Familia incestuosa (05): Visitando a los abuelos

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Como recordaran en relatos anteriores, les platique como comenzó todo este lio incestuoso, primero siendo el amante de mi madre, para después dejar que los instintos carnales me llevaran a un cuarto de hotel con mi hermana Brenda.

Bueno, pues ahí no para la cosa, días después mientras hablaba con mama después de cenar, me comento que se sentía muy cansada, por lo que quería salir de vacaciones con toda la familia. El destino, la casa de los abuelos, la cual se ubica en el estado de Morelos. La idea de mama nos pareció excelente acordando en ir a visitar a los abuelos y pasar por lo menos unos días con ellos, ya que las vacaciones de verano están a la vuelta de la esquina.

Hasta ese momento mi madre no sabía nada de lo que había sucedió con mi hermana, más creo que ya lo sospechaba, ya saben instinto de madre. La rutina familiar seguía siendo la misma, solo que ahora no solo tenía las nalgas de mi madre, sino también las de Brenda.

En mi mente se comenzaba a formar la idea de tener a todas las mujeres de casa con mi verga ensartada. Y para eso, solo faltaba que mi hermana menor Tania tomara su turno. Algo que veía lejano, ya que Tania es algo rara. O al menos eso era lo que yo creía.

Dos o tres días antes de partir a nuestras vacaciones familiares, mientras manejaba hacia el negocio comencé a preguntarme hasta donde sería capaz de llegar con todo esto. Es decir, que me faltaba por hacer, o que estarían dispuestas a hacer ella en todo esto. Les gustarían cosas como el sexo anal, bueno sabía que a mama sí, pero Brenda, aun no lo sabía, me dejarían venirme en su boca, o en su cara, serían capaces de hacer cosas más sucias… habría que averiguarlo.

El día de partir hacia la casa de los abuelos llego al fin, después de unas horas de viaje llegamos hasta aquel enorme portón de madera, el cual me hacía recordar mi infancia. Después de saludar a mis abuelos e instalarnos en nuestras habitaciones, todos nos reunimos en la cocina, para comer algo. Fue en ese momento que algo cambio dentro de mí, una transformación ocurrió en el momento de mirar a las tres mujeres que vivían todos los días a mi lado, sus cuerpos cubiertos por pantaloncillos muy cortos, camisetas de tirantes, las cuales mostraban a la perfección sus tetas, siendo las de mama las que destacaban por su gran tamaño. Supe entonces que podría hacer lo que quisiera, creí que ninguna de las dos que hasta ahora habían estado conmigo, serían capaces de negarme algo.

Mientras me imaginaba haciendo cualquier clase de cosas sucias con los orificios de aquellas mujeres, la voz de mi abuelo me regreso de golpe a la realidad.

—¿Y cómo está el hombre de la casa? ¿Cómo es vivir con estas mujeres todos los días? – exclamo.

La respuesta era sencilla… delicioso… mas no podía decirle al abuelo lo que ocurría dentro de casa, así que solo respondí.

—¡Una locura… abue!!! ¡Una locura! – dije riendo morboso.

Mi madre y Brenda sonrieron nerviosas, mirándome a destiempo. Mientras que Tania solo sonrió exclamando.

—¡Deberías de decir que tienes el placer de vivir con nosotras, burro! – dijo mi hermana.

Tenía razón, era todo un placer vivir en nuestra casa. Después de terminar con los alimentos y charlar un poco, salimos a caminar por la casa, misma que cuenta con un terreno grande, el cual incluye una huerta de árboles frutales, un granero, alberca y por supuesto la enorme casa de mis abuelos. Mientras todos caminaban, yo me retrase un poco fingiendo que un cordón de mis tenis se había desamarrado, mas solo era para poder ver los culos de mis mujeres. Mama llevaba puesto un short blanco el cual, hacia resaltar su lindo culito, Brenda usaba un short de mezclilla muy ajustado el cual dejaba ver un poco de sus nalgas, mientras que Tania usaba una bermuda algo floja, pero aun así lograba llenarla con ese enrome culo que tiene. Fue mama quien se dio cuenta de mis intenciones, mirándome por encima del hombro.

—¡Apresúrate amor! ¡Ven, abraza a tu madre! –exclamo tierna.

Dándome prisa llegue hasta donde estaba ella y la abrace por la cintura, después de unos pasos más y escuchando alguna historia de nuestra niñez de boca de mis abuelos, Brenda se unió al abrazo, aquello me excitaba al máximo, mi mente solo recordaba lo hecho con cada una. Tania por su parte se adelantó un poco con mis abuelos, momento en el cual comencé algo riesgoso pero excitante. Comencé a bajar mi mano izquierda por la cadera de mama, llegando hasta una de sus nalgas, ella se tensó por un momento al sentir mi mano, mas no dijo nada, unos segundos después hice lo mismo con mi hermana Brenda, misma que apretó las nalgas al sentir mi mano sobre sus cachetitos, pero tampoco hizo el intento por decir algo, o seguí caminando con las manos sobre las nalgas de ambas.

