TODO LO BUENO TIENE QUE TERMINAR.
Desperté de golpe debido a las vibraciones de mi teléfono en silencio, nuevamente era Ben, había llamado varias veces durante la madrugada pero no había tenido el valor de responder, después de varias llamadas seguidas y acabar con mis ganas de seguir durmiendo, contesté, sonaba preocupado y a la vez muy serio, le comenté que había ido con Liz a una fiesta y que se había tranquilizado (omití todo lo que pasó después de eso), pareció no importarle, y preguntó dónde estaba, eran las 8 de la mañana del sábado, le hice saber que estaba en casa y prácticamente me ordenó que fuera a su apartamento.
La situación me tenía un poco alterada, por un lado estaba Ben, excelente cuerpo, excelente sexo y excelente en ponerme súper caliente en segundos, y con una actitud un poco controladora, por el otro, Liz, mi primera experiencia con una mujer, hermosa, de buen cuerpo, un par de pechos deliciosos y una sonrisa muy linda y por sobre todas las cosas, una actitud muy dulce, a estas alturas podía atreverme a hacer lo que fuera con ella y estaba segura de que jamás me diría que no, y eso me tenía loca por ella, me derretía por dentro.
Sin ningún apuro, me preparé mi desayuno, revisé mi teléfono como de costumbre y me dispuse a tomar una larga ducha en la bañera, tenía mucho en que pensar, estaba en medio de los conflictos de una pareja y ya me había involucrado sexualmente con ambos, y a pesar de eso, sólo podía pensar en Liz, en la noche anterior y en todo un mundo nuevo de sexualidad inexplorada en mi futuro, quería probarlo todo, quería llegar al límite con ella, y reflexionando en la bañera me encontré tocándome para calmar mi ansiedad.
Al terminar, busqué algunos juguetes en internet que pudiera usar con Liz, no era muy fan de los juguetes, pero vamos que para pasar el rato entre mujeres a veces el cuerpo simplemente pide más de lo que nos podemos ofrecer, y por el cuerpo me refiero al mío.
Después de asimilar y analizar la situación, me encontré con una cuestión un tanto inquietante, Liz no había llamado, no había enviado ningún mensaje, apenas y habíamos cruzado palabra luego de comérmela completa y dejarla en su casa la noche anterior, pensé que probablemente se encontraba en la misma disyuntiva que yo y pensé en darle el sábado completo para pensárselo, mientras tanto, Ben me esperaba en su apartamento y yo estaba un poco asustada por su frustración palpable al hablar por teléfono.
Me puse un vestido, como acostumbro hacerlo durante el verano, blanco de cuello en v y un poco entallado esta vez, tomé un coordinado de encaje nude, no soy fan de los jeans, las capas de ropa y todo lo que no fuera corto si se trataba del verano, el calor puede llegar a afectarme demasiado, y no precisamente en el buen sentido de la palabra.
Llegué al apartamento de Ben cuatro horas después de su llamada, me sorprendió que no se desesperara y comenzara a llamar como loco, subí a su piso y mientras me acercaba a su puerta pensé en la ironía que sería si me encontraba con Liz ahí, me había emocionado un poco la idea, pero desafortunadamente, al entrar, no había rastro de ella, me encontré con un Ben molesto, y esta vez, parecía real, entré en pánico un momento.
Se me ocurrió que probablemente Liz ya le había contado todo, y ahora, iba a enfurecerse conmigo, por lo que opté por preguntar por ella para ver si sabía algo, respondió que no había hablado con ella desde la pelea, creo que dejé escapar un pequeño suspiro después de su respuesta, pero él seguía tenso, los músculos de su mandíbula estaban muy marcados, lo que me dejaba ver que estaba haciendo fuerza, en ese momento entendí porque Liz se había echado a llorar cuando él levantó la voz, su actitud era de cuidado.
