Mi nombre es Mariela, tengo 29 años, soltera aun, Doctora en economía, no he tenido parejas mucho tiempo, pero confieso que me atraen las mujeres, hoy en día no es ya sorpresa para nadie.
Alguien que me cautiva muchísimo, es mi cuñada Florencia, casada con mi único hermano Julián, tres años mayor que yo, a quien adoro,.
Mi cuñada tiene 22 años, es muy linda chica, diría que es un bomboncito, y ahora con su embarazo de 6 o 7 meses, creo que está a punto, tiene esa sensualidad características de las preñadas, lo único que es bastante recatada, pero siempre he intentado romper con esa candidez, que con el tiempo lo voy logrando, empezando a ser bastante compinches.
Por supuesto que nunca he intentado algo, a pesar que me encantaría hacerlo, por mi hermano y fundamentalmente evitar un posible escándalo familiar.
Nos vemos relativa poco, aunque todos los fines de semana nos reunimos a almorzar en casa de mis padres o en los de la suya, ese ritual en donde nos juntamos 8 o 10 personas, siendo un encuentro muy placentero.
El domingo anterior pasó algo inusual, Flor cada tanto me observaba, o me sonreía, algo no común en ella, debo dejar aclarado que ese día estaba especial, no sé, tenía un atractivo fuera de lo habitual, distinto o si era yo, que me imaginaba, pero emanaba una cierta sensualidad, si era su vestido, su estado de fecundidad, si estaba tratando de atraerme, no sé.
Solo me acerque, y me tenté de decirle:
“Estás para comerte”
“Estúpida” me contesta, con una sonrisa muy pecaminosa, al punto que mi hermano captó algo, diciendo
“Pasa algo entre Uds.”
“No seas pelotudo “le contesto, aclaro que soy bastante zafada en algunos momentos.
“Nunca se te puede decir nada” me contesta de mal talante.
No pasó más nada, solo en un momento de la reunión le toqué el culo a mi cuñada, dándose vuelta para tirarme un beso, muy cálidamente, no puedo negar mi atracción hacia ella, percibía algo, al punto de que cuando nos sentamos a almorzar, le toqué su pierna, hasta su entrepierna, a pesar de tener pantalones, pero no hizo ademán de molestarle.
En un momento la digo:
“La verdad es que estas buenísima, si te agarro te hago mear leche”’
“Sos una loca!!!” me contesta, sonriente por mi ocurrencia o piropo, por supuesto sabe mi tendencia, pero siempre ha sido un juego de palabras, y de ahí no ha pasado. Casi cuando ya nos íbamos, me comenta que tiene, un pequeño problema, que le gustaría conversarlo conmigo, en algún momento. A pesar de preocuparme, traté de indagar, de que se trataba, si era algo grave, pero solo me contestó con monosílabos, pero que no era nada problemático, más que nada, una opinión. Me quedé con esa intriga, aunque no parecía nada demasiado importante.
Días después me llama para decirme si podía venir a casa, le confirme y cerca de las 6:30 pm. el timbre de casa anunciaba su presencia. Nos sentamos en la sala, charlamos sin entrar de lleno, en su desconocida problemática, inconveniente, que después de estar indagando, logró decirme algo, que dio vueltas con titubeos hasta que me comenta:
“Pasa, que, Julián no me quiere hacer el amor”
“Porque, tiene otra mujer, pasa algo entre Uds.” Le respondo algo alborotada pensando en lo peor.
“No, no, no es nada de eso, a contrario, solo que por precaución, por el bebe”
“Bueno, pero que dice el médico, hay otras posiciones, no sé, creo que es ridículo lo que hace”
“Si, lo sé, pero sabes lo estructurado y estricto que es tu hermano”
“Si, ya sé, quieres que hable con él?”
“No, no para nada, que quede entre nosotras”
En ese momento mi loca cabeza, me hizo pensar que yo podría apaciguar sus necesidades, pero opté por seguir mi indagatoria:
“Pero has pensado en algún hombre”
“No, por dios, como piensas eso?”
Me quedaba preguntarle si se masturbaba, pero lo descarté, dada sus particularidades, podría caerle mal, creo que lo mejor sería llevarla de a poco, a lo que suponía que querría.
Me senté a su lado, la acaricie la cabeza, pregunte por su embarazo, notando como que se iba relajando, apoyando su cabeza en mi hombro, coloqué mi mano en su rodilla, sintiendo la calidez de su piel y esa tersura de su juventud… Así permanecimos un buen rato, aunque mantuve mi postura de no adelantarme para nada.
