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Cartas homoeróticas (VIII): De Janpaul a Mikel
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mi querido queridísimo, Mikel,

Te puedo asegurar que yo tampoco dejaría, además que no podría, solazarme con una muchacha sin estar tú delante. Te doy gracias por quererme tanto. ¡Ay si pudiera estar contigo, cómo te demostraría lo mucho que te quiero! Yo te besaría no pulgada a pulgada, sino cada una de tus células epiteliales.

He avisado a mis padres que cuando se acabe tu semestre te vas a venir casi un mes aquí y se han puesto tan contentos que me han sugerido que luego vaya yo un mes a estar contigo otro tiempo. Atiende lo que he pensado: como fiestas patrias son el 28 de julio, esa misma semana en cuanto acaben las clases ya te vienes y estas aquí hasta que empiecen tus clases que es como a mediados de agosto. Entonces yo viajo contigo y estoy allá hasta que comiencen mis clases, aproximadamente para mediados o finales de septiembre. Pregúntales a tus papás si están de acuerdo.

Ya sueño en las barrabasadas que vamos a hacer y cómo nos divertiremos. ¿Te acuerdas lo que nos pasó en Cuzco? Supongo que ya tienes tu cabeza dándole vueltas para recordar. Pues yo recuerdo cada uno de los detalles. Habíamos salido del hotel simplemente a pasear para estar en Cuzco, nada de museos y vistas, sino pasear, hablar con quien se presentara y tomar alguna copa en uno de los bares de la Plaza Mayor —que la gente todavía dice plaza de armas—, justo al lado derecho de la Catedral. Uno de los cocteles que más me gustaron de allí porque fue mi primera vez en tomarlo era el Machupicchu, hecho con pisco acholado y varios jarabes, delicioso de verdad. Sabe mucho a Perú y eso me gusta.

Como decía salimos por aquella callejuela estrecha y tortuosa, no había gente y era el atardecer. Nos habíamos vestido con un short, sin interiores y una camiseta muy del Cuzco, recuerda que la compramos el día anterior para lo cual salimos a la calle sin camiseta. Enseguida comenzaste a tocarle el culo por encima del short y me gustó porque hice mis pasos muchísimo más lentos y se me ocurrió meter mano por la cinturilla del short y tocarte el culo directamente. ¿Qué gusto me dio el contacto directo de mi mano con tu culo y reaccionó mi polla que tuve que acomodarla para poder caminar bien. Al poco rato ya estaba la punta de mi rabo en el extremo alto, en la cinturilla del short, pero no te dije nada solo que notaba que te gustaba cómo movía mis manos sobando tus nalgas. Pero cuando metí mi dedo índice por tu raja en dirección al ano, sentí tu estremecimiento y entonces metiste tu mano por dentro de mi short pero por delante y te topaste con mi rabo al tope.

Nos dimos cuenta que aquello no podía seguir así cuando llegáramos a la plaza y había que remediarlo. ¿Te acuerdas aquel portal abierto, cerca de la piedra de los doce ángulos? Nos metimos allí, abrimos nuestro short, yo mis cuatro botones y tú el botón el cierre de cremallera, en aquel rincón nos pusimos a masturbarnos, luego yo a ti y tú a mí y dejamos contra la pared toda nuestra lefa. Nos limpiamos con pañuelos de papel y a continuar.

Llegamos a la plaza, siempre me ha gustado el ámbar de las luces de las ciudades de noche, pero el sabor incaico y andino del Cusco hace que esa luz tenga misterio y allí ante ese misterio de la ciudad no sé por qué me dio ganas de besarte y lo hice largo, muy largo. Sé que algunos nos miraban, pero ha mí me importaba un carajo que nos miraran, tú eras mi misterio y respondiste con tanta naturalidad porque a mi beso reaccionaste metiendo lengua. Qué buen beso aquella noche en la Plaza Mayor del Cuzco, frente a la Catedral y a los soportales. Incluso me arrimaste tu paquete para que lo notara.

Entramos en el bar, sabíamos que había música y baile, pero estaba silencioso, preguntamos y nos dijeron que era pronto, en “un rato”, me gustó la respuesta. Me pedí mi machupicchu y tú pediste aquella combinación de pisco, nos sentamos. No hablábamos nada, solo nos mirábamos y por nuestras cabezas pasaba toda la película vivida desde el hotel hasta allí. Nuestras caras lo delataban, yo te miraba, tú me mirabas y nuestra cara para los demás debía de ser la de aquel que lo están follando y ya no siente dolor sino puro placer, así me encontraba yo. Estábamos como dormidos en nuestro pensamiento.