Para calmar un poco la tensión fui a la cocina por un vaso con agua, Ben se limitó a seguirme y no decir una sola palabra, le pregunté qué tal lo llevaba y se acercó un tanto desesperado a la barra, me dijo con molestia que no sabía qué hacer, y cuando pregunté a qué se refería me contó todo, quería volver con Liz porque la extrañaba, ¿y quién no? Esa mujer es endemoniadamente arrebatadora, pero después de mi aparición en el mapa, lo cual admitió haber hecho con algo de despecho y coraje, no sabía de qué manera continuar con ella sin decirle.
Se me hizo un hueco en el estómago, un vacío que dolía, si Ben le decía una palabra a Liz sobre mí, ella haría lo mismo, y yo estaría perdida, traté de calmar la situación diciéndole que desde mi posición, cualquier cosa que hiciera me afectaba, si le decía, yo perdería a mi amiga (y mi recién estrenada amiga con derecho a roce), y si no le decía, Ben estaría perdido, por lo que surgió en mi cabeza una tercera opción.
¿Qué tal si él le decía que por despecho, había estado con alguien más, pero que ese alguien más no era yo? Ella no dejaría de hablarme, Ben se tranquilizaría por confesar su crimen y todos estaríamos muy felices, además de que yo podría consolar a Liz, poco a poco sugerí la idea de manera indirecta, y me pareció que eso le había tranquilizado un poco.
Hablamos un poco de todo, de Liz, de su trabajo, su familia, y de cómo habían quedado las cosas entre nosotros, y de pronto, su cara de molestia volvió a aparecer, hombre voluble, pensé, pero no le tomé la mínima importancia, para mí había sido maravilloso estar con él, y no cualquiera logra lo que él logró en un fin de semana, su molestia aumentó cuando se lo dije, y no sabía exactamente la razón de su enojo, saqué las llaves de mi bolso en señal de que pasaba a retirarme, moría de hambre, y la combinación de sueño y hambre en mi vida no era buena para nadie.
Sinceramente, comenzaba a estresarme su actitud, le di un beso de despedida en la mejilla y al alejarme apenas un metro me jaló del brazo hacia él, me miró furioso, me apretó con fuerza por la cintura y de cierta manera eso ocasionó cierta atracción sexual en mí, le tenía muy cerca, podía oler su aliento mentolado por los cigarrillos que acostumbraba fumar, su perfume despertaba en mí todo aquello que había reprimido durante semanas. Me tenía, y él lo sabía.
Me plantó una mordida desesperada en el labio inferior, yo respondí con más desesperación, me arrinconó contra la pared de su habitación, se separó de golpe, me tomó de las caderas y me volteó violentamente a la vez que me empujaba hacia la pared con su pelvis, le sentía, estaba muy molesto, y eso me excitaba muchísimo, me quitó el vestido con un movimiento brusco mientras buscaba debajo de mi sujetador aferrarse a mis tetas, las apretó con fuerza y dejó una mano ahí para con la otra deshacerse de sus shorts negros, esta vez, Ben no usaba nada debajo, me pareció que para estar tan molesto, se había preparado para esto.
Su miembro erecto se paseaba por mi sexo, con movimientos tan marcados y fuertes que la fricción ardía, pero eso me hacía estar cada vez más mojada, en su desesperación por quitarme la tanga, la arrancó de golpe, su pene estaba completamente lubricado con mis fluidos, me obligó a inclinarme más, casi a 90 grados, y sin poner una mano encima, movió su pelvis ágilmente y de un movimiento me penetró, fue una sensación inesperada y a la vez deseada.
Comenzó a embestirme a mucha velocidad, la situación me tenía en un trance desenfrenado, continuó por un rato de esta manera, su vaivén era perfecto, y para ser sincera tenía semanas deseando que hubiera otro encuentro entre nosotros, pero lo que más me sorprendió fue encontrarme pensando en Liz en ese momento, y no pasaron ni un par de minutos cuando ya tenía todas las sensaciones encima, el calor de sus fluidos dentro de mí, los escalofríos, el adormecimiento de mi cuerpo y los espasmos.
Ni un sólo segundo había dejado de pensar en ella, sus deliciosos pechos, su cintura, su sonrisa, estaba tan confundida y tan extasiada al mismo tiempo que luego de terminar, descansé un poco, y me incorporé solamente para tomar mi ropa y mis zapatillas y me despedí de Ben.
