DON JUAN
No es verdad Ángel de amor
Que en esta apartada orilla
Más pura la luna brilla
y se respira mejor?
DOÑA INES
Oh Don Juan, don Juan
Dejaros ya de bobadas
Y por favor
Bajadme las bragas
DON JUAN
Si me lo pedís, lo haré
Más dadme razones
Para que antes
No me coma tus pezones
DOÑA INES
Joder, don Juan
Dejaos de monsergas
Pues ya sabéis que
lo que me gusta, son las vergas
DON JUAN
Pardiez, menina
Dejad en paz mi tilina
DOÑA INES
Por Dios Don Juan
Metérmela por compasión
Pues llevo más de dos meses
Sin probar el salchichón
DON JUAN
Más por mucho
Que lo añoréis,
No será más rico el lance
Si deseáis que me abalance
¿Y os hago que esperéis?
No es verdad
Querida mía
Que mi pene erecto
Si pudierais tuyo sería
A todas las horas del día
¿Y de la noche con fervor?
DOÑA INES
Callad, Callad por Dios,
¡Oh, don Juan!,
Que no podré resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido tanto afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que, oyéndoos, me parece
que mi húmedo coño enloquece,
y que se abre para vos.
¡Ah! Ya os he dado a beber
Ese filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
manteniéndola,
al gusto de la mujer.
Tal vez ahora
podréis, don Juan,
Con ese misterioso amuleto,
que a vos di en secreto
resistir hasta mi final.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si mis pechos están hinchados,
mi coño, de jugos colmado
y mi culo con tal deseo
que sin yo quererlo
vuela hacia vuestro sexo?
No, don Juan,
en poder mío
aguantarse ya no está:
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu polla me enajena,
tus manos me alucinan,
y tu lengua me fascina,
y la espera me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!,
yo imploro
de tu hidalga compasión
arráncame las bragas y fóllame,
porque si no exploto.
DON JUAN
¡Zorra mía! Esas palabras
Han de cambiar mi ser,
No alcanzo que se puede hacer
Hasta que el Edén se me abra.
No es, doña Inés, Satanás
quien pone mi pene asi:
es tu coño abierto,
que lo quiere para ti
todo lo que esta divina
Pastillita azul, pueda mantener
No; el polvo que hoy se atesora
En este mi cuerpo mortal,
No es un un polvo normal
como el que eche hasta ahora;
no es ese momento fugaz
que un minuto después se evapora;
es esa inacabable y espesa
leche que te tragas
cuando me abandono
a tu ansia voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me tiro sobre ti
arrancándote las pocas prendas
que sobre ti han quedado
y sin ninguno contemplamiento
mi dura polla agrandará dentro
de uno a otro de tus agujeros
y no iré mi orgullo a postrar
ante el buen comendador,
hasta que de tu conejo
haya logrado la saciedad
y, o me tendrá que matar
o habrá de darme tu amor.