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Mis días como voyeur
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Soy un hombre como cualquiera, que al ver pasar a una linda mujer, voltea las veces que sean necesarias para verle el culo o las piernas.

Bien. Esto me paso hace unas semanas.

Todo comenzó un sábado, en el cual fui a visitar a unos tíos en una zona popular de gente medio refinada.

Mi prima y yo coincidimos en llegar a visitar a aquellos familiares; ya que ella se casó.

Como tenía algo de ropa en la que era su recamara, fue para cambiarse.

Pronto fui al lugar secreto para volver a espiarla como cuando niños.

Comenzó por quitarse un pantalón negro de vestir, para dejar al descubierto unas piernas bronceadas y torneadas, traía una pantaleta negra tipo licra.

Al quitarse su camisa blanca, notaba un sostén del mismo color, transparentando sus ricos pechos.

Ahora se sentó en su cama para quitarse su calzón; abriendo sus piernas, mostrando una vagina semi depilada, se revisó como cuando un hombre revisa su barba. Ahora se puso otra panti; pero de color café, se puso unas medias de color natural, se puso una falda roja; acompañada de una blusa negra, con chaleco.

Al salir de la recamara, rápido entre para llevarme su pantaleta sucia, entrar al baño y hacerme una rica paja, disfrutando del aroma en sus pantis.

El martes. Fui a una cena con unos amigos.

La esposa de este amigo, realmente tenía un bello cuerpo por el resultado de varias horas en el gym.

Ese día, iba con un vestido corto color crema, que hacían conjunto con el color de su piel. Esa noche brindamos demasiado en casa de este amigo, producto del éxito que tuvimos en un buen negocio que habíamos cerrado.

Él se notaba algo animado con su mujer. Cada que podía le metía mano por debajo del vestido. Pronto comprendí que debía darles cierto tiempo para su disfrute; por lo que fui al baño. Quise tardar un poco para que los ánimos de la pareja se calentaran.

Salí sin hacer ruido y así poder apreciar el cachondeo.

Efectivamente fue así.

Ella se encontraba recargada en la pared, en lo que él le alzaba el vestido, acariciando su chocho.

Como pudo, le bajo la parte de arriba para sacarle sus pequeños pechos, mamándoselos, con calentura. Fui para su recamara, buscando sus pantis sucias.

Regrese para seguir disfrutando del show. Ahora él la tenía empotrada con el culo para arriba, dándole de lengüetazos en la vagina. Ella no hacia ningún tipo de ruido.

Lleve su prenda a mi nariz, imaginando el penetrante aroma del que su marido disfrutaba.

Cuando él la penetro, yo me puse su calzón en mi falo, dándome una fuerte masajeada.

Consciente de que aquello era nada más que un rapidín; trate de terminar antes que mis amigos.

El gusto por ver a la esposa de mi amigo y socio me ayudo para terminar pronto.

Deje la prenda de mi amiga y haciendo ruido en la puerta del baño. Tiempo que ellos pronto se acomodaron como si nada hubiese pasado y así seguimos la charla y el brindis.

El jueves. Ese día quise hacer algo distinto. Como mi cuñada se había quedado unos días en la casa; decidí espiarla.

Mi cuñada es guera, tamaño mediano, pechos grandes, culo grande y bonitas piernas.

Al igual que en casa de mis tíos, hice un orificio para así poder ver a esa rica cuñada.

Espere a que ella se me tiera a bañar. Me encanto la forma en la que se enjabonaba su hermoso cuerpo, sus tetas bailaban al compás de la tallada. Pude verle su vagina peluda, sus nalgas algo gelatinosas, pero apetitosas.

El chiste era que por vez primera me atreví a espiar a mi linda cuñada. Fue algo raro, porque hallaba más satisfacción en espiar mujeres y masturbarme, que estar con ellas.

Viernes. Ese día fue; creo yo el mejor día.

Mi sobrina llego a quedarse ese fin de semana.

Hice exactamente lo mismo que con mi cuñada.

Mi sobrina es de piel canela, tetas pequeñas, trasero mediano. Yo creo mediría 1.60. La verdad estaba algo chaparra.

Con impaciencia, deje que pasara mi esposa.

Ella algo parecida a mi cuñada, en cuanto a cuerpo.

Como mi mujer entra a trabajar antes que yo, le deje libre el baño para la ducha.

Aunque es normal ver a mi mujer en cueros, me excitó mucho el poder espiarla.

Luego, entro mi cuñada.

Y al último entro mi sobrina.

La muy inexperta en cuanto al sexo, se atrevió a masturbarse en mi baño y lo mejor es que no me lo perdí.

Sus dedos se paseaban por los labios vaginales, sobando su clítoris. Que rica pantalla tenía frente a mi.

Su mano fue para apretarse un seno, luego el otro, poniendo un pezón en medio de los dedos.

Sus ojos cerrados y su gesto de placer, hizo que tuviera el mejor de mis orgasmos en cuanto a esa semana que casi terminaba.

Desde entonces y cada que tengo oportunidad practico el voyerismo.

Obviamente cuando no me masturbo, la beneficiada es mi querida esposa…

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