De vuelta en casa, decidí ordenar una pizza, no me apetecía cocinar nada y mucho menos estaba de humor para seguir mi régimen alimenticio al pie de la letra, además, los fines de semana siempre eran días de trampa para mi dieta. Había llamado a Liz al menos unas diez veces sin obtener respuesta, en esos momentos pensaba para mis adentros que mi dignidad ya estaba en el suelo, tomé mi bolso y me subí al auto con el objetivo de hablar con Liz.
Al llegar a su casa, me encontré con una Liz sumida en la vergüenza, un poco sonrojada, pero amable como siempre, le costaba sonreír, pero aun así, se esforzaba por hacerlo, pasé a su casa y me llevé una sorpresa al encontrar a sus padres en la cocina, ¡demonios! había olvidado que tenía sólo 21 años, había olvidado que a esa edad uno sigue viviendo con sus padres y estudiando, por Dios me sentí peor que antes de saber algo de ella, saludé a sus padres con recato y Liz anunció que subiríamos a su habitación.
De camino pensaba para mis adentros que lo que había hecho era un error, me sentía la mujer más pervertida del mundo, y empezaba a arrepentirme por ello, yo no hago eso, yo no me arrepiento, ese era otro de mis mantras de vida, "No regrets", incluso lo llevaba tatuado en mi costilla izquierda.
Ya en la habitación de Liz, la noté un poco más tranquila, hablamos un poco de lo que había pasado la noche anterior, y para mi sorpresa, esa no había sido la primera experiencia de Liz con chicas, eso me reconfortó un poco en cuanto a mi arrepentimiento, pero, al igual que Ben, no dejaba de darle vueltas al asunto, y para ser sincera, yo no sabía de qué lado ponerme, así que sacudí un poco mi mente y me acerqué a ella, la tome de la cintura y la besé desesperada, había pensado en ella toda la mañana, incluso durante mi encuentro con Ben.
Jugamos un poco, al menos lo que se pudo dentro de la situación con sus padres en casa, dejamos las cosas claras, lo que había pasado nos había gustado a ambas y entre insinuaciones un tanto implícitas, algunos besos, abrazos y roces delicados, ambas deseábamos que se repitiera, por el momento necesitaba deshacerse de la resaca, aclarar su mente y pasar el fin de semana con su abuela fuera de la ciudad, mientras tanto me despedí de ella con un beso en la mejilla y un fuerte abrazo.
Para el lunes, me levanté con muchos ánimos de ir a trabajar, había descansado bastante, y me la había pasado mensajeando con Liz todo el fin de semana, incluso obtuve algunas fotos de sus enormes pechos y su pequeño y delicado clítoris rosado, fotos que utilice todo el fin de semana para mi deleite matutino, después de ponernos de acuerdo para vernos el lunes, había corrido a una sex shop para buscar algunos juguetes, estar con ella era demasiado placentero, pero la percepción que tengo de mis necesidades me hizo sentir que no sería suficiente.
Compré varios tipos de juguetes y continúe con mis actividades. Al salir del trabajo debía ir al instituto, pero no tenía ganas de toparme con Ben, había ignorado sus llamadas y mensajes todo el fin de semana, además, había quedado con Liz a esa hora para ir a mi casa libre de padres y prejuicios. Pasé por ella a su universidad y me encontré con una Liz de muy buen humor, su sonrisa había vuelto a ser la misma, subió al auto bastante animada y me plantó un beso en la boca que me quitó completamente el aliento.
Llegamos a mi casa e inmediatamente la tensión sexual comenzó a sentirse en el ambiente, Liz parecía muy segura de si misma, yo por el contrario era un manojo de nervios, la vez anterior había alcohol de por medio, mi lubricante social por excelencia, y todas las sensaciones desembocaron en yo suponiendo qué hacer con su cuerpo, para la segunda ocasión ya había expectativas, lo notaba en Liz, y no sabía si sería capaz de cumplirlas.
