En un verano de California manejaba hacia la frontera con México. Iba en mi auto en misión de trabajo y antes de llegar a San Diego paré en una zona de descanso para refrescarme y poder ver la vista hacia el Océano Pacifico.
Fui al sanitario, hice de mis necesidades y me dirigí a un mapa de la zona.
Una señora cuarentona estaba algo perdida. Era su primera vez de paseo por los Estados Unidos y me pregunto cuanto faltaba para llegar a Tijuana. Le dije que como una hora. Me dijo que su carro se había descompuesto y que necesitaba ir a la frontera a cobrar un seguro de una pensión de su ex marido que había fallecido.
Le dije que yo con gusto la llevaría ya que ese era mi destino. Le dije que cerrara muy bien su auto y que al regresar trajera a un mecánico. Me pidió que si yo podría ayudarle. Le hable a una agencia para que levantara el auto, pretendiendo que era mío y lo remolcaron a un poblado a unas cinco millas de distancia.
Al llegar el mecánico dijo que ya era algo tarde para arreglar el problema con la bomba de la gasolina y del agua que habían sido averiadas.
La señora opto en dejar el carro ahí y me pidió que si la llevaba directamente a la oficina de gobierno, que cerraban a las 5:00 pm y ya eran las 3:15 pm. Le dije que sí, que no había problema ya que mi asignación de trabajo no era sino hasta al día siguiente.
Cruzamos la frontera y nos dirigimos a la oficina de gobierno, se bajó del auto y prácticamente me despedí de ella. Pero me dijo que no conocía a nadie en Tijuana y que si la podía esperar. Le dije que sí. Espere afuera y en menos de 30 minutos ya salía contenta de haber realizado su trámite.
Vi mi reloj y ya eran casi las 5:30 pm. Le pregunte qué era lo que quería hacer y me dijo que necesitaba un lugar donde quedarse. Yo le dije que yo me iba a quedar en un hotel, pagado por la empresa en que trabajaba, me dijo que le gustaría quedarse en el mismo hotel.
Cuando llegamos, el hotel era de lujo, y al parecer no contaba ni con tarjeta de crédito ni con el suficiente efectivo para pagar la estancia. No me lo dijo, pero intuí. Le dije que esperara en el vestíbulo del hotel. Me fui a registrar. Pedí que llevaran mis maletas y las pocas cosas que traía la señora a mi habitación.
Ella no me dijo nada, salvo que me dijo que no sabía qué hacer. Le dije que no se preocupara y que pronto resolveríamos el problema.
Ya pegadas las 6:15 pm, ya me daba hambre y la invite a comer. Salimos a la calle y caminamos unas cuadras y entramos a un lugar a comer.
Conversamos, me platico de su ex marido, que fue feliz con el pero que le fue infiel y ella lo descubrió después de haber muerto. Y fue cuando supo la razón del porque el ya no les satisfizo en la cama, porque encontró alguien mejor que ella.
La señora no se veía mal, tenía unos pechos muy redondos, no grandes pero se les notaba bien. Su trasero pequeño pero bien formado. Atractiva. Maquillaje ligero, blusa no escotada y un pantalón suelto, cómodo para el viaje.
Salimos como a las 8:00 pm ya bien comidos y encima unas copas de vino. Al salir ella vio a un vendedor ambulante que vendía verduras. Fue a él y pidió unos pepinos y zanahorias. Me extraño ya que no tenía la mejor idea como se los iba a comer en tan poco tiempo. No los podría pasar a USA.
No le dije nada. Escogió de varios tamaños, pero al agarrarlos me miraba de arriba hacia abajo.
Me puse un poco nervioso. Caminamos y pasamos frente a una tienda de velas.
Que ya estaba a punto de cerrar. Compro unas velas largas y gruesas.
-Estas cosas que compre son mis pasatiempos y mis consoladores en mi soledad. -Me dijo- Más ahora que me voy a quedar sola en un motel baratucho porque no me alcanza y mañana debo pagar la compostura del carro.