Mis manos se retiraron de aquellos cachetes, hasta que mis abuelos se detuvieron y giraron para vernos. Más la cosa no paro allí, más tarde ya estando dentro de la casa, comencé a flirtear con ambas, claro por separado. Primero con mama, mientras estaba en la cocina, lavando algunos platos. Momento que aproveche para acercarme a ella y restregarle un poco la pija en las nalgas, mientras que la apretaba contra mi cuerpo.

—Víctor! ¡Para! ¿Qué haces? – susurro entre un gemido.

—¿No es obvio? – respondí de la misma manera.

—¡No! ¡Detente… aquí no! Tus abuelos… —dijo comenzando a mover el culo encima de mi verga ya dura –

Era tiempo de dejarla con algo de ganas, por lo que me aparte de golpe, saliendo de la cocina sin decir nada, la mirada de mi madre fue como un rayo fulminante hacia mi persona. Mas no dije nada.

Fue entonces que busque a Brenda, quien estaba en una de las habitaciones acomodando su ropa. Eche un ojo a los alrededores para cerciorarme que nadie me viera entrar, después de eso ingrese en silencio acercándome por su retaguardia, llegando de golpe hasta sus tetas, las cuales aferre entre mis manos.

—¡Pendejo! ¡Me asustaste! Uhh! – gimió mi hermana.

—¡Perdón por eso! – dije mientras le pegaba tremendo arrimón de verga.

—Vic! ¡Alguien nos puede ver! Ahhh! – dijo mi hermana tratando de escapar de mi.

—¡Quiero metértela Bren! ¡Quiero estar dentro de ti! – dije a su oído.

—Uhh! ¿Si? Ahhh! ¡Pero mama… los abuelos… Ahhh! ¡No podemos! – respondió susurrando.

Creo que todos nos preocupábamos por el abuelo, ya que es un tipo de sabueso tan sigiloso que asusta. Tal vez ambas tenían razón, debía ser más precavido.

Deje a mi hermana en su habitación, yendo hasta la sala de estar, para encender el televisor; creo que trataba de que mi mente se despejara de aquellos pensamientos morbosos y sucios que en ese momento la acosaban. Habrían pasado unos minutos, después de que intente algo con mi madre y hermana, cuando la figura voluptuosa de mama apareció en el umbral de la sala.

—¿Qué haces? – pregunto.

—¡Viendo tele! ¿Tu? ¿Acabaste? – pregunte.

—¡Aja! ¿Que ves? ¿Puedo sentarme contigo? – pregunto de manera tímida y sumisa.

—¡Claro! ¡Ven! – respondí palmeando el asiento a un lado de mi.

Minutos después de que mama se acurruco a mi lado dijo.

—Vic! ¿De verdad quieres hacerlo aquí?

La mire sonriendo, por unos segundos. Por supuesto que quería metérsela en donde fuera, así que la respuesta era sencilla.

—Claro! Tu no? Seria excitante, ¿no? – dije.

Mama guardo silencio por unos segundos, para después responder con tono nervioso.

—¡Si! ¡Lo seria! ¿Dónde están tus hermanas? ¿Viste a tus abuelos? – respondió.

—Brenda está arriba acomodando sus cosas, Tania no sé y los abuelos creo que salieron… o al menos no los he visto en un rato! – respondí alentándola.

—¡Ok! ¡Ven vamos a caminar! – dijo mama después de un segundo.

Ambos salimos de la casa, después de unos pasos y lejos de las miradas de alguno de los integrantes de la familia, mama me abrazo y beso suavemente en los labios. Era el momento de ir más lejos.

—¿Mama, que estarías dispuesta a hacer? ¿Qué te gustaría hacer conmigo? – pregunte aun con sus labios muy cerca de los míos.

Mama, lo medito por unos segundos, para después susurrar con suavidad.

—¡Lo que tú quieras, que haga… no te miento… quiero que hagas conmigo lo que quieras… Vic, ni a tu padre lo deje hacerme cosas que tú me has hecho… no me preguntes eso… solo hazlo! – dijo mama.

No había más que decir, solo hacerlo. Tome a mama de la mano, llevándola hasta el pequeño granero de la propiedad. Después de que la puerta se cerrara detrás de nosotros y estando seguros de que no había alguien