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Orgía a full, yo y 15 más (Parte 1)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

Luego del brindis familiar se nos había hecho costumbre convocarnos en casa de uno de los chicos del grupo para la ‘la primera juntada del año nuevo’, cada quien llevó su provisión de bebidas para transitar las primeras horas del año en la reunión de camaradas. En esta ocasión la presencia de unas amigas habían atravesado la consigna de solo hombres, tres amigas se nos habían sumado a festejar las preliminares del año por transitar, dos apenas soportaron las dos primeras horas y se retiraron, solo Pamela, mi entrañable amiga (con derecho de uso) se había quedado a condición que la llevara de regreso.

La demasía y el exceso nos había puesto picantes en los juegos de palabras, la orgía de intenciones había dominado la situación, las veladas intenciones hacían las veces de amenazas juguetonas que solo quedaban en esa insinuación de deseos inocentes o no tanto, como cuando uno de los chicos dijo en broma: “Ja!, estaría bueno comenzar el año con una gran orgía…”

Las risas y bromas dominaban las miradas intencionadas, hasta Pame se sumó a la intencional (o no tanto) de Bruno cuando aventuró esa fantasía. – Ja”, así en patota es fácil decirlo, pero “a la hora de los bifes” no sé cuántos se animarían a llevarlo a la práctica?

El silencio se había hecho espeso, ninguno se animó a refutar el desafío de Pame. Como amigo y conocedor del pensamiento de Pame, subí la apuesta: – Vamos chicos, esta mujer ha subido la apuesta, y ahora… quien se le anima?

—Ja! El que calla otorga… —dijo Pame

—Vamos, alguno que hable o calle para siempre!…

Ahí mismo tomé la decisión de preguntar a Pame: —El envite sigue en pie? —asiente.— Luego te contesto por… todos? —asiente otra vez.

Al día siguiente cuando los vahos del alcohol consumido se hubieron evaporado fui a visitarla para consultar sobre la invitación pendiente. —Vengo para saber si la invitación de anoche sigue vigente?

Todos estaríamos contentos de aceptar, claro que no sé si vos te acobardas o “vas al frente”.

—Para nada, me conoces, sabes que la ver…

—Sí, que la verga te gusta más que el chocolate

—Eso mismo…

—Pero… con… todos, con todo ese bosque de pijas?…

—Y…! probame?

—Puedo decirle que te animas con todos? —sonríe y asiente.

—Wowww!! me voy corriendo para hablarlo con los chicos. Te llamo luego.

Un beso seco, una tocada de culito y me rajé para difundir la buena nueva.

La llamé al día siguiente para decirle que todos están ansiosos por conocer su respuesta, todos de acuerdo, como noté cierto demora en la respuesta, por cuanto antes de anticiparme a sus dudas, adelanté que me hacía responsable de ofrecerle todas las garantías y cuidados, que todos estamos sanitos y más aún, me comprometo a llevarte el resultado de los análisis de mis amigos para garantizarte la seguridad de poder hacerlo a pelo, “sin forro”, y como usas el parche anticonceptivo no habría inconvenientes en hacerlo al natural.

Un breve silencio, nuevamente me anticipo —Dale! Somos chichos buenos y calentones, di que sí eh!!!

—Bien, bien… ya está. Para cuando sería?

—Qué bueno, dame un par de días para organizar todo. Podríamos tomarnos un finde, completo. Te va? —Ajá, avísame y… a gozar!, Ja!

Uff, había aceptado la propuesta, pero siempre queda ese instante de arrepentimiento, del tal modo que dos días antes del momento de pasar a buscarla, envié un whatsapp para preguntar de modo subliminal: “como está la sonrisa de mi amiga erótica”, su respuesta vino en foto, una exposición frontal y en plano de acercamiento, sus dedos abriendo los labios de su sexo y el texto: “mi sonrisa vertical lo dice todo, no?”

Contundente respuesta, escribí con los dedos temblando escribí: “caliente sonrisa” está para comerla! La respuesta igual de contundente, vos y cuántos más? Todos te la vamos a comer y lo mismo cambiando la m por la j. Hmm, quiero mucho de eso. Diálogos insinuantes que prometían un finde “a todo dar”, la última frase resumía el estado de alienación y calentura vas a tener a Pame contra todos.

Conozco a Pame desde que fuimos compañeros en la facultad, amiga cariñosa con la cual habíamos tenido una buena relación, nunca hubo más que amistad, compartimos momentos de sexos en varias ocasiones, que le había encontrado el gusto al sexo en grupo cuando cursamos el semestre académico, disfrutó ser cogida por un pequeño grupo de amigos en el festejo de fin de curso. Era una muchacha segura de sí misma, con una madurez superior a las muchachas de su edad, según sus dichos: “si me cojes bien estoy siempre dispuesta y disponible”, por eso mismo es una muchacha tan especial.

