No me quedó otra opción más que meterme dentro de la pileta. Quisiera o no mi cuerpo estaba reaccionando al ver a mi prima con ese bikini puesto. No es que tuviera la pija totalmente erecta ni cerca de eso, pero sentí como empezó a reaccionar, la sentía apretada entre la tela y mi pierna.
Mientras Vale se iba metiendo en la pileta desde las escaleras en la parte menos profunda, los comentarios por su traje de baño no se hicieron esperar. Desde críticas de mis tías para que se cubriera un poco, hasta gritos de su hermana diciéndoles que se callen y mencionando lo bien que le quedaba y lo “potra” que estaba.
Mis primos se limitaron a reírse del intercambio. Creo que sabían tan bien como yo que cualquier comentario que hiciéramos iba a sonar raro e íbamos a quedar como unos pajeros. Después de todo era nuestra prima casi 10 años menor.
Vale se acercó hasta la parte de la pileta donde estábamos nosotros y se apoyó contra el borde justo al lado mío. Enseguida se acomodó y puso un codo sobre el borde y el otro sobre mi hombro. En cuanto hizo esto la miré, supongo que con la mayor cara de idiota que podía lograr, al menos eso interpreto por su reacción:
-Qué? Pasó algo? -Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Que linda era cuando sonreía, que bien le quedaba el pelo atado, cómo resaltaba ese cuello largo y tentador.
-No, nada. Me quedé colgado pensando en otra cosa -dije mientras desviaba la mirada y trataba con todas mis fuerzas de no mirar debajo de línea de su cara. Y mientras hacía un esfuerzo por volver a prestar atención a la conversación de mis primos, ella se acercó a un centímetro de mi oreja izquierda.
-Podes mirar tranquilo si querés. Yo ya te vi a vos, lo justo es justo -me dijo casi susurrando.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando la sentí pronunciar esas palabras pegada a mi oído. Me di vuelta despacio para mirarla mientras volvía a apoyarse en el borde de la pileta, de nuevo con esa sonrisa tan traviesa como encantadora. Solo quedaba afuera del agua todo lo que estaba por encima de la mitad de su corpiño. Y si bien no tenía un pecho voluptuoso y llamativo como su hermana, se marcaba lo suficiente en el corpiño del bikini como para desviar cualquier mirada. Firme, con una curvatura que se dejaba espiar por los costados y con una leve elevación en el centro, que dejaba adivinar sus pezones a través de la tela de tal forma, que la tentación de acariciarlo era casi irresistible. Se me hace agua la boca de solo recordar ese momento. Estoy seguro que el rápido segundo que me tomé para admirar esos detalles no pasó desapercibido por mi prima, que seguía mirándome a los ojos sonriendo divertida.
La verdad no sabía cómo reaccionar a todo esto. Estaba nervioso, ya no era parte de mi imaginación, esto ya no era un intercambio típico entre primos.
A la vez mi cabeza me decía que no, que eran ideas mías, que no podía ser que mi prima, mi hermosa, dulce y veinteañera prima se me estuviera insinuando. Seguro solo estaba jugando, quería provocarme para burlarse de mí y nada más. Estaba en esa edad, cuando saben que con ese cuerpo y una sonrisa pueden conseguir lo que quieran fácilmente.
Uno de mis primos tuvo la idea de poner una red que solíamos tener guardada y hacer un partidito de vóley en la pileta. David dijo que no tenía ganas así que salió de la pileta y se tiró al sol en una de las reposeras, al resto nos gustó la idea de Pablo así que me ofrecí para ir a buscar la red. Estaba agradecido de poder alejarme de ahí por un momento y refrescar un poco mi cabeza.
Cuando volví me encontré con que los equipos ya estaban armados. Sofía y Pablo por un lado y Valeria y yo por el otro. No le di mucha importancia, porque claramente no me puse a pensar las contras que podía tener esa situación.