Noté sus mejillas bastante encendidas, con el dorso de mi mano rocé disimuladamente su pezón que se advertía perfectamente, a través de su blusa, notando una leve alteración.
En determinado momento, comentó que era tarde, que debía hacer la comida, que mi hermano estaba por llegar, dándome la sensación que trataba de cortar con ese lapso de “intimidad”, como evitando el paso siguiente.
Cuando se fue, me quede pensando, como actuar, si era eso lo que quería, no me molestaba un desplante de su parte, solo no tenía interés en mortificarla.
No sucedió más nada, solo volvimos a encontrarnos en nuestra habitual reunión familiar, si la semana anterior me había impactado, esta vez al verla creo que llegue a humedecerme, con un vestido corto, que reflejaba perfectamente sus abultadas tetas y su sensual panza, hizo que no podía quitarle los ojos de encima.
Nunca me había sucedido algo así, traté de apaciguarme, distrayéndome con otra cosa, en el momento de sentarnos a la mesa, se colocó a mi lado lejos de mi hermano, mirándome de una manera risueña, pero extraña
Durante el almuerzo a pesar de las charlas, mi pensamiento estaba en ella, hasta que apoye mi mano en su rodilla, giró su cabeza mientras que con una sonrisa me ofrecía la fuente de ensalada.
Saqué mi mano para servirme, y la coloqué nuevamente sobre su muslo, efectuándole unas leves caricias, cada tanto repetía esa instigación, evitando de ser descubierta, por supuesto que mis hormonas comenzaron a conmocionarse.
Tenía ganas de tomarla de la mano y llevármela al dormitorio, pero continúe con ese alterador jueguito, hasta colocarla entre sus dos piernas, que las oprimió sobre mi mano, cuando se levantó de golpe:
“Te pasa algo?” atine a decirle
“No, solo tengo ganas de orinar”
Como tardaba en regresar, fui hasta el baño, preguntándole si estaba bien, en el momento que salía, diciéndome:
“Si, gracias, muy bien” mientras me daba un leve beso en los labios. No le quise preguntarle, pero no tenía dudas de que se había excitado, y sin querer ser demasiada mal pensada, creo que se habría masturbado.
No pasaron 24 h., cuando me llama, sobre ese tema, le comento que me diga que piensa hacer, que la escucho, que no tengo problemas a ayudarla en lo que pueda, me agradeció y colgó. Soy bastante paciente pero a veces me saca de las casillas, así que decidí esperar, tratando de provocar algo.
Dos días después, vino a casa, estaba algo alterada por su forma de comportarse, no se la notaba extraña, pero traté de ir directo al grano, le digo:
“Flor, mi amor, sabes que te quiero, eres una divina chica, quiero ayudarte y no sé cómo, así que si requiere de mis habilidades, acá estoy”
Me escuchaba atentamente, mientras mi mano, tomaba su rodilla, mientras continuaba argumentando cosas, mi mano continuó abriéndose camino bajo su amplia falda, en ningún momento trató de impedir esa sutil trayectoria, hasta que llegue a su ingle.
Noté como que su rostro se contraía y su mirada algo perdida, aumentando el ritmo de su respiración, incluyendo que mi estimulación se iba acrecentando.
Traté de acostarla en el sofá pero no quiso, mantuve mi mano entre sus piernas hasta que llegué a su sexo, percibiendo la húmeda en su prenda interior, donde su agitación era cada vez más intensa.
Intente nuevamente recostarla, pero no volvió a negarse, solo me abrazo, fuertemente, mientras mis dedos jugueteaban con su sexo después de haber separado sus piernas. Proseguí más intensamente hasta que a pesar de su contención gimió con bastante intensidad, Me abrazo fuertemente, cerrando sus piernas contra mi mano, me quedé quieta conteniéndola, un rato largo.
Después de eso parecía abochornada, la sujeté acariciando su cabeza, preguntándole si se sentía bien, besando su mejilla
“Flor, te aclaro que me encanto llevarte a ese momento, a pesar que no era algo cómodo”
Solo se levantó rápidamente, se despidió, algo avergonzada aun, me beso en los labios, y sin tiempo a abrazarla, se fue.
Habría deseado que se quedase pero, creo que dentro de todo fue un gran paso, no sé qué sucedería más adelánteme, inconscientemente olí mis dedos, desfrutando de ese aroma tan provocativo.
Nos hablamos cada tanto, pero tuve una idea, mi hermano se iba unos días de viaje, así que le propuse a Flor, que se quedase en casa, podíamos salir una noche y divertirnos un poco…
“Mama, me pidió que me quedase con ella, no sé” me contesta
Sin darle demasiada importancia le comento, de una manera socarrona:
“Haz como quieras, posiblemente te diviertas más conmigo”
Me contesto como riéndose,
“Todo se puede arreglar”
Conclusión, dos semanas después vino a casa con una valija, esa misma noche salimos a cenar, en una cantina italiana, disfrutando ampliamente de esa improvisada velada.
