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La cuarentena con mi sobrino (VI)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Anteriormente: llegamos al sexto día, con la idea de llamar a mi hermana para que mi sobrino vuelva a su casa.

Ese sábado me acompaña de compras, una chica lo ubica por estas aplicaciones de citas, eso me pone celosa.

Una tormenta llega, se corta la luz, y con mi sobrino tenemos el primer acercamiento sexual.

Se masturba al lado de mi cama, parado. Yo acostada desnuda. Me acaba en la panza, los pechos y la cara.

Le digo que se retire, y luego sola en mi cuarto me masturbo después de probar su leche adolescente tibia.

Cuando acabó, la luz vuelve, mi hermana llama a casa y me pregunta para que quería comunicarme con ella.

Le digo que no se preocupe, que quería decirle que su hijo, mi sobrino, podía quedarse todo el tiempo que quiera en casa.

Me voy a bañar, mientras el agua cae por mi cuerpo recuerdo lo que pasó hace unas pocas horas atrás. Sonrío, me pongo seria, vuelvo a sonreír, miro mi anillo de casada, me vuelvo a poner seria.

Me entra un poco de culpa por lo que estoy haciendo, igualmente no ha pasado nada más que ver a mi sobrino masturbarse, y pedirle que lo haga delante de mí.

No lo toque, no me tocó. Se podría decir que sigo siendo fiel.

Salgo de la ducha, me pongo crema, me pongo ropa interior limpia.

Cuando terminó no quiero salir al comedor, no sé con qué cara voy a mirar a mi sobrino.

Siento como que me aproveche de su debilidad, de sus hormonas alborotadas, de que aún es joven y puedo manipularlo como quiera.

Esa noche me quedé en mi cuarto, no fui a cenar. Y casi no pude dormir en toda la noche.

Amanece el séptimo día. Domingo.

Me levanto muy tarde, me lavo la cara, me cepillo los dientes.

Voy hacia el comedor, mi sobrino está despierto preparando el almuerzo incluso. Me pregunta si quiero almorzar o desayunar.

Como si no hubiera pasado nada el día anterior hablamos, sobre cómo dormimos, sobre la tormenta, la luz, el almuerzo.

Termino diciéndole que almorzaremos directamente.

En esa mesa parecía que el silencio era mortal, inventábamos temas de conversación para no dejar lugar a que alguno hable sobre lo que hicimos.

Al finalizar levanta la mesa y va a lavar los platos, pero antes me dice que cuando termine quiere ir a bañarse, que desde ayer cuando se cortó la luz quedó sucio y transpirado y para no molestarme no me dijo nada, pero necesita darse una ducha.

Me puse roja como un tomate, que me diga la causa de porque quiere bañarse sin decir nada aunque sabíamos porque estaba en esas condiciones me hizo avergonzar como pocas veces.

Le dije que no había problema que solo pase y se bañe.

Yo me quede en el living mirando televisión mientras mi sobrino se bañaba. Esta vez no fui a espiarlo. Necesitaba algo de recato supongo. Pensar muy bien que estaba haciendo.

Mi sobrino sale del baño, viene al sofá donde estoy sentada, sofá donde duerme.

Se pone al lado mío a mirar la película.

En un corte, hablamos de varias cosas de la semana.

En un momento le digo, que lo que ocurrió el día anterior fue producto de la tormenta, el calor, el miedo y la misma situación de encierro.

Espero que no piense nada malo de su tía, que no soy una pervertida, le digo que no va a volver a ocurrir. Que lo tome solo como un adelanto de lo que vendrá en su vida con tantas mujeres.

Me responde que estaba todo bien, y que fue algo extraño, pero que fue lo más excitante que vivió en su vida. Nunca había visto a una chica desnuda.

Por lo tanto es virgen.

Más culpable me sentí. Más sucia, más pervertida. Si se entera de esto mi familia, mis amigos, mi esposo es el fin de mis días.

