Dama pasaba por delante de la habitación de sus padres de vuelta a su habitación después de coger un helado en la nevera. Sintió los gemidos de su padre, abrió un poquito la puerta y vio cómo su madre metía la verga de su padre en la boca, la meneaba y se la lamía… Lamió el helado que salía del cucurucho cómo si fuera la cabeza de la verga y su coño se empezó a mojar. Cuando su madre chupó el glande chupó ella el helado. Se empezó a poner mala, su coño palpitaba casi al ritmo de su corazón. Al ir a correrse su padre oyó cómo su madre le decía:
-Dame tu leche.
Vio cómo de la verga de su padre salía leche que su madre lamía y que se iba tragando, mientras decía.
-¡Qué rica! Que rica está, cariño.
Su corazón se le aceleró tanto que se asustó y se fue para su habitación.
Al día siguiente, en el taller de costura, le contó a su amiga Casilda lo que había visto, y Casilda le dijo:
-Te hiciste una paja al estar a solas. ¿A qué sí?
-¿Una qué?
-Una manuela.
-¿Una qué?
-¿Una de esas para correrte?
-¿A dónde?
-¡¿Nunca te masturbaste?!
-No. ¿Qué es una masturbación?
-Lo que le hizo tu madre a tu padre.
-Yo no tengo verga.
Casilda, que era una chica morena entrada en carnes, no se podía creer lo que estaba oyendo.
-¡¿De verdad que eres tan ingenua?!
-No sé a qué te refieres.
La jefa del taller se había ido al mercado, así que Casilda aprovecharía para enseñarle a Dama cuatro cositas.
-Vamos a los sanitarios.
-No tengo ganas…
Le cerró la boca con un beso con lengua, y después le dijo:
-Yo te las hago.
Casilda se levantó y se dirigió a los sanitarios. Dama, colorada por el beso, la siguió cómo si fuera una perrita. Al llegar, Casilda, la arrinconó contra la pared, le magreó las tetas, le comió la boca, le subió la camiseta, las copas del sujetador y le lamió los pezones de unas tetas pequeñas con areolas oscuras. Con el contacto de la lengua se le pusieron los pezones de punta, después se las magreó y se las mamó.
Dama comenzó a sentir lo mismo que sintiera cuando vio a su madre mamar la verga de su padre, o sea, le latió el coño casi al ritmo del corazón y sus bragas se encharcaron. Casilda le bajó las bragas. Tenía el coño peludo.Se lo abrió con dos dedos y vio que lo tenía empapado y que aún no había sido penetrado. Le metió la punta de la lengua dentro, le lamió el clítoris unas cuantas veces. Dama sintió el cosquilleo en los pies, como le subía y explotó. Temblando tuvo su primer orgasmo, su primera corrida.
Al acabar, Casilda se levantó, la besó, y le dijo:
-Ya sabes lo que es correrse, ahora hazme correr tú a mí.
Dama, aun tirando del aliento, le dijo:
-¿Quieres que te lama el coño?
-Eso otro día, hoy vas a masturbarme -le cogió la mano y la metió dentro de sus bragas-. Mete dos dedos dentro de mi coño y fóllame con ellos.
Casilda se puso con la espalda contra la pared, se abrió de piernas y cerró los ojos. Dama metió y sacó los dedos encharcados del coño… Cuando sintió a la amiga gemir la besó con lengua. Casilda se levantó la camiseta y las copas del sujetador, Dama vio sus tetas medianas, con areolas rosadas y gordos pezones y lamió, chupó y mamó. Dama ya estaba otra vez perra. Casilda lamió dos dedos y después le acarició el clítoris, le quitó los dedos del coño, los puso sobre su clítoris, y le dijo:
-Esto es lo que tienes que acariciar cuando te hagas tu primera paja, y cuando lo hagas piensa en alguien que te guste.
Casilda le frotó el clítoris de abajo a arriba y de arriba a abajo. Dama le hizo lo mismo a ella. Cuanto más aceleraba Casilda más aceleraba Dama y más se comían a besos. Al sentir que le venía, le dijo Casilda:
-¡Me corro!
-¡¡Yo también!!
Dama había tenido su primer orgasmo. Casilda, mientras se arreglaba la ropa, le dijo:
-Debías afeitar los pelos del coño.
-¿Para qué?
-Para meterlo todo en mi boca y gozar mejor de él.
Al día siguiente la madre de Dama no estaba en casa, su padre tomaba una cerveza en un sillón de la sala y miraba la televisión. Vestida con una minifalda y una camiseta blanca y descalza se sentó al lado de su héroe, de un hombre que la trataba con cariño, con dulzura, que la trataba cómo a una princesa, y le dijo:
-¿Me prestas tu maquinilla de afeitar y una hoja?