Llegó aquel —cómo se llama, ¡carajo!—, ah, sí, Tyler, ohm…, Tyler Jackson, sí, así se presentó. Tyler nos invitó a un trago y no sabíamos por qué razón, pero al rato conversando nos dijo que venía persiguiéndonos desde el hotel, donde él mismo también se alojaba para intentar hacerse amigo nuestro, pero que no se atrevía porque somos muy echados para adelante, «very cast forward», dijo o algo así, pero que quería estar con nosotros los dos días que estaría en “Cusco”, si no os parecía mal, y no nos parecía mal. Una vez ya te pregunté si te acordabas de Tyler y me dijiste que sabes de él pero no te acuerdas de cómo era.

Tyler es un chico alto, no excesivamente, pero más de lo común con una bonita melena totalmente rubia, ojos verdes, nariz recta y boca grande, una hermosura, tiene las manos grandes y torpes y por lo que vimos después una polla considerable y un culo duro y redondo, dos medios globos aunque blancos por usar bañador en piscina y mar.

Como se quedaba en nuestro hotel todavía nos cayó mejor, pues estaba claro que era gay por habernos perseguido y haberlo declarado. Por eso cuando salimos, ya que nadie bailaba, y lo pusimos al medio metió mano en nuestros culos y tú y yo abrazábamos sus nalgas con las nuestras. En principio eso es lo que quería, hacer el guarro en medio de la calle, pero después de otra copa a la que nos invitó y que fueron dos tragos buenos, ya lo teníamos caliente para irnos al hotel.

Entramos los tres, se nos insinuó y nos lo llevamos a nuestra habitación donde lo primero que hicimos es quitarnos toda la ropa y él hizo lo mismo. Un suave ruido de lluvia y nos asomamos a la ventana, estaba lloviendo y cada vez más fuerte. Pensamos en la suerte de habernos venido ya y lo celebramos con un poco de whisky, tu y yo bebíamos de un vaso y Tyler con el otro.

Nos metimos a la cama y formamos un triángulo para mamar nuestras pollas, me tocó Tyler para mamarme y tú lo hiciste disfrutar a él. Luego nos pidió una sorpresa para nosotros, quiso que los dos lo penetráramos a la vez. Tuvimos que dilatarla el ano, yo le comía el culo y él suspiraba cuando empujaba la lengua y mientras yo descansaba tu masajeabas su ano con tus suaves yemas de tus dedos hasta que conseguiste meterle tres y luego ibas abriendo tus dedos para dilatar más. Le metí la lengua hasta dentro y Tyler deliraba de gusto. Sujetaste abierto el ano y me puse debajo de él y tú con la otra mano dirigías mi polla adentro, gritó del dolor hasta que sacaste dos de tus dedos, te reemplace el que te quedaba dentro para que metieras tu polla, apenas asomaste, saqué mi dedo y la metiste con tanta fuerza que me hiciste daño a mí, pero Tyler gritó de dolor y le comías con mordiscos el cuello y la espalda.

Nos quedamos los tres quietos hasta que Tyler recuperó la respiración, yo movía un poco mi cadera para hacer como que empujaba, era sensación que me hizo gozar y a Tyler también, luego comenzaste a bombear y tanto suspiraba Tyler y tanto empujaba yo, que me corrí casi sin darme cuenta, ni tuve tiempo para avisar. Luego se corrió Tyler sobre la sábana al tiempo que tú descargaste en su interior.

El susto vino cuando acabamos y nos limpiamos, casi había desaparecido la borrachera y nos habíamos metido a la ducha, secos con una talla los tres, nos sentamos en los pequeños sillones escuchando la lluvia que ya era fuerte y ruidosa. Tyler nos miró horrorizado y exclamó: «¡¡¡condom!!! Lo miramos y quedamos sorprendidos de no habernos dado cuenta. El dijo: «I am healthy, I am clean, I do not have HIV!, what about you?». Le contestamos a la vez: «We are healthy too», y tú añadiste calmado: «we do not have HIV». Respiramos profundo, nos besamos y antes de meternos en la cama los tres, como queríamos seguir follando, sacamos la ristra de condones sobre la mesa y nos colocamos uno cada uno, de momento.

Así seguimos los dos días siguientes. Nosotros fuimos al médico tras una semana y nos hizo regresar otra semana más tarde. Tyler nos escribió un email para decirnos que estaba bien y le respondimos lo mismo. ¡Joder, joder!, la borrachera hace olvidar cosas tan elementales…

Te sigo queriendo, sabes que me sigo escribiendo con Tyler que alguna vez manifestó la intención de viajar a España. No pudimos vernos en Estados Unidos porque estábamos muy lejos. Si tú lo deseas, le digo que vas a venir tú y le curso invitación. Pero tú siempre eres el primero y único para mí.

Te amo, te espero y te deseo.

Tuyo siempre,

Janpaul

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