Versión de Azucena:
Mi padre, hablando alteradamente por el teléfono, me exigió darle mi ubicación para que contactara a la embajada del lugar y me repatriara junto con Ingrid. Parecí una insolente al decirle que seguía de vacaciones, como si no me importara el trabajo que había perdido y, en efecto, así era. El regaño era de esperarse, pero llamó mi atención que entre sus reprimendas mencionara que mi hermano también fue despedido por motivos denigrantes. Sin duda, no era el día correcto para ser reprendida de esa forma, por lo que, al desquiciarme, lo escupí todo y le confesé que estaba trabajando como prostituta en Ibiza. De pronto, la llamada finalizó, mi padre no contestó nada al respecto.
A los pocos minutos, Braulio me llamó y me comentó que nuestro padre estaba con él minutos antes y decidió que no contactaría a la embajada, pero se sintió muy avergonzado de los dos y dijo saber demasiado. Además, me explicó porqué fue despedido y le pedí cada detalle, así como yo le conté mis aventuras con Ingrid como escorts, pidiéndole que guardara el secreto de Erick. Somos unos cínicos hermanos.
Los días que nos bajó la regla a Ingrid y a mí fueron pesados, sobre todo por el declive de nuestro capital. Fue severa la situación, tanto que pensábamos en resignarnos y pedirle el favor a Braulio o a Erick de pagarnos un viaje de vuelta a Puerto Vallarta. Sin embargo, decidimos hacer el último intento, una vez que terminaran los días de sangrado.
Durante el periodo, mi amiga invirtió lo poco que nos restaba para abrir una nueva cuenta bancaria y comprar un nuevo celular y así aceptar pagos con tarjeta al ofrecer por separado o juntas los servicios de paquetes de fotos y videos, chat, llamadas y videollamadas eróticas. Resultó ser una buena fuente económica, ya que no enfocamos el anuncio solamente en Ibiza o España, sino también en todo el continente americano y otros países europeos como Portugal, Francia e Italia.
No obstante, los que residían o visitaban la isla Balear solicitaban encuentros sexuales y tuvimos que decirles amablemente que no estábamos disponibles. Algunos hombres eran tercos e insistentes. No faltó el tipo que ofendió verbalmente a Ingrid, quien devolvió el insulto categóricamente. Pero ¡qué lindo es cuando un varón se da cuenta de tus situaciones! ¡Esos que nos tienen muy bien estudiadas y se fijan con atención en nosotras merecen la insignia de caballeros! También le sucedió a mi amiga: Un señor soltero le hizo la plática y dedujo que Ingrid estaba menstruando, por lo que le pidió un servicio con oral únicamente y le inspiró a tener confianza en él. Ella acudió a su domicilio y volvió con el dinero de un servicio normal de una hora más propina, ya que se animó a que el cliente también le practicara un anal. Mi amiga no dejaba de elogiarlo y decir que era todo un macho de falo enorme.
Sonaría repetitivo narrar cada encuentro sexual que sostuvimos desde el término de nuestra regla en adelante. En resumen, hubo de todo: Nacionales, extranjeros, interraciales, jóvenes, adultos, ancianos, tríos HMH y MHM con Ingrid y yo o con otra mujer, más penes chicos y delgados que vergas largas y gruesas, una orgía que no duró ni una hora y muchas fantasías masculinas cumplidas.
Hubo servicios que requirieron nuestro desplazamiento a otras regiones de España, como Mallorca, Gandía, Valencia, Barcelona, Sevilla e inclusive, Madrid. Al estar de visita, publicamos anuncios en cada sitio para no desperdiciar el viaje y conseguir clientes en el lugar.
A manera de paréntesis, Ingrid tenía el gran sueño de follar con el famoso actor porno español Nacho Vidal, pero no se le hizo realidad, pues él nunca vio sus mensajes que según ella le envió.
Vivimos momentos graciosos y especiales, por ejemplo, un hombre nos solicitó para exhibirle un show lésbico. Aceptamos el servicio y acudimos a su hotel, el cual era muy lujoso. Entramos a su habitación tomadas de la cintura una de la otra, el amable cliente nos recibió con cervezas para entrar en calor y procedimos al acto. Sinceramente, Ingrid y yo no sabíamos exactamente qué hacer y no podíamos evitar reírnos durante el previo, pero una vez desnudas y excitadas nos mamamos las conchas y las tetas la una a la otra, simulamos los tijerazos y nos corrimos a chorros, de forma que hicimos que el varón, quien estaba como espectador masturbándose, se viniera en nuestras caras y nos tragamos su leche. No gustó penetrarnos, pero cada quién sus gustos.