Pasamos a la sala y Liz se acomodó en el sofá, le ofrecí algo de beber, y al asentir con la cabeza me relajé un poco, serví dos vasos con hielo y mi whisky favorito y los llevé a la mesa de centro, me senté sólo para tomar mi trago completo y regresar al minibar por el segundo, me acomodé muy cerca de Liz y ya con un ligero calor en la garganta la besé, sus labios sabían a fresa y alcohol, una buena combinación, pensé, poco a poco mi cuerpo fue acercándose más al suyo y sentía a través de su respiración su respuesta, me incorporé un poco, me levanté del sofá, la tomé de la mano, y nos dirigimos hacia mi habitación.
Camino a la habitación, mi teléfono celular comenzó a sonar, Ben, pensé, lo ignoramos y entramos a la recámara entre besos desesperados y fragancias femeninas combinadas, no pasó ni un minuto cuando sonó el celular de Liz, su sobresalto llamó mi atención, por lo que decidí parar para preguntarle si estaba todo bien (por supuesto que no lo estaba), la noté preocupada.
Me comentó que había hablado con Ben, y el alcohol empezó a subirme a la cabeza, dijo que habían pausado las cosas y acordaron que ambos habían hecho cosas que no querían decir, por lo que continuarían como amigos hasta que se decidieran a hablar abiertamente, un hueco en mi estómago se fue haciendo más grande, pero Liz me tranquilizó un poco diciéndome que por eso ella ya estaba tranquila y segura de lo que quería conmigo, el celular dejó de sonar, y esta vez, Liz tomó la iniciativa.
Comenzó a besarme el lóbulo de la oreja izquierda y bajó hasta el cuello, me besó de a poco con pequeñas y delicadas mordidas hasta llegar a mi boca, me deshice de mis zapatillas y me abalancé sobre ella para continuar, Liz hizo lo mismo y nos recostamos en la cama, levanté su blusa, y nuevamente Liz no traía sostén, pero es que con esos pechos yo tampoco usaría, eran hermosos, en forma de gota, firmes, aún en su lugar, unos pezones rosados con una areola apenas perceptible, Dios, eran perfectos.
Me deshice de su blusa y comencé a besarle los pezones, quería comérmelos a mordidas, me encontraba muy húmeda y eso que aún estábamos en el juego previo, de pronto, sonó el timbre de la casa, me exalté un poco y me levanté de la cama, como vivo sola, mi casa cuenta con un sistema de 4 cámaras de seguridad, dos en diferentes ángulos de la entrada, otra en el garaje y otra más en el patio trasero, me asomé a las cámaras y ahí estaba Ben, con un semblante duro en el rostro.
Sin pensar en la situación en la que me encontraba, abrí la puerta y entró con paso apresurado buscando algo, o a alguien, luego de saludarle, miró los vasos de whisky en la sala, y se limitó a preguntarme dónde estaba Liz, de pronto la imagen de Liz recostada en mi cama sin blusa y descalza se cruzó por mi mente, me asusté e intenté detenerle, mientras corría a la habitación, me sorprendió su agilidad para no haber estado nunca en mi casa, alguna que otra vez habíamos pasado juntos por donde vivía, y sólo por eso sabía dónde quedaba, y de pronto mi casa se convirtió en campo de batalla.
Intenté interceder cuando de pronto Ben me interrumpió, le pedí que se tranquilizara un poco y le amenacé con llamar a la policía, pero se limitó a arrinconarme entre una pared y su brazo izquierdo, tenía una mirada retadora, la misma del sábado a mediodía, no sabía exactamente cómo reaccionar, Liz se levantó y buscó su blusa, se la puso con agilidad, tomó sus zapatos y salió de la habitación, empujé a Ben para perseguir a Liz, y sólo me encontré con la puerta del sanitario cerrada.
No sabía exactamente de qué iba su actitud, pero Ben estaba hecho un desastre, estaba iracundo preguntando qué demonios pasaba con nosotras, le ofrecí un trago y no me quedó más remedio que contarle la verdad, Ben sabía que Liz era bisexual, yo no, y a decir verdad, yo ni siquiera sabía que yo lo era, comenzó a sospechar desde que ambas ignoramos sus llamadas, al llegar a mi casa y ver que ambas ignoramos nuevamente sus llamadas, supuso lo peor, y el entrar y ver los tragos en la sala confirmó sus sospechas.