Pusimos la Red y estuvimos jugando un buen rato, un partido parejo y divertido, desde el verano pasado que no hacíamos algo así. Toda la tensión anterior había desaparecido. Con Vale hacíamos un buen equipo y cuando decidimos dar por finalizado el partido Sofí se subió a los hombros de Pablo y le dijo a Vale que haga lo mismo conmigo. Que iban a pasar la pelota de un lado al otro y la que no lograra hacerlo perdía el partido. Era a todo o nada. No había terminado de hablar que las manos de Valeria ya estaban sobre mis hombros esperando que me agache un poco para dejarla subir.
No había mucho que pudiera hacer, no podía decir que no, no tenía razones para decir que no. Pero tampoco sabía lo que ese contacto tan directo me podría provocar. Todo el nerviosismo volvió de golpe.
Me agaché un poco y se subió a mis hombros. Todavía recuerdo la sensación de sus piernas a los costados de mi cara. No sabía de dónde agarrarla, la agarré de los tobillos, después de la ante pierna y finalmente le agarré los muslos para sostenerla y que ella pudiera estar estable y usar sus manos. Su piel invitaba a acariciarla, podía sentirla lisa y suave, todo intensificado al estar tan mojada, casi hacía que mis manos se resbalaran cuando la sujetaba.
Hasta que Sofía se dispuso a sacar, Vale mantuvo sus manos sobre mi cabeza jugando con mi pelo. Como cuando te lavan la cabeza en la peluquería, sus dedos masajeaban mi cabeza “inocentemente”. Era una tortura que no debe haber durado más de 5 segundos, pero a mi se me hizo eterno.
La verdad, ya ni me acuerdo quién ganó, lo único que recuerdo de ese momento son las sensaciones. Sus piernas sobre mis hombros, la suavidad de su piel y sentir todo su pecho contra mi espalda cuando finalmente bajó de encima mío.
Mi cabeza era un desastre. Pasamos el resto de la tarde tirados al sol, tomando cerveza y charlando, charla de la cual mucho no participé. Estaba demasiado ocupado tratando de no pensar en todo lo que me estaba pasando.
Estábamos tirados en las reposeras, Valeria a mi derecha, Sofía a mi izquierda. Yo me puse boca abajo con la cabeza apuntando a la pileta y los anteojos de sol puestos. Necesitaba algo que cubriera un poco mi cara y que nadie empezara a preguntarme en qué estaba pensando. Estaba totalmente perdido en mi propia cabeza.
Todo esto parecía uno de esos relatos eróticos que había leído alguna vez en internet. Pero no, esto era la vida real y las cosas no son tan sencillas, fáciles y directas. Era mi prima, mi viejo era el hermano del suyo, nuestras familias se veían seguido, no había forma de que algo como lo que me imaginaba estuviera pasando.
Pero y si enserio mi prima quería algo conmigo? Cómo iba a funcionar? Nos escapábamos a escondidas del resto? Poníamos excusas cada vez que nos veíamos? Teníamos que ir a un hotel cada vez o podía venir a mi departamento sin que nadie se diera cuenta? Mis vecinos no la conocían, no sabían que era mi prima, por ese lado no me tenía que preocupar. Mientras nuestras familias no se enteraran de que ella venía no íbamos a tener problema. Ella podía decir que pasaba la noche en lo de una amiga, o que se iba a bailar y listo.
-Me pones crema en la espalda?
Eso me sacó de golpe de mi nube de pensamientos. Y me descolocó totalmente. Por un momento entré en pánico, pensando que quizás había estado moviendo los labios y diciendo las cosas en voz alta en vez de solo pensarlas.
-Si, dale, dame -respondió Sofía.
No entendía nada. Miré a mi derecha y vi a Valeria sosteniendo el tubo de crema en la mano, apuntando con su brazo a su hermana que se acababa de levantar y estaba a mi otro costado.
Volví a mirar a la pileta. Traté de simular que no había pasado nada y pretender no darme cuenta cuando Valeria se desabrochó la parte trasera del bikini.
