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Por correo: Juan y Gabriel (4)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Juan me había escrito un correo diciéndome que esperaba otro de mis relatos, que le excitaba leerlos. Yo, que estaba cansado aquel día, sin embargo puede ir encadenando estos mensajes para satisfacerle. Luego me dormí tranquilo, y él me envió una foto con su erección y también durmió bien. El trabajo bien hecho.

Respirar cerca de tu oído primero, decirte que este momento lo llevaba esperando tanto tiempo. Te lamo el oído y te digo que te deseo, te miro, te beso los ojos, te beso ya la boca, tu lengua me contesta la invitación. Con los brazos rodeando tu cuello, me dejó colgar de ti.

Me arrastro por tu cuello, te recorro como un mundo nuevo, sin mapas, sin más objetivo que saber dónde estás, entre todo lo que me convoca de ti. Estás en todo lo que veo y toco y te me escondes, jugando. Sigo en tu cuello, donde palpita tu sangre, que beso a distancia de la piel.

Ahora bajo a tu pecho, me abro camino a besos cortos, repito el beso y sin embargo siempre es uno nuevo. Tus pezones me llaman a la lengua, que te quiere dar la tortura del placer. La saliva se me mezcla con tu sabor, sabes amargo, dulce.

Pero a mi me gusta acariciarte todo, no quedarme en partes. Cómo puedo mezclar tu cuerpo en uno solo cuando voy por todas tus partes. Es imposible. Te beso el torso, los brazos, tus dedos en mi boca y luego los bajo a mis nalgas para que me las acaricien y las separen, para que me beses y me levantes, mientras te persigo ahora tus muslos, busco el aceite y te acaricio más, me pongo sobre ti y buscamos el número mágico, me meto tu polla en la boca, tus huevos que voy saboreando. Voy alternando, por fin me concentro en tu pene, que descubro, que rodeo con la lengua. Me muevo sobre ti, sigo contigo y tú en mi, hasta que te corres y tu semilla me llena la boca como otras veces y todas las veces que pienso en ti.

Te sujeto las nalgas ahora, estás de pie, yo de rodillas. Te voy descubriendo el glande, mis labios besan los labios de tu polla, te acaricio las nalgas y meto un dedo en el ano, y tu polla en mi boca otra vez. Te limpio y rechazo crecer otra vez, te empalmas en mi boca y con una mano te acaricio y aprieto el pene mientras voy arriba y abajo y aprovecho para mover el dedo dentro de ti, explorándote, y tú ya estás dispuesto otra vez. Ahora tengo tus huevos en mi mano, tu suave peso que voy acariciando, apretando. Te contengo la corrida con los dedos, hasta que, hinchado, me pides que te suelte. Vuelvo a probar tu semen.

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