Una gran fiesta estaba por celebrarse. Mi padre cumplía 68 años, acababa de tener una operación de corazón y todos estábamos muy felices de poder tenerlo con nosotros; en especial yo porque mi padre es el hombre que más amo en este mundo, como padre y como hombre.
Mi hijo y yo preparábamos todo en casa para la gran fiesta. Mi hijo fue a comprar todos los aperitivos y botanas, yo por mi parte me puse a cocinar el platillo favorito de mi padre. Recordé que no había del alcohol preferido de mi padre y le llame a mi hijo para que no se olvidara de comprarlo.
Pasaron más de 2 horas en lo que la comida y los aperitivos y el alcohol llego a casa. Yo tenía preparada una sorpresa muy especial para mi padre para esa noche. Tocaron el timbre de mi casa. El olor a comida ya invadía toda mi casa. Mi padre había llegado junto con mi hermano. Salude a mi hermano de beso y de inmediato lo deje para abrazar fuertemente a mi padre.
—Felicidades papito –dije mientras mi busto se estrechaba contra el suyo. Pude sentir como sus traviesas manos estrechaban mi trasero y su gran bulto se restregó contra mí, el miembro que tanto me hizo sufrir y llorar de dolor en mi juventud.
—Muchas gracias mi amor.
—¿Estuvo cansado el viaje, te sientes cansado?
—Estoy perfecto mi cielo.
—La comida ya está lista por si tienes hambre papito.
—Tal vez después mi amor, quiero que me cuentes como has estado primero.
—Pues ya sabes, el trabajo, los hijos, siempre días muy atareados, pero sobre todo extrañándote mucho papi.
—Yo también te he extrañado mucho mi cielo, sabes, todos los días extraño tu calor en mi cama —dijo susurrándome al oído.
Mi cuerpo tembló de excitación y mi respiración se aceleró descontroladamente.
—Yo también te he extrañado mucho papito, no sabes lo difícil que es encontrar un verdadero hombre que realmente me haga sentir mujer como tú lo hacías cada noche, cuando estábamos juntos, pero no te preocupes que hoy te tengo un regalo que te va a enloquecer. Solo debes decirle a mi hermano al final de la fiesta que te quedaras a dormir aquí.
—Perfecto mi amor, así lo hare —dijo mientras besaba mi mejilla dulcemente.
La fiesta comenzó cuando todos los miembros de la familia invitados llegaron a mi casa. Una gran comida con nietos hijos y mucha diversión. Mi padre brindo con una sola copa de su licor favorito y nos la pasamos muy bien. Charlamos amenamente, bailamos muy juntos y nos decíamos cosas sucias al oído enfrente de todos, las cuales se perdían en la música por el volumen tan alto, pero aun así nos excitaba hacerlo.
Ya por la tarde los invitados y toda la familia comenzaron a irse para sus casas. Mi hermano se acercó a mi padre para ofrecerle llevarlo a su casa, pero mi padre se negó, dijo que se quedaría en mi casa el fin de semana entero y le pidió que si al día siguiente podría llevarle algo de ropa de su casa, mi hermano acepto y se fue diciendo que estaría aquí temprano por la mañana con sus cosas.
Como era viernes y ya se estaba haciendo de noche mi hijo se arregló para salir con sus amigos y amigas a un antro que frecuentaban mucho y yo ya estaba ansiosa por que se fuera. Mi vagina estaba tan humedecida que ya había comenzado a chorrear por el interior de mi muslo, solo por pensar en estar de nuevo en la intimidad con mi padre. Ya había pasado tiempo desde que había sentido ese dolor inigualable que su pene tan grande y obeso me hacía sentir.
Después de media hora mi hijo se acercó a mí para despedirse, me dio un beso, se despidió de mi papa deseándole de nuevo un feliz cumpleaños y se fue en su auto.
—Por fin se fue —le dije a mi padre con una voz de alivio.
—Si hija ¿sabes a qué hora regresara?
—La verdad siempre se queda con un amigo a dormir o con alguna chica, así que no estará aquí hasta mañana por la mañana, tenemos la casa para nosotros dos solos papi.
—Eso me alegra hijita.
—Porque no te vas y te pones cómodo en mi recamara y yo me preparo para nuestra noche, te tengo preparado un regalo de cumpleaños que te va a gustar mucho papito.
—Está bien hija, voy a recostarme y a esperarte con ansias, me muero por saber que es.
—No comas ansias, pronto lo vas a descubrir dije hablando muy cerca de sus labios casi besándolos pero sin tocarlos.
—Él se quedó inmóvil ante mi seducción y luego me fui.
Mi padre subió las escaleras hacia el segundo piso y se dirigió a mi recamara. Yo fui a un vestidor y me puse un babydoll negro transparente, que había comprado para él. Me quedaba muy bien mis senos se veían enormes, aún más de lo normal y mi trasero lo partía en dos una diminuta tanga con encaje que venía con el juego.
