Por fin después de un tiempo, Carlos y Marilés (diminutivo de Mari Ángeles) iban a ir de vacaciones juntos, llevaban poco más de un año saliendo y aunque eran pareja, lo cierto es que no tenían la oportunidad de pasar muchos ratos juntos.
Se habían conocido en Sevilla, donde ambos estudiaban, gracias a una amiga en común de ambos, se cayeron bien desde un primer instante y poco a poco fueron quedando más. Empezaron una relación, la cosa no era fácil, debido a la incompatibilidad de horarios que tenían y a que aunque se conocieron en Sevilla porque allí era donde estudiaban, Carlos era de Almería y Marilés de Huelva. Cuando había varios días seguidos de vacaciones en la universidad cada uno iba a ver a su familia. Aun así la relación seguía su curso ya que cuando estaban juntos se sentían muy bien el uno con el otro.
La buena noticia para ellos llegó a mediados de Abril, a finales sería la feria y tendrían varios días sin clase. Como de costumbre cada uno se preparaba para irse con su familia, hasta que una tarde Marilés recibió una llamada de sus padres. Estos le dijeron que para las fechas en que caía la feria este año no iban a estar en Huelva, se iban de crucero con sus abuelos, así que la avisaban con tiempo por si quería hacer otros planes, ya que veían una tontería que fuera a casa esos días cuando no iba a haber nadie, pudiendo aprovecharlos de otra manera.
Al principio ella se puso un poco triste, porque hacía tiempo que no los veía a pesar de tenerlos cerca, pero pronto cambió de opinión cuando pensó en que por fin podría pasar unos días con Carlos. Lo llamó y le contó lo que le habían dicho sus padres. El problema era que él si tenía que ir a ver a su familia. Entonces acordaron que irían juntos esos días a Almería, aunque en lugar de al pueblo de él, irían a Mojacar, una localidad costera donde suele haber más marcha, donde también aprovechar los posibles días buenos de playa que hubiera y alguna tarde, él se acercaría un momento a ver a sus padres.
Llegó el día y partieron temprano en el coche de Carlos dirección Mojacar, donde habían encontrado un hotel en primera línea a muy buen precio. Durante el viaje pararon un par de veces, aparte de para estirar un poco las piernas, porque el coche tenía más de diez años y era un viaje largo, por lo tanto no podían arriesgarse a no llegar por meterle un calentón más de la cuenta.
A eso de las 14:00 llegaron al hotel, cuando entraron en la recepción les sorprendió la cantidad de chicos y chicas de aproximadamente su edad e incluso más jóvenes que pasaban por allí. Tardaron un poco en atenderlos. Cuando ya habían dado sus datos y recogido la llave, le preguntaron a la mujer de recepción que a qué se debía lo de que hubiera tanta gente, si no era temporada alta. A lo que ésta respondió, que esa misma semana era la opening party, en la cual abrían la mayoría de terrazas para el verano y que ofertaban un paquete para jóvenes de alojamiento y entradas con copa para las principales terrazas. Por eso había tanta gente y por eso a ellos les había salido tan barato. Aunque ellos no habían reservado el paquete para entrar también en las discotecas.
Dejaron sus cosas en el cuarto y bajaron rápido a comer antes de que pasara la hora, al igual que en la recepción, allí también había mucha gente, se sentaron en una mesa de dos que había en una de las esquinas, comieron ligero y subieron al cuarto a descansar un poco del viaje.
Ya tumbados los dos en la cama, Carlos dijo.
C: Vaya!! Y yo que quería que pasáramos unos días tranquilos juntos, parece que nos va a ser difícil
M: Bueno no te preocupes, a partir de que abran las discotecas esta noche cogerán horarios de vampiros seguramente, solo nos tenemos que adaptar un poco, estamos a jueves, no creo que aguanten hasta el lunes así.
Dicho esto la chica dio un salto de la cama y se puso a buscar en la maleta.
M: Venga, vamos un rato a la playa. -Dijo mientras cogía uno de sus bikini y entraba el baño a cambiarse.
Carlos era más de siesta y no es que la playa le gustara excesivamente tampoco, así que un poco a regañadientes cogió unas calzonas de su maleta y se las puso antes de que su chica saliera del cuarto de baño.
Cuando ella salió con el bikini puesto a Carlos casi le da un ataque. No lo he comentado antes pero Marilés, a sus veintitrés años, era del tipo de chica que llama la atención, muy mona de cara, rubia, pelo lacio casi a media espalda, unos grandes ojazos castaños, blanquita de piel pero sin pasarse y sobre todo… de formas rotundas, no estaba para nada gorda, ni entradita en kilos, pero el ser bajita, hacía que sus atributos destacaran más, sobre todo su 105 de pecho, que a parte de su tamaño, estaba muy bien puesto y la chica lo sabía, ya que solía sacarle partido cuando salía con buenos escotes.
Decía que a Carlos casi le da un ataque y no es para menos, aquel bikini negro sujeto por lazos en las caderas y en la espalda parecía no poder abarcar el tremendo cuerpo de la chica.
M: Tsss, debo de haber puesto un par de kilos desde el verano, no recuerdo que me quedara así de apretado. – Dijo cogiéndose las tetas que parecían querer escapar de su prisión. – Y lo que es peor, el otro que traigo me quedaba un poco más justo, bueno, sólo me pondré este, qué remedio.
La chica se puso encima una faldita tipo las de pádel, un top y mirándolo, preguntó. – ¿Nos vamos ya?
C: Sí sí. – Reaccionó como pudo su novio, intentando andar con normalidad y que no se notara la erección que le había provocado ver a su chica de tal manera.
Llegaron a la playa, buscaron un sitio algo más alejado del hotel, debido a que la mayoría de los fiesteros estaban por allí cerca y ellos buscaban relajarse. Tras unos cinco minutos andando, plantaron la sombrilla y las toallas. Donde estaban no tenían mucha gente alrededor salvo un par de grupitos, uno numeroso, de chicos y chicas que rondarían su misma edad y otro de cuatro chicos, en el que todos parecían más jóvenes
Marilés pronto se quitó la faldita y el top, dejando su cuerpo a la vista, lo que habían sido tímidas miradas por parte de los chicos cuando llegaron, se convirtieron en miradas descaradas y comentarios subidos de tono entre ellos.
-Ostia vaya rubia tío!!
-Qué pedazo de tetas
-¿Por qué todas las que están buenas tienen un tonto feo de novio? -Eran los comentarios, típicos por otra parte que hacían los jóvenes
Carlos, el cual no era feo, pero sí muy normalito, sobre 1,75, algo de barriguita, muy velludo… no lograba escuchar qué era lo que decían los chicos, pero si se dio cuenta que no hacían otra cosa que mirar a su novia. Le molestó un poco, pero optó por pasar del tema, decidió que él también disfrutaría contemplando a su chica. La cual ni se había percatado de que tenía varios ojos solo pendientes de ella y que con mucha tranquilidad y sensualidad había empezado a ponerse crema para no quemarse.
Empezó con las piernas, moviendo sus manos en un suave masaje, por delante y por detrás, para seguir con la barriga, donde al caer la crema que estaba fresquita, hizo que se le pusiera la piel de gallina y sus pezones algo duros, circunstancia de la que Carlos no perdió detalle. Continuó con los brazos y cuando terminó, se dio la vuelta, con habilidad deshizo los lazos que tenía por detrás del cuello y en la espalda y dijo con su dulce voz de niña pijita.
M: ¿Me pones crema por la espalda para que no me queme nene?
Su chico no tardó en levantarse de su toalla y sentándose a horcajadas de forma que su paquete quedaba muy cerca del culo de la rubia, le echó un chorrito de crema en la espalda, que hizo que diera un pequeño gemido al notar lo fría que estaba.
Carlos empezó a extender la crema con las dos manos, lo estaba haciendo a conciencia, bajaba hasta la zona lumbar y subía hasta los hombros, haciendo un poco de presión, produciendo una sensación muy placentera en la chica. Que como estaban solos, aprovechó para lanzarle un pícaro comentario.
M: Espero que esta noche lo hagas igual de bien.
Entre los movimientos que estaba haciendo y ese comentario de su chica, Carlos comenzó a empalmarse. No es que fueran a follar por primera vez, lo habían hecho muchas más veces, pero Marilés tenía días en los que se convertía en una fiera en la cama y a él le daba en la nariz que ese día sería así. El solo pensarlo hizo que se le pusiera la polla como una piedra y ante la vergüenza de no querer que ella se diera cuenta que ya estaba así paró el masaje y se fue a su toalla inmediatamente.
Una vez en su toalla y dejando a su novia boca abajo en la otra, disfrutando del sol, volvió a mirar al grupito de chicos que andaban por allí cerca. Ellos seguían mirando con descaro hacia donde estaba su chica y no sabía por qué pero tenía la sensación de que no se habían perdido nada del masaje.