-Claro, coge lo que te haga falta, cariño.
Dama le dio un beso en la mejilla y se fue.
En el baño, con una pierna sobre la bañera, echó champú en los pelos del coño y con una brocha le dio hasta hacer espuma, luego le pasó la maquinilla muy suavemente. Le gustaba la sensación de cosquilleo de la hoja sobre su piel. Poco le llevó dejar el coño pelado. Posó la maquinilla en la pileta, cerró los ojos y se vio arrodillada delante de su padre cogiendo su verga y lamiéndola, meneándola y chupándola… Un dedo acarició su clítoris y después se metió en su coño. Ya no tenía el himen y no sangró. Hizo lo que le hiciera Casilda, o sea se hizo una paja en toda regla.
Dama dejara la puerta del baño sin cerrojo, Matías, su padre, pensando que se estaba afeitando las piernas fue a ver si se cortara. Abrió la puerta y se encontró a su hija con una mano debajo de la camiseta jugando con una teta, con un dedo acariciando el clítoris y con las bragas en el piso, cerró sin hacer ruido y volvió a la sala caminando en la punta de los pies, Matías, que era un hombre de mediana edad y normalito, al llegar cogió la botella de coñac, medió un vaso de tubo y se lo mandó de un trago, lo que no le bajó la erección que había pillado.
En el aseo, Dama, imaginando que su padre le daba su leche, se corrió cómo una bendita.
Esa noche, Matías folló con su mujer más de lo normal, o sea, que acostumbraban a echar un polvo y lo dejaban, pero esa noche ya iban por el tercero y no tenían visos de para ahí. Laura, la madre de Dama, no lo sabía, pero su marido no estaba follando con ella.
Dama fue a la cocina a tomar un vaso de agua y sintió los gemidos de su madre. Como de costumbre follaban con la luz encendida. La puerta estaba entreabierta, miró y vio a su madre cabalgado al padre, de su coño entraba y salía aquella verga que tanto deseaba. Metió la mano derecha dentro de las bragas y la izquierda dentro de la camiseta y mirando cómo la verga entraba y salía del coño empapada de jugos se hizo un dedo… En el momento en que se iba a correr Dama y su padre cruzaron miradas. Se corrieron mirando el uno para la otra.
A la mañana siguiente, en la cocina, aprovechando que Laura había salido a trabajar, Matías, que estaba en bata de casa, le dijo a su hija.
-¿Desde cuándo nos espías, Dama?
Dama, bebiendo un vaso de leche, ni se ruborizó al responder:
-Era la segunda vez, papá.
-Sabes que eso no está bien, cariño. Te he dado todo…
No lo dejó acabar.
-Todo no.
-¿Qué es lo que no te di?
De la boca de Dama salió leche que mojó su camiseta, luego con voz melosa, le dijo:
-Tu leche.
Matías viendo la clara provocación de su hija, sonrió, y después le dijo:
-Voy a tener que calentarte el culo por mala.
Dama se quitó el pantalón corto del pijama, se echó sobre sus rodillas y le dijo:
-Calienta.
Matías le bajó las bragas y vio un culo redondo y duro, le dio con la palma ahuecada de su mano derecha:
-Se me está mojando el coño, papá.
Matías con un empalme del 18, le dijo:
-¡Serás descarada!
Le volvió a dar:
-Te quiero, papá, te quiero. Dame más y más fuerte.
Le dio más fuerte:
Dama, con el culo colorado cómo un tomate maduro, se puso en pie, luego se arrodilló delante de su padre y sacando su verga de los slips, le dijo:
-Quiero que me des tu leche.
Matías ya no podía decirle que no.
-Vale, pero solo una vez.
Dama lamió la verga, la meneó y la chupó, le lamió y chupó las pelotas, hizo lo que le viera hacer a su madre, Matías estaba tan cachondo que en poco tiempo, le dijo:
-Quítala de la boca que me voy a correr.
Dama no le hizo caso. De la verga de Matías salió un chorro con tanta fuerza que lo detuvo su garganta. A Dama le dieron arcadas y no pudo tragarse la leche que tanto deseaba.
Pero la tragaría, la tragaría en el jardín, en su recamara, en el supermercado, en muchos sitios, ya que Matías se volvió adicto a su hija, eso sí, no la tocaba, dejaba que fuera ella la que lo hiciera todo.
Ya llevaban mucho tiempo así y cómo Matías no la follaba, un día le dijo:
-O me desvirgas, papá, o busco a quien me desvirgue.
A Dama le sobraba quien la desvirgara, ya que esa una joven delgada, guapa y con un tipazo. Matías seguía en sus trece.
-Yo te voy a desflorar. Haz lo que quieras.
