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Finge estar dormida mientras deja que la folle
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mi amiga de infancia y de toda la vida Julieth para esta época rondaba sus 19 años, se había convertido en toda una señorita, un busto prominente, nada exagerado, pero su delgada figura y su tallada cintura hacia que sus pechos y caderas sobresalieran más y lograba captar la atención por la calle. Más aun cuando campaneaba su cadera usando esas talladas y cortas faldas de uniforme.

Como toda joven tenía un novio, el cual la superaba por un par de años. Ese chico no era bien visto por sus padres así que, como toda señorita rebelde, insistía en mantener a escondidas la relación con ese muchacho. Esta situación les dejaba poco tiempo para verse, por lo que su relación consistía, la mayor parte, en llamadas y chats. Mi familia aunque no ha sido de bajos recursos, tampoco podía ostentar grandes lujos, por lo que la primera y única computadora, en ese entonces, lograba utilizar era la de mi amiga Julieth. De vez en cuando me dejaba usarla para hacer tareas y ponerme al corriente de mis oficios.

En una ocasión, Julieth llegó a mi casa para que hiciéramos tarea juntos, ella salió y me dejó usando su computadora, la cual aproveché, sin perder tiempo, para ver porno y poder hacerme unas buenas pajas antes de dormir esa noche. Me senté en la cama, puse la laptop sobre mis piernas y comencé revisar su computadora. Pero… ¡Vaya sorpresa la que me llevé!, en la carpeta de Descargas había una carpeta con el nombre “Amor”. La cual obviamente, no dude en revisar. Lo que vi me dejó sin palabras. El primer archivo que vi, fue una fotografía, eran los pechos de Julieth, grandes, redondos, muy bien formados, su piel blanca y sus pezones colores marrón claro, erectos y excitados. No lo podía creer, no podía ver su rostro, pues la fotografía enmarcaba solo sus pechos, pero supe que era ella, la reconocí por un diminuto pero visible lunar que tiene cerca del ombligo.

Esa foto me prendió más que las imágenes que había descargado, el morbo de ver los pechos de amiga me excitaba tanto, que casi volteo la laptop de la tremenda erección que me causó. Guardé esa imagen en mi mente. Pasé toda la tarde pensando en los pechos de Julieth, no podía sacarla de mi mente y no podía evitar mi erección al pensar en lo deliciosos que se veían.

Cuando cayó la noche, y ya todos íbamos a dormir, mi amiga Julieth le dijo a sus padres que se quedaría a dormir en mi casa, ya que tenía que hacer mucha tarea. Esa era una excusa usual que en más de una ocasión Julieth ya había utilizado para poder hablar por teléfono con su novio toda la noche. Así que no me sorprendió.

Esa noche pasó hablando por teléfono hasta la madrugada, cerca de la 1 am. Terminó. Ya era demasiado tarde así que apago las luces y se recostó en el sillón de la sala. Yo estaba aún despierto, en parte por las conversaciones de ella y otra parte por lo prendido que estaba al recordar sus pechos. Me levanté, sin prender la luz, caminé hacia la cocina, tomé un vaso de agua y al regresar a mi habitación pasé por la sala

-¿Por qué no te quedas en la cama? -le dije, como probando mi suerte-Podríamos compartir la cama como cuando éramos pequeños, ¿recuerdas?

-No te preocupes Donni, aquí estoy bien -me respondió.

-Mmm, bueno, como quieras -me di la vuelta y me metí en mi cama.

Casi 15 minutos después, un ruido muy fuerte se escuchó en la cocina, de seguro había sido el vaso que intencionalmente dejé en la orilla del dispensador de agua, el cual goteaba por defecto y tras llenar el vaso, desequilibrándolo, cayó al suelo. Mi hermana que era toda una asustadiza, corrió de inmediato a mi habitación, entró y casi de un brinco, se metió en las sabanas de mi cama.

-¿Qué pasó? -pregunté, haciéndome el sorprendido.

-¿No escuchaste ese ruido? -respondió temblorosa y asustada

-Claro que sí, pero ¿Qué pasó?

-No sé, pero me dio miedo, mejor me voy a quedar aquí, hazte para allá y dame más chamarra.

-Que jodes, ya! Ya estuvo! -le di lo que me había pedido.

No tardó más de 15 minutos y Julieth roncaba como camionero. Ahora no podía dormir por sus ronquidos. Metí mi cabeza bajo las sabanas para intentar tapar mis oídos de sus sonoros ronquidos y… ¡Mierda! Julieth llevaba puesta una fina blusa de tirantes, con un escote tremendo, sus pechos resaltaban de su sostén y los tenía prácticamente frente a mi cara.