Otra experiencia curiosa fue cuando nos tomó por sorpresa la llamada de una mujer costarricense que se encontraba de vacaciones e igual que nosotras se promocionó como escort, pero su deseo era que le concediéramos un trío lésbico. Fue increíble armonizar con su sensualidad. Incluso, yo ya estaba dudando de mi heterosexualidad ante ese monumento de curvas en piel bronceada, senos y glúteos grandes y redondos y un bellísimo rostro adornado por su cabello pelirrojo. Ella solo estaba de paso y se fue pocos días después de nuestro libidinoso encuentro.
En promedio, yo brindé alrededor de cinco servicios al día e Ingrid poco más de siete, incluyendo en los que participábamos ambas. Esto sumado a nuestro negocio de packs, chat, llamadas y videollamadas eróticas, nos llevó a que el 24 de febrero llegáramos a la meta establecida de 60,000 euros, equivalente a más de millón y medio de pesos mexicanos. Ese día, Ingrid y yo nos despedimos de Ibiza y tomamos un vuelo a Londres, con el fin de pasar unas verdaderas vacaciones.
Siendo las 2 de la tarde arribamos a la capital británica, conseguimos una fascinante habitación de hotel, nos duchamos en el jacuzzi y alrededor de las 5 de la tarde nos quedamos dormidas hasta las 9 de la mañana del día siguiente. Sin duda, fue exhaustivo el trabajo de sexosevidora, debido a que no dormíamos más de cuatro horas al día durante ese lapso, pero valió totalmente la pena.
Mi amiga y yo salimos a dar el rol, nos tomamos fotos con el Big Ben y The Tower Bridge de fondo, nos subimos al London Eye y como siempre, visitamos los bares nocturnos.
En particular, disfruté demasiado el polvo que me eché con un hombre que ligué, pues luego de mucho sexo con sujetos donde me esforcé por complacerlos al prostituirme y no a la inversa, aquel inglés buscó mi placer sobre el suyo, explorando cada rincón de mi piel con sus labios, erizando mis bellos, degustando mis néctares vaginales y haciéndome suya con movimientos impresionantes, de ese modo, experimenté de los mejores orgasmos de mi vida. En agradecimiento, después de que se vino delicioso en mi concha, lo acosté y le regalé un exquisito y minucioso francés, en el que me metí a la boca sus testículos, los chupé cada uno y mamé su vergota por un largo rato hasta que lo ordeñé completo. Nunca había provocado que un hombre eyaculara tres veces seguidas. Toda su lechita calientita fue a parar a mi boca.
El 1 de marzo, Ingrid y yo abandonamos Londres y volvimos a Puerto Vallarta. Fuimos recibidas calurosamente por Braulio, Erick, Lizbeth, Leilany, Iván y Héctor, quienes prepararon una fiesta en el departamento de mi hermano.
Versión de Braulio:
Mi padre colgó el teléfono y luego de mostrar una vez más su decepción de mí y de mi hermana, se fue callado, evidentemente frustrado. Enseguida llamé a Azucena, le conté lo sucedido y también le expliqué porqué me despidieron. Por su parte, me confesó que el motivo por el que ella e Ingrid continuaban en Europa era por cuestiones de trabajo como escorts en Ibiza. La noticia me sorprendió, pero lo vi como una salida a sus problemas y le prometí no contarle el secreto a su marido.
La siguiente semana conseguí un nuevo empleo matutino. De este modo, tendría las tardes libres y estaría con Lizbeth solo en las noches. Eso me daba la oportunidad de tener tiempo para estar con Leilany.
Inició el mes de febrero. Parecía un adolescente embobado, cursi, atento y meloso con Leilany. Inevitablemente me estaba gustando demasiado y ella ya se había dado cuenta.
