David me llenó de su néctar, el cual recibí con placer dentro de mí. La noche pasó entre mimos y caricias. A la mañana siguiente, cuando me desperté, él ya no estaba, había dejado una nota diciéndome que la pasó genial y que a la noche volvería para ver cómo estaba.
Me sentía confundido, avergonzado y sucio. Me di un baño sin poder pensar en otra cosa que lo vivido la noche anterior. Repasé en mi mente cada momento, cada sensación. Comencé a asimilar que me gustaba estar con él, que me sentía cuidado, que me gustaba complacerlo, me sentí amado nuevamente, y por el otro lado, esto tendría que ser un secreto y tampoco sabía si se repetiría.
A pesar de todo e inexplicablemente, estaba feliz. Inconscientemente estuve todo el día preparando la casa para cuando venga David, encuentre todo impecable. Mi cabeza no paraba un minuto. Debíamos hablar… Llegó y yo tenía lista la cena. Su saludo ya me aflojo todo. Me abrazó por la cintura, atrayendo mi cuerpo. Me dio un beso exquisito, largo y apasionado a la vez que sus manos, acariciaban mis nalgas.
David: No veía la hora de verte!!! Estuve todo el día pensando en vos…
Yo: Yo también, pero debemos hablar. Me gustó mucho lo de anoche, pero estoy confundido.
Nos sentamos y comimos tranquilamente mirando la tele. Junté la mesa y me puse a lavar los platos. Vino por detrás, apoyando su cuerpo contra mí y me besaba el cuello, mejillas, sentía su pija dura, tocando mi cola. Me dijo:
David: SI vos querés que esto que nos pasa, siga, yo estoy dispuesto. Nos queremos desde hace mucho tiempo. Ahora siento que te quiero más…
Yo: Sí, quiero…
Me di vuelta y nos besamos. Fuimos a la cama y en segundos, estábamos desnudos, frotando nuestros cuerpos. De nuevo, David me sorprendió cuando bajó y se puso a chuparme la pija. Lo hacía muy bien y disfruté mucho, al punto que no aguante y acabé como caballo.
Vi su verga que estaba rígida, apuntando al techo y metí en mi boca, esa maravilla, la cual amé y amo para siempre.
Continuará…