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El bosque: Continuación
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Tengo 18 años cumplidos hace pocos días y modestia aparte soy un lindo chico, delgado, con lindas piernas y un buen culo. Me da un poco de vergüenza decirlo, pero… pero soy… soy putito.

En el comienzo de esta historia les conté que cierto día, incapaz de resistir ese influjo que el bosque ejercía sobre mí me metí entre los árboles y fui capturado por dos viejos que viven ahí, en una cabaña… Me llevaron a esa casa, me violaron y gocé locamente… Ese día me hicieron de todo, me llenaron de semen y me esclavizaron, me convirtieron en su mucama putita, con la obligación de ir todas las tardes a la cabaña vestido con esa ropa sexy que tengo: una camiseta blanca sin mangas, muy ceñida, y un mini short de jean celeste que descubre la parte inferior de mis nalgas…

¡Esos dos faunos me tienen en un estado permanente de éxtasis y caliente todo el tiempo!

Y ayer dieron un paso más… Me llevaron de compras a la ciudad… ¿Y que compraron? se preguntarán ustedes… ¡Compraron para mí un uniforme de mucama!…

Yo quería que la tierra me tragara, de tanta vergüenza que sentía ante la vendedora…

-¿En qué puedo servirles, señores?…

-Estamos buscando uno de estos uniformes de mucama que ustedes venden… –explicó el señor Gervasio…

-¿Talle?…

-Es para él…

-Ah, caramba… -dijo la vendedora mirándome con sus ojos agrandados como platos…

-Espero que no se escandalice, mi estimada…

-No, a mi edad, tengo cincuenta, no me escandaliza nada… Además, es linda la mucama…

Me llevaron al probador y tuve que ponérmelo… ¡Qué vergüenza y qué excitación a la vez!…

-¿Qué le parece? –le preguntó el señor Rolando a la vendedora…

-¡Le queda hermoso!… Bueno, a un chico tan lindo no debe haber nada que le quede mal…

Y la humillación siguió, porque me llevaron de regreso en un taxi, con el uniforme puesto y mi otra ropa en la mano…

-Al bosque… -le indicó el señor Gervasio al chofer, otro viejo, que no dejaba de mirarme por el espejo retrovisor…

Llegamos y el señor Rolando dijo:

-Estás precioso, Yoyi… ¡precioso!… Tan precioso que tengo ganas de darte pija ya… ¿Y vos, Gervasio?…

-¡También! ¡claro! Pero que no se desnude, me lo quiero culear así, vestido de mucama…

-¡Genial! –aprobó el señor Rolando y me hicieron inclinar sobre la mesa del living; me subieron la falda del uniforme hasta la cintura, me bajaron el slip y el señor Rolando fue a buscar la vaselina mientras yo temblaba de ganas…

Me dieron pija por el culo y tuve que chupárselas a los dos y tragar toda esa leche que me enloquece de tan rica…

Me fui con el culo lleno de semen y la orden de volver a la tarde siguiente, listo para empezar a trabajar como mucama…

-Y te venís vestido con el uniforme…

-Ay, señor Rolando, pero… ¿y si me ve alguien?…

-No me gusta repetir una orden, ¿está claro?…

-S… sí, es que… es que me muero si me ve alguien…

-Pedime perdón por retobarte…

-Ay, señor…

-¡QUE ME PIDAS PERDÓN, TE DIJE!…

Su tono me asustó y un poco me excitó también…

-Pe… perdón, señor… ¿A qué… a qué hora quieren que venga?…

-Te lo había dicho, a las tres de la tarde acá…

-Está bien, señor…

Tuve suerte, porque no me crucé con nadie mientras corría hacia el bosque vestido de mucama

-¿Y? ¿te vio alguien, putito?… –quiso saber el señor Gervasio cuando me recibió…

-No, por suerte no…

-Bueno, entrá y ponete a trabajar que hay mucho que hacer… Vas a barrer todo, limpiás el baño y la vajilla que hay en la pileta de la cocina y le pasás lustre a los muebles, seguime que te muestro los elementos de limpieza y te explico un poco… Y esmerate, porque si sos una buena mucama te vamos a premiar con lo que más te gusta, jejeje…

Claro que me esmeré y me apuré, ansioso por recibir mi premio…

Y claro que me premiaron…

Cuando terminé mi trabajo de mucama los dos se pusieron a revisar todo y estuvieron conformes…

-Trabajo bien la mucama, ¿cierto, Gervasio?

-Coincido, se merece una buena ración de pija…

Me dieron esa buena ración y antes de dejarme ir el señor Rolando me dijo:

-Mañana a las tres de la tarde otra vez acá, putito, y vestido de mucama…

-Vamos a ir de visita… -agregó el señor Gervasio…

-¿De… ¿de visita?…

-Sí, queremos que conozcas a un amigo…

(continuará)

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