Pasaron una tarde tranquila, la mayor parte ella tomando el sol dándose la vuelta de vez en cuando con cuidado de que no se le escapara nada y él en la sobra debajo de la sombrilla. Un rato antes de volver al hotel, Marilés se volvió a poner los nudos de la parte superior del bikini y fue a andar un poco por la orilla. Su chico la miraba hipnotizado (aunque no era el único), sobre todo a las tetas, que a pesar de ir apretadas le botaban a cada paso.
A eso de las siete y media, recogieron y volvieron al hotel para ducharse y tumbarse un poco antes de la cena. Se arreglaron un poco, Carlos unos vaqueros y una camiseta y Marilés a parte de un fino vestido playero, se había hecho una bonita trenza que aunque caía a un lado, siempre terminaba en el canalillo que hacían sus pechos. Bajaron al comedor que estaba medio vacío para su sorpresa, lo cual agradecieron bastante para cenar tranquilamente.
Estaban abandonando el comedor, cuando por la puerta entraban los mismos chicos que no habían parado de mirar a la rubia en la playa. Cuando se los cruzaron, estos volvieron a mirar el escote de la chica, esta vez desde cerca y con muy buena perspectiva. – Bonita trenza – Llegó incluso a decir uno de ellos. A lo que ella respondió con una encantadora sonrisa y un gracias. Algo que a su novio no le gusto demasiado, pero no hizo ningún comentario.
M: Me gustan los sitios así porque toda la gente es muy simpática cuando viene a pasarlo bien. Decía ingenua la rubia a Carlos cuando ya iban subiendo en el ascensor.
C: Es verdad cari. – Aunque el chico lo que pensaba en realidad era que esos jóvenes eran simpáticos por otra razón y que vaya mala suerte que esos salidos estaban en el mismo hotel que ellos.
Llegaron al cuarto y tumbándose en la cama pusieron la tele. Poco tardó la chica en ponerse boca abajo en la cama y decirle con segundas intenciones que si le daba otro masaje. Carlos rápidamente pasó a su lado le subió el fino vestido completamente, dejando a la vista unas pequeñas braguitas muy sexis de fresitas y un sujetador blanco, el cual desabrochó de inmediato y empezó a acariciar la espalda de su novia.
Esta vez hacía los movimientos más largos, bajaba hasta casi el culo y por los laterales buscaba rozar los pechos de la chica. Él instintivamente, empezó a mover un poco la cadera, rozando su paquete ya bastante duro, con el culo de ella.
Marilés levantaba un poco la cadera, para que el roce fuera aun mayor, tras un rato de masaje, el chico se hizo a un lado quitándose la camiseta y desabrochándose los pantalones. La chica se incorporó y se deshizo ya del todo del sujetador, dejando al descubierto unos pezones grandes y rosados, aunque de un tamaño normal para las dos preciosas tetazas que tenia. Carlos inmediatamente se lanzó como loco a chupárselos y comérselos, ella suspiraba y le apretaba un poco la cabeza contra su pecho.
M: Uuumm para, que hay otra cosa que quiero que comas glotón. – Dijo la rubia mordiéndose el labio. Esto es algo especial por ser nuestras primeras vacaciones juntos. – Y diciendo eso puso los pulgares en los elásticos de sus braguitas y se las bajó hasta los tobillos, dejando al descubierto un precioso coñito algo brillante por los fluidos que estaban empezando a salir de él, y totalmente depilado.
Era la primera vez que lo dejaba sin un solo vello, ya que aunque ella solía cuidárselo muy bien, siempre tenía algo de pelo por cortito que se lo dejara.
La visión volvió loco al chico, que hundió la cabeza entre las piernas de su novia como poseído. Marilés que empezó a gemir de gusto, se mordía un dedo para no hacerlo muy alto, mientras Carlos le hacía una brutal, pero a la vez placentera por la excitación, comida de coño.
El chico no podía más, quería meter la polla en ese delicioso coñito. A la vez que lamía con esmero, se bajaba los pantalones hasta los tobillos. Levantó la cabeza y comenzó a subir besando el cuerpo de la chica hasta llegar a la boca. Colocó la punta de su verga en la entrada de ese mojado coño y de un golpe, se la metió hasta el fondo, provocando un brutal gemido de la rubia. Carlos empezó a follarla a un ritmo muy rápido y Marilés rodeándole con las piernas y haciendo presión para que le llegara más profundo, cada vez gemía más alto ante las embestidas que este le daba.
La chica estaba desatada, la tenía que estar oyendo media planta, pero daba igual, Carlos estaba muy concentrado en la follada como para darse cuenta de eso. Tan concentrado estaba y tanto estaba disfrutando, que poco tardó en correrse, para chasco monumental de su novia, que estaba muy caliente y no le quedaba mucho.
C: Uuuff. – Suspiraba el chico mientras caía rendido a un lado de la cama. – Lo siento, es que me has puesto mucho con esa sorpresita.
M: Bu-Bueno, no te preocupes… ¿podemos probar otra vez no? – Decía la chica, que estaba muy caliente, acercándose y empezando a lamerle la oreja a Carlos a la vez que llevaba una de sus manos a la ya flácida polla de su novio.
C: Cari lo siento mucho, pero no creo que pueda, estoy muy cansado del viaje. Te prometo recompensarte mañana. – Y diciendo esto, le dio un beso en la frente y se dio media vuelta para dormir, dejando a la chica un poco malhumorada y cachonda.
A la mañana siguiente Carlos se despertó temprano, vio a su novia dormir tan plácidamente que decidió no despertarla, así que se puso unos pantalones de chándal y una camiseta y salió a dar un paseo. De vuelta compró un periódico deportivo, para entretenerse leyendo mientras desayunaba o iban a la playa. Estaba en el ascensor para subir, cuando los mismos chicos de la playa, entraron en él.
Parecía que acababan de llegar de fiesta, alguno con la camiseta quitada, todos muy delgaditos y con piercings, olían a alcohol desde lejos. El ascensor no era muy amplio por lo que quedaron un poco apretados. Le dieron al botón de la cuarta planta y preguntaron a Carlos amablemente que a cual iba él, curiosamente, estaban en la misma. El chico iba pensando que valiente coincidencia.
Ya no sólo eso. Llegaron a su planta y salieron del ascensor, también iban en la misma dirección que él. Al volver la esquina, dos se pararon y entraron en una de las habitaciones. Carlos respiró un poco aliviado pensando que los otros dos tendrían la habitación por allí cerca, pero se equivocaba.
-Colega, nos vas a seguir todo el camino eeh – Bromeó uno de los chicos.
C: Es que mi habitación está casi al final del pasillo – Se excusó sonriendo. – Veo que os habéis pegado una buena fiesta ¿no?. – Dijo intentando no parecer desagradable y sacando algún tema de conversación mientras andaban juntos.
-Vaya, ya te digo!! un desfase, no nos podemos quejar, pero habría estado mejor si hubiéramos pillado a alguna churri. – Dijo uno de los chicos, empezando a reír con el otro.
C: Bueno, os quedan días todavía. -Soltó Carlos animándolos inocentemente.
Siguieron andando hasta que los chicos se pararon, justamente en la habitación de al lado.
-Te dejamos solo. – Bromearon.
C: No os preocupéis, tengo la mía aquí. – Dijo siguiéndoles el rollo.
Entonces de repente, los jóvenes cambiaron el gesto de su cara, algo que Carlos notó y se asustó un poco.
-Tío, ole tus huevos, tú también te pegaste un buen homenaje anoche aunque no salieras, que se os oía cuando nos íbamos, sobre todo a tu pavi eeh, te veo hecho un animal. – Le dijo uno de los chicos mientras los dos le levantaban el pulgar entrando en su cuarto como gesto de una aprobación que él no necesitaba.
Carlos sonrió como aliviado, ya que cuando les vio cambiar el gesto de la cara esperaba que le fueran a decir otra cosa. En el fondo no parecían malos chavales, un poco canis, pero no parecían de los que van buscando bulla. Aunque también sintió algo de vergüenza de que los dos chicos hubiesen escuchado a su novia gemir de gusto mientras se la follaba.
Entró en la habitación cuando Marilés salía del cuarto de baño secándose la cara.
M: ¿De dónde vienes nene?
C: He ido a dar una vuelta y comprar el periódico para leer un rato luego en la playa. Te vi tan a gusto durmiendo que no te quise despertar. ¿Te parece si vamos ya a desayunar?
La pareja desayunó tranquilamente y después fueron a dar una vuelta juntos por los distintos puestos que hay por el paseo marítimo, ya que la chica quería comprar un par de recuerdos del lugar para regalar a su familia cuando los viera.