Me levanté a tocar la puerta del sanitario, le dije a Liz que tenía algo que decirle, y ya que estábamos en la cúspide de las confesiones le dije lo que había pasado con Ben, aunque hice hincapié en que lo ignoré desde lo que pasó con ella (no era del todo cierto, pero necesitaba calmar la atmósfera), luego de hablar por un rato, se retiraron de mi casa y yo me quedé como casi nunca me quedo, sola y muy caliente.
No supe de ellos por unas semanas, y como el módulo de Ben en el instituto había cambiado, nuestros horarios ya no coincidían, de pronto recibí una llamada de Ben, me invitó a su apartamento, le cuestioné acerca de Liz, pero no quiso hablar al respecto, después de todo era bastante reservado con muchas cosas, y yo necesitaba liberar algo de mi tensión acumulada a lo largo de esas semanas.
Quedamos de vernos por la noche, y antes pasé a mi casa a ducharme como era mi costumbre, llegué a su apartamento algo insegura, realmente no sabía si mi idea de liberar tensión era la misma que la de Ben, pero al subir a su piso, tocar el timbre y ver su semblante mis dudas se disiparon.
Tomamos algo de vino, cenamos ligero y comenzó el flirteo, Ben se abalanzó sobre mí en el comedor, nos besamos un poco y se levantó a poner música, vamos por buen camino, pensé, de pronto sonó el timbre del apartamento, me dijo que debía ir al sanitario y que si podía abrir, me sentí un poco incómoda pero le obedecí, y mi sorpresa fue muy grande al abrir la puerta y ver a Liz, llevaba unos jeans, una blusa de botones y unos stilettos a juego, se veía demasiado bien, me saludó con un abrazo, y como si fuera mi propia casa le ofrecí un trago, se le veía bien, animada y estable.
Luego, por mi mente pasaron las mil posibles respuestas de porqué estaba Liz en ese apartamento el mismo día que Ben decidió hablarme. Cuando Ben salió del sanitario, se miraron y se saludaron como simples amigos, me sorprendió mucho verlos así, parecía que las cosas ya estaban bien, al menos mejor que cuando se habían ido de mi casa, hablamos y me aclararon todo.
Habían decidido terminar en buenos términos, y como Ben seguía en una ciudad sólo y sin amigos, habían decidido serlo, luego, pensaron en la remota posibilidad de complacerse el uno al otro sin compromisos, no sin antes pensar en invitarme, y ahí estaba yo, pensando que iba por uno cuando en realidad iba por dos, no voy a negar que estaba bastante asombrada (y no es que sea de mente cerrada) pero jamás me imaginé que todo aquello terminaría de esa manera.
Me sentía nerviosa, emocionada y muy curiosa de saber qué iba a pasar si yo aceptaba. No lo pensé mucho y dije que sí, al final de cuentas, los tres ya habíamos estado con cada uno, ¿qué más se podía esperar si en lugar de ser dos, éramos los tres al mismo tiempo? Ben nos invitó a pasar a su habitación, tomé mi copa de vino y caminé detrás de Liz.
Al llegar, me terminé mi copa de un sólo trago y Ben se acercó y me tomo por detrás, pasó sus manos por mi cintura y subió hacia mis pechos, incliné mi cabeza para darle paso hacia mi cuello mientras Liz se acercaba por delante, me besó decidida y comenzó a abrir los botones de su blusa, en un principio no sabía qué hacer, no sabía qué o a quién tocar, pero luego de ver un poco la dinámica comencé a seguirles el juego.
Ben estaba tan duro y preparado como siempre, podía sentir su pene duro y erecto entre mis nalgas, Liz por el contrario estaba igual de curiosa y expectante que yo, mientras Ben bajaba el cierre de mi vestido, yo besaba a Liz y jugaba con sus pechos, me deshice de su blusa recién desabotonada y me dispuse a desabrochar sus jeans, los bajé un poco mientras la besaba, Ben bajó mi vestido poco a poco, y al caer, se deshizo de mi coordinado de encaje para ocasiones especiales.