Cuando llegamos a casa, le pregunto, donde quería dormir, me contesta:
“En tu dormitorio, te parece?” me pregunta tímidamente.
“OK, está bien”
Hasta acá todo iba perfectamente, como no era demasiado tarde, le propongo mirar televisión, oscurecí la sala, con solo la luz del aparato, le dije que quería tomar, prefiero seguir con vino.
Una vez que prepare todo nos sentamos juntas a ver algo interesante, nos rodeaba una atmosfera de tensión, seguro con lo que podría llegar a suceder, nunca me había ocurrido de esta manera, por lo general cuando encontraba a alguien, era enseguida, no había demasiado preámbulos para tener sexo.
Tomé como meta inicial, acariciar su abdomen, apoyando posteriormente mi cabeza, cuando sus dedos comenzaron a entrelazarse con mis cabellos, lentamente fueron surgiendo esos mimos previos, para incrementarse en algo más intenso.
Así que continúe, acariciándola, desprendiendo un par de botones, poniéndome en contacto con su piel, abarcando cada vez, mayor superficie, estaba excitada, y Flor supongo que igual, seguí desabrochando botones hasta abrir totalmente su blusa, viendo su sostén, cubriendo sus voluminosos pechos. Besé su panza, permaneciendo su mano jugueteando mi lacio cabello, sin poder contenerme, la besé, respondiéndome rápidamente, hasta que nuestra lenguas se fueron entrelazando introduciéndose en ambas cavidades, eran unos besos prolongados, llenos de una sensualidad excitante.
Ahí, todo se fue desplegando más aceleradamente, cuando levante su sostén surgiendo sus bellas tetas, con ese erizado pezón circundado por una aureola rosada, que contrastada con sus pálidos senos.
Comencé a acariciar esos apetecibles pechos, besar sus puntas, que parecían reaccionar a cada una de mis provocativas lamidas.
Continúe acosándola lentamente, besándonos cada vez con más pasión y desesperación, comenzando a transformar ese retraimiento en un ardor irrefrenable.
Me llamo la atención como esa chica tan contenida se estaba convirtiendo en una ninfa abrumadora, no podía creer tener a esta hermosura entre mis brazos, que se iba entregando a mis besos como a mis caricias.
Fui bajando el cierre a su falda, hasta quitársela, sus bragas marcaban su sexo, que una aureola oscura delataba su estado, trató de taparse, pero rápidamente comencé a introducir mis dedos dentro de sus bragas, sin abrir sus ojos, se fue entregando a mis caricias, hasta que mis dedos tocaron su mojada vagina.
Cuando inesperadamente, me cortó en lo mejor de ese toqueteo, sorprendiéndome por ese extraño comportamiento, levantándose para comenzar a vestirse, totalmente sorprendida le digo:
“Que pasa, te estás vistiendo?
“Si, me voy, disculpa, pero quiero irme a mi casa”
“He hecho algo que te molesto?”
“Para nada, te agradezco mucho, pero quiero irme”
Sabía que a veces actuaba algo extraño, pero esto me desconcentro, volví a repetirle:
“Te he ofendido, discúlpame”
Dándome un leve beso en los labios, me contestó:
“No tengo nada contigo, todo lo contrario, lo disfruté muchísimo, pero quiero irme”
No entendía bien esa extraña actuación, pero no seguí insistiendo, le pedí un taxi, y dándome un nuevo beso, me abrazo y se fue.
Dejé pasar ese momento, y a pesar de que no dejaba de intrigarme ese comportamiento, terminé olvidándolo. Dos días después, regresó mi hermano, que a pesar de lo sucedido con su esposa, no sentía remordimiento.
No solo me atraía mi cuñadita sino que la quería verdaderamente, así que la encaré para aclarar su ida de mi departamento, tan inesperada. Aquel domingo nos reunimos en casa de mis padres, era algo difícil hablar en ese día, con todos los presentes, pero no quería pasar más tiempo sin saberlo, así que propuse traer helado y la obligué a Flor que me acompañase.
Sin tardar nada, una vez en el auto le dije que me explicase su ida de mi casa. Se mantuvo un rato callada, pero insistí hasta que comenzó a contar
“Recuerdas el día que me tocaste el culo, y después pusiste tu mano en mi pierna?”
“Si recuerdo, que paso?”
“Bueno me es difícil de decir, pero… sentí algo”
“Que algo?”
