Así te imagino algunos de esos días que estás sola en casa. Y no creo que me equivoque mucho.
Estabas sola en tu casa, y te gustaba estar cómoda en casa, muy muy cómoda, sintiendo tu cuerpo libre, sin complicaciones, te parece muy excitante andar suelta solo con una braguita.
Era un día cualquiera entre semana, la casa limpia, tú torbellino en el colegio, sin nada que hacer, tú pareja trabajando… te sentaste en el sofá y encendiste la televisión. Te pusiste a ver videos de esos artistas que tanto te gustan y reconócelo, tanto te ponen.
Con la tontería empezaste a acariciarte los pechos, y a apretar tus muslos, el roce de tus piernas con tu sexo es totalmente excitante, tu sexo perfectamente depilado, una de tus manos sube y se mete un dedo a la boca, para humedecerlo y baja hasta tu sexo y empezar a abrirse camino, llega hasta donde te gusta y darte cuenta que estas más mojada de lo que te imaginabas, con tus dedos empiezas a distribuir esos jugos por todo su sexo, por toda tu rajita, con tu otra mano te aprietas los pechos, los estrujas y cierras los ojos para dejarte llevar por lo que estás haciendo. Muerdes tus labios. Te excitas más y más. Tu dedo sube hasta encontrar tu clítoris, que está jugoso y gordito, excitado y esperando que tu misma satisfagas tus ganas. Te das gusto un rato, moviendo rápidamente tu dedo, Te ayudas con un movimiento de cadera, y tratas de jugar con tu lengua y tus pezones. Tus pechos, ya están rojas, de los pellizcos y apretones que te has proporcionado.
Uno de tus dedos entra en tu boca, simulando un miembro masculino, mientras con la otra mano vas acariciando y dando pequeños golpecitos en tu sexo. Empiezan los primeros gemidos de placer y tu cuerpo empieza a pedir más, te levantas del sofá y te vas a la cama, una cama de matrimonio sola para ti para dar rienda suelta a tus fantasías. Te colocas la almohada entre las piernas, tu sexo la roza suavemente y empiezas a jugar introduciendo dos de tus dedos, cada vez la excitación es mayor, no puedes parar de masturbarte mientras dejas caer saliva sobre uno de tus pezones y empiezas a acariciarlo con los dedos.
Te llega el primer orgasmo al instante. Te tumbas en la cama y tu respiración empieza a desacelerar, mientras lames tus dedos y los restriegas por tu pecho.
Quieres más, necesitas más, así que te pones a 4 patas, tus pechos acarician suavemente las sabanas mientras con tus dedos vuelves a tu sexo, húmedo, resbaladizo y vuelves a masturbarte sin parar. Mueves las caderas, arqueas tu espalda, tus fluidos bajan por tus muslos gracias a la corrida anterior. No paras de gemir, estás sola, y todo el placer es para ti. Lanzas un suspiro con tu segundo orgasmo.
Caes en la cama, agotada, tus dedos están mojados, tu sexo húmedo, te quedas así unos minutos, abierta y gozando mientras te tranquilizas.