A media mañana volvieron al hotel, cambiaron la ropa normal por el bikini y el bañador, cogieron la bolsa y la sombrilla y se fueron para la playa, parando antes en una tienda a comprar un par de bocadillos para pasar allí todo el día Se volvieron a colocar donde el día anterior, aunque la playa estaba mucho más tranquila. Seguramente porque la mayoría de los jóvenes estaban acostados descansando después de la primera noche de fiesta.
Pasaron unas horas tranquilas, Marilés alternando el sol y la sombrilla y Carlos a la sombra entretenido con el periódico. A media tarde empezó a llenarse de nuevo la playa de jóvenes, que seguramente se habían despertado hace poco, habían comido algo e iban a pasar un ratito a la playa para hacer tiempo hasta la noche.
Al poco Carlos vio aparecer otra vez a los chicos del día anterior y del hotel. Se volvieron a poner cerca. Cuando pasó un rato uno de ellos se acercó a donde estaban ellos y dirigiéndose a Carlos pero sin quitar ojo de la rubia preguntó.
-“Iyo” colega, ¿tienes fuego?, es que se le ha ido la piedra al mechero.
C: Qué va, no tengo, lo siento. – Contestó el chico.
M: Espera, yo creo que tengo en el bolso. – Dijo la preciosa rubia a la vez que se levantaba a buscar.
El cani no perdió detalle del bamboleo de las tetas de la chica, ni de su culo cuando buscaba en cuclillas, Carlos estaba allí al lado, dándose cuenta de todo, pero para el chico era como si no existiera.
M: Sii ! – Exclamó la rubia cuando por fin lo encontró, y levantándose se lo dio al cani. – Toma, te lo puedes quedar, a nosotros no nos hace falta, solo lo llevo por si acaso.
El chico cogió el mechero rozando todo lo que pudo la mano de Marilés, y por primera vez mirándola a la cara en vez de a las tetas dijo.
-Muchas gracias guapa. – Para después darse la vuelta y decir. – Nos vemos “vecinos”.
M: ¿Por qué nos ha dicho vecinos? – Preguntó mirando a su novio.
C: Será porque él y otro de los que están allí sentados están en una de las habitaciones de al lado. Los otros están en nuestra planta también Pero al principio del pasillo. Esta mañana cuando salí, me los crucé cuando ellos llegaban de recogida y hablamos un poco hasta que llegamos a las habitaciones.
M: Aam vale, qué gracioso, parece simpático ¿verdad? -Decía inocentemente la chica.
A lo que Carlos asentía, aunque él a diferencia de su chica, también pensaba que era un mirón y que andaba un poquito salido, ya que no había apartado la mirada de los atributos de su chica en ningún momento y parecía darle igual que él estuviera allí. Pero como Marilés no se había dado ni cuenta decidió no hacer ningún comentario.
Terminaron de pasar la tarde en la playa. Cuando recogieron sus cosas, sus “vecinos” ya hacía rato que habían desaparecido, seguramente estaban descansando para otra larga noche.
Llegaron a su habitación, se ducharon y después de un rato tumbados en la cama, como habían hecho el día de antes, bajaron a cenar. Aunque esta vez, a diferencia, sí se arreglaron más ya que habían decidido salir a tomarse un helado y dar un paseo después de la cena. Carlos iba muy parecido al día anterior, solo que cambiaba las chanclas por unas deportivas, en cambio Marilés, se había esmerado más, se había maquillado y se había puesto un top rosa claro muy bonito y una minifalda vaquera.
Era una delicia ver a su chica comiéndose el helado y lanzandole miraditas. Carlos se estaba poniendo muy caliente e imaginaba y no se equivocaba, que ella también lo estaba. Al final el helado y el paseo, se quedó sólo en helado y cuando lo acabaron volvieron rápidamente para el hotel, deseando estar en su cuarto a solas.
Nada más llegar y cerrar la puerta se fundieron en un apasionado y salvaje beso, la rubia le mordía el labio y el manoseaba el culo y subía la mini a su antojo. Ella bajó una mano y empezó a sobarle el paquete por encima del pantalón, mientras Carlos muy hábil, retiraba las braguitas a un lado y comenzaba a meter un dedo en el ya mojado coñito de su novia.
Poco a poco fueron quitándose la ropa hasta quedar sólo en ropa interior, aun sin haberse movido de la entrada de la habitación. Allí se seguían tocando y besando sin control. Marilés paró un momento, le bajó los bóxer a su chico y empujándolo del pecho lo llevó hasta la cama, donde cayó boca arriba con la polla apuntando al techo. Con su chico así, ella se bajó las braguitas a la par que hacía unos movimientos muy sexis con las caderas y lentamente mientras miraba a su chico a los ojos con una mirada de vicio increíble, fue deshaciéndose del sujetador poco a poco.
La chica se llevó la mano a su coñito, lo tenía empapado, estaba muy cachonda y tenía unas ganas de follar locas. Su novio se pajeaba lentamente mirándola y por lo que parecía, también estaba listo. Así que sin pensarlo más, ella se puso en encima, abierta de piernas, cogió la polla de Carlos y poniéndola en la entrada de su coño, se dejó caer despacio. Cuando por fin la tuvo toda dentro, se quedó quieta por unos instantes. Para empezar a moverse despacio.
Carlos llevó sus manos a las caderas de Marilés, a la vez que esta comenzaba a aumentar el ritmo. Le encantaba tener a su novia encima follando y ver como se le movían las tetas cada vez que botaba en su polla. La chica ya había acelerado bastante el ritmo y había comenzado a gemir. Lo cierto es que movía muy bien sus caderas. Al poco echó su cuerpo hacia delante y comenzó a besar a su chico por el cuello y la oreja, a la vez que cambiaba un poco el tipo de movimientos, buscando ahora más el roce, la fricción, que la penetración.
Para desgracia de Marilés, a su chico, el cual ahora tenía sus manos amasándole el culo, le gustó tanto lo que le hacía, que como el día anterior, no aguantó más y volvió a explotar dentro de ella.
C: Aaah aaahh sii cari, qué bien te mueves. – Decía el chico jadeando.
M: ¿Otra vez igual que ayer? – Dijo la rubia ya bastante enfadada.
C: No no, hoy podemos seguir, te juro que hoy disfrutas tu también
Carlos estaba algo apurado y no sabía si jugársela, pero sabía que Marilés andaba muy caliente y probablemente no se negaría.
C: Pero cari… voy a necesitar un “poquitin” de tu ayuda.
La chica levantó una ceja y puso cara de no comprender lo que le decía.
M: ¿Qué tipo de ayuda?
C: Pues que me la “reanimes” un poco, vamos, que me la chupes para estar pronto firme para hacértelo como a ti te gusta.
M: Bueno… vale. – Aceptó la rubia.
No es que Marilés no hubiera chupado nunca una polla, más que alguna había caído y podría decirse que se le daba bastante bien, pero con Carlos el sexo oral no era su predilección. A él no se le daba muy bien y el hacérselo le daba un poco de palo, ya que no le gustaba con la cantidad de vello que su novio tenía, aunque nunca había llegado a comentárselo por si este se molestaba.
La chica bajó hasta la flácida polla de su novio y empezó a pajearlo suavemente a la vez que le miraba a los ojos. Cuando notó que se le estaba empezando a poner dura de nuevo se la metió en la boca y comenzó a chuparla y a lamerla, sin dejar de pajearlo. Carlos suspiraba y llevó una mano a la cabeza de su novia mientras esta con la mamada conseguía tener ya la polla dura. Marilés paraba de vez en cuando porque le entraba algún pelo en la boca y luego seguía chupando. Ya que se había puesto a mamar, no se quedaría en una mamadita de poca monta, ella todo lo que hacía lo hacía bien. Seguía chupando, se la sacaba de la boca y jugaba con la lengua por el glande. La polla de su chico ya estaba en todo su esplendor, y aunque era una polla más bien pequeña, para ella en ese momento le era más que suficiente.
Carlos estaba gozando de lo lindo y a Marilés le encantaba ver lo que provocaba en su novio. Así que decidió rizar un poco más el rizo. Se incorporó un poco, envolvió la polla de su novio con sus grandes tetas, escupió y empezó a hacerle una cubana de aúpa. Él instintivamente comenzó a mover las caderas follandole esas tetazas, creía estar en el paraíso, nunca su chica le había hecho algo igual. Ella por su parte, apretaba bien los pechos alrededor de la polla y agachando la cabeza, comenzó a sacar la lengua para lamerle el glande cada vez que lo veía asomar por el canalillo. Aunque teniendo en cuenta el tamaño de sus tetas y el tamaño de la verga de su novio, no pasaba muy a menudo a pesar de los ya bruscos movimientos de él. Que cada vez le follaba las tetas con más violencia. Así estaban cuando pasó lo que se veía venir desde lejos.
C: Uuuff ya nena yaaa.