Le había anticipado que ese finde sería especial, que como un amigo tiene la casa en la costa atlántica, para practicar el sexo con ella. —Tan así sería? –preguntó

—Mucho más. Prepara que este viernes al mediodía pasaré a buscarte, los muchachos ya están allá acondicionando todo, y de ese modo podemos aprovechar también esta noche y nos volvemos el lunes al medio día. Vas a ser nuestra mujer de tiempo completo.

Llegué a la hora acordada, sentada a mi lado emprendimos el viaje a la costa. Durante el viaje me confidenció que había estado todo el día dándole vueltas al asunto y en la noche le costó bastante dormirse sin seguir pensando en ello, que estaba consciente que era algo bien arriesgado pero al mismo tiempo sus miedos eran superados por la aventura de la transgresión, una cosa fue jugar al sexo con tres amigos, que ahora hacerlo con… cuántos serían?, la respuesta algo difusa: —Bueno, son como… diez… bueno… alguno más.

Para ganar tiempo le entregué el manojo de resultados de análisis, ahí mismo, contar los folios, uno, dos… —Epa!!, conté como quince!!! Tengo que comerme quince pijas?

—Y la mía.

—Wowww 16 vergas solo para mí.

—Tendrás leche hasta empacharte, tres vergas quedaron sin ser de la partida, al no tener su “apto garche”, por el compromiso asumido, quedaron “haciendo banco de relevo” para una próxima.

Mal disimulada alegría, seguro pensaba en disfrutar de tantas vergas disparando leche a discreción; en camino y sin posibilidad de dar marcha atrás, arrojó el sobre con los resultados médicos sobre el bolso con sus ropas.

—Cómo estamos?

—Caliente como una caldera

—Muéstrame cuánto?

Sin pensarlo más, comenzó por acariciar mi verga por encima del pantalón para no distraer mi atención sobre el camino. Escaso tránsito, exceso de velocidad y muchas ganas por llegar a la playa se acortaron los tiempos, cayendo la tarde llegamos a la casa, algo acalorados y bastante ansiosos.

La ansiedad de nosotros no era comparable con la de los chicos que estaban instalados desde varias horas antes, bebiendo cervezas mientras una porno llenaba el cuarto de morbo. Me paré en el centro de la puerta haciendo la presentación y puesta en escena de la amiga:

—Señores, esta es la súper, mega, maxi, gran… Pame. La más y mejor de las…

—Las… —dejé que fuera ella quien termine la presentación.— De las putas, que tal!!

Los “Wow!!” del coro de calentones colma de lujuria el cuarto, los ojos inyectados de deseo la recorren de arriba abajo, el deseo a flor de piel, las palabras obscenas atraviesan la piel de Pame, que menea sus caderas para incitar a la platea de ardientes lecheros.

—Bueno, bueno… Calma!, nadie me va a ofrecer una cerveza para calmar la calentura de esta hembra?

—Hubo más de una mano acercándole una para saciar la sed del viaje.

—Bebe, amorcito, que luego te vamos a hacer tragar más leche que en toda tu vida…

—Ja!, sí? Tú y cuántos más?

Respondieron a coro —Esta!! —Cada quien amenaza, tocándose el miembro.

Con la seguridad de que la diversión está asegurada, dar cuenta de otra cuota de cerveza y algunos bocadillos, arribamos al momento de comenzar el juego en grande.

Por ser el vínculo entre las partes, decidí dar por iniciada las acciones:

—Qué comience el juego! No hagamos esperar más a nuestra dama, dejemos un momento para su privacidad, y sin más demora pónganse “en bolas”.

Los amigos habían dispuesto la espaciosa sala del comedor como teatro de las acciones, dispuesto sillones, almohadones y hasta un par de colchones para que hiciera las veces de platea preferencia mientras espera el turno para entrar en acción.

El bullicioso grupo de machos llenó la sala de calentura, las ropas apiladas en un rincón y una marea de vergas recibió la presencia de Pame. Las vergas exhiben el deseo a flor de piel, algunas aún flácidas, otras a media asta y la mayoría al palo, enhiestas como estacas. —Ahora es tu turno, tus ropas acá, en el montón! —las mías se suman, todas al cuarto del lavadero. – Hasta el momento del regreso, las ganas de garche serán nuestro vestuario, tenemos comida y bebida para no tener necesidad de salir de casa. Chicos, que comience la fiesta!!

No había terminado de dar la orden de largada, que los calentones se fueron acercando a Pame, era lo más parecido a una manada de fieras hambrientas abalanzadas sobre la presa inerme. No tenían noción que había dos largos días para degustar de la hembra, ninguno quería perder un instante del disfrute, meterle mano al cuerpo desnudo.

