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Sodomizado en el aseo de una gasolinera en Burgos
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Me habían dado una semana de permiso en el cuartel donde estaba realizando el servicio militar, era la Academia General Militar de Zaragoza, y aunque no disponía de dinero para el viaje a casa, decidí ir haciendo autostop.

Estaba prohibido hacer dedo, si te cogía la policía militar, te arrestaban, pero aun así me arriesgué. Sin cambiarme de ropa, de esa manera solía ser más fácil que te pararan los conductores, me puse a hacer dedo vestido de militar. Tuve suerte y en seguida me paró un camionero, iba para Burgos, y aunque yo iba para La Coruña, al menos salía de Zaragoza, donde era muy fácil que te pillara la policía militar.

Recuerdo que era un día de frío, de esos que te pone las orejas de punta, y te corta la cara, pero en el camión, se iba calentito, tanto que hasta me quedé dormido. Cuando llegamos a burgos, el camionero despertándome, me dijo que ya estábamos en Burgos, que me iba dejar en una gasolinera antes de entrar en la ciudad. Que de esa manera me sería más fácil hacer dedo.

Cuando bajé en la gasolinera, ya era noche cerrada, no recuerdo la hora, pero seguro que de las 12 de la noche pasaba. Hacía un frío horroroso, hasta los dientes me castañeaban, y por encima, en la gasolinera no había nada, solo la gasolinera y unos aseos, no había donde resguardarse o tomar algo caliente, vamos que aquello estaba solitario solitario.

Allí estaba yo, vestido de militar, con un frío que me hacía castañear los dientes, sin tener donde resguardarme, y por encima no se veía un alma, ya llevaba cerca de una hora, y no había pasado ni un triste vehículo. Maldije al camionero por haberme dejado allí. Estaba a unos 12 kilómetros de Burgos, noche cerrada, con un frío espantoso y a punto de nevar.

Cuando me cansé de andar de un lado a otro en la gasolinera, como ya no aguantaba aquel frío, me metí en los aseos, al menos allí estaría algo resguardado del frío. No me atreví a pedirle al de la gasolinera que me dejase entrar donde se resguardaba él, así que me decidí por entrar en los aseos, y desde allí si escuchaba ruido de algún vehículo, salir y preguntar si me podían llevar, me valía hasta incluso llegar a Burgos y poder resguardarme en algún sitio.

Allí en los aseos, ya pude recuperar algo de color, ya no sentía tanto frío. Pero seguía sin aparecer un alma por aquella gasolinera, maldecía al camionero por haberme dejado allí tirado.

Después de llevar una media hora en aquellos aseos, empecé a pensar en que iba a estar mejor y más abrigado con la ropa de paisano, que, con la ropa militar, incluso que podía ponerme la ropa de civil, y si seguía con frío, poner por encima la ropa militar. Agarré el petate donde llevaba las cosas, lo abrí, busqué la ropa de civil, y empecé a quitarme la ropa militar que llevaba puesta. Primero me quité las botas, luego seguí por el pantalón y el resto de la indumentaria. Cuando estaba con el slip puesto, me entraron ganas de mear, seguro que fue a causa del frío, que me había entrado ganas de orinar. Así como estaba fui a uno de los urinarios que había, y bajándome un poco el slip, me puse a mear. La polla la tenía tan encogida a causa del frío, que apenas la encontraba. Me estaba frotando un poco los genitales para entrar en calor, cuando se abrió la puerta de los aseos. Era el empleado de la gasolinera el que había entrado, era un hombre de unos 30 a 35 años. Al verme en aquella situación, se quedó parado mirándome.

¿Qué estás haciendo? Me dijo.

Estoy cambiándome de ropa, a ver si puedo sacarme un poco el frío, e iba a mear. Le dije mirando con ojos de cordero degollado, a aquel empleado, que no me sacaba la vista de encima.

Se acercó a donde yo estaba, empezando a revisarme de arriba abajo.

Era bastante más alto que yo, me llevaría unos 20 centímetros, así que no se había asustado ya que me debió ver poca cosa. Empezó a subir la cremallera de aquel buzo que llevaba puesto, sacando una tremenda polla, el cabrón calzaba una buena herramienta. Yo miraba de reojo, intentando terminar de mear y empezar a vestirme, como se ponía a mear él, en otro de los urinarios.

De repente me dice, si quieres te puedo calentar yo.

Qué, dije con cara de sorpresa, mirándole a la cara.

Que si quieres te puedo calentar yo, volvía a decir echando una mano a mi culito.

Quedé mirándolo a la cara, empezando a ponerme colorado y muerto de vergüenza. Agaché la cabeza mirando ahora para el rabo que sujetaba con la mano derecha sacudiéndolo, mientras terminaba de mear.

Tienes un buen culito, mira cómo me he puesto, me decía acercándose a mí, mientras su mano izquierda apretaba mis cachetes.