M: ¿Ya qué? – Preguntó la chica, que casi no le dio tiempo a levantar un poco la cabeza cuando le llegó la respuesta. Carlos se volvió a correr, sin previo aviso. Pringando las tetas y parte de la barbilla de la rubia.
M: Joder Carlos (ella sólo lo llamaba por su nombre cuando estaba muy mosqueada), ya te vale!! ya te vale eeeh. No es ya ni que no avises. Si no que si te cuesta cuando te has corrido una vez, ahora que van dos ni con una mamada de dos horas te empalmas otra vez. Y yo aquí caliente perdida, eres un egoísta. – Le gritaba la chica.
C: Lo siento mucho cari, te prometo que te compenso, lo juro. Déjame comerte a ti, verás como consigo hacértelo pasar bien.
La chica no muy convencida, se tumbó en la cama y abrió sus piernas, dejando expuesto su hermoso chochito. Carlos pronto enterró su cabeza entre las piernas de su chica. Se esmeraba en comerle el coño, pero no era su punto fuerte, de hecho, por norma general el sexo no era su punto fuerte.
Para mayor desgracia y cabreo de Marilés, al cabo de bastante rato y viendo que su chico no conseguía nada, decidió fingir un orgasmo, ya que le estaba comenzando a molestar su sexo debido a la poca habilidad de Carlos.
Una vez terminado él se incorporó orgulloso y dándole un beso en la cara le dijo.
C: ¿Ves amor? Te prometí que lo conseguiría.
M: Si… -respondió ella tratando que no se notara que no había conseguido nada.- Buenas noches nene. -Y se dio la vuelta en la cama para dormir hasta la mañana siguiente.
El sábado transcurrió aburrido, estaban en la playa como los días anteriores y hasta el momento habían hecho lo mismo que los otros días también, aunque con la diferencia de que el ambiente estaba un poco tenso, ya que Marilés seguía enfadada por lo que pasó por la noche.
A eso de las dos, vieron aparecer a los canis, aunque esta vez solo iban dos, no llevaban ni sombrilla. Se sentaron allí cerca de nuevo y los saludaron desde lejos. Al rato uno de ellos, el más alto, que era el mismo que el día anterior les había pedido el mechero se acercó y le preguntó a Carlos que si le prestaba un rato el periódico, que estaban aburridos. El chico no tuvo problema alguno en dejárselo
Sobre una hora después, el otro chico, al que Carlos también conocía de ser el compañero de habitación del otro, pero con el que no había hablado, vino a devolverle el periódico Este a diferencia, era bajito y parecía aún más joven, no miraba a su chica con descaro, más bien al revés, era como si le diera apuro mirarla, aunque Marilés que no se había dado cuenta de las miradas los días anteriores, menos se iba a dar cuenta este, ya que con el enfado que llevaba, no había prestado atención ninguna de las dos veces que se habían acercado los chicos.
Carlos ante tal aburrimiento, antes de que el chaval volviera con su amigo, le preguntó por los otros dos compañeros. El chico un poco cortado, le contestó que sus amigos habían tenido un problema por la noche y los pillaron con pastillas, por lo que la organización del evento y la dirección del hotel decidió echarlos. Así que se habían quedado ellos dos nada más, sin toallas y sin sombrilla porque eran de los compañeros y estos con el mosqueo se habían ido rápido sin dejar nada, pero que al menos ellos tenían todas las entradas con las correspondientes consumiciones.
Marilés aunque sin mirar, había estado con la oreja puesta escuchando la conversación, le dieron un poco de pena, se giró, y le dijo que se quedaran los dos con ellos, que su sombrilla era grande y que no había problema, que si no, se iban a quemar o les iba a dar una insolación. Como vio que el chico se quedaba un poco cortado mirando a su novio, añadió, que Carlos no tenía ningún inconveniente.
Su novio no tuvo otra opción que asentir con la cabeza con cara de tonto. Si bien es cierto que le daba algo de apuro que se quedaran todo el rato al sol y le parecían simpáticos, no era razón suficiente como para que estuvieran toda la tarde allí con ellos. Aun así aceptó, en el fondo sabía que su novia estaba molesta por lo de las noches anteriores y no quería enfadarla más.
La tarde resultó más amena de lo esperado, con los “vecinos” allí, Marilés estuvo algo menos seria. Ya que Emilio (así se llamaba el alto y más feillo) era muy ocurrente y siempre estaba diciendo algo que hacía gracia para reír, por su parte Raúl (el bajito), aparte de tener unos ojos azules preciosos que quedaban genial con su morena piel, era un chico muy prudente y hablaba poco, pero también parecía buena persona. Estuvieron hablando un poco de todo. De cómo estaba el ambiente en las discotecas, de que eran de un pueblecito de la sierra de Málaga, de que Emilio tenía 21 años y Raúl 19, pero salían juntos desde hace mucho ya que ellos sí eran vecinos “de verdad”. Incluso hubo un rato que Marilés estuvo jugando con Raúl a las palas, una de las pocas cosas que les había quedado a los canis después de que sus otros dos compañeros se fueran.
A Carlos le pareció ver por primera vez como el chico le lanzaba alguna mirada a su novia, algo que por otra parte era normal, todo el mundo que andaba cerca estaba mirándola, ya que era impresionante la forma en que se le movían las tetas mientras jugaba. Aunque ella era ajena a los varios seguidores que tenía.
Uno de ellos Emilio, que no perdía detalle. De hecho casi se quema sin darse cuenta con un porrito que se había hecho y que amablemente ofreció para compartir. Aunque Carlos lo rechazó con educación.
Así la tarde pasó en un visto y no visto y al atardecer recogieron y fueron los cuatro para el hotel. Ya con cada cual en sus habitaciones y con Marilés de mejor humor, Carlos quiso hacerle un par de gracietas, pero el resultado fue peor de lo esperado, todo porque mientras perseguía a su novia por la habitación buscando hacerle cosquillas, ésta al pasar corriendo cerca uno de los muebles, se le enganchó el bikini, con la mala suerte que se le rajó casi por completo toda la parte que le cubría el culo.
La rubia se volvió a poner seria al instante, observando fijamente el estropicio que se había hecho en el bikini. Por su parte Carlos intentaba quitarle hierro al asunto, diciéndole que así le quedaba muy sexy. Pero un par de miradas asesinas de su chica lo callaron al momento.
Con la tensión cortándose en el ambiente, llamaron a la puerta de la habitación Carlos fue a abrir mientras Marilés se ponía un pareo por encima para que no se le viera el culete. Cuando abrió se encontró con Emilio. Al que le preguntó si le pasaba algo y el chico le dijo que quería preguntarle algo a ambos. Así que Carlos lo invitó a pasar un momento.
E: Mirad, se habéis portado muy bien con nosotros hoy en la playa y ayer ya nos disteis un mechero. He estado hablando con Raúl y estamos de acuerdo en invitaros a que vengáis de discotecas esta noche con nosotros. Ya suficientes consumiciones tenemos con las nuestras, no vamos a gastar las entradas y consumiciones de los otros dos, y como nos habíais dicho que vosotros no teníais… Pues eso, que os invitamos, si queréis, que espero que sí, que ya veréis como lo pasamos muy bien eeh. – Decía esto último mientras le daba con el codo en plan colega a Carlos, pero no paraba de mirar a la chica.
C: Oh vaya Emilio, muchas gracias no sé qué decir, pero… -A Carlos lo cierto que no le hacía mucha gracia la idea y tenía pensado librarse con la excusa de la ropa. Pero lo interrumpieron.
M: Qué bien!! aceptamos claro que siii, gracias gracias. -Decía la rubia mientras daba saltos de alegría para felicidad de Emilio que volvía a ver botar esas tetas.
Con lo cual a su chico no le quedó más remedio que decir que sí también y quedaron con Emilio a las once y media en la puerta de su habitación.
Como iban a salir, cenaron más temprano y después empezaron a arreglarse. La chica que se tenía que lavar y secar el pelo, se duchó ella primero, así mientras ella comenzaba a vestirse, Carlos se duchaba. El chico conociendo la tardanza de su novia siempre, se lo tomó con tranquilidad. Se recortó la barba y se dio una buena ducha. Aun así, cuando salió del baño, Marilés seguía con la toalla en la cabeza y otra reliada en el cuerpo, aunque por lo menos se había pintado ya las uñas y se había puesto rímel y sombra de ojos.
La chica volvió a entrar al baño, para secarse el pelo y terminar de arreglarse, de mientras Carlos no perdió mucho tiempo en vestirse, una fina camisa negra con puntitos blancos, unos vaqueros y zapatos. Cuando terminó ya casi era la hora, pero Marilés seguía en el baño.
C: ¿Te queda mucho cari? Ya casi es la hora.
M: Un poco, ¿por qué no vas con Emilio y Raúl a tomarte algo abajo y me esperáis allí?
