Hace ya más de 30 años trabajé en el equivalente a una casa de cultura patrocinada por el gobierno federal, en Coyoacán, pues requería demostrarme a mí misma que era capaz de sostenerme y, por qué no, llegar a ser independiente de Saúl, mi esposo. A los pocos días me enredé con Leandro, un compañero de trabajo que tenía un puesto similar al mío. Me pasó lo mismo que muchas otras veces: él me atrajo, yo también le causé atracción, y se dio lo demás. Él era soltero y sabía que yo estaba casada, no obstante, Leandro insistió y como yo no soy afecta a resistirme si me revolotean las mariposas en el estómago, al mes yo ya había conocido la recámara de su departamento…
El asunto es que una noche habíamos quedado de ir a su casa a retozar un rato, pero hubo una “urgencia” de trabajo, algo muy común en los jefes que no saben administrar correctamente los recursos y dejan en la charola de recepción los asuntos para darles salida a la última hora. Le comuniqué a Saúl el problema y le pedí que él atendiera a los niños cuando se tuviese que retirar mi hermana y que un compañero me iría a dejar a la casa.
Salimos relativamente tarde y ya no podríamos ir al departamento de Leandro, pero estábamos muy calientes pues mientras cumplíamos el trabajo, cada vez que podíamos, nos manoseábamos. Al salir, en vez de bajar las escaleras, subimos hasta la azotea, la luna estaba esplendorosa y nos besamos como dos enamorados. Leandro se sacó el pene, me subió un poco la falda. Tomé su miembro babeante y me hice a un lado las pantaletas para frotar su glande en mi clítoris, acción muy común con él y otros en esas condiciones para facilitar la introducción de pie. Nos movimos un poco mientras seguíamos besándonos. Levantando mi falda, me tomó de las nalgas para cargarme, abrí las piernas y eché la cabeza para atrás cuando me introdujo todo el miembro y sentí hermoso el recorrido por el interior sumamente viscoso de mi vagina, no pude cerrar los ojos de inmediato, que es lo usual, porque claramente vi que la Luna iluminó más fuerte nuestro amor, pero los cerré cuando me balanceó rápidamente pues vino mi primer orgasmo, más correctamente el primero de la ola continua de orgasmos que tuve hasta que se vino y me volvió a poner con los pies en el piso.
–Descansemos así un poco, que traigo para otro más, Tita –me dijo y recordé que era tarde, además de que escuché que alguien subía las escaleras.
–No, alguien viene –le dije apartándome de él y acomodándome la falda antes de tomar la bolsa.
–Buenas noches –dijo el vigilante quien había subido para cerrar la puerta.
–Buenas noches. ¿Ya vio que hermosa está la Luna? –Le dije dirigiéndonos hacia la puerta.
–Sí, está hermosa –contestó mirando mi pecho.
–Buenas noches, hasta mañana –dijo Leandro señalando hacia la escalera para que bajáramos.
–Hasta mañana, que descansen… –Contesto con cierto sarcasmo y sonreímos.
–¡Me quedé con las ganas de otra venida más! –me dijo Leandro al salir del edifico–. Vamos a mi casa para terminar –me pidió.
–No ya es muy tarde, pero en el carro te ayudaré a que te salga lo que falta –le dije mirándolo con picardía, y me pasé la lengua por los labios.
Leandro sonrió, me abrió la puerta del auto y, apenas cuando él subió, se sacó la verga, aún amorcillada.
–Vámonos sin prisa –pedí al tomar su falo y cuando arrancó el motor del carro empecé con mi juego de lengua limpiando el glande y el tronco.
Todo el camino se la vine chupando y masajeándole las bolas. Ni qué decir que cuando se estacionó a la puerta de mi casa, bajo la luz del farol ya la tenía sumamente parada. Me incorporé y vi que el interior de la casa estaba apagado, señal de que ya estarían durmiendo todos.
–Aún no me sacas lo que me falta –me dijo antes de besarme y después me inclinó la cabeza para que continuara la tarea prometida.
–Ahorita lo hago, mi amor –le dije acomodándome para concluir mi labor, sabiendo que nadie nos vería y él reclino el respaldo del asiento.
Meneándole el tronco, se la mamé hasta que se vino; en efecto, aún traía mucho esperma pues se me escurrió un poco sobre su pantalón, lanzó un grito apagado al sacar el último chorro. Saboreé un poco de semen y al besarlo le di en la boca lo que me sobraba.
Salí de inmediato y me pareció ver una sombra en el resquicio de la cortina del ventanal de arriba, pero no quise verificarlo. Abrí rápidamente el portón y me introduje a casa, al voltear al auto cuando lo cerré vi que Leandro acomodaba el respaldo verticalmente y se limpiaba los labios con la manga de la camisa, pero seguía con los ojos cerrados, disfrutando el letargo del orgasmo. En ese momento se encendió la luz del patio y supuse que Saúl se habría levantado, pero de inmediato cambié ese pensamiento por la duda: ¿acaso era Saúl la sombra que me pareció ver en la ventana? Con esto en la cabeza, abrí la puerta interior y Saúl prendió la luz de la escalera a la cual me dirigí y la subí sin prisa.
–Hola, Nena, ¿cómo te fue? –me saludó y por respuesta recibió un beso con intenso sabor a semen– ¿Te gustó la leche? –pregunto limpiándome unas gotas que aún traía en la barbilla las cuales me embarró en los labios y, cuando los lamía escuché el arranque del auto de Leandro; al voltear hacia la ventana, me di cuenta que Saúl se percató de todo, aunque no viera lo suficiente pues seguramente mi cabellera le estorbaba.
–A mí sí, ¿y a ti? –le pregunté con descaro, volviéndome a relamer los labios, viendo por la misma rendija de la cortina cómo se alejaba el auto de Leandro. Para darle a entender que no me intimidaba.
Me levantó la falda, se hincó y me bajó de golpe las pantaletas. Acercó su cara al pelambre de mi cuca revolviéndolo con la nariz.
–¡También acá huele a semen mi Nena puta…! –dijo, abarcando mis nalgas con sus manos y me comenzó a chupar con fruición.
Recordé que así me hizo una vez que llegué de hacer el amor con Eduardo y, sin decir nada más que colocándome en posición de 69, con mis mamadas lo obligué a que me chupara. Lo disfrutamos mucho aquella vez y seguramente sabía que lo quería humillar, pero fue muy amoroso. Sí, corroboré que me ama como soy y que le gusta la leche en mi vagina. Soy su Nena, puta, pero su Nena…