Como vio que yo quedaba paralizado y no decía nada, siguió sobándome el culo con su mano. Ven, dijo mientras tiraba de mi slip, acercándome a él. Tiró de mi slip hacia abajo, dejando mi culito y órganos genitales al aire.

Ven que te caliento yo, Putita, me decía acariciándome el culito y huevos. Anda ya verás como te gusta y calienta.

Llevó su otra mano a mis genitales, empezando a frotármelos mientras iba bajándome el slip, hasta que estos cayeron al suelo. Fue subiendo su mano acariciándome por mi vientre y barriga, hasta que llegó a mis pezones. Empezó a apretar mis pechos, luego acercó su boca a mis pezones, empezando a morderlos, mmm, que bueno estás, decía sin dejar de morderme los pezones y acariciarme los genitales.

Yo respiraba fuertemente, empezando a jadear a causa de la excitación que empezaba a sentir a causa de aquellas caricias, pero seguía sin decir nada, dejándome hacer.

¿Te gusta putita? Relájate y deja que te caliente, verás cómo te gusta, susurraba mientras me acariciaba los pechos y mordisqueaba los pezones.

Así, así putita, relájate, ya verás que rápido te hago entrar en calor. Verás que rico se siente cuando te meta la polla en este lindo culito que tienes.

Fue subiendo con su boca, haciéndome estremecer al notar sus dientes morderme el cuello, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Empecé a gemir, teniendo que sujetarme a sus hombros. El cuerpo se me estremecía y las piernas me temblaban del gusto que estaba sintiendo. Mi polla ya empezaba a ponerse tiesa y dura a reventar. Aquello era más de lo que podía soportar.

Ves como ya estás entrando en calor, mira como tiemblas y mira como se te ha puesto la polla.

Te gusta ¿eh? Decía llevando su boca a la mía, empezando a morderme los labios, mmm, que bueno estás.

Así putita, así, abre tu boquita y déjame saborear tu lengua. Metió su lengua en mi boca, empezando a jugar con mi lengua mientras saboreaba mi boca.

Poniéndome las manos sobre los hombros, me empezó a empujar para que me agachara, mientras me iba diciendo que ahora le chupara la polla y la lubricara bien. Anda chúpame la polla que te la voy a meter en este culito tan lindo que tienes. Déjala bien mojada de saliva, para que te entre mejor y no te lastime.

Mientras me agachaba empujado por sus manos sobre mis hombros, sujetado a sus caderas, miraba para aquella polla del empleado de la gasolinera.

¡Dios! Era una buena tranca la que tenía el tío, rondaría los 17 centímetros, y de un buen calibre. Tenía la cabeza roja y a medio descapullar, con una erección que le hacía tener la polla levantada y pegada al vientre.

Cuando estuve a la altura de su verga, abrí la boca y mientras sujetaba aquella polla con mis manos, fui tragando la verga que me iba a dar por el culo aquella noche, en aquella solitaria gasolinera de Burgos. Nada más meterla en mi boca, noté que todavía estaba algo mojada por la meada que terminaba de echar. Pero seguí metiendo aquella verga en mi boca, con algo de miedo y nerviosismo, por la situación en que me encontraba.

¡Ohhh putita! ¡ooohhh que bien la chupas! Así putita así, chupa que te la voy a meter en ese culito tan lindo que tienes, me decía mientras le chupaba la polla.

Yo chupaba aquella polla todavía algo nervioso por la situación, excitándome cada vez más, pensando en que me iban a dar por el culo sin buscarlo. Tragaba todo lo que podía, dándome arcadas cada vez que la polla llegaba a mi campanilla, abriéndome en arcadas haciéndome llorar los ojos.

Cansado de chuparle la polla me incorporé para poder descansar un poco, pero nada más levantarme, me giró, y agarrándome por las caderas, llevó su mano a mi culo, empezando a buscar mi agujero. Presionó con un dedo en mi esfínter, entrando parte del dedo en mi culo.

¡Ohhh! Gemí al notar entrar su dedo en mi culito.

Sacó el dedo llevándolo a mi boca junto a otro de sus dedos, diciéndome que los chupara.

Anda chupa los deditos, que te vamos a lubricar este culito.

Hice lo que me dijo, y nada más terminar de chuparlos, llevó ambos dedos a mi agujerito, presionó de nuevo mi esfínter con uno de sus dedos, entrando aún más fácil que la primera vez, nada más entrar el primer dedo, presionó con el segundo dedo, introduciéndolo en mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemí al notar como mi esfínter se abría, dejando pasar aquellos dedos e invadir mi culito, mientras me estremecía y abría de piernas, dejando que aquellos dedos entraran en mí.