“Como un escalofrió”
“Te excito esa caricia?” No tardó en que sus mejillas se enrojecían,
En realidad me quedé sin palabras, no era el momento no sabía que decir, me daban ganas de besarla y sacarle la ropa, pero solo atiné a estacionar en la calzada, tratando de aclarar ese intríngulis.
:”Y porque te fuiste de mi casa?”
“Me asuste”
“De que te asustaste?”
“Es que nunca sentí algo así, me encanto, pero a su vez temí que me estaba haciendo… “
“Lesbiana” le completo la frase
“Bueno si, algo así, por tu hermano, yo creo que…”
“No nos etiquetemos tu eres Flor y yo Mariela. Ok?”
Sin saber bien que decirme, y ese balbuceo algo infantil, y su rostro tan cándido, no pude contenerme y la bese, prendiéndose de una manera enardecida, en escasos segundos parecía una gata en celo, y a pesar de estar en el auto en pleno día, mi mano se metió entre sus piernas en búsqueda de su vagina, incrustándolos en su raja, sin dejar de besarnos, hasta que la lleve a un estado de suma excitación, haciéndola venir con todo.
Conclusión, quedamos en encontrarnos en casa el martes.
Esa tarde la esperaba, así que me puse una bata, y solo mis bragas, estaba nerviosa, la deseaba, sin tener claro que le haría, pero no se me escaparía, eso estaba segura, Cuando el sonido del timbre disipó mis pensamientos, al abrirle, la vi como una chiquilla tímida, la hice pasar, cerré con llave y la guarde, y apenas la tuve cerca, y sin hablarnos, levanté sus brazos tomándolas de las muñecas, implantándole un fuerte beso, donde nuestras lenguas se entrelazaban ávidamente,
Sin dejar de besuquearnos, fui desabrochando su blusa hasta abrirla, levantando su sostén, surgiendo sus apetitosas tetas, que emanaban un dulce olor a perfume, sin pérdida de tiempo bajé el cierre de su pollera, que no tardó en desplazarse entre sus piernas.
Devoraba sus pechos, mordisqueando esos pezones que alteraban a cualquier ser, los gemidos de Flor era enloquecedores, metí mi mano a través de sus bragas, hasta desplazarlas sin tregua, terminando de quitar su blusa, y por ultimo sus sandalias.
Su cuerpo se agitaba como una hoja, mientras que sin reparos iba aplicando mi experiencia con mujeres, sin dejar de deleitarme de su cuerpo con esa panza, que no dejaba de mostrar su sensualidad, algo realmente exquisito.
Antes que se arrepintiese, la tomé de la mano y apresuradamente la llevé a mi alcoba, prácticamente la empuje en la cama, para quitar lentamente el resto de su ropa, deleitándome de su apetecible cuerpo, que observaba detenidamente. Sin dejar de besarla y acariciar esa blanca y tersa piel.
Mi cuñadita mantenía sus ojos cerrados, mientras sus pómulos se iban enrojeciendo, producto de su estado, mientras que sus pezones se iban rigidizándose, ideales para ser chupados e hincarles suavemente los dientes hasta hacerla gemir, algo que no tardé en efectuárselo hasta llevarla a una serie de gemidos, muy sensuales.
Con suma prisa, me quité la bata y me volqué nuevamente a ese cuerpo lleno voluptuosidad, para comenzar a besarlo hasta arribar en esa exquisita vagina, rodeada por esos enrojecidos pliegues, esos labios carnosos, desprovistos de vello, y su puntudo clítoris, sumamente sensible, mientras lo friccionaba con la yema de mi dedo sobre su superficie. Produciéndole una serie de gemidos a mi deliciosa cuñada moviendo y arqueándose ante el leve contacto que le estaba suministrando. Separé esos labios pulposos disfrutando de esa abertura tan seductora, mi boca atraída por esa jovial hendidura, implante la cara entre la unión de sus piernas, para agasajarla con mi lengua, bordeando su perímetro, contactándome con su sensitivo clítoris, produciéndole un sin número de efectos en ese hermoso cuerpo, que se convulsionaba cada vez más intensamente, ante mi voraz acosamiento.
Mi lengua absorbía los flujos que emanaba de una manera constante, gimiendo apasionadamente, mientras que me enfrascaba con todo mi ser a llenarla de motivación, percibiendo como su cuerpo se alteraba como si descargar eléctricas se iban aplicando en él. Toqué mi sexo, sin dejar de hostigar a Flor, que parecía salida de sí misma, aceleré mis estímulos hasta llegar a tener nuestros orgasmos casi paralelos.