Al quedar completamente desnuda me inclinó para poder disfrutar de mi trasero y comenzar a tocar mi clítoris, quedando más agachada, decidí concentrarme en las tetas de Liz mientras me ayudaba a bajar sus jeans, luego, al incorporarme un poco, Ben acercó a Liz para besarla mientras yo me comía todos sus pechos y Ben me masturbaba, estaba tan extasiada que sentía que iba a reventar, pero tenía que esperar, pues lo bueno apenas estaba comenzando.
Me volteé para juguetear con Ben y besarlo, Liz se acercó por detrás de él y comenzó a besarle el cuello, mientras yo le desabotonaba la camisa, y ella se la retiraba por detrás, me hinqué con el ímpetu de comérmelo completo, desabotoné sus jeans y los bajé desesperada, Liz se hincó a mi lado mientras Ben se deshacía de su bóxer, eso ya era una competencia, nos turnábamos para comernos el enorme miembro de Ben, cada vez con más ganas que la anterior, de pronto chupábamos su miembro erecto juntas cuál paleta y de pronto nos distraíamos y nos besábamos.
Ben se limitaba a acariciar nuestro cabello y empujarnos hacia su sexo. Me levanté para besarle, quería morderle los labios, el cuello, quería sujetarlo fuerte, cuando de pronto la lengua traviesa de Liz se hizo presente en mi clítoris, estaba demasiado caliente y ya no aguanté más, comenzaron mis espasmos y gemidos mientras Liz continuaba lamiéndome y Ben continuaba besándome y aún ni llegábamos a la cama. Ben me volteó hábilmente y me inclinó para recargarme en la cama, me embistió tan delicioso que su pene me llenó completamente, esa sensación era diferente, mientras mis ganas de terminar se acercaban nuevamente Liz se puso a cuatro en la cama y como una gatita en celo, gateó hacia mí.
Liz y yo nos besábamos mientras yo apretaba fuerte sus pechos y Ben me embestía y me masturbaba al mismo tiempo, mis ganas de ir al sanitario aumentaron, y esa sensación sólo había logrado obtenerla unas pocas veces en mi vida, algo estaba logrando esa situación, de pronto Liz se bajó de la cama y se hincó en el suelo frente a mi entrepierna, de cuando en cuando pasaba su lengua por mi clítoris, Ben le cedió mi clítoris a Liz para apretarme fuerte las tetas, fue tanto el placer y la expectativa que mi eyaculación se hizo presente y un líquido blanquecino salió de mi interior a presión.
Liz se acercó a mi en cuanto lo notó, se lo comía, lo disfrutaba, se llenaba la boca mientras lamía deliciosamente mi clítoris, ese orgasmo era muy distinto y generalmente inalcanzable para mí, me quedé extasiada, muy extasiada y tardé mucho más en incorporarme, me enderecé un poco y mientras Liz me compartía de mis fluidos en la boca, Ben se colocó detrás de ella y comenzó a embestirla de pie junto a la cama.
Luego de un par de minutos, pude reponerme un poco y comencé a tocar el clítoris de Liz, con movimientos de lado a lado muy ligeros, la escuchaba gemir, era un sonido delicioso que me puso a mil, Ben la tomó del pelo y lo jaló para arquearla, dejando sus grandes y ricos pechos a la disposición de mi boca, mientras la masturbaba, comenzaba a sentir el calor y los escalofríos en mi cuerpo, de nuevo me estaba calentando, y Ben parecía tener ganas de más.
Sentí la enorme responsabilidad de ser recíproca con Liz, después de todo había sabido hacerme estallar y disfrutarlo junto conmigo, me hinqué frente a su entrepierna y mientras jugaba con los testículos de Ben en cada azote hacia Liz, me la comía y disfrutaba de su sabor salado, cada vez más húmeda y cada vez más jadeante Liz me tomo de la cabeza y apretó todo su sexo con mi cara mientras me dejaba sentir sus espasmos y su humedad espesa en mi boca.