Decidí salirme de esa situación incómoda yéndome a mi cuarto. Así hasta la cena y luego a dormir.

Los días de la semana transcurren normalmente, con la rutina del desayuno, mi trabajo, sus estudios, el gym, las duchas, las cenas.

Esta vez lo noto más desinhibido, me doy cuenta que me mira las tetas, el culo. Sabemos las mujeres cuando nos están mirando el culo, y yo sentía los ojos de mi sobrino cada vez que le daba la espalda.

Las clases de gym él las hace sin remera, me pregunta si me molesta, le digo que no. Así que cada tarde lo tengo con su torso desnudo, mostrando sus abdominales y sus pectorales trabajados.

Así llega el día 11, jueves por la tarde nos encontramos haciendo gym.

En un esfuerzo, termina tirado en el suelo, con una cara de sufrimiento, al parecer un principio de desgarro o calambre muy fuerte en el muslo interior de su pierna derecha.

Apenas se puede poner de pie, le duele mucho al apoyar, al dar pasos, me usa de muleta para poder caminar. Con mucho esfuerzo llegamos al interior de casa, le digo que se dé una ducha caliente para relajar.

Es muy pesado para mi, evidentemente le duele, porque se apoya en mi para dar cada paso y siento todo su cuerpo haciendo presión en mi.

Llegamos al baño, y lo dejo que se duche, le dije que dejaría la puerta abierta para que me diga cuando termine así lo ayudo a salir.

Desde mi cama había una vista directa al baño, a la ducha.

Estaba yo acostada mirando a mi sobrino bañarse con total impunidad, cubierto solo por la mampara condensada.

En cada movimiento se escuchan sus quejas. Cuando termina, cierra el agua y me avisa que está por salir. Abro un poco la mampara para pasarle el toallón.

Se lo ata a la cintura y sale finalmente con mi ayuda.

Damos pequeños pasos, y con grandes gestos de dolor me dice que esperemos un poco antes de seguir caminando.

Le digo que se acueste en mi cama. Llegamos hasta ahí y con quejas se acuesta.

"creo que necesitas masajes en la zona sobrino" le digo.

Sin preguntarle voy en busca de unos aceites que usábamos con mi esposo para ocasiones especiales.

Busco una toalla de manos, le digo a mi sobrino que con ese toallón no podría trabajar, que debería ponérselo por debajo para no manchar la cama y taparse con la diminuta toalla de manos que le alcancé.

Me doy vuelta y espero, tras unos minutos me dice que ya está listo.

Ese jueves por primera vez me había puesto un minishort y un top para hacer gym, para estar a tono con mi sobrino que le gustaba presumir lo que tenía.

La toalla apenas tapaba su desnudez, mejor para trabajar sobre la zona afectada.

Comencé a masajear sus piernas, desde abajo, subiendo a sus rodillas. En ese ángulo mis ojos alternaban entre lo que se pudiera ver debajo de la toalla y la cara de mi sobrino que miraba al techo.

Voy subiendo por la pierna derecha, aquella que le dolía, buscando el muslo interno. Con mucha suavidad pongo el aceite y subo hasta donde le duele.

Mis manos se pierden por dentro de la toalla, no veo donde estoy tocando. En un momento mi sobrino pega un grito y realiza un movimiento que sacude la toalla, dejando ver la enorme pija en modo de reposo.

Era evidente que no estaba inventando, para él no era una escena erótica, su pija no acusaba recibo de mis masajes en su pierna.

Eso me desalentó un poco, creí que algo provocaba en él. En eso mi sobrino toma la toalla y vuelve a taparse pidiendo perdón. Eso me destrozó. Casi me pongo a llorar ahí nomás. Ni siquiera accidentalmente mi sobrino me daba el pie para seguir el momento erótico.

Saque mis manos de la zona, volví con el aceite, me puse nuevamente en las manos y le dije que para que se relaje haría masajes en su cuerpo para después llegar a donde le dolía.