El chico sabiendo que un poco, era al menos un cuarto de hora. Decidió hacer lo que su chica le dijo. Avisándola de que se iba, salió de su habitación y llamó a la puerta de la habitación de sus vecinos. Ellos ya estaban listos y se quedaron un poco parados cuando abrieron la puerta y solo vieron a Carlos. Este les explico que Marilés tardaría un poco más y que la esperarían abajo.
Estaban ya terminándose la copa, cuando apareció por el pub del hotel Marilés. La cara de los tres era un poema. La de los dos canis porque casi se le salen los ojos y apostaría cualquier cosa que si pudieran se la hubieran follado allí mismo y la de Carlos no sabría cómo definirla, era una mezcla de sorpresa con un pelín de desencajada al darse cuenta que la mayoría de los presentes en el pub se había girado a mirarla. La razón no era otra que la forma en que venía su chica, estaba simplemente espectacular, a la sombra de ojos y rímel que hacían más profunda su mirada, había añadido un poco de colorete y había pintado sus labios rojo pasión Llevaba su suave pelo rubio, suelto con una raya en medio. Pero sobretodo llamaba la atención como venía vestida. Iba con un ceñidísimo y bonito vestido blanco de tirantas que le llegaba hasta las rodillas, incluso le costaba un poco andar de apretado que estaba, con zapatos de medio tacón a juego, se le notaba perfectamente que llevaba tanga y además seguramente negro por el contraste que hacía, aunque la mayoría de miradas se centraban por goleada en el impresionante escote en forma de uve, con algo de purpurina, el cual parecía que en cualquier momento iba a reventar dejando sus grandes tetas al descubierto.
M: Bueno veo que ya se habéis tomado la primera sin mi. ¿Nos vamos?. – Dijo la chica al llegar a la altura de ellos, haciendo que reaccionaran por primera vez desde que había entrado allí.
Se bebieron lo poco que les quedaba de un trago y salieron a las discotecas dispuestos a disfrutar de una larga noche. Estuvieron primero en un par que estaban más tranquilas. Cuando finalmente llegaron a Maui, la mejor de Mojacar. Allí era tal el ambiente que decidieron quedarse. Estuvieron varias horas bebiendo y bailando, el ambiente se iba caldeando a la par que el alcohol se les iba subiendo a la cabeza, no solo a ellos, sino a todos los que había en la discoteca. La forma de bailar de Marilés no ayudaba mucho tampoco a bajar la temperatura. La chica se desinhibía cuando bebía y bailaba de forma muy provocativa y caliente. Hubo incluso un momento en el que uno de los RRPP de allí se acercó a ella a ofrecerle un puesto de gogó en la terraza.
A Carlos que estaba ya bastante bebido, no le hacía gracia lo que veía de su chica, a la que todo el que pasaba cerca le miraba sus impresionantes tetas ya brillantes por algo de sudor también y no solo por la purpurina. Fue a la barra con Raúl a pedir otro par de copas. Aun le gustó menos ver como bailaba Emilio con la rubia cuando volvió de la barra. El cani se había colocado detrás de la chica y le rozaba con el paquete a conciencia a la par que con sus manos pasaba por todo el cuerpo, sin agarrar pero sin olvidar ninguna parte, incluso sus tremendos pechos. Y lo que es peor, o a Marilés le daba igual o no se estaba enterando de nada debido a las bastantes copas que llevaba también. ¿Pero cómo no se va a dar cuenta con los meneos que le está dando con el paquete? Se preguntaba su chico.
Iba a decir algo quejándose, cuando en ese momento le vino una tremenda arcada, provocando que vomitara allí en medio de la pista, estaba tan mareado que casi se cae, pero Raúl estuvo rápido y lo sujetó antes de que eso sucediera. Marilés y Emilio que se dieron cuenta, se acercaron con prisa hasta ellos, a la par que llegaba uno de los seguratas de la disco.
Al ver de cerca el estado de Carlos su chica pareció enfadarse muchísimo Ya que con lo bien que lo estaban pasando tenía que estropearlo todo. Así que les dijo a Raúl y Emilio que la ayudaran con su novio que se iban ya. Pero Emilio le dijo que no, que esperara un poco.
E: Rubia así no se va a mover este mucho. Mejor os salís tu y Raúl a la puerta mientras yo me lo llevo al servicio a que vomite allí otra vez si quiere y ahora nos vemos fuera. – Dijo mientras Carlos no parecía enterarse muy bien de qué iba el tema.
Emilio con la ayuda de un segurata se llevó al chico para los servicios, y ella salió con Raúl a esperar a que Carlos se despejara un poco para volver al hotel. La chica estaba indignada, ya que le había cortado el rollo en lo mejor de la noche. Además ya llevaban un buen rato en la puerta y no salían, por lo que estaba muy harta. Viéndola así a Raúl se le ocurrió una idea.
R: Venga guapa no te enfades, vamos por aquí por el paseo marítimo andando un poquito y ahora que me llame Emilio cuando estén aquí fuera ¿vale? – Algo que la chica aceptó con tal de no estar más esperando en la puerta.
Tantas horas de fiesta pasan factura y a Marilés empezaron a dolerle los pies, por lo que cambiaron la vuelta inicial por el paseo marítimo, por andar un poco por la orilla de la playa, donde la chica podía andar cómodamente quitándose los tacones.
No habían andado mucho cuando vieron unas pilas de hamacas y decidieron sentarse allí entre ellas. Raúl era parco en palabras pero intentaba animar a la rubia con alguna ocurrencia, incluso le ofreció unas caladas de un porrito de maría que se hizo, algo que la chica acepto quizás por el alcohol, quizás por el enfado, no sin antes hacerle prometer que no contaría nada. Al cabo de un rato la chica estaba más relajada, no quedaba señal alguna del enfado y aunque tampoco había señales de Emilio y Carlos no parecía preocupada. Estaba riéndose a carcajadas y no sabía muy bien ni por qué.
Con cada carcajada ella echaba la cabeza hacia atrás y arqueaba un poco la espalda, haciendo que su espectacular escote sobresaliera todavía un poco más. A Raúl no le pasó desapercibido ese detalle e intentaba hacer que Marilés no parara de reír para ponerse las botas mirando. Algo de lo que la chica se dio cuenta por primera vez en las vacaciones.
M: Eeeiii!! cochinoo. -Dijo mientras reía, dándole un pequeño empujón y llevándose los brazos alrededor para cubrir su escote haciéndose la ofendida.
R: Per- Perdón. – Se apresuró a decir el chico.
M: Jajaja no te preocupes que no es un crimen tampoco eeh. -Dijo la rubia quitándole hierro al asunto, viendo que Raúl no había entendido bien que estaba de broma.
El chico dándose cuenta que Marilés no se había enfadado lo más mínimo, se envalentonó un poco y aprovechó para llevar la conversación por ahí.
R: Es que se te ve muy buen escote, así brillantito y todo. Yo creo que hoy estábamos rodeados de tíos todo el rato por eso mismo.
M: ¿Sí? Gracias jeje. Venga anda, ya será para menos adulador. No creo que éstas (llevándose las manos a las tetas) llamen tanto la atención.
Raúl notó que la chica estaba receptiva a echarle algo más de picante a la conversación, con lo que decidió no desperdiciar la oportunidad, se la jugaría a todo o nada.
R: Ya te digo yo que sí llaman la atención. Lástima que todo sea producto de los sujetadores de ahora. Luego nos llevamos una desilusión.
M: Jaja, sí claro, pues lo mismo se podría decir que nos pasa a las chicas con los chicos que vais de sementales y polla grande. Que luego –La chica hizo un gesto con la mano y su pulgar hacia abajo.
R: Yo no soy así, tengo una buena polla y no te miento. Además no compares. Vosotras vais enseñando y nosotros sería de boquilla, ya es cuestión vuestra creernos.
M: Raúl no niego que alguna utilice eso y que hoy las lleve un poco apretadas por el vestido, pero yo las tengo duritas y bien puestas a pesar del tamaño, no las tengo para nada caídas
R: Ya ya, si todas dicen lo mismo y luego “ná de ná”, así que perdona que no te crea guapa.
La cara de la chica cambió y se puso más seria, Raúl se maldecía por dentro por habérsela jugado de esa manera. Ahora de seguro que la rubia se levantaría y se iría. Pero para su sorpresa ocurrió lo que menos esperaba.
M: Cierra los ojos y dame tu mano.
R: ¿Qué? -Respondió el chico sin llegar a entender bien lo que le proponía la rubia.
M: Mira, yo no voy a quedar por mentirosa. Así que vas a comprobar que es verdad lo que te digo, eso sí, solo tocar un poco y sin mirar. Que me da vergüenza.