Bajé mí mirada hacia sus piernas y… ¡MIERDA! Traía unos shorts cortos, tan cortos que casi parecía cachetero, podía notar como se marcaba su zona púbica incluso con la poca luz que entraba por la ventana al lado de la cama. Yo, como les he contado, acostumbro a dormir nada más en ropa interior, así que mi pene no tardó en escabullirse por debajo de mi bóxer al ver el cuerpo de Julieth. Estaba tan excitado y tan nervioso, me sentía tan cerca y a la vez tan lejos. No sabía si tendría el valor de…

No había terminado de pensarlo y mi mano ya estaba acariciando los pechos de Julieth por encima de su ropa. No podía evitarlo, comencé a acariciarla mientras con la otra mano me masturbaba. Joder que delicia, por fin tenía frente a mí lo que había visto en fotos.

Luego de un rato, no soporte el deseo, comencé a acariciar parte de los pechos que salían de su blusa, su piel estaba tan tibia y suave. Me arriesgué y deslicé mi mano dentro de su sostén, aunque apretaban fuertemente sus pechos, logre escabullir mi mano hasta que toqué su pezón, era tan suave, tan caliente y excitante, comencé a frotarlo con mis dedos, no duró ni 10 segundos y su pezón se había endurecido. Mi pene casi estalla de excitación. Mi corazón latía a mil por hora, estaba sudando y temblando, me ponía tan nervioso y eso me excitaba más aún.

Lenta y delicadamente comencé a bajar los tirantes de su blusa y su sostén, eso liberó un poco de tensión de sus pechos permitiéndome meter mi mano más libremente en esos enormes y perfectos pechos, eran más grandes de lo que parecían. Logré bajar la blusa casi a su abdomen y baje las copas de su sostén dejando al descubierto ese par de tetas, grandes, pero muy firmes, eran perfectas. No pude soportar la tentación y me lancé sobre ellas, comencé a lamer sus pezones, seguido de chupetones en ambos, mi pene estaba chorreando de líquido pre seminal en cantidad, y tenía empapado mi bóxer.

Llevé mi mano hasta la vagina de Julieth y comencé a frotarla por encima de la ropa. Ocasionalmente miraba el rostro de Julieth, para asegurarme de que siguiese dormida, parecía estarlo, no abría los ojos, no hacía nada, pero ya no estaba roncando, me pareció extraño pero no le di importancia y seguí con mi festín de lujuria.

Luego de frotar su vagina comencé a sentir la humedad en su short, un leve y casi imperceptible gemido se escapó de la boca de Julieth mientras se estiraba en la cama y se acomodaba boca arriba extendiendo sus brazos y abriendo las piernas, pero sin abrir los ojos. Seguía “dormida” al parecer. Pinche putita, ella sabía que la estaba manoseando toda y le gustaba.

Metí mi mano por debajo de su ropa interior sin quitársela, y comencé a acariciar su clítoris, no puedo describir la cantidad de fluidos que escurrían de su vagina, podía sentir la sabana mojada debajo de ella. Estábamos muy calientes. Yo mientras tanto, seguía devorando esos pechos uno por uno, alternaba entre lamidas y chupetones, entre el pezón y el pecho entero, estaban tan deliciosos.

Mi pene había crecido tanto que comenzó a rozar en su abdomen, mojándola de semen. Con un movimiento “disimulado” que resultó ser muy obvio, bajó su mano para limpiarse el abdomen, acto seguido llevó sus manos a su boca y se saboreó los dedos, mientras seguía “dormida”. ¡Joder! No iba a dejar pasar tal oportunidad, me levanté y me arrodillé al lado de su cabeza, bajé mi pelvis acercando mi pene a su boca, y en un disimulado bostezo que dio, metí mi verga en su boca. Julieth comenzó a chupar mi verga de manera impresionante, su lengua recorría todo mi glande para luego juguetear en el orificio que escurría semen. Mientras tanto con mi mano alcanzaba como podía su entre pierna y continuaba manoseando su vagina.

Estábamos en éxtasis, hasta que cometí un error. Metí dos dedos hasta el fondo de la vagina de Julieth. Esto le causo dolor, un gemido doloroso escapó de la boca de Julieth, pues aún era virgen, y yo no lo sabía. De inmediato sacó mi mano de su entre pierna y mi pene de su boca, se dio la vuelta y se acurrucó entre las sabanas. Era un claro aviso de “alto”. Yo seguía muy caliente, y estuve cerca de terminar en la boca de Julieth, pero mi fantasía, esa sí que había terminado. Me recosté de nuevo al lado de ella y terminé masturbándome sobre sus nalgas. La eyaculación mojó su ropa y ella solamente se la acomodó y se durmió de nuevo.

El siguiente día al despertarme, Julieth ya se había levantado y ayudaba a mi madre a preparar el desayuno. No volvimos a tocar el tema, o al menos no por el momento. Pero eso es algo para otro capítulo.

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