Le ofrecí que se podía quedar en la habitación y que sería respetada ya que había dos camas y la habitación ya había sido pagada. Me sonrió y me agradeció dándome un beso en la mejilla.
Al llegar al hotel, subimos a la habitación. Acomodo los pepinos en la mesa de centro, me pidió que si podía darse un baño le dije que sí y mientras tanto ya traía sed y abrí la cantina de la habitación. Busque dos copas y saque vino y otras botellas y refrescos por si deseaba ella tomar algo.
Puse algo de música en la radio y prendí la televisión. Salió envuelta en toalla y busco sus cosas. Yo le dije que escogiera la cama que quisiera y que yo me iba a arreglar para descansar. Entre al baño a hacer mis necesidades, bañarme y alistarme para descansar.
Al salir ella estaba frente a sus pepinos y zanahorias. Tenía una especie de loción que estaba untándoselos y dos de las velas delgadas ya estaban prendidas y las más gruesas hacía con ellas misma operación que con los vegetales.
No dije nada.
Me acosté en mi cama y me puse a leer el periódico y a revisar mis cámaras para mi trabajo del día siguiente. Ella se acostó y llevo consigo sus vegetales y velas a la cama. Me dijo “Buenas noches”.
Me recosté y como a la hora ya medio dormido escuchaba entre las sabanas un gemido de dolor y placer. Me levante y me acerque a ella y le pregunte si estaba bien, ella volteo y me recibió con una sonrisa. Destapo las sabanas y un tremendo pepino estaba dentro de su vagina.
Ese era su consolador en las noches de soledad. Me pidió que se lo metiera y sacara. Cuando la vi tan caliente se me empezó a poner duro mi pene. Ella lo noto. Lo toco y me dijo, “no, necesito algo más duro”.
Me dio una zanahoria y me dijo “me ayudas a metérmelo en el culo”.
Entonces empecé a trabajar con mi técnica de masaje y relajamiento. La empine a medio cuerpo en la cama. Empecé a darle masaje desde el cuello y la espalda con su misma loción. Su piel esa suave que no me toco otra opción que empezar a besarla desde la punta del cuello hasta el orificio de su culo donde con mi dedo pulgar empecé a dilatarlo. Mi otra mano ayudaba a empujar y sacar el pepino como si fuera una verga gigante.
Mi lengua entro en acción para dilatar su culito hermoso. Sostuvo ella el pepino y con mi otra mano le di un masaje y metí mi mano para exprimir sus senos, Mamando su culo y ordenando sus senos y ella con su pepino en la vagina tuvo su primer orgasmo.
Se sacó el pepino de su vagina y me pidió que preparara la zanahoria, ella se puso boca arriba y me pidió que me acercara a ella. Me agarro mi verga, me la saco del calzoncillo y empezó a lamerla, no succionaba, simplemente lamia para darme placer y ponerme a tono para lo que seguía.
Termino de lamerme mi pene y se volvió a poner en cuatro en plena cama y me pidió que la zanahoria se la empezara a meter en su culo. Así lo hice gimió de dolor y placer.
-Así papito, así, dale, dale dale así de rico. Ahora ya sabes que porque te decía que necesitaba algo más duro. Tu verga esta rica pero no tan gruesa como mis vegetales. Dale más, empuja, métela, métela, métela… hasta el fondo.
Con mi otra mano alcance e meterle cuatro dedos en su vagina que escurría a chorros y fue cuando entonces sintió que ya se venía terminando satisfecha. Deje por un rato la zanahoria en su culo.
Le lamí y bese su cuerpo y me tome sus jugos que seguían saliendo de su vagina.
-Ahora me toca a ti cariño -me dijo.
