Era un día de otoño ya, estabas en casa de unas amigas con una conversación que no te interesaba mucho, empezaste a trastear con el móvil y las redes sociales donde vistes una pequeña encuesta sobre lesbianismo que estaba realizando un famoso tuitero y cómico, la cual contestaste.
Jamás pensaste que una persona con miles de seguidores y famosito, se molestase en contestarte… Pero lo hizo para tu grata sorpresa, y empezasteis una conversación subidita de tono, pero sin más. Seguisteis hablando durante varios días.
De hecho, un día os llevo a hacer una breve videollamada con muy poca ropa.
El caso es que los meses pasaron, y la distancia tampoco favorecía que pudierais concretar un encuentro y la verdad es que sexualmente estas más que servida, así que tu interés para desplazarte a su ciudad iba disminuyendo, pero te llamaba la atención su ex, que de vez en cuando subía alguna foto con ella.
Te parecía una chica encantadora, muy sexy, pero sobre todo muy maja y cercana.
Así que un día, te dio por seguirla por Instagram y en vez de seguirla por tu cuenta habitual, empezaste a seguirla con tu cuenta secundaria.
Al poquito empezó a darle me gusta a lo que publicabas, empezó a seguirte y te publicó en uno de sus historias.
Tú no te lo podías creer, de la manera más tonta estabais hablando por redes sociales y le contaste que la habías descubierto a través de su ex, al que seguías desde hace tiempo.
Hablabais de todo e incluso de vuestras inquietudes sexuales y así es como un buen día, le dijisteis que te encantaría hacer un trio con ella y su ex.
Ella no dijo que no, y tú, la verdad, fuiste bastante atrevida, ya que, tienes 10 años más que ella y poca experiencia en el deseo y sexo entre mujeres, pero es que no podías evitar la atracción que iba en aumento conforme la ibas conociendo.
El caso es que estabas perdiendo interés por ex e iba aumentando tu interés hacia ella.
Pasaron unos meses y por fin, su ex, tenía un bolo en tu ciudad, así que le dijiste que se viniese con él.
Llegó el momento, os conocisteis una hora antes de que el tuviera que ir al teatro, nada más verla, no pudiste ocultar tu mirada de deseo y él se dio cuenta, que la cosa ya no iba con él. De hecho, dijo… “Uy, creo que yo sobro, ¿¿no??”. A lo que contestasteis que no. Reísteis los tres.
Ella y tú os fuisteis patio de butacas y visteis el espectáculo desde un lugar de excepción (teníais enchufe). Al terminar el espectáculo, fuisteis al camerino y allí había una chica más.
Así que el chico se acercó a su ex y le dijo al oído, que no podía ser el trio que prefería acostarse con esa chica que al parecer había conocido unos meses antes en otro bolo.
Tu amiga te miró triste y te dijo: “no puede ser… ¿Y tú le dije, bueno y te apetece que hagamos algo? ¿Nos vamos de fiesta las dos?”.
Te dijo que sí, “vámonos por ahí”.
Así que os fuisteis de fiesta las dos, bailando hasta las tantas y entre el alcohol y la música os besabais de forma furtiva de vez en cuando, las dos sabíais que el tema se estaba calentando, pero tú tenías muy claro que no ibas a forzar ninguna situación y que sería ella la que decidiese que quería hacer.
Os cerraron el pub y salisteis a la calle, sudadas, riendo y felices de que por fin os habíais conocido.
Le preguntaste: Dime, ¿Qué quieres hacer?
Te dijo necesito una ducha y contestaste: ¡Vaya y yo!
¿Te llevo al hotel? Y te dijo, no… No puedo ir al hotel, estará mi ex con su amiguita.
Así que le propusiste que se fuera a tu casa y que no se preocupase, que no pasaría nada que ella no quisiera.
A lo que te contestó: Creo, ¡¡chica guapa, que ambas sabemos lo que queremos!!
¿Ah sí? Ah claro, una ducha, ¿¿no??
Risas y más risas dentro del taxi y por fin llegasteis a tu casa.
Nada más entrar por la puerta os fundisteis en un beso húmedo, mientras os ibais quitando la ropa y cuando estabais medio desnudas, le dijiste: ¿¿Una ducha??
Os metisteis en la ducha y empezasteis a enjabonarnos la una a la otra, las dos sois de pecho grande y amplias caderas, estabais fascinadas por lo parecidas que erais ambas.
Con la ayuda del jabón y el agua caliente tus manos recorrían su cuerpo mientras las suyas hacían lo propio con el tuyo.
Salisteis de la ducha, os secasteis y os metisteis en la cama.
Empezaste a besarla en la boca y cuando te separaste de su boca, se le escapó una sonrisilla y tú la miraste como pidiéndole permiso para seguir… asintió con la cabeza y seguiste besando sus pechos grandes, tu lengua se entretuvo con uno de sus pezones, sentías como estaba duro como una piedra, tu sabías que su deseo le estaba volviendo loca.
Seguiste bajando con tus besos hasta que llegaste a su sexo, la verdad es que era el segundo que probabas en tu vida y no tenías ni idea si lo hacías bien o mal, pero no te cortaste.
Con tu lengua separé los labios generosos que encerraban un clítoris húmedo e hinchado por el calentón que llevaba, tu lengua lamía arriba y abajo, evitando centrarme directamente en su clítoris y un momento dado metiste tu lengua dentro de su sexo, extremadamente mojado.
Ella gemía, y te decía necesito más. Por favor, necesito que me metas algo.
Le metiste dos dedos dentro y aumentaba tu ritmo dentro de ella. Cuando los saqueaste, los chupaste y le di a probar.
El calentón era tal que cogiste un vibrador que tengo para tus noches de soledad y lleno de lubricante se lo metiste hasta el fondo, sus gemidos y gritos te encendían cada vez más, tanto que ella notaba como tus flujos resbalaban por sus piernas.
Después de que se corriese de forma abundante, cayó rendida en tu cama.
Tú te hiciste la dormida, pero no te podías quedar así.
Así que te tuviste que masturbar mirándola, de repente abre un ojo y te confiesa que se estaba haciendo la dormida.
De nuevo, venga las risas y le dijiste… Oye, señorita… Aquí la que ahora necesita algo soy yo, así que no seas mala conmigo.
Te dijo: déjame que pruebe a que sabes y acercó su boca a tu sexo y te metió la lengua dentro de ti y empezaste a correrte en ese mismo instante.
Te lamió al tiempo que te metió dos dedos dentro de ti, que provocaron de nuevo otro orgasmo, os besasteis y os quedasteis dormidas.