Así putita, así, relájate y deja que se abra tu culito. Metía sus 2 dedos todo lo que podía, volviéndolos a sacar y meter, haciendo que mi esfínter fuese cediendo cada vez más.

Yo no dejaba de gemir, estaba medio inclinado, abriendo todo lo que podía las piernas, dejando que aquel hombre de la gasolinera metiera 2 de sus dedos en mi culo, teniéndome en pelotas en aquellos aseos de la gasolinera, y a punto de darme por el culo.

Cuando ya me tenía bien abierto el culo, sacó sus dedos, llevó su verga a la entrada a mi ano, colocó la punta de su polla en mi agujerito, y sujetándome por las caderas, tiró de ellas hacia él, a la vez que impulsaba su pelvis, enterrándome toda la polla de una vez. Me había ensartado la polla hasta los mismísimos cojones.

Yo había dado un respingo, soltando un grito junto a unos fuertes gemidos, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh! Notando como me había clavado toda la verga en el culo. Notaba como sus huevos los tenía pegados al culo, mientras él me decía, así putita así, no te muevas que ya la tienes toda dentro. Tiró de mis caderas llevándome con él, mientras daba unos pasos hacia atrás. Vamos para aquí, que aquí estaremos más cómodos, me decía llevándome empalado en su verga.

Se había metido en uno de los cubículos, dejando la puerta abierta, de manera que yo me pudiera sujetar al marco de esta.

Me tenía ensartado en su polla, mientras el empezó a sacarse la cazadora y bajar la parte de arriba del buzo. Así estaremos más cómodos, putita, me decía empezando a moverme las caderas, haciendo que su polla se fuese deslizando por mi interior.

Justo en ese momento en que empezaba a culearme, y yo a gemir de placer, se abrió la puerta de los aseos, haciendo entrada en ellos un joven de unos 21 años al igual que tenía yo.

Antonio, entró gritando el joven, que nada más vernos, quedó petrificado viendo el espectáculo que tenía delante de sus narices.

¡Jooodeeer! Exclamó al ver cómo me estaba dando por el culo.

Tranquilo Michel, pasa y cierra la puerta, le dijo el que me estaba sodomizando. Estoy calentando a esta putita que se moría de frío, le espetó.

Mira si quieres, si no apúntate que hay para los 2. Tiene un culito riquísimo, y muy necesitado de verga. O si prefieres la boca, también la chupa de maravilla, le decía el muy cabrón del gasolinero, ofreciéndome como si fuera una mercancía.

El cabrón no se había inmutado, me mantenía ensartado en su polla, sujetándome con sus manos por la cintura, sin dejarme que me escapara. Me acariciaba el vientre y barriga, diciendo: Tranquilo putita, tranquilo que no pasa nada. Vamos a preñarte esta barriguita, tu solo goza y disfruta, decía acariciándome con sus manos mientras me tenía ensartada la polla hasta los mismísimos cojones.

Ahora vas a poder gozar de 2 pollas, decía mientras me seguía acariciando el vientre y barriga. ¡Ohhh que bueno estás maricón! Que bien se siente dentro de ti, decía pellizcando y retorciendo uno de mis pezones, mientras me rodeaba por la cintura con el otro brazo, ensartándome más la polla, notando como sus pelotas, las mantenía pegadas a mi ano.

El joven que al parecer se llamaba Michel, no se hizo de rogar, aflojó el cinturón, desabrochándose luego el pantalón, lo bajó junto al slip, dejando libre la polla y huevos.

¡Dios! Si el cabrón del gasolinero, se gastaba una buena polla, el chaval, no se quedaba atrás, la verga que se le veía, aún sin ser muy gruesa, debía medirle unos 17 o 18 centímetros.

Se acercó a donde me tenía el gasolinero, inclinado dándome por el culo, y arrimándose, empezó a acariciarme la cara, mientras llevaba su polla hacia mi boca.

Yo que en aquellos momentos estaba excitado y caliente hasta la extenuación, abrí la boca, dejando que el chaval fuese metiendo su verga en ella, mientras el gasolinero seguía dándome por el culo.

¡Ufff! Resoplaba el chaval al notar mi húmeda boca tragar su polla.

Nada más meter la polla en mi boca, llevé una de mis manos a sus huevos, y mientras los acariciaba, chupaba aquella verga como si fuese lo último que hiciese en mi vida. La chupaba con desesperación, mientras por el culo no paraba de ensartarme la polla el gasolinero, sodomizándome.

Ahora si que ya no maldecía al camionero por haberme dejado en aquella gasolinera, ahora estaba disfrutando como nunca. Ya no tenía frío alguno, ahora estaba sudando y gozando de 2 sabrosas pollas, una por la boca, y otra dándome por el culo.

El gasolinero, que al parecer se llamaba Antonio, me tenía sujeto por las caderas, y me daba por el culo con todas las ganas.

