la estantería y si, efectivamente solo llevaba unas bragas, para mi suerte se le había corrido la camiseta pues dejo al descubierto el culote que tenía, vi que sus bragas eran blancas y un lado se le había metido dentro del culo, bendito cable pensé, fue una vista un poco confusa, inquietante, excitante y morbosa ya que no me imaginaba encontrarla en esa posición.
No me lo podía creer y estaba ahí delante de mí como para levantar esa camiseta larga, bajarle las bragas y penetrarla, pero claro no podía hacer eso.
-A ver déjame ver qué pasa con el cable -y al mirar el cable estaba muy doblado, como pasó, no lo sé, por lo que no le llegaba corriente al aparato.
-Mira déjalo así -le dije- me tomo una bebida y me voy a mi piso ya que estarás cansada.
-Bueno si un poco -me dijo ella- pero me acompañas y nos tomamos unas cervezas en el salón.
-bueno vale -le dije.
Saco unas latas del congelador y nos fuimos al salón, nos sentamos uno al lado del otro y yo disimuladamente agarré un cojín y lo puse sobre mis piernas para poder disimular mi erección. Ella se sentó a mi lado con las piernas juntas y sus manos sobre ellas, conversamos un poco del cambio de look que se había hecho, le dije que era muy guapa aún y que cualquier hombre estaría contento a su lado, ella solo me miraba y le pregunté si la incomodaba con mis palabras.
-No Juan, no es eso, por favor, no lo pienses, me alegra mucho que estés acompañándome.
Seguimos tomando unas cervezas más y me pregunto si me gustaría que ella se probase unos vaqueros que se había comprado. Intentó pararse, pero seguro a la hora de ponerse de pie se le engancharía el pie en la zapatilla que traía puesta y casi cae encina de mí, intenté sostenerla, pero se recuperó rápido, joder yo tenía las manos listas para agarrarla y tirarla al sofá.
No sé pudo, echamos a reír y de broma pensamos que era la cerveza que hacía efecto ya. Yo le dije:
-mejor me voy, sabes, ha sido una noche fuera de lo común y muy recordable.
Me dispuse a darle un beso de despedida y creo calculé mal el sitio y se lo di cerca de su boca, nos separamos y ya para el segundo beso no fallé y se lo di en los labios, (que podía perder) me separé nuevamente y la cogí de las manos, “discúlpame” le dije, ella me puso un dedo sobre mis labios y me hizo callar.
Se me acercó y me dio un beso, bueno nos besamos, lentamente acaricié su espalda y me acercaba más a ella para hacerla sentir mi erección, bajé mis manos hacia sus caderas muy tímidamente, no sabía si lo permitiría, no sabía si solo quería que la bese o no se dejaría tocar el culo, bajé las manos e intenté virarla para sentarla sobre el sofá.
Pero sentí cierta resistencia, no insistí, besaba su cuello y acariciaba suavemente su culo, besaba su boca y tímidamente le metía la lengüita, los besos fueron yendo en más intensidad y mis manos recorrían ya ese cuerpo de arriba hacia abajo, cuando en ese momento stop, todo se paró, ella se separó de mí y dio unos pasos hacia atrás.
-No, no, no puede ser -pensé, qué pasó, tan bien que íbamos y ahora que pasara, ya me veía en la puerta, hasta luego Juan.
Me cogió de la mano y me llevó a su habitación, ella entró primero y yo solo alcancé a cerrar la puerta. Ya en este punto nada podía sacarnos de estas 4 paredes. Escuché que sonaba mi móvil, el de ella también timbraba ambos nos mirábamos ya tumbados sobre la cama, besándonos, acariciando nuestros cuerpos y yo metiendo mano por debajo de su camiseta larga, de seguro sabíamos quién nos llamaba con tanta insistencia, pero no importaba, no podíamos parar, nuestros cuerpos solos se frotaban, solos se deseaban y lo único que pedían es ser uno solo.
No quisimos despegarnos y solo dejamos que la pasión y el deseo de ambos siguiera su camino, creo que hasta escuchamos llamar al timbre, pero no importaba. Ya habría tiempo para buscar alguna mentirilla.