La ocasión perfecta para tener una cita romántica fue el 14 de febrero. Era viernes por la tarde. Llegué al cine donde quedamos de vernos y la vi sentada en una silla con su codo recargado en la mesa, tan inocentemente fogosa con su sombrero beret color morado, sus típicos lentes de armazón redondo, sombra, labial y uñas en púrpura metálico discreto, un top corto de un solo hombro color blanco, su minifalda tipo burbuja color morado, sus medias largas blancas con franjas horizontales moradas y sus botas afelpadas también moradas. Enamorado estaba yo de su sexy look, notando que era el centro de atención de varios chicos que iban con sus novias.
Me acerqué a ella, nervioso por mirar semejante obra de arte ante mí. Ella me sonrió, sabiendo que con el simple gesto de mi profundo suspiro le externé lo preciosa que me parecía. La función que reservamos estaba a una hora de comenzar, por lo que decidimos comprar palomitas, bebidas y sentarnos a platicar.
-No dejo de pensar que tu imagen de hoy se me quedará grabada por demasiado tiempo -expresé-. Te ves muy bella, Leilany.
-Tú siempre tan encantador, Braulio -respondió con emoción, recargando su cabeza en mi hombro y entrelazando su brazo con el mío.
-Yo opino que deberíamos ser novios -solté valientemente la propuesta.
-Yo secundo esa moción -contestó, robándome un beso en la mejilla y acariciando mi mano.
¿Por qué ser novios? Era una pregunta que me planteé desde la primera vez que pensé en declarármele. Sin ser novios podía probar sus labios cuando quisiera, follarla sin pedirle permiso y sobre todo, no sentirme afectado por la toxicidad que las mujeres desprenden en una relación de noviazgo. Esto me llevó a recordar cuando Lizbeth me propuso juntarme o casarme con ella en un futuro, pero siendo una pareja liberal. Ahora pensaba que Lizbeth y yo actuamos por instinto aquella vez y debía aclararle mi cambio de opinión. cuanto antes. Entretanto, el momento al lado de Leilany era tan lindo y conmovedor como un cielo nocturno alumbrado por el estallido de pirotecnia multicolor.
Lo empalagosos que estábamos duró hasta el momento en que comenzó la película. Al apagarse las luces en la sala de cine, Leilany y yo empezamos a hacer a lo que realmente fuimos. Los tiernos besos que nos dábamos subían poco a poco de matiz. Una mano mía en su rodilla y una suya en mi tórax abrieron el telón. Ella metió su mano a través de mi camisa y yo escalé la piel de sus muslos debajo de su falda. Parecían ser solo suaves caricias, pero sus efectos podían ser devastadores.
Ella fue recostándose a lo largo de los asientos mientras que nuestros besos pasaban al siguiente nivel, nuestras lenguas se peleaban y nuestros dientes atrincheraban los labios contrarios. Mis manos se deslizaron dentro de su blusa, cruzando su abdomen y ascendiendo hacia sus prominentes pechos, mientras que sus manos desabrochaban desesperadamente mi cinturón.
Ella logró bajar mi pantalón con todo y bóxer para acariciar mi pene, pero impedí que continuara al descender besando su cuerpo hasta llegar a su concha. Luego de bajar su pantaleta a mordidas, le di unos lengüetazos a su húmeda vagina al mismo tiempo que mis manos jugaban con sus pezones y apretaban sus tetas. Me esforcé por hacer que se corriera y lo conseguí, aunque eso me tomó algo de tiempo.
Después, nuestros simularon respiración de boca a boca. En medio de esa intensidad, ella sujetó mi verga y frotó su clítoris con mi glande. Enseguida, la colocó en posición y yo simplemente la dejé ir toda en su coño.
Sus agudos gemidos provocaban que yo acelerara y ella levantó mi camisa por detrás para rasguñar mi espalda. Sus ojos casi siempre estaban cerrados, pero algo estaba pasando porque, de repente, se le estaban yendo hacia atrás. Fue entonces cuando alzó sus piernas, sujetó mis nalgas hacia ella de modo que mi pija quedara completamente enterrada y de pronto, un chapuzón empapó nuestros genitales. Leilany se vino por segunda vez y no dudó en incitar que yo fuera el siguiente. Así que, rodeándome con sus piernas y empujando con sus manos mis glúteos para meter y sacar rápidamente mi pija de su chocha, pronunció gemidos sexys en mis oídos.