La sala era el sitio más amplio de la casa, ella había tomado el centro de la escena, los ávidos manoseos de los calentones se hacían carne sobre la carne de la muchacha, el descontrol y el desorden había copado el lugar central, pero como dice el refrán “muchas manos en el plato hacen mucho garabato”, si calientes y excitados cuanto más caótico, todos pugnan por tocar y besar, todos a un tiempo es algo complicado e incómodo para todos.

El tiempo de espera y la abstinencia forzada para este momento buscan liberar su cuota de adrenalina, los primeros lograban tocar alguna teta, rozar la conchita, hasta lamer alguna parte de su cuerpo, mientras los más lentos pugnan por llegar a ella. Nuevamente era tiempo de poner un poco de orden al desorden. —Vamos por parte. Pame toma este bolígrafo y escribe un número en cada uno de los papeles y colocarlos boca abajo sobre la mesa, para que cada quien tome uno y ese será el orden de comenzar el juego y hacerte sentir su calentura. Comience la rifa del sexo!

Solo había un par de consignas: siempre desnudos, puertas abiertas, no molestarnos ni interrumpir, quien tuviera el turno podría hacer lo que quisiera hasta venirse, los demás disfrutar de una porno en vivo mientras esperan su oportunidad

El primero fue Daniel, el más joven e inexperto del grupo, tímido, robusto y con una verga de tamaño considerable. Tendría el privilegio de ser que le entrara a Pamela. Su calentura no toleraba andarse con rodeos, fue directo a poseerla, se acercó blandiendo la verga como su arma más temible, la colocó de espaldas, volcada sobre sobre la mesa del comedor, piernas abiertas.

Ordenó que se abriera los cantos y se colocó justo en la raja, leve movimiento arriba y abajo y de un solo envión se la enchufó hasta el fondo, la embestida brutal, estremecida por la intrusión, por suerte la muchacha se había lubricado con tanto manoteo, sino hasta tal vez la hubiera desgarrado. El show de porno en carne viva, ver, sentir y oler como el macho cabrío excitado al máximo posee con vehemencia a la hembra, abriendo sus carnes, al ritmo de un garche feroz.

La sorpresa inicial por la brutal cogida era compensada por el ardor entusiasmo que le ponía, pronto se hizo adicta a la vibrante fornicación. Pamela se adapta al ritmo de su cogida, sus ojos reflejan el disfrute que le proporciona en sus violentas intrusiones, las que pronto consiguen que ella comience a transitar las inocultables delicias del brutal orgasmo. Daniel persiste e insiste con renovada violencia, los embates profundos, se interrumpen y repiten, claro indicio de una profusa corrida dentro de la vagina.

Quien pensó que era tiempo de ceder el turno al segundo, sería desconocer la potencia casi virginal de nuestro amigo, nada más lejos de pensar que había concluido su faena de sexo. Casi no existió pausa entre la inundación de la vagina con sus tremendos chorros de leche, pues retomó el ritmo, embistiendo con renovado entusiasmo, bombeando con desenfrenado énfasis, seguro tenía ser quitado del interior de Pame para dejar lugar al siguiente.

Bombeando a destajo en pocos minutos consiguió la excitación a pleno, saliéndose de su almeja para ponérsela en la boca, sostenía la cabeza con una mano mientras con la otra sacudía la pija, acabando en medio del ahogado estertor del chico.

Al terminar de recomponerse de las arcadas producidas por la profunda intrusión de la verga en su garganta, intenta relajarse, solo intenta, porque Rob con el 2 en su mano reclama el derecho de entrar en ella.

Esta vez no tiene tanta suerte, menos robusto, miembro menos voluminoso, pero largo y bien rígido, urgido por acción. La abstinencia y la ansiedad le juegan en contra, siente que no podrá demorar mucho en venirse. —Chúpame, chúpame…

Tan pronto sintió los labios de la mujer rodeando su pene, se agarró de la cabeza, enredando sus dedos en los cabellos. Bombea fuerte, con el tronco hasta el fondo de la garganta, está haciendo sexo bucal, ella contribuye a darle esa contención que requiere tamaña calentura, la vehemencia apenas contenida por la mano de ella sosteniendo el vientre para que no la ahogue, no le impide ser consumida por la calentura que transmite.

Conmueve verlos tan absortos en el sexo bucal, él ardiendo en su propio infierno, los bramidos del macho provocan excitarla más, tocarse compulsivamente. En pocos minutos, arrebató la verga de la “boa constrictor” y pajeándose rápido y fuerte con su mano derecha, lanzó brutos y espesos chorros de semen sobre la cara de Pamela, las terribles descargas de semen, muchas dentro de la boca, el resto esparcido sobre las mejillas y las comisuras de los labios. Mirando a la platea de calentones esperando turno, recoge los restos esparcidos, tragando, relamiéndose al degustar tanta leche joven. El espectáculo nos encendía y potenciaba en la espera por apropiarnos del ardo de tamaña hembra.

