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Entre sábanas
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Nuestros besos eran cada vez más comunes, y nuestras caricias cada vez más íntimas.

No es que estuviéramos interesadas sexualmente en la otra, es solo que en aquel entonces, éramos curiosas por naturaleza. Como cualquier chica de nuestra edad, explorábamos nuestro cuerpo, solo que en nuestro caso, lo hicimos con una amiga.

Tania fue de mis mejores amigas y compartíamos el departamento con otras estudiantes, aunque con el tiempo nos quedamos solo ella y yo viviendo ahí.

Fue en esa época que comenzó nuestro romance. Una tarde calurosa estábamos platicando en la cama sobre brassieres y tamaño de copas, nada nuevo.

– Realmente no tengo mucho busto -Me dijo mientras me mostraba su lencería

– Yo pienso que si, tienes bonita figura – Le respondí

– No sé, quizás sea el brassiere que me haga resaltarla -Me respondió.

Para mi sorpresa, Tania se despojó de él.

Sus senos me parecieron hermosos, con aureola rosada. Por un momento pensé en acariciarla pero no lo hice.

– ¿Crees que sean de buen tamaño? -Me pregunto como si le preocupara

– Yo creo que están muy bien -Le respondí

Pensé que debía quitarme el mío para estar en sintonía con ella, así que me lo quite.

Tania sonrió y me dijo:

-Al parecer tu eres un número mayor que yo -Me dijo sonriendo

– Si, es verdad -Respondí

No recuerdo haber estado con otra chica parcialmente desnuda, y eso me hizo sentir muy sexy.

– Leslie ¿Me puedes poner un poco de crema? -Me dijo Tania al momento que se le levantaba el cabello

– Claro Tania – Respondí de forma animada

Comencé a untarle crema en su espalda, su piel era muy suave y muy agradable de acariciar.

– Me agrada estar contigo ¿sabes? – Me confesó

– A mi también Tania, eres mi mejor amiga

– Y tú la mía

Me coloque frente a ella y le unte un poco de crema en su pecho pero sin tocar sus senos, no quería incomodarla, pero de pronto sentí la mano de Tania en uno de mis pechos.

– Me gustaría que los míos estuvieran un poco más grandes ¿sabes? – Me dijo mientras me acariciaba lentamente.

Casi por instinto, puse mi mano suavemente en uno de sus muslos y la mire a los ojos, quería decirle que me gustaba, pero no encontré las palabras en ese momento.

Tania me miró por un instante también, pero después se miró su pecho.

– ¿Tú crees que salga muy caro operarme? – Me pregunto

– A… ehh, no… no creo – Le respondí mientras le devolvía la caricia

Fue muy obvio que se excito al acariciarme ya que sus pezones se pusieron erectos y sus mejillas ligeramente sonrojadas.

La situación en la que nos encontrábamos se había vuelto muy clara para las dos: dos chicas solas, semidesnudas en una cama acariciándose mutuamente. Me comencé a excitar yo también y cruzo por mi mente la idea de tener un amorío con ella, desnudas, en la cama… aunque nunca había estado con otra chica en ese aspecto. Así que toque el tema de la sexualidad femenina, con la esperanza de que Tania me siguiera el juego.

– Tania ¿te tocas seguido? Tu sabes – Le pregunte

Tania sonrió y se tocó el cabello como jugando con el.

– Si, Leslie,… mucho,… me encanta tocarme, fantasear, tu sabes… llegar al orgasmo – Me respondió sonriendo un poco nerviosa

Entonces tome su mano y la metí en su pantaleta y le dije:

– ¿Por qué no te tocas mientras yo te acaricio? ¿Te gustaría? – Le pregunte

– No sé si pueda concentrarme, siempre me he masturbado estando a solas – Me respondió un poco dudosa

– Solo cierra tus ojos y déjate llevar, piensa que soy un chico toqueteándote – Le respondí

– Mmm… está bien, lo intentare – Me dijo

Tania empezó a tocarse ahí mientras yo la acariciaba despacio y suavemente los muslos la espalda… los senos. Ella comenzó a jadear y por primera vez me vio con una mirada diferente, como de deseo sexual.