Le saque el pepino de su culo, me recostó encima de la cama y se subió arriba de mi metiéndose la verga en su vagina. Cabalgaba sabroso. Después se bajó y se acercó a mí y se acomodó en una 69 empezó a mordisquear a los lados de mis huevos. Lamio mis huevos, se los tragaba uno por uno, y una de sus manos agarro mi verga y empezó a sobarla. Su lengua y sus labios lamian y besaba la punta de mi pene. Y poco a poco empezó a chuparla, entro en ritmo que me fue excitándome que tomo su tiempo para empezar a saborear las primeras gotas que salían calientitas hasta que empezó a succionar ricamente hasta que llegó el momento de la explosión. La punta de mi verga sentía que me quemaba, se tragó primeros chorros, el resto cayó en su cara y pecho.
Ella recostó su cabeza con mi verga en su boca saboreando las últimas gotas de placer en una mañana de verano del año 1984 en CA USA. Nos quedamos así bien dormidos toda la noche. Al día siguiente me despertó con una mamada y me vine en su boca.
Fui a mi trabajo regrese y me esperaba con otra sorpresa…
Regrese de mi trabajo alrededor del mediodía. Llegue con prisa porque tenía que salirme de la habitación que mi empresa había alquilado en el hotel.
Cuando llegue a la habitación le dije que nos teníamos que ir. Era viernes. Y ella con una sonrisa me dijo que había podido hablar con el mecánico y que hasta el día siguiente, que iba a ser sábado el carro estaría listo. Además dijo que sus familiares en California le habían remitido dinero y que había pagado un día más de estancia en el hotel. Por lo que no había problema de irse rápidamente y que ella inclusive me invitaba a quedarme una tarde y noche más, si es que yo no tenía inconveniente.
Le dije que no tenía prisa de irme ya que tenía que regresar al trabajo hasta el lunes. Ella salto de gusto, me dio un beso y me dijo que me pusiera cómodo.
-Te voy hacer el amor a mi estilo -dijo.
Me quito los zapatos, los calcetines, y saco una bandeja llena de agua tibia y empezó a lavarme los pies. Sentí tan rico. El agua estaba tan tibia que me sentí relajado. Había preparado unas copas de vino y ya había ordenado una botana para matar el hambre. Tomamos las copas e ingerimos las carnes frías y panecillos que estaba en la cocina de la habitación.
Termino de lavar mis pies, Fue el baño y abrió la ducha. Regreso y empezó a besarme y a quitarme la ropa. Me llevo hasta la regadera ya encuerado.
-Te voy a dar un masaje que te va a gustar -dijo.
Me dijo que me metiera a la ducha, Lo hice, ella se quitó la ropa y se metió conmigo. Empezó a tallarme con jabón la espalda, el pecho, las piernas y mucho énfasis en mi verga, mis testículos y más en mi ano. Esta vez me di cuenta lo que una mujer siente cuando se le da un masaje. Una de mis especialidades en la intimidad.
Así estuvimos un buen rato. Ella me sobaba la verga con mucha ternura, la cual obviamente experimento una erección que a ella le llamo la atención, pero me dijo que yo sabía lo que ella quería: "algo más duro".
Yo le conteste que no podía competir con los pepinos y zanahoria y además si no veía o sentía muy dura era por mi diabetes que ya empezaba a experimentar los primeros síntomas de disfunción eréctil. Eso fue unos tres años antes del descubrimiento de la viagra.
Ella me dijo que más al rato iba yo a saber el porqué le gustaba algo más duro. Me deje llevar por su interés de darme placer. Algo que no estaba tan acostumbrado.
Termino de bañarme. Después la enjabone y pude mamarle sus senos, darle un masaje aprovechando el agua caliente a presión. Logre chuparle su vagina, picándole con mi barba que la excito mucho y logro tener un ligero orgasmo, el cual lo gozo y pude tomarme sus deliciosos jugos.
Salimos de la ducha, me dijo que me recostara en la cama y que ella era la que le tocaba darme el placer. Era su pago por lo generoso y amable que me había comportado con ella.
