Mi primer trabajo fue el de modelar ropa para esas tiendas de departamento. Asistí a una feria del trabajo que era auspiciada por la universidad y me encontré con esta señora quien me insistió que debería considerar el modelaje e, incluso me sugirió intentar incurrir en el arte de la cinematografía.
En ese momento me tomó algunas fotos con mi consentimiento y dos semanas después me estaba llamando y proponiendo un contrato para aparecer por tres meses en las revistas que en ese tiempo enviaban muchas tiendas departamentales a sus clientes.
En ese tiempo hice tres sesiones, las cuales se llevaron a cabo en la residencia de esta señora y donde modelé algunos trajes, como también modelé algo que me hacía sentir incómodo: modelar en ropa interior. Definitivamente, modelar no lo era lo mío… nunca me sentí confortable ante una cámara.
En ese mismo tiempo conocí a la bella y sensual Jane, una rubia de cabello corto y ondulado quien era la fotógrafa y quien a la vez parecía fungir como asistente de la señora quien me involucró en estos menesteres. Jane parecía tener mi edad, pero definitivamente no pasaba de los 28 años. Cuerpo petit, cintura bien formada y tenía un bonito trasero el cual sobresalía cuando usaba esos apretados pantalones vaqueros y sus zapatos de tacón.
En una de esas sesiones me invitó a comer y tuvimos una plática muy amena y descubrí que era una mujer soltera y que era sobrina de la mujer que originalmente me contrató. Al igual que su tía, Jane me animaba en considerar el modelaje o algo que ver con la actuación, pues creía que tenía un talento natural para ello, pero realmente para mí, nunca le encontré sentido en ganarme la vida de esta manera.
En la última sesión que fue en la que modelé ropa interior, Jane llevaba puesta una minifalda de color blanco y siempre que se acurrucaba para tomar fotos al azar, miraba como se le veían sus pantis blancos los cuales me provocaban una enorme erección. Imagino que mi paquete era obvio, pues hubo un punto en el que me sentí incómodo, especialmente que Jane hubo momentos que no disimulaba en nada concentrando su vista en mi paquete. Tomamos un receso, pues creo que las fotos no eran lo que ella buscaba y deberíamos intentarlo de nuevo, pues intuía que esas fotos con mi paquete muy obvio no eran apropiadas para una revista cuya audiencia era el típico ambiente familiar. Me puse un pantalón corto y Jane me invitó a un refresco y nos fuimos cerca de la piscina. Ella me hizo la siguiente observación:
-¡Tienes un atlético cuerpo y muy apropiado para esta sesión! Déjame preguntarte y no quiero que te sientas incómodo, pero me siento obligada a hacerte esta pregunta: ¿Siempre tienes tu miembro varonil en esa condición?
-¿A qué te refieres?
-Sin la intención de que te sientas incómodo, pero parece que siempre está erecto y lo puedo ver a través de la cámara.
-¡Lo siento! No es mi intención… tal parece que esto es lo normal para mí.
La verdad que no estaba totalmente erecta, pero cuando uno tiene un miembro de 22 centímetros, inclusive cuando está pasiva no se deja de notar el bulto. Finalmente, no sé qué hizo, tomó algunas otras fotos en diferentes posiciones y me extendió un cheque por lo que ellos llamaban trabajo y me fui de aquel lugar con la convicción de no volver. Pasó un mes y recibo una llamada de Jane, quien me habla de otro proyecto el cual rechazo y le hago saber que me incomodan las cámaras y fue cuando ella salió en forma de broma pero que a la vez me hizo reaccionar mi miembro:
-¡Y yo que pensaba ofrecerte hacer una película porno! -se sonreía a través del teléfono.
-¡Si fueras tú la actriz te aseguro que ni te cobraría! -le dije también en forma de broma.
-¿Entonces tenemos un acuerdo? ¿Cuándo tienes tiempo?
-¿Estás hablando en serio?
-Tony… ¿Cuándo he bromeado contigo? ¿Tienes tiempo mañana por la tarde?
-¿Dónde te veo?
-Mi apartamento –y me dio su domicilio.
Llegué a su condominio aquel viernes a eso de las dos de la tarde. Jane, vestía un pantalón de licra de color blanco y una blusa de color negro. Definitivamente quería provocarme, pues era una delicia ver esa silueta sensual de su bello cuerpo. Entré algo nervioso y no sé por qué siempre me pongo en ese estado… hasta el día de hoy me pongo nervioso cuando me voy a follar a una chica por primera vez. Su condominio estaba en una zona exclusiva y para vivir allí se requería de buen billete, así que eso de ser fotógrafo por ese tiempo generaba lo suficiente para darse la buena vida.