Percibiendo como empujaba su pelvis contra mi rostro como intentando ser penetrada.
Sus gritos evidenciaban su estado de total éxtasis, era una delicia hacer vibrar a ese candente cuerpo, mi alteración se iba acrecentando, al detectar esa manera en que mi querida Flor se iba entregando abiertamente a mis ávidas caricias.
Hasta que después de un buen rato nuestros cuerpos, comenzaron a descargar una serie de estimulaciones, producto de ese apasionado y delirante encuentro, para quedar abrazadas, y besándonos mientras intentábamos recuperar las energías prodigadas.
Noté a mi cuñada algo abochornada, así que la bese suavemente, acariciando su bello rostro, cuando me dice:
“Me has matado, nunca me había sentido así, me encantó”
“La próxima trataré de superarme”
Era temprano aun, así que después de un rato en la cama, le digo:
“Quieres que comamos algo?
“Buenísimo, me has hecho abrir el apetito”
Cenamos, algo fugas, miramos algo de televisión, y retornamos a la cama, volví a desnudarla, acariciando hábilmente ese delicioso y voluptuoso cuerpo, que ya más relajada y experimentada, no tardó en alterarse.
Esta vez intensifique mis conocimientos en su vagina, humedeciéndose inmediatamente, recorriendo con mi lengua esos carnosos labios, introduciéndola en esa mojada grieta, mientras que sus gemidos no dejaban de cesar. Así la mantuve un buen rato, retorciéndose por la intensidad de mis mimos, le pregunto:
‘Que quieres que te haga?”
Que si bien en ese momento, sabes que responderá, ayuda a ingresar algo más a ese juego, contestándome:
“Haz lo que te venga en mente”
Sin perder tiempo, me dirigí donde tengo los “juguetes”, para asir varias cosas entre ellas, las bolitas anales, no fueron las de mayor diámetro, dado que no sabía bien como llegaría consentirlas.
Así que una vez junto a ella, continúe con mis juegos, jugando con mi dedo en su ano, que después de unos minutos, viendo que no oponía resistencia, intenté ir introduciéndole lentamente, las bolitas, donde reacciono, diciéndome:
“Que haces?”
“Nada malo, tranquila, si no te agrada me lo dices, pero déjate llevar”
“Está bien”, me responde de una manera agradable
“Relájate, amor” le digo.
Aceptando mi sugerencia, mientras la acaricio y comienzo a introducirle la primera bolita, mientras producía una exclamación de placer, continuando implantando lentamente cada una de esas bolitas, que eran aceptadas con cada exclamación de placer, hasta quedar solamente el aro para retirarlas.
Las numerosas terminaciones nerviosas del esfínter de mi cuñadita, permitían producirle una serie de sensaciones de excitación, tanto cuando se la iba insertando, como cuando posteriormente eran extraídas, donde las bolitas mayores iban presionando el interior de su recto. Percibiendo como su desnudo cuerpo se iba crispando, sus pezones se erizaban y su abertura no dejaba de supurar ese flujo vaginal, producto de este juego anal.
Convirtiendo ese cuerpo embarazado, en una serie de convulsiones, que me excitaban enormemente, nunca supuse que mi adorada cuñadita, llegase a ese estado de éxtasis, era un paroxismo subyugante.
Durante un buen rato la fui poniendo en un estado de envidiable exaltación, moviéndose, arqueando su cuerpo, y contrayendo sus pies, con gemidos que se fueron acrecentando hasta producir gritos entrecortados.
Estiré mi mano para coger mi arnés, sin dejar de estimularla, quería satisfacerla al máximo, hasta que la hice colocar en cuatro, y sin sacarle las bolas le introduje mi aparato, comenzando a efectuar una serie de empellones, que no tenías dudas que los estaba disfrutando ampliamente.
Continúe, avasallándola, era una escena llena de erotismo y sexualidad, gimiendo como gata en celo, mientras introducía la totalidad del aparato en su vagina, donde mi pelvis si topaba con sus glúteos. A la vez que comencé a sacarle e introducirle las bolitas simultáneamente.
Durante varios minutos intensifique ese ritmo hasta llevarla a un estado de enajenación, terminando en una fuerte convulsión, con el arribo de un fuerte orgasmo, quedando tendida sobre la alfombra.
La ayudé a levantarse para acostarla sobra la cama, la acaricie dulcemente, besando sus tiernos labios, mientras su rostro no dejaba de reflejar la felicidad que la embargaba.
Mientras acariciaba su sensual cuerpo, noté que sus tetillas estaban bastante húmedas, que si bien me extraño en el primer momento, me di cuenta que había expulsado algo de su leche materna.