Me puse el perfume favorito de mi padre y anteriormente ya había preparado unos juguetes sexuales y los había dejado en mi habitación en los cajones de la cómoda junto a mi cama. Todo estaba listo para una noche de sexo inolvidable.
Algo que deben saber de mi padre es que es un hombre de origen cubano, es muy moreno, tiene una espalda muy fuerte porque se ejercitaba cuando joven pero ahora que ya es mayor se carga una pequeña barriga, ya no tiene cabello y el poco que tenia se lo afeita y tiene una barba blanca que raspa al besarlo. Mi sangre fluía con fuerza y hacia mi corazón estar a punto de estallar por nuestro inminente encuentro. Mi vagina estaba hambrienta de él y no podía disimularlo. Era como si mi vagina se saboreara y se le hiciera agua la boca de cierta manera, era algo divertido de pensar pero también algo intenso.
Subí a mi habitación y mi padre levanto la vista y me vio parada junto a la puerta. Mis prominentes senos apenas eran sostenidos por el encaje en mi babydoll y mi cabello caía encima de ellos acariciándolos suavemente. Estaba nerviosa y sudaba un poco por lo mismo. Las gotas de mi sudor caía por mi cuello hasta mis senos surcando mis grandes montañas, suaves y apetecibles. Mi padre estaba sin habla, totalmente petrificado.
—Di algo, no te quedes callado.
—Estas hecha todo una hembra mi amor, tienes un cuerpo de vicio.
—Muchas gracias papito, tu estas muy guapo también.
—Yo ya estoy viejo mi vida, mis mejores años ya fueron, siento que a ti solo te quede el resto de lo que algún día fui.
—Ojala y los hombres que he conocido fuera la mitad de lo que tú eres hoy papito.
—Por eso te amo mi amor ven aquí, déjame enseñarte cuanto te amo.
Él estaba recostado en la cabecera de la cama con solo una sábana blanca cubriendo su entrepierna. La sábana estaba formando una enorme tienda de campaña y él me dijo sensualmente:
—Ven para que le des un besito a la anaconda que te extrañaba tanto mi vida.
Yo subí a la cama lentamente como una gata en celo y el me miraba fijamente a los ojos. Me acerque lo suficiente y pude tocar con mis manos por encima de la suave sabana aquella bestia enfurecida. Su miembro estaba duro como el titanio y firme como un soldado. Al tocarlo él se mordió el labio y yo lo sobe de arriba abajo. Me acerque a él y lo bese. Mi lengua se desato agresivamente violando su garganta de una manera violenta.
El respondió estrechándome a él y correspondió a mi beso con su lengua dentro de mí moviéndola y succionando la mía. Comenzó a masajear mi trasero mientras nuestra lujuria se desbordaba en una serie de besos apasionados. Sus manos se deslizaron debajo de mi babydoll y sus dedos entraron en mi ano y vagina. Yo gemí sorprendida. Él no se detuvo, incluso fue más profundo.
—No papito, no limpie mi culo para tener sexo anal —dije mientras lo veía al rostro.
—Eso no me importa mi amor, yo me como de ti lo que sea —dijo.
Se llevó los dedos que me había metido al ano y la vagina y se los llevo a la boca saboreándolos lentamente, después me tomo fuertemente del cuello y me dijo:
—prueba a que sabes mi amor.
Me beso de nuevo pero esta vez el sabor de sus labios estaba invadido a vagina y trasero sudados. El sabor erizo mi piel y me puso aún más caliente.
No pude resistir más y me quite el babydoll por la calentura que tenía. Mi sudoroso cuerpo quedo desnudo frente a mi padre y el de nuevo se quedó mudo. Quite la sabana de golpe y deje a mi padre totalmente desnudo enfrente de mí. Su pene grueso y enorme pulsaba con las venas sobresaltándose y una pequeña gota de pre eyaculación se asomaba en su glande. Yo me abalance sobre él y lo metí a mi boca. Mi padre gruño y me tomo la cabeza empujándola con fuerza, pero el obeso miembro de él no bajaba por mi garganta, ni siquiera la mitad. La saliva se desbordaba por su miembro y yo a punto de ahogarme.
El comenzó a penetrarme la garganta, cada vez conquistando un poco más de ella. Centímetro a centímetro el avanzaba después de un sexo oral violento y salvaje gruño fuertemente y desboco un rio de su leche cálida dentro de mi garganta yo me arquee de asco y arroje su semen en la sabana tosiendo.
—Perdón hija no me pude contener —dijo mientras respiraba agitado.
Yo me recupere de aquel ataque y me limpie la boca de todo ese semen. Bebí lo que quedaba en mi boca y le dije:
—Prepárate porque ahora la que va a ser violenta soy yo.
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