No paraba de chillar y decir, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Mientras me taladraba el culo con su tranca. Hasta se escuchaba el golpeteo de su pelvis chocar con mi culito, plof, plof plof, cada vez que me ensartaba su polla.

Yo notaba como sus huevos pegaban en la entrada a mi ano, y como su verga se deslizaba por dentro de mí rozando cada vez que me empalaba en su verga la próstata, haciéndome gozar hasta llevarme al clímax.

Llevaba un buen rato siendo sodomizado y follado por la boca, cuando el gasolinero, volvió a arrastrarme hacia atrás, diciendo ven para aquí, putita. Se sentó sobre la taza del wáter, saliéndosele la polla de mi culito, pero nada más sentarse sobre la tapa del wáter, tirando de mis caderas, me hizo sentar sobre él, volviendo a clavarme la polla de nuevo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemí notando como su verga se volvía introducir en mí. Me sujetaba por la cintura, haciéndome subir y bajar ensartándome una y otra vez su polla.

¡Ufff! Cada vez me clavaba la polla más profundamente, haciéndome chillar y gemir cada vez que la polla me llegaba a lo más hondo de mis entrañas, rozándome una y otra vez la próstata. La pobre de mí polla no paraba de gotear, brotaba gotas de semen sin parar.

Así estaba más cómodo, pero no daba chupado la polla del chaval, solo le acariciaba los huevos y de vez en cuando lograba darle una chupada a su rica verga.

Mientras tanto el gasolinero, me sodomizaba sentado sobre la tapa del wáter, el chaval se pajeaba delante mía, dejando que le acariciara los huevos y de vez en cuando lograba darle una chupada a su polla.

Pero el chaval, poco pudo aguantar, su polla empezó a hincharse y acercándose más a mí, empezó a correrse. Me corro, me corro, gritaba empezando a eyacular.

Yo siendo sodomizado por el gasolinero, me sujeté a las piernas del chaval, e inclinando la cabeza todo lo que pude mientras el se acercaba más a mí, abrí la boca, logrando que parte de su corrida entrara en mi boca, cayendo otra parte por mi pecho y cara.

Cuando logré meterme la polla del chaval en la boca, dejé que terminara de eyacular en ella, tragándome la leche que me había caído dentro de ella, y después de exprimirle bien la polla, se la dejé limpita y reluciente.

Mientras el gasolinero seguía sodomizándome, sentado sobre la tapa del wáter, yo con una mano apoyada sobre las caderas del chaval, con la otra mano, empecé a pajearme, mientras era sodomizado por el gasolinero.

Prácticamente nos empezamos a correr ambos a la vez.

Cuando empezaba a gritar yo que me corría, ¡ohhh me corro! Me corro, me corro, ¡ooohhh me corro! Notaba como la verga del gasolinero que me estaba dando por el culo, se hinchaba empezando a palpitar dentro de mi culito, y empezaba a eyacular, derramando todo su esperma dentro de mí, preñándome el culo con su semen.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el gasolinero, llenándome el culo con su leche.

Cuando terminó de eyacular el gasolinero, y pudo recuperar el aliento y normalizar la respiración, empujándome con sus manos, me levantó de su regazo, saliendo su polla de mi culito.

Estábamos sudando a pesar del frío que hacía, y yo oliendo a semen por todo mi cuerpo. Me habían bañado de semen, tanto por mi cuerpo, como en mi culito y boca.

¡Dios que follada me habían dado! Las piernas me temblaban, y el culo lo notaba súper abierto y como me iba escurriendo el semen, mojándome los huevos.

Nada más levantarse el gasolinero, me dio una palmada en el culo, que buen culito que tienes, me has exprimido bien la polla. Me has dejado los huevos secos, decía abrazándome a él, mientras me mordía en el hombro. Ahora vamos a vestirnos, no nos vayamos a enfriar, dijo dándome otra palmada en el culo.

Después de limpiarnos un poco con papel, nos vestimos, esperando ellos 2 a que yo terminara de hacerlo, saliendo luego de los aseos y yendo al cuarto donde se resguardaba el empleado de la gasolinera, donde me invitaron a tomar un café.

Allí les conté la peripecia de mi viaje. Como me había dejado el camionero en aquella gasolinera, y que iba rumbo a mi casa en La Coruña, de permiso por una semana.

Allí me quedé con ellos, calentito y bien follado, hasta que a las 5 de la madrugada, tuve suerte y otro camionero me llevó hasta León, donde volví a coger otro camionero que por fin me llevó hasta La Coruña.

En aquel viaje tuve suerte, había llegado a La Coruña, sobre las 2 de la tarde del día siguiente de mi salida de Zaragoza, y además había llegado bien follado, me habían sodomizado en la gasolinera de Burgos, preñándome el culito de semen y probando la leche de otro jovencito.

Podéis escribirme a:

[email protected].

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