Así que estando mi sobrino acostado en mi cama y yo de pie al costado me puse a masajear sus hombros, sus pectorales, sus brazos, y cuando llegue a sus abdominales lo hice muy lento.

En cada cuadradito me detuve, en detalle los tallé, en cada unión roce con mis uñas. Allí noté que se le erizaba la piel a mi adolescente sobrino.

Jugué con su ombligo con la excusa del masaje, seguí bajando hasta el borde de la toalla, algunos pequeños pendejos salían, se mezclaron con el aceite y mis dedos se enredaron con él.

La toalla parecía haber cobrado vida, algo por debajo estaba despertando.

Volví entonces por debajo a la zona afectada, muy suave, muy despacio, mirando a la cara a mi sobrino que se tapaba con las manos.

La pija de mi sobrino crece de tal manera que como un mástil levanta la toalla, dejándome a la vista sus enormes bolas y su majestuoso tamaño erguido.

Mi sobrino vuelve con su mano a taparse con la toalla, esta vez se lo impido. Tomo su mano negándole el acceso a la toalla.

Me subo a la cama, le abro las piernas, estoy arrodillada entre sus piernas de hombre.

Se destapa la cara y me mira. En ese momento algo perverso me vuelve a poseer. Con mirada lujuriosa obligándolo a mirarme me saco el top dejando mis pechos a la vista de él.

Está inmóvil mirándome, aprovecho para reincorporarme lo suficiente como para mostrarle como me saco el mini short que miraba muy atento cada vez que me agachaba.

Tirando la toalla al suelo acerco mis manos desde sus muslos, hasta tocar sus huevos y la base del tronco de esa pija hermosa.

Me mira tembloroso mientras comienzo a subir y bajar mi mano en esa pija enorme. Apenas caben mis femeninas manos en ese falo. Con una mano juego con sus bolas arañando suavemente, con la otra lo masturbo.

La vista de mi sobrino es su pija siendo masturbada por su tía, y de fondo su tía desnuda mostrando los pechos y su concha húmeda entre sus piernas abiertas.

No me apresuré, disfrute cada movimiento, cada subir y bajar por esa pija era la gloria. Sentía el calor en mis manos, sentía que todo el poder y fuerza de ese hombre que era mi sobrino estaba controlado por mis femeninas y delicadas manos.

Paso como 20 minutos jugando con ese falo, cuando comienzo a sentir su contracción, alarma de que se vendría.

Acerco entonces mi cara muy cerca del glande. Con mis labios rojos llenos de lujuria soplo aire caliente sobre esa cabeza que revienta leche en cantidades únicas.

El golpe se siente en mi cara, mi boca, mi cabello, mis ojos. Abro mi boca sorprendida y unos rezagos de leche saltan hacia dentro.

Mi sobrino jadea, intenta recuperar el aire. Yo limpio con mis dedos la punta de la cabeza de esa pija que sigue latiendo.

Me llevo los dedos a mi boca, y me paso la lengua por donde queda algo de leche en mis labios.

Con unos dedos busco algo de leche y me la como ante la mirada de mi sobrino que no puede creer lo que está pasando.

Con la otra mano comienzo a masturbarme delante de él.

Lo miro a los ojos caliente, todavía tengo leche en la cara y en el pelo.

Mi sobrino sigue inmóvil solo siento espectador, ve cómo su tía se masturba para él.

Unos minutos más tarde, de frenético entrar y salir de mis dedos exploto largando mis fluidos sobre la toalla de mi sobrino y mojándose la parte afectada por la lesión y cayendo también sobre su pija en reposo.

Mientras acabo pego unos gritos de desahogo sexual que seguro se escuchó entre mis vecinos.

Quedo recuperando el aire mirando a los ojos a mi sobrino, ninguno dice nada.

Me levanto en silencio y me voy al baño a darme una ducha.

Al salir de la ducha mi sobrino ya no está en mi cama.

Gracias por cada comentario, sirven para seguir escribiendo. Espero los de esta edición.

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