-Lo haré, pero después de hacerlo no te voy a tocar más.
Mentía, ya que cómo antes dije, su padre era su héroe, pero Matías no lo sabía. Tenía que hacer algo… Se hizo el borracho y le montó un belén a su mujer, ya que sabía que cuando esto pasaba se iba a dormir a la casa de su madre, y Laura se fue.
Esa noche, desnudo y con la polla a media asta, Matías entró en la recamara de su hija, que estaba en bragas sobre la sábana, subió a la cama, cogió los pies de Dama y le lamió y chupó dedito a dedito, lamió y acarició sus plantas, sus tobillos sus calcañares… Después subió lamiendo y besando el interior de sus muslos, al llegar arriba le quitó las bragas mojadas. Lamió la raja con la puntita de la lengua sin llegar a lamer los labios… lamió de nuevo, rozándolos un poquitín y después metió la lengua de modo que al lamer hacia arriba acariciaba los dos labios, siguió lamiendo así una veintena de veces. El coño se abrió como una flor y el glande del clítoris, fuera del capuchón, estaba en erección. Le folló la vagina con la lengua y después le lamió el clítoris. Dama, que llevaba tiempo gimiendo, le dijo:
-¡Me corro, papá!
Matías metió todo el coño en la boca, le enterró la lengua en la vagina, y Dama, moviendo la pelvis, gimiendo y sacudiéndose, se corrió en la boca de su padre.
Al acabar siguió lamiendo hasta acabar con todos los jugos, luego subió besando y lamiendo su ombligo, su vientre, y después se detuvo en sus pequeñas tetas. Con dos dedos de su mano derecha acariciando su clítoris, metió las tetas enteras en la boca, lamió los pezones y chupó y lamió las areolas. Cuando los gemidos de su hija le dijeron que se iba a correr, dejó de acariciar su clítoris y montando el dedo anular sobre el medio se los metió en la vagina. Entraron muy apretados, luego los fue abriendo dentro a medida que la masturbaba y el coño se fue abriendo y se fue lubricando más y más. Cuando ya entraban y salían sin dificultad le besó la barbilla, el cuello y después la besó en la boca con lengua. Los dedos de Matías volaron de dentro a fuera del coño y de fuera adentro al tiempo que acariciaban el clítoris. Dama echó la cabeza hacia atrás y corriéndose, le dijo a su padre:
-¡Eres mi héroe!
Al acabar de sacudirse y de gemir, Matías sacó los dedos del coño pringados de jugos, le dio el medio a chupar y el chupó el otro. Luego se echó boca arriba y le dijo:
-Cuando quieras perder la virginidad sube encima de mí.
Dama le cogió la verga. Ahora que la iba a meter le parecía un monstruo, un tronco de árbol, subió encima de su padre, cogió la polla y la froto contra los labios encharcados de jugos, luego la quiso meter, pero aquello no entraba sin reventarla, mas no podía dejar pasar la oportunidad, le dijo a su padre:
-Empuja tú que a mí me da miedo.
-¿Y si te rompo?
-¿Prefieres que me rompa otro?
Matías empujó. No la rompió, pero fue cómo si se la metiera un perro a una coneja. Pero Dama, era mucha Dama, no chilló cómo una coneja, por decir no dijo ni ay, eso sí, le cayeron dos lagrimones mientras le decía:
-Es tan gorda que no va a seguir entrando.
Matías estaba gozando de lo lindo.
-Empuja poquito a poco, cariño.
Beso a beso, caricia a caricia y milímetro a milímetro al principio y centímetro a centímetro después, la verga llegó al fondo. Dama, sentada sobre su padre, le dijo:
-¡Por fin! Ahora a ver cómo la saco.
Matías mojó el dedo pulgar en la lengua y le acarició el clítoris. Dama, mirando a los ojos a su padre se magreó las tetas y comenzó a sacar y a meter muy despacito. Al poco ya metía y sacaba la mitad de la verga. Su padre le tuvo que decir:
-Para, cariño, para qué me corro y aquí ocurre una desgracia.
Sin saber cómo ni cómo no, ya que le vino de golpe, Dama se empezó a correr, sin decir palabra, solo temblaba y jadeaba. Su coño encharcó la verga de su padre que a duras penas se contenía.
Acabó de correrse y cómo Matías seguía acariciando su clítoris, se volvió a correr, esta vez Matías tuvo que sacar la polla o dejaba a su hija preñada. La sacó y se corrió en la entrada del coño.
Dama, al acabar de correrse, empujó y se volvió a meter la verga en el coño, ya entraba dando solo placer.
Ya pasó algún tiempo desde que echaron el primer polvo. Siguen follando. Que les preste.
Quique.