-Para qué?! Si es solo un hilo! Sofía te puede poner la crema sin necesidad hacer de eso! -pensé.
Mi cuerpo otra vez empezaba a reaccionar. Qué bueno que estoy boca abajo, pensé.
Me propuse no levantarme de la reposera antes que Valeria, no iba a dar siquiera la chance a tentarme y mirarle la espalda, o el costado del pecho que seguro se podía ver aunque sea mínimamente. Ese pecho que seguro entraba perfecto en mi mano.
No, tenía mi celular, podía ponerme a ver Instagram, descargar algún juego, lo que se me ocurriera.
Por suerte no tuve que esperar mucho. Mis tíos avisaron que ya se estaban yendo y tanto Sofía como Valeria habían venido con ellos. Ambas se levantaron, agarraron sus cosas y entraron a la casa.
David y Pablo me ayudaron a acomodar un poco las cosas en el patio y también entraron para poder buscar lo que habían traído. Ellos habían venido con sus propios autos, pero aprovecharon que ya todos se iban para hacer lo mismo.
Yo me quedé un rato afuera admirando el atardecer. Era probablemente lo que más me gustaba de la casa de mis viejos. Que cuando bajaba el sol se podía ver el atardecer completo en el horizonte sobre el lago artificial que había en el barrio.
-Es un lindo paisaje -dijo Vale que apareció atrás mío. Ya cambiada, de nuevo con ese pantaloncito que le quedaba tan bien y resaltaba sus piernas.
-Sí, es lo mejor de venir a pasar la tarde acá.
-Tenés un montón de fotos de ese atardecer en tu Instagram. Son todas re lindas.
Desde hacía unos años me había interesado por la fotografía. Me había comprado una cámara réflex digital intermedia, un par de lentes, un trípode y todo tipo de accesorios. La casa de mis viejos era ideal para practicar. Por la noche tenías el cielo estrellado que en la Ciudad no podes ver y al atardecer la mezcla de colores y la intensidad del sol hacían que fuera un lugar ideal para practicar.
-Siempre quise una foto con ese paisaje -dijo mi prima.
-No traje la cámara hoy. La iba a traer pero me la olvidé.
-No importa. Me sacas una con el celular? -me lo dijo mirándome fijo y con los ojos bien abiertos. Sonriéndome. Sabía que no podía decirle que no.
-Ok, dámelo.
-No, el mío no saca lindas fotos, sácame con el tuyo que es mejor. Después me la pasas por Whatsapp.
-Ok, dale ponete.
Le saqué tres o cuatro fotos mientras hacía poses, de costado, de rodillas, sonriendo, sacando un poco los labios. Las fotos típicas que le gustaba sacarse. La verdad que salieron muy bien y ella quedaba preciosa con ese fondo anaranjado.
-Ahora sacate una conmigo!
No me dio tiempo a responder que ya me estaba agarrando del brazo y tirándome a donde estaba ella.
-Dale, mirá la cámara! -Me sacó el celular de la mano y tomó la primer foto con los dos mirando hacia la lente. Nuestras cabezas apoyadas una contra otra, ella agarrándome fuerte con su brazo atrás de mi espalda y su mano sobre mi hombro -Otra!
No lo pensé, después de esa primera foto mi brazo que había quedado colgando atrás de ella la tomó de la cintura y la apretó contra el costado de mi cuerpo. Lo hice un poco fuerte, pero no pude evitarlo. Tenía la necesidad de sentirla cerca. Me pareció escuchar una pequeña risa o un suspiro cuando hice eso y mientras esperaba que se escuchara el sonido de la segunda foto siendo tomada, sentí como la húmeda boca de mi prima se impactaba contra el costado derecho de mi cara. Como su nariz también se apretaba contra mi cachete. Y ahí se escuchó el click de la cámara del celular.
-Gracias! No te olvides de pasármelas -me dijo sonriendo y entregándome el celular mientras me daba otro beso en el cachete, esta vez más cerca de la boca. Yo no reaccionaba.