– ¡Ah, qué sabroso me coges, amor! ¡Tu verga bien gruesa me rompe el coño! ¡Mmm, sí! ¡Ouch, qué larga la tienes! ¡Embísteme más duro, papi! ¿Te quieres correr en mí concha? ¡Tss! ¡Ay, no pares! ¡Sí, sí, sí! ¡Dame toda tu lechita! ¡La quiero toda calientita dentro de mí! ¡Uf, no puede ser! ¡Voy a venirme otra vez!
Rápidamente bajé una de mis manos hacia su clítoris y lo estimulé para que se corriera de nuevo y eso sucedió simultáneamente a mi eyaculación. Qué suerte que la película tuviera alto volumen. Indiscutiblemente, la película en vivo que Leilany y yo protagonizamos en la última fila era digna de un Oscar. El orgasmo mutuo nos dejó escurriendo, gimiendo y jadeando inconteniblemente. Nuestra primera vez como novios fue un deleite que continuó en mi departamento y tenía el enorme deseo de que ella fuera quien durmiera conmigo.
Transcurrieron unos días. Tuve una demora en mi nuevo trabajo y el jefe no me permitió la entrada. Regresé a mi apartamento y para sorpresa mía, Lizbeth estaba follando en la habitación. Rato después, al escuchar que ella salía de la recámara con su invitado, me escondí detrás de la barra y una vez que el sujeto se fue, interrogué a la muchacha. Lizbeth fue franca conmigo y admitió que se vio tentada por trabajar como sexoservidora, era su tercer día y su objetivo a corto plazo era rentar un departamento, por lo que fui comprensible y le permití el uso del mío por mientras. A su vez, le conté la nueva de que Leilany era mi novia y ella no lo tomó a mal, sino que me felicitó y me deseó lo mejor.
El 29 de febrero fue un día bipolar. Azucena e Ingrid nos alegraban al informar que volvían a Puerto Vallarta al siguiente día. Pero, muy angustioso fue saber que Leilany tenía problemas familiares que atender con urgencia en su natal Tequisquiapan, Querétaro.
Al siguiente día, Erick, Lizbeth, Leilany, Iván, Héctor y yo recibimos en mi departamento a Azucena e Ingrid con una fiesta sorpresa.
Intervención de la narradora:
La fiesta quedaría para el recuerdo. Los brindis fueron en honor al regreso de Azucena e Ingrid, al noviazgo recién iniciado entre Braulio y Leilany y al viaje que emprendería Leilany, deseándole la mejor de las suertes y un pronto retorno.
Los tragos fueron en aumento, al mismo tiempo que la calentura de todos. Ingrid comenzó a quitarse la ropa y las demás le seguían. La alfombra se convirtió en pista de baile nudista por parte de las chicas y posteriormente se armó una competencia de seducciones. Al poco rato se dio un intercambio de tremendas mamadas, mientras que ciertas parejas ya comenzaban a follar. El escándalo de gemidos y gritos era eclipsado por la música a alto volumen.
A las 3 de la madrugada ya se habían dado casi todos los dúos posibles, solo faltaba que entre Azucena y Braulio se diera el polvo. Los hermanos sorprendieron a todos los presentes y les brindaron el delicioso espectáculo, cambiando de posición según las sugerencias de los demás. La noche terminó con las cuatro mujeres de rodillas y los cuatro hombres de pie masturbándose o recibiendo un oral por parte de las chicas. El baño de semen para culminar la orgía fue fenomenal.
Al amanecer, Braulio y Leilany tomaron una ducha juntos, se vistieron y fueron a la terminal de autobuses, donde ha sido la última vez que se vieron en persona.
Tiempo después, los novios se mantenían en contacto y probaban lo que se conoce como sexo telefónico o por videollamada. Además, Leilany, por su poca capacidad de abstinencia, frecuentaba con un viejo amigo de su pueblo para follar y le transmitía en vivo a su novio, quien disfrutaba las escenas pornográficas.
A los hermanos les quedó la espina de mantener relaciones sexuales, por lo que, siempre que Erick se retiraba a trabajar desde muy temprano, ellos pasaban ratos excitantes y luego disfrutaban su acostumbrado café matutino.
Por último, Lizbeth juntó bastante dinero en poco tiempo trabajando como escort (motivada por su ninfomanía al igual que Azucena, Ingrid y Leilany en su momento). Ella consiguió vivir aparte y decidió unir sus fondos a los de Azucena e Ingrid para poseer en conjunto una fortuna que les vendría muy bien ante la inminente crisis, efecto de la pandemia.
FIN (No por mucho).