Nunca me imaginé que fuera a gustarme acariciar a mi amiga, pero así se estaban dando las cosas y me agradaba. Solo quería llevarla al éxtasis y fue cuando me acerque para besarle el cuello. De inmediato percibí el dulce aroma de su perfume.

Para mi sorpresa, los jadeos de Tania comenzaron a hacerse más intensos mientras ella incrementaba el ritmo de sus masturbaciones.

Mis caricias surtieron efecto y sus jadeos comenzaron a convertirse poco a poco en leves gemidos.

Le pedí que se recostara y yo me recosté junto a ella, nos quedamos viendo por un momento y nos besamos en la boca por primera vez. Acto seguido baje la cabeza para besarle uno de sus pezones.

Fue entonces que metí mi mano en su pantaleta húmeda a lo que ella respondió favorablemente.

Mis dedos se encontraron con su vulva humedecida y comencé a acariciarle el clítoris en forma circular mientras ella me abrazaba.

Estaba tan cerca de ella, que podía percibir su respiración agitada y sus jadeos.

Sus gemidos se empezaron a volver muy evidentes y me encantaban: Ahhh… ahhhh… ahhhh

– ¿Te gusta amiga? – Le pregunte

– Si Leslie, mucho – Me respondió

Poco después Tania se sentó cruzando sus piernas y tomo mi mano como invitándome y yo me senté encima de ella y comenzamos a frotar nuestros cuerpos simulando que estábamos teniendo sexo con alguien.

Como yo quede un poco más arriba que ella, Tania tuvo la posibilidad de besarme los pezones y casi como si me hubiera leído la mente, comenzó a besarlos.

Pude sentir como mis pezones se pusieron erectos al contacto con sus labios y como mi respiración comenzó a agitarse.

Le pedí que se recostara nuevamente. Realmente la deseaba.

Baje hasta a su zona íntima y mis labios hicieron contacto con su pantaleta blanca. Tania se humedeció aún más casi de inmediato.

Mi lengua siguió lamiendo sobre su pantaleta como si se tratase de un helado, haciendo que Tania gimiera.

– Leslie, nunca me habían hecho algo así, ahhh, ahhhh

– Lo sé, espero te agrade amiga

– Ahhh, ahhhh ¿De verdad quieres que demos ese paso? Porque me está gustando muchísimo!

– Si Tania – Le respondí

– Leslie, ya no aguanto, quítame esto – Me dijo Tania refiriéndose a su tanga que para ese momento solo estorbaba. Yo también me quite la mía.

Su vulva estaba perfectamente depilada, húmeda y olía a ella, a su sexo. Ver tan de cerca su intimidad fue algo muy erótico para mí y fue la primera vez que le demostraba mi amor usando mis labios y mi lengua.

El sabor de sus labios vaginales y de su clítoris era intenso pero agradable.

Por momentos venían a mi mente imágenes de cuando la conocí, de los momentos que habíamos vivido juntas.

Me pareció extraño que estuviéramos haciendo algo así, pero me agradaba y al parecer a ella también porque no dejaba de gemir mientras nos tomábamos de la mano.

Poco a poco introduje dos de mis dedos en su vulva para simular un pene erecto mientras le hacia el amor con mi lengua y le besaba el clítoris.

– Ahh, ahh, si, así amiga, rico, muy rico – No dejaba de decirme entre gemidos

Finalmente Tania comenzó a estremecerse y a gemir de forma más aguda… si… por fin… se estaba empezando a venir, rico, sexy, como se viene una mujer.

Mientras se venía, no dejaba de lamer su clítoris. Su mano en mi cabeza me indicaba que no me detuviera.

Al terminar me recosté a su lado, nos besamos en la boca y sus pezones no escaparon de mis labios.

No había necesidad de palabras, nos gustaba estar juntas en todos los sentidos, era evidente.

Esa fue la primera vez que Tania y yo hicimos el amor, la primera de muchas veces. La amo.

FIN

 

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