Me era difícil respirar pero esa situación era muy estimulante, noté a Ben un poco exhausto, pero al igual que nosotras, quería seguir, tomé a Liz que recién se incorporaba de su orgasmo y me la lleve a la cama.
Liz se sentó distraída en la orilla de la cama y me senté sobre ella con mis piernas abiertas, la besaba desesperadamente, quería contagiarle mis ganas de más y darle un respiro a Ben, que sólo nos miraba y nos acariciaba, Liz comenzó a responder a mis juegos mientras Ben me empujaba para que me recostara sobre Liz, obedientes, nos recostamos entre caricias y besos cada vez más desenfrenados.
Ben comenzó a tocar mi clítoris y luego hundía dos dedos en mi interior, podía sentir cómo intercalaba entre el mío y el de Liz por nuestros gemidos subsecuentes, Liz levantó sus pies y los apoyo en la cama, Ben dejó de tocarnos solo para penetrarnos, me embestía con fuerza por algunos minutos, y después lo hacía con Liz, la sensación de saber que penetraba a Liz y acto siguiente a mí me tenía muy mal, la simple idea de que nos estuviera cogiendo a ambas de tal manera me puso a mil nuevamente.
Me vi en la necesidad de suplicarle que estallara, que compartiera su lechita caliente con nosotras, Liz me acariciaba el cuerpo y cada vez que era mi turno para que Ben me penetrara, me tomaba de las nalgas y las separaba para el fácil acceso de Ben, escuchaba a Ben agitado, jadeando, estaba a punto, y la simple idea me puso a punto a mí también, Liz se encontraba igual, comencé a sentir sus espasmos debajo de mi cuerpo, sus gemidos tan deliciosos y sus apretones en mi cuerpo ocasionaron que terminara casi al mismo tiempo que ella.
Entre espasmos, besos y manos por todos lados, Ben dejó de penetrarme y soltó un grito de placer, saco su miembro para compartir su orgasmo con las dos, y de pronto sentí su semen caer en mi sexo que ardía, se resbalaba y desembocaba en el de Liz, que se veía exhausta pero complacida por la sensación, me tumbé a su lado y Ben hizo lo mismo conmigo, quedamos exhaustos pero muy satisfechos, y de pronto mis ojos se cerraron.
Desperté desubicada en medio de Ben y Liz, quienes estaban dormidos, y pensé para mis adentros nuevamente, yo no hago esto, yo no duermo con nadie, en ese momento sólo me sonreí y me convencí a mi misma de que igual y valía la pena, me quedé dormida profundamente sólo para soñar con lo sucedido toda la noche.
Al día siguiente me levanté tan caliente, que me vi en la necesidad de acostarme de espaldas a Ben y comenzar a mover mi culo en su pene, cuando comenzó a despertar, su miembro también lo hizo, solo para recibir tremenda mamada de mi parte y después, meternos a la ducha rápidamente para no despertar a Liz.
Mientras ella dormía, me cogió tan duro que nuevamente me dejó satisfecha, luego de esto, me vestí e hice lo que nunca en mi vida había hecho, me fui a trabajar con la misma ropa del día anterior, menos mal que el día anterior había tenido tiempo de llegar a casa a cambiarme, de lo contrario, todos en mi trabajo estuvieran hablando de mi vida personal, cosa que ni yo hago.
Me pasé todo el día imaginando situaciones, incluyendo lo que pudo suceder entre Liz y Ben cuando dejé su apartamento, luego de ese encuentro, tuvimos varios más a lo largo de ese mismo año, todos ellos muy placenteros y cada vez mejores, pero todo lo bueno tiene que terminar.
Se terminó cuando Ben decidió regresar a Londres, no me hubiera importado seguir así mucho tiempo, y me parece que a Liz tampoco, para el día que se fue prometimos volver a encontrarnos en algún punto de nuestras vidas. Liz y yo nos hemos visto ocasionalmente, pero siempre llegamos a la misma conclusión, los juguetes no son lo mismo que Ben y estoy segura de que él también debe haber llegado a pensar exactamente lo mismo.