Con Jane no hubo grandes protocolos y para esta chica estaba definido, ese día estaba dispuesta a follar y follar con toda su imaginación. Su primer beso fue uno profundo que hizo que sintiera su provocativa lengua con un aroma artificialmente mentolado. Se había maquillado para la ocasión y en sus labios denotaba un rubí ficticio, pero profundamente provocativos. Me había servido una cerveza la cual se entibio, pues después del primer sorbo, Jane se lanzó por sobre mí y a penas me dio tiempo de respirar. En el sillón de su sala me bajó los pantalones, me sacó la verga y se puso a mamarla como si esto fuese lo último que hacer en esta vida. La boca de Jane era pequeña y de labios gruesos, pero esta era la primera vez que una chica me mamaba el falo y se atorzonaba en el proceso. Literalmente veía como mantenía mi falo de 22 centímetros, que estaba seguro de que mi verga literalmente invadía su esófago. Parecía que se ahogaba y minuto después repetía el proceso.
Hicimos una pausa y Jane me invitó a pasar a su habitación. Era un espacio amplio y donde tenía un par de cámaras apuntando hacia la cama. Pensé que se lo había tomado en serio, pero se sonreía al decirme que tampoco ella se atrevería a posar desnuda ante ninguna cámara. Le asistí a remover sus pantalones de licra y llevaba como ropa interior una pantimedia corta y en cuya zona de la parte íntima, era la única parte que tenía una superficie más gruesa y de tela blanca. Además de eso no llevaba nada más. Removí su blusa y su sostén de una copa C, la cual sostenía unos pechos redondos y muy sólidos que inclusive cuando esta mujer me montó, apenas se miraba que se movían cuando me cabalgaba.
Jane parecía de esas chicas delicadas, pero en el sexo es liberal y muy atrevida. No sé si fue la primera o una de las primeras que después de penetrarle su exquisita vagina hacía pausas para volver a mamarme la verga. Mamar verga le excita a Jane al punto que cuando me pidió que se la metiera no tardó ni tres minutos en haber acabado. Gime como una loca y se puede sentir como sus jugos vaginales se incrementan cada vez que Jane se corre. Es casi parecido como cuando uno de hombre eyacula, pues cuando le hacía sexo oral y se corrió, pude sentir en mi boca una corriente caliente de sus jugos vaginales saliendo por su pequeña conchita depilada.
Cuando le hacía sexo oral en su conchita también tuve la oportunidad de hacerle sexo oral en el culo. Creo que eso la calentó mucho más y no recuerdo muy bien si sus palabras sonaban a una pregunta o solo fue una frase lanzada por la calentura: Quieres follarme el culo. – Jane tiene un culo redondo y muy sólido. En él se puede observar esa marca más clara en una piel de por sí clara de sus reducidas pantis. Tenerla en posición de perrito es una delicia y en esa posición comencé a ver como cada centímetro de mi verga se hundía en el precioso culo de Jane. Era un culo apretado, pero no tuve ningún problema en penetrarlo pues creo que Jane conocía este proceso de la relajación. Le gusta el sexo anal y de embestidas violentas, pero creo que le encanta mucho más cuando es ella quien te monta y así en esa posición lograba tener orgasmos más rápidos ya sea en el sexo vaginal o anal. Este día cogimos por tres horas seguidas donde le dejé ir cuatro palos y ella se corrió una media docena de veces.
Cogimos por un par de meses, pero luego Jane se volvió un tanto posesiva y controladora. Un día tuve que cambiar mi número de teléfono y me había movido a un apartamento sin darle mi nuevo domicilio, pues llegaba a buscarme a todas horas a los dormitorios de la universidad. Jane era un suculento palo para disfrutar en toda la extensión del sexo, pero a esa edad era muy difícil para mí pensar en solo follarme a una mujer y Jane parecía que quería limitar esa libertad que en ese momento vivía. Definitivamente, era un rico culo para disfrutar y siempre llevo en la memoria esas escenas de cómo lo contraía cuando le sacaba la verga y ella me pedía más diciendo: Tony, dame más verga, métemela toda… rómpeme el culo, quiero sentir cuando te corres en él.