Me seco todo mi cuerpo. Me dijo que cerrara mis ojos. Y que me tendiera boca arriba. Cerró las cortinas, prendió las luces de la habitación, las dejo muy tenues y puso una música romanticona de fondo.
Empezó a untarme la loción en el pecho, en mi verga, en mis huevos, en mis piernas, en mis dedos de los pies, los cuales lamio uno por uno. Lo mismo hizo con mis brazos y mis piernas. Volvió a agarrar mis huevos y mi verga.
Los cuales lamio por un buen tiempo. Pero no succionaba. Yo ya estaba a punto de hervir. Pero fue hábil al no dejarme venir.
Mientras lamia, jugueteaba bastante con su dedo y lengua alrededor de mi culo. Sentí que me untaba vaselina dentro y fuera del orificio. No puse resistencia. Flojito y cooperando. Su lengua exploraba el agujero de mi culo, paso un buen tiempo en él. Era la primera vez que alguien jugaba en esa parte de mi cuerpo.
Después, me pidió que me pusiera en cuatro. Yo estaba tan caliente que no me di cuenta de cómo llegamos a tal punto.
Mis rodillas en el piso, y mis manos sobre la cama.
Me dio un masaje en la espalda, y una mamada en el culo. Luego sentí su dedo pulgar que se introducía en mi cola muy suavemente que me dio mucho escalofrío. Una sensación como si los puntos claves de mi sistema nervioso estuvieran ahí, que me hicieron temblar de placer y claro con un poco de dolor.
-Ah Ah, que rico se siente -le dije…
-Aguanta corazón. Que ahorita viene lo bueno. Vas a saber porque me gusta algo más duro… -dijo.
Cuando menos le pensé empecé a sentir en mi culo que algo muy delgado entraba en él. Dolió un poco al principio.
-No te preocupes, tu culito ya está dilatado -me dijo- No soy agresiva. Muchos hombres, gays y lesbianas lo son. Yo no. Soy muy tierna con quienes me hacen el amor -dijo.
No supe que era. Pensé que estaba jugando con sus pepinos o zanahorias, pero no lo eran. Estuve a punto de decirle que le parara, que preferiría mejor yo meterle la verga en su culo, pero el dolor de placer fue mucho mejor que me cayó la boca.
Logre agarrar su mano y toque sus dedos y supe lo que era. Una de las velas que había comprado ayer. De las larguitas. La punta delgada y el tronco y base más grueso.
A medida que iba entrando de delgado a grueso sentí dolor y placer. La vela estaba untada de vaselina.
Entraba y salía, entraba y salía, entraba y salía.
-Ah ah ah, dale más mamacita, dale más, dale más, métemela hasta adentro, mas, mas, mas… -le decía a gritos.
Le presión de ella con la vela dentro de mi culo y el frote de vi verga sobre la orilla de la cama hizo que empezara a soltar liquido pre seminal. Ella me volteo hacia arriba con mis piernas en sus hombros, Metió su boca en mi verga y empezó a saborear lo que salía de mi verga. Y con sus dos manos siguió empujando la vela en mi culo.
La sensación era única para mí. Nunca me habían hecho el amor de esa forma. Era una mujer, madura, prácticamente cogiéndome por primera vez en mi vida.
Luego ella se montó en mí. Se metió la verga en su vagina y estuvo cabalgando por un buen rato, y logro un fuerte orgasmo y explote al mismo tiempo.
Ahora si supe lo que me quiso decir por qué le gustaba algo más duro, ya que ahora me toco lo más duro a mí.
Nos quedamos dormidos, ella con mi verga dentro y yo con la vela en mi culo. Pasaron las horas y después ella se paró, me saco la vela del culo, me limpio muy bien y me lamio tiernamente el fundillo. Desperté, y la acomode con un 69 y terminamos así explotando los dos al mismo tiempo.
Al día siguiente nos bañamos nos echamos el de despedida y regresamos a USA para levantar su carro. Repetimos la experiencia varias veces. Supe que se mudó a México y no he sabido de ella desde hace muchos años.