En riguroso turno fueron pasando para adueñarnos del tiempo que nos tocaba poseerla. Algunos se conformaron con una mamada y luego venirse dentro de la boca o hacer “el payasito” adornando el rostro con los chorros de semen, cada quien que se venía en su boca recibía el “bonus track” de mostrar el contenido lácteo, saborear y tragárselos, muchos optaron por prefería penetrarla, de perrita era la más frecuente.

Los siguientes fueron repitiendo posturas y vaciándose a discreción uno tras otro, la seguridad permitía a los asistentes al festín de sexo poder disfrutarlo sin precauciones, el show porno en vivo nos permitía todos los excesos, eyacular dentro de la hembra colmada de semen del precedente.

Promediando esta primera ronda llegó el turno del mayor del grupo, que portaba un aparato más que importante en todas sus magnitudes, largo, bien grueso y duro. Pamela estaba tendida, con las piernas abiertas, sacando con la toalla el semen que escurría de su cuca. Cuando lo vio acercarse sacudiendo tremenda matraca abrió los ojos como el dos de oros de la baraja, separó más las piernas para poder disfrutar tan descomunal aparato, súper lubricada con el semen de media docena de vergas era tiempo de aguantarse algo que le resulta difícil a cualquier prostituta.

Pero no todas son peras en el árbol del amor, tan pronto el dueño del “monstruo” se ubicó entre sus piernas, acomodó la pija y se la fue entrando bien rápido, tanto que ni tiempo tuvo de gemir, el amigo comenzó a tomarla fuertemente de los hombros y sacudirse rapidísimo dentro de ella, ni tiempo tuvo tiempo para sentirla del todo, el hombre comenzó a gemir y descargarse dentro. Realmente era un espectáculo frustrante ver semejando miembro todo poderoso consumirse tan pronto, eyaculador precoz, pero notablemente abundante, tanto que cuando se la sacó del todo fuera aún salieron un par de gruesos chorros de leche.

Las ganas de Pamela habían quedado solo en ganas, tal vez por eso lo retuvo luego de venirse, quería recoger en directo y con su boca ese último chorro de semen vertido.

Nos quedamos todos con las ganas de ver la actuación de la bella hembra aguantando a una bestia de poronga.

Como en el teatro, el espectáculo debe continuar, el siguiente comenzó a meterla sin hacerle asco a la brutal lechada del monstruo, encharcados en semen se la mandó de una, a fondo, mientras ella seguía mamando la verga del precoz eyaculador.

Al quedarse con toda para ella comenzó el acto, Ángel era la antítesis del anterior, estaba dándole verga en todas las posturas, sobre todo cuando la ponía en cuatro le hacía abrir los ojos y gemir con los vibrantes embates. Sabio y hábil, moviéndola, ahora colocada sobre él, cabalgándolo, había colocado un almohadón bajo sus caderas para poder alzarla bien alto y dejarla caer empalada.

Sus habilidades habían erguido y encendido las manos de los que esperan el tiempo de montar y de los que ya se habían venido. El tiempo es lento para el que espera pero éste era un semental que podía demorarse una eternidad, no podría precisar cuánto duró este polvo, pero según algunos observadores dicen contabilizar al menos tres o cuatro orgasmos, y larguísimos.

Pero, todo tiene sus límites, y cuando ella estaba en turno de monta fue cuando el muchacho le aplicó dos sonoras palmadas en las nalgas, la dejó caer sobre su miembro, la sujetó con fuerza de las caderas y se vino, jalando con fuerza hacia abajo acompañaba la emisión del semen.

Cuando dejó de moverse, la muchacha se inclinó sobre él, besarlo sin importar tener el sabor del semen de la descarga previa. Desmontó despacio, dejando escurrir toda la carga de su macho y de otros machos, gruesos chorros de leche se escurren por el tronco del Ángel caído.

—Momento señor, no tan de prisa, el acto no terminó…

Ella dio por terminado el turno solo después de hacer una prolija limpieza de la verga, lamiendo toda la eyaculación hasta la última gota. Lo hacía despacio, girando, mostrándose a todos y desde todos los ángulos, gozaba ver la excitación producida en los asistentes, relamiéndose y gustando el mix de sabores de varias pijas.

Los siguientes fueron pasando sin grandes variantes, también yo fui uno más entre los cogedores que disfrutaron en esta primera ronda de polvos.

Fin de la parte 1

Aprovechando la pausa impuesta por el cansancio de la muchacha, amerita que también lo haga en el relato, dejando para la segunda parte la continuación de los hechos sucedidos en ese fin de semana para guardar entre los recuerdos más entrañables. Los espero en la continuación de “Orgía a full, yo y 15 más – Parte 2” estaré esperando tus preguntas en: [email protected].

Nazareno Cruz

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