Raúl que está flipando con lo que le decía Marilés, rápidamente cerró los ojos y extendió su brazo derecho. La chica se bajó un poco los tirantes del vestido y el sujetador y saco uno de sus maravillosos pechos. Cogió la mano del chico y despacio la llevo hasta palpar su pecho. Raúl tardó un poco en reaccionar y de manera muy torpe apretó un poco aquella teta de la chica, comprobando que efectivamente, no lo había engañado (como él ya sabía) y las tenía muy bien. Instintivamente, empezó acariciar y con las yemas de sus dedos pasó por el pezón de la chica, que parecía una piedra (esta puta está caliente, tengo que follármela, es lo que pensó).
La chica nada más que notar los dedos que pasaron por su pezón, retiró la mano de Raúl de su pecho y lo volvió a tapar tras el sujetador y el vestido, se estaba poniendo muy cachonda… pero no quería que el chico se diera cuenta.
M: Bueno, ¿no mentía no? – Dijo mientras el chico volvía a abrir los ojos y ella cambiaba su posición de sentada en la arena a sentada de rodillas sobre sus pies.
R: He de reconocer que decías la verdad.
M: ¡Claro!, no como otros –Comentó pícaramente la chica.
R: Aaa no, yo no quedo por mentiroso tampoco. -Dijo Raúl mientras se levantaba y comenzaba a desabrocharse los vaqueros.
M: O- oye oye que no hace falta… que…
R: Cierra los ojos, sólo estamos comprobando que no mentimos. No te rayes. -La chica que en verdad si quería seguir este juego. Cerró los ojos de inmediato.
Raúl se bajó los pantalones y los bóxer, dejando al descubierto una polla de muy buen tamaño a pesar de estar solo semi-erecta. Dio dos pasos acercándose a la chica y cerca de su cara empezó a meneársela para empalmar y que ella pudiera tocar su verga en todo su esplendor. Pero desafortunadamente el alcohol y los porros estaban haciendo mella en el chico que a pesar de la excitación no conseguía ponerla dura.
Marilés estaba muy cachonda con lo que estaba sucediendo, notaba que Raúl se había acercado y lo escuchaba hacer ruidos y suspirar un poco. Creía saber lo que estaba haciendo y eso le mojaba su rasurado coñito. Pero llevaba allí un rato esperando y no pasaba nada, ni siquiera una palabra del chico.
M: ¿Qué… Qué pasa? -Preguntó, no pudiendo aguantar más y abriendo los ojos, viendo muy de cerca la gran polla de Raúl A pesar de no estar dura se llevó una sorpresa.- Joder qué polla.
R: ¿Qué haces abriendo los ojos tía? Era solo tocar, y además no consigo empalmar, vaya mierda. -Decía molesto el chico.
M: Per… perdona, aunque así ya me vale, me creo lo de que tienes una buena polla.
R: Nooo no, de vale nada, tú me has visto, así que enséñame las tetas, es lo justo. -Decía mientras no dejaba de menearse la polla.
La rubia hizo caso a lo que le dijo el chico y con trabajo pero rapidez. Sacó sus dos enormes tetas, mostrándoselas con algo de pudor, pero sin esconder sus duros pezones de punta, que demostraban el estado de calentura en el que se encontraba.
Este fue el aliciente que Raúl necesitaba y en apenas unos segundos su polla pasó a estar totalmente empalmada con unas dimensiones considerables, produciendo que Marilés no pudiera hacer otra cosa que abrir la boca ante la sorpresa de ver el pollón que se gastaba el chico. Era una polla gruesa, larga y venuda, parecía poder reventar en cualquier momento de morada que se le puso. Era la polla más grande que jamás había visto la chica y lo cierto es que estaba deseando tocarla.
M: Tú has tocado… ¿Pu… puedo? -Preguntó la chica con la voz entrecortada
R: Adelante, es lo que hablamos. -Mientras se daba un par más de sacudidas en la polla.
Marilés acercó su pequeña y suave mano a la polla del chico y la palpó, cerró su mano sin conseguir rodearla y apretó, comprobando su dureza. Sin darse cuenta, empezó un pequeño movimiento de sube y baja y acercó tanto la cara contemplando la polla de Raúl embobada, que éste podía notar su aliento.
El chico por su parte no perdió oportunidad y bajó su mano hasta las tetas de la rubia para volver a tocarlas. La chica estaba tan embobada con la polla que tenía en la mano que no se dio cuenta de lo que pasaba hasta que Raúl le dio un par de pellizcos en los pezones, debido al calentón del ya pajote en toda regla que era en lo que se había convertido aquello.
Marilés soltó la polla del chico sorprendida de lo que estaba haciendo. Raúl de inmediato con la mano que tenía libre (con la otra le seguía sobando las tetas), la cogió por la muñeca.
R: Vamos, sigue. Sácame la leche nena, te la quiero dar toda. -dijo, mientras sorprendentemente la rubia en vez de negarse, pasó la punta de la lengua por sus secos labios y esta vez cogiendo la polla con las dos manos, comenzó a pajearlo de nuevo. El chico jadeaba de placer y ella con la polla a escasos centímetros de la cara miraba hacia arriba, con los ojos brillantes y las mejillas rosadas.
R: Aaah sii nena que bien haces pajas uuff, como sigas así te voy a poner perdida en nada.
De repente la chica paró de nuevo, esta vez se separó y se puso de pie. Raúl parecía no entender nada.
R: Pero qué… Qué pasa?
Marilés se mordía el labio, allí de pie con sus dos melones fuera y mirando al chico, como si no se atreviera a decir algo. Aunque finalmente lo hizo.
M: Raúl no digas nada pero… quiero que me folles… no puedo más. -Dijo la chica sonrojándose aún más y levantándose el vestido hasta la cadera. Dejando a la vista como comenzaban a bajar gotillas de flujo por el interior de sus muslos, a parte del precioso tanga negro.
El chico quedó boquiabierto con la confesión de la rubia, pero poco tardo en cogerse fuertemente la verga y acercarse a la chica, para cuando estuvo lo suficientemente cerca, cogerla por la nuca con la otra mano y comerle la boca, en un morreo sonoro que fue correspondido. Notaba como su polla hacia presión en el vientre de Marilés, ya que aunque Raúl era bajito si era más alto que ella.
Estaba ya cachondísimo, a tope, no podía aguantar más, cogió el tanga de los elásticos laterales y cuando se disponía a bajarlo de un tirón, de repente, comenzó a sonar el móvil La chica se sobresaltó y pareció volver en sí separándose de nuevo y bajando su vestido. Raúl de mientras se maldecía por su mala suerte, mientras se metía como podía su empalmada polla en los pantalones y contestaba a la llamada.
Era Emilio, decía que iba andando con Carlos apoyado en él, le preguntaba que donde estaban, que se sentaría en un parque cercano al hotel a esperarlos. Raúl le explicaba que estaban por el paseo marítimo y que tardarían poco en llegar, mientras, veía a Marilés guardarse sus enormes tetas de nuevo en el vestido.
Se sacudieron la arena y caminaron hasta el parque prácticamente en silencio, solamente roto por el breve comentario de la rubia de que no contara nada de lo que había pasado, que se le había ido la cabeza pero que ella quería a su novio y no volvería a pasar.
Cuando llegaron, Carlos estaba tirado en el banco, casi ocupándolo por completo y Emilio en una esquina fumando un porrito. Se veía que aparte de seguir borracho, ya el cansancio también había podido con él. Entre Raúl y Emilio cogieron a su novio y cargaron con él hasta la habitación Marilés pasó una vergüenza tremenda cuando entraron en el hotel y los recepcionistas no quitaron ojo del estado en el que iba el chico.
A la rubia le había vuelto el enfado, no podía creer que la noche hubiera terminado de esa manera, para unos días de vacaciones que tenían, ya que si bien aún les quedaba mañana, era el día que por la tarde habían quedado con la familia de Carlos, con lo prácticamente ocuparían todo el día con eso y ya después a dormir y descansar para el largo viaje que les esperaba a la mañana siguiente.
Los canis dejaron a Carlos sobre la cama y se despidieron de Marilés. Cuando Emilio iba a cerrar la puerta de la habitación le lanzó una mirada a la rubia que estaba de espaldas a él a los pies de la cama, intentando quitar los zapatos a su novio tirando como podía. Le estaba dando el repaso, cuando al llegar a la altura de su culo vio una gran mancha de humedad. Dos posibilidades se le vinieron a la cabeza mientras terminaba de cerrar la puerta. Entró en su habitación donde ya estaba Raúl fumando un piti en el balcón y desde dentro le habló.
E: Oye tío, la pava está o no se ha podido aguantar y se ha meado un poco encima o…
R: O qué?
E: O que está muy salida, porque vaya mancha que tiene por detrás del vestido en lo que viene a ser la zona donde quedaría el coñito cuando se sienta.