-Y acordate que tenés que traer el juego a casa para mi cumple. -Continuó diciendo mientras se alejaba caminando de espaldas y tirándome otro beso a lo lejos.- Nos vemos!
En un par de semanas era su cumpleaños, así que no iba a pasar tanto tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Yo tenía un juego de mesa en mi departamento que a ella le gustaba mucho y siempre me pedía que lo lleve a las reuniones para jugar entre todos. Me reí para adentro cuando me lo puse a pensar, porque el juego se llamaba “Tabú”, una estupidez pero me causó gracia y me sacó del trance en el que me había quedado.
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Esa noche después de llegar a casa, darme una ducha, prepararme un sándwich con las sobras del asado que me había llevado de la casa de mis viejos, me senté en la cama, apoyado sobre el respaldo, prendí la tele y agarré la compu.
Ni siquiera recuerdo haberlo pensado. Como un autómata entré a Instagram y busqué el perfil de mi prima.
Me puse a mirar las fotos que tenía subidas. Las fotos en el boliche con sus amigas, las fotos tirada en su cama con sus libros de la facultad y las fotos que tenía en sus vacaciones por Europa hace algunos meses. Fui y vine varias veces mirando esas fotos. Algunas jugando en el agua, en esas típicas playas con el agua cristalina de un dejo verde azulado. Otras directamente en la arena o haciendo poses en bikini. De espaldas pero mirando a la cámara. Mostrando esa cola que hacía unas horas me había dado vuelta la cabeza. Siempre sonriendo.
No sé cuánto tiempo estuve viendo esas fotos, pero no podía dejar de verlas. Me sorprendía la curvatura perfecta de esa cola, no importa el ángulo de la foto, el fondo, el bikini que tuviera puesto, siempre me parecía perfecta. Lo sentía como una obsesión. Quizás era el hecho de que fuera una chica de 20 años, quizás fuera porque era realmente hermosa, quizás no quería admitir que era mayormente por que era mi prima o quizás era una mezcla de todas esas cosas, pero no podía dejar de mirarla.
Empecé a imaginarme qué hubiera pasado si cuando me encontró en el baño yo no me hubiera cubierto o si yo hubiera entrado al baño cuando ella se estaba cambiando. Hubiera pasado algo? Qué podría haber hecho? Quedarme mirándola para ver cómo reaccionaba? Esperar una sonrisa de su parte para tomarlo como una invitación a entrar? Y una vez adentro? Me hubiera acercado despacio a ella y quizás acariciarle suavemente la cara mientras ella me sonreía? Hubiera acercado mi cara a la suya y la hubiera besado despacio, apoyado mis labios suavemente en los suyos, mientras los dedos de mi otra mano empezaban a hacer contacto delicadamente con la parte baja de su espalda desnuda? Sus labios serían suaves, dulces, de esos que dan gusto besar y apretar entre los míos. Seguro que la empezaría a traer hacia mi, apretarla contra mi cuerpo. Sentirla y hacer que me sienta. Seguro que…
-No, basta. -Cerré la ventana de Chrome. Cerré la tapa de la computadora y la dejé a un costado.
Agarré el control remoto, y me puse a buscar en Netflix algo para ver. No sabía que buscaba, no sabía que quería ver. Lo único que sabía con certeza, era que si no cerraba esa ventana me iba a terminar perdiendo en esos pensamientos.
Nunca, con ninguna de mis exnovias, con ninguna chica que haya estado, experimenté algo que me despertara sensaciones tan fuertes como las que ese momento de imaginación pura me había provocado. No lo podía describir, era algo muy sensual imaginarnos así, era deseo puro.
Ya está, ya pasó. A concentrarme en otra cosa. Fue algo de un día y nada más. Mañana ya me iba a importar menos.
En el fondo creo que sabía que no era cierto, pero no estaba ni cerca de imaginarme como todo esto iba a terminar.