Raúl recordó de inmediato como caían los fluidos por el interior de los bonitos muslos de la chica, cuando esta le pidió totalmente cachonda que se la follara. Cosa que provocó que a él se le pusiera la polla dura al momento. No se creía lo que le había pasado y se maldecía por la mala suerte que había tenido ya que se había quedado a nada de podérsela follar. El chico no pudo aguantar más y le contó todo lo que había pasado a su amigo. Emilio flipaba con lo que le estaba contando.
E: Ostia tiooo, pero eso no se puede quedar así!! A esa nos la follamos hoy. Hay que ir a por ella ahora que está caliente o si no es que perdemos la oportunidad. Es que voy a por ella a la habitación ahora mismo. No le habrá dado tiempo ni a cambiarse aun.
Y diciendo esto, salió Emilio disparado por la puerta y llamó a la habitación de la rubia. Efectivamente la chica abrió la puerta tal cual. Aún seguía igual que como la habían dejado.
M: Pasa algo Emilio? -dijo sorprendida la chica al verlo.
E: Qué va rubia, si no que estábamos pensando Raúl y yo, que cómo van a acabar tus vacaciones y nuestra fiesta así mujer, que te invitamos a la última copa para ya terminar bien la noche y despedirnos que nosotros nos vamos mañana después del almuerzo y cualquiera sabe a qué hora se despierta tu querido.
Marilés, que se había llevado cerca de un cuarto de hora “luchando” con Carlos para quitarle la ropa y meterlo entre las sabanas, no estaba para muchas fiestas, ya que le estaba viniendo la típica “bajona” que te viene al rato de que dejes de beber. Además estaba el tema de su novio, al que por mucho odio que le tuviera acumulado en esos instantes, le quería y no le parecía bien irse de fiesta y dejarlo solo ahí en la habitación no fuera a ser que se pusiera aun peor y necesitara algo.
M: Oh! Emilio muchas gracias por acordaros de mi pero no puedo irme por ahí con Carlos aquí en ese estado.
E: Pero por eso no te preocupes tía, si no nos vamos a ir a ningún sitio. Nosotros tenemos ahí una botellita de whisky a medias en la habitación. Nos la acabamos y ya está. Y como estamos aquí al lado nos vamos asomando aquí a tu habitación de vez en cuando para ver cómo está tu novio.
No estaba muy convencida la chica pero tras una última mirada a Carlos y comprobar que aunque cayera una bomba no se despertaría, aceptó.
Cuando Raúl vio entrar en su habitación a Emilio acompañado de la rubia no se lo creía
E: Bueno vamos a terminar la fiesta como se merece!! -Y diciendo esto sacó una botella Red Label de su mochila, de la que quedaba algo menos de media.
M: Y los vasos y los hielos?
E: Jajaja de eso no hay aquí rubia, esto nos lo bebemos así a chupitos mira -Y volcando la botella echó hasta llenar el tapón y se lo empinó. Dejando a la chica un poco alucinada.
M: Tú lo que quieres es matarme jaja. Cómo me voy a beber esto así después de lo que llevo esta noche?
R: No te preocupes guapa, no pasa nada, esto así poquito a poco mientras hablamos y nos fumamos algún porrito -Le dijo Raúl mientras él se tomaba uno y lo volvía a llenar ofreciéndole una a ella y acercándose mucho para hablarle.
La chica se sentía extrañamente atraída por Raúl después de lo que había pasado en la playa, así que se quedó empanada mirándolo, mientras cogía el chupito. Le recorrió un escalofrío todo el cuerpo cuando se lo tomó. El whisky solo estaba muy fuerte y amargo para lo que ella estaba acostumbrada a beber.
M: Vale -Contestó la chica con un hilillo de voz por lo fuerte que estaba el chupito, mientras le devolvía el tapón a Raúl, sin apartarse de el y mirándolo fijamente.
Ella se sentó en un sillón que había en la habitación, Emilio en el suelo y Raúl en la cama, iban bebiendo chupitos poco a poco y saliendo al balcón a darle caladas a los porritos. A la rubia le había vuelto la risilla tonta y se veía que poco alcohol le cabía ya en el cuerpo. Fueron varias las veces que se le escurría algo de whisky desde la comisura de sus labios hasta el canalillo de sus grandes tetas.
M: Ooops!! -Reaccionaba ella y se pasaba la mano para esparcirlo mientras reía sin control.
El tiempo seguía corriendo y los canis tenían que actuar ya o no conseguirían nada. Así que en una de las veces que Marilés fue un momento a la otra habitación a ver como seguía su novio. Emilio le dijo a Raúl
E: Tío hay que jugársela ya. La próxima vez que diga de ir a ver al capullo del otro, te ofreces y vas tú. Tomate tu tiempo, así en plan de no vayas y vengas, si no que dame unos cinco minutos o un poco más y yo conseguiré que caiga. Déjalo en mis manos.
Su amigo accedió sin poner pegas, de modo que durante la siguiente ocasión que la chica dijo de ir a ver como estaba su novio, Raúl se ofreció. Y Emilio comenzó a poner el plan en marcha. Con lo poco que quedaba de la botella le dijo de acabarla, le entrego el tapón a la chica que sentada en el sillón alargó un poco el brazo para que le echara, pero Emilio en vez de llenarle el tapón, mandó un chorro sobre el tremendo escote de la rubia.
M: Eiii, qué haces?!! Dijo riéndose la chica, que con el ciego que llevaba no se molestó por eso.
E: Ostia tía perdona, pero es que con la visión que tengo de tus melones desde aquí de pie me he despistado y no he apuntado.
Marilés se quedó totalmente cortada sin saber que decir, pero pronto entró al trapo.
M: Pues anda que como para todo apuntes igual… -Le soltó con ironía y doble sentido.
E: Jajaja tu tranquila tía, que yo apunto bien, ahora lo vas a ver, que te la voy a meter de primeras nada más la tenga dura y no como Raúl con los jueguecitos en la playa.
La chica abrió los ojos como platos, desde luego no se esperaba que Emilio le dijera algo así, ni que Raúl le hubiera contado lo de la playa tan rápido.
M: Pero qué di…
No le dio tiempo a terminar de decir a Marilés nada más. Emilio la cogió de un brazo y la lanzó a la cama y rápidamente se colocó el encima besándola y manoseándola por encima del vestido.
M: Noo, déjame Emilio… decía la rubia sin mucha convicción mientras poco a poco iba dejando atrás su escasa resistencia, para dejar paso al placer.
Y es que el cani era muy hábil con las manos y a la par que la besaba, con una mano le rozaba la zona del coñito por encima y con la otra que inexplicablemente había conseguido meter por el escote, le pellizcaba uno de sus pezones ya duros por la calentura. Ya que aunque Emilio no fuera el tipo de chico que le gustaba a Marilés, la chica estaba muy cachonda, debido a que su novio no se la había follado bien en todas las vacaciones y a las desinhibiciones que le producían el alcohol y los porros.
Emilio tal y como le había dicho a la rubia, no se iba a andar con jueguecitos y en cuanto notó que la rubia le estaba correspondiendo los besos y ya emitía leves gemiditos. Le levanto el vestido hasta la cintura, pegó un tirón de su tanga hasta dejarlo agarrado solo en un tobillo, la abrió de piernas y poniéndose encima de ella, colocó su polla en la entrada de ese coñito totalmente depilado, en el que fue entrando con más prisa que delicadeza.
M: Aaaahh -.Soltó el gritito la chica mezcla de dolor y placer
No fue muy difícil para el cani ya que si bien Marilés no estaba aun totalmente a punto, su polla no era muy gruesa, aunque si larguita. En esas estaban, Emilio empezando a bombear y la rubia aumentando el volumen de sus gemidos cuando Raúl entró en la habitación quedándose sorprendido a más no poder.
R: Joooder pero esto qué…
E: Cállate y ven y tápale la boca a la puta esta -.Cortó Emilio a su amigo- Que si no se va a enterar el hotel entero y hasta el pringado de su novio que nos la estamos follando.
Y es que la chica había borrado de su mente las preocupaciones y ahora estaba totalmente desatada, había cerrado los ojos, tenía los brazos hacía arriba y se limitaba a disfrutar de la dura follada que le estaba metiendo Emilio.
M: Aaah aaaah aaaahh -gritaba ya de placer la chica.
Raúl se acercó al borde de la cama rápidamente se bajó los pantalones, dejando a la vista de nuevo su pedazo de polla ya completamente erecta por la excitación de la situación. Cogió a Marilés de la cabeza, le giró la cara hacia él, y de golpe le metió el pollón en la boca ahogando sus gritos.
E: Buena ahí, así se calla a una tía jaja -Dijo su amigo mientras seguía follándose duro a la chica.
La situación de que dos pollas estuvieran follándola puso más cachonda aun a Marilés, que intentaba abarcar todo lo que podía de la polla de Raúl en la boca, aunque eso le produjeran arcadas debido a las dimensiones de ese pedazo de carne, mientras este no había perdido el tiempo tampoco y a la par que follaba la boquita de la rubia, le había sacado las tetazas de su embutido vestido y ahora las veía moverse acompañando el movimiento de cada embestida de su amigo al ya más que mojado coñito de la chica. Su amigo la cogía fuerte de los mulos y se la metía hasta el fondo, hasta que notaba chocar sus huevos con el culo de la chica. Así llego su tan deseado orgasmo.
M: Aaaahh. -se escuchó consiguiendo liberarse por un instante de la polla de Raúl en su boca.- mmmm. -cuando este se la volvió a meter para evitar que hiciera tanto escándalo. Mientras Emilio casi se corre cuando esta apretó su coñito alrededor de su polla como succionando, pero seguía follándola igual de duro.
Cuando la chica dejó de convulsionarse del gusto, Raúl empezó a parar de vez en cuando para no ahogar a Marilés, pero esta estaba tan caliente y con tantas ganas de polla que cuando el chico la sacaba de su boca y la dejaba reposar sobre su cara dándole golpecitos, esta no paraba de sacar la lengua para lamerla y darle besos.
R: Uuuff como la chupas joderrr. Se nota que te gusta chupar y lo que te hacemos.
E: Tío a mi no me queda mucho, ven cambiamos y fóllatela que yo antes de acabar también quiero probar su boca.
Cambiaron de posición, Raúl puso a Marilés de lado y el desde atrás se la fue metiendo poco a poco en el chochito ya que aunque estuviera mojado y dilatado las dimensiones de la polla del chico eran muy distintas a las de su amigo. Para que la preciosa rubia no gritara muy fuerte, Emilio se había apresurado y ya se había colocado frente a ella ofreciéndole su polla, que esta no dudo en cogerla con una mano y comenzar a pajearla y mamarla.
Así estuvieron un buen rato, con Raúl sujetando a la rubia de una pierna para tenerla con su coñito bien abierto y dándole desde atrás bien fuerte a la par que le estrujaba una de sus tetas con la otra mano. Y Emilio frente a Marilés dejando que esta le diera una mamada de campeonato mientras pellizcaba el pezón de su teta que quedaba libre.
E: Qué tía más cerda Raúl, le encanta chupar pollas, uuff joder, está aquí como loca.
R: Vaya chocho que tiene tío, para estar follándoselo todo el día, no como el marica del novio que la tiene mal follada seguro.
Estos comentarios no hicieron otra cosa que excitar aún más a la chica, que aceleró tanto su mamada a Emilio que lo hizo correrse.
E: Ooogg joder me corrooo, bufff, tomaaa tragaaa aaaggg. -Acertaba a decir Emilio mientras había cogido a Marilés por la cabeza firmemente y se corría dentro de su boca sin dejar que esta se retirara.
Fue una buena corrida, aun así la rubia llegó a tragarse gran parte.
R: Ostia qué guarra, toma puta!! Dijo Raúl que empezó a follarla todo lo duro que podía mientras con una mano comenzaba a frotarle el clítoris
La rubia, a la que se ve que le gustaba el lenguaje borde con ella, no pudo aguantar el placer que le estaba proporcionando Raúl, y con otro orgasmo menos sonoro pero igual de placentero, se volvió a correr para quedar más que satisfecha.
M: Aaah sigue, aah sigue sii me voy, me voy me voy. -terminó por correrse la chica.
Raúl seguía rozándole el clítoris pero ya muy suavemente y había bajado mucho el ritmo de sus pollazos. De repente sacó su polla del interior de aquel empapado y caliente coñito y puso a la rubia de nuevo boca arriba en la cama. La imagen haría excitarse a cualquiera, Marilés con sus grandes tetas al descubierto, el vestido por la cintura con todo su coñito expuesto y abierto, despeinada, y su preciosa cara con sus cachetes colorados y con la boca manchada de semen. Así en esa postura el chico la cogió de los brazos, se los pego al cuerpo y poniendo las rodillas sobre ellos de forma que no le hiciera daño a Marilés, se sentó sobre ella, dejando su polla a la altura de los melones de la chica.
Escupió sobre su polla, aunque ya la tenía bastante mojada de los fluidos de la rubia, cogió las tetas de la chica con ambas manos y apretándose la polla hacia abajo con los dedos pulgares, comenzó a follarle las tetas a Marilés, que tal y como se había colocado Raúl, ella solo podía mover su cabeza, inclinándola un poco hacía delante. Y eso hacía, además de sacar la lengua para cuando asomaba la polla del chico intentar lamerla un poco. La rubia a pesar de haberse corrido ya dos veces aún seguía bastante excitada.
R: Joder qué tetas, llevo queriendo follarme estas tetas desde que las vi en la playa, uf no voy a aguantar más, me voy a correr, ah siiii, ahí lo llevas putaaa. -Dijo Raúl antes de correrse. Mientras Marilés se limitó a cerrar los ojos y sacar la lengua abriendo la boca, aceptando toda su corrida.
Emilio que lo estaba viendo todo desde el sillón sentado, casi se empalma de nuevo, viendo como su amigo incorporándose un poco, después de sacudirse la polla un par de veces empezó a descargar sobre la chica no menos de diez chorros tremendos de leche. Casi todos fueron a parar a su cara y sus tetas, aunque alguno también a la boca.
Raúl se hizo a un lado, y allí quedó Marilés, casi desnuda si no fuera por el vestido que lo tenía en la cintura, totalmente bañada en semen después de que dos canis se la hubieran follado a conciencia mientras su novio dormía la borrachera en la habitación de al lado.
M: Pero qué he hecho? -Se preguntó en voz alta cuando reaccionó mientras se incorporaba.
En estas Emilio que había salido sin darse ella cuenta de la habitación, volvía a entrar. Raúl se encontraba ya medio dormido. El cani al verle la cara de preocupación le dijo.
E: No te preocupes, vengo de tu habitación, el Carlitos ni se ha enterado, ahí sigue el tío roncando. Ve rápido y te pegas una ducha, que no veas como apestas a corrida. Y así te quitas todo lo que te hemos echado encima.
Marilés parecía reaccionar a cámara lenta, pero hizo caso a Emilio, que cuando ella se disponía a salir de la habitación le dijo.
E: Y no te preocupes, ni te comas el melón, lo hemos pasado de puta madre y te prometo por mi padre que esto de aquí no sale. dijo el cani a la par que se daba dos golpes fuertes en el pecho con el puño. Algo que dejó un poco más tranquila a la chica aunque no mucho.
La chica entró en su habitación y vio que efectivamente Carlos seguía roncando. Así que aprovechó para ducharse rápido, ponerse el pijamita y meterse en la cama.
Al día siguiente la despertó su novio con el tiempo justo para almorzar algo, ya que por ser el último día de su estancia fueron a visitar a los padres de este y que la conocieran a ella. Estuvo todo el día un poco como con la mente en otro lugar y no era para menos, pensaba lo que había pasado la noche anterior. Por suerte, aunque no lo había pasado mal, Emilio y Raúl ya no estarían en el hotel. No le apetecía cruzarse con ellos después de que la hubieran follado y tratado como una cerda.
Esa noche llegaron tarde al hotel, después de cenar, hicieron las maletas y se acostaron para descansar para el largo viaje de vuelta a Sevilla. Ya en el coche de vuelta. Carlos le comentó a su novia.
C: Oye perdona por lo de la otra noche. Ayer te noté un poco distante. Pero lo entiendo, no era para menos. Quiero que sepas que cuando me desperté, salí a tomar un poco el aire y me encontré a Emilio y Raúl – Cuando dijo esto a Marilés casi se le sale el corazón del pecho y eso que de pecho no andaba corta precisamente –. Y les agradecí que se portaran tan bien con nosotros, sobretodo contigo, otros te hubieran dejado tirada con el marrón del novio borracho, pero yo sé que ellos me trajeron hasta el hotel y te estuvieron animando para que no estuvieras mal. Que me lo han dicho.
La rubia estaba que no articulaba palabra, o sea ¿animando? ¿eso te han contado? Qué cabrones, pensaba.
C: Bueno pues que quería decirte que como sé que a ti te caían bien y se ve que son buenas personas. Nos hemos pasado el número y les he invitado a que vengan un fin de semana a mi piso. Para que veas que no soy celoso y soy un novio “enrollao” que no me importa que mi niña haga amigos. -Terminó de decir mientras le daba un gracioso golpe en la naricilla.
M: Aam, qué bien, gracias cari. -Intentó disimular Marilés fingiendo alegría, mientras pensaba que Emilio y Raúl no perderían la oportunidad de intentar follársela otra vez y lo que es aún peor… si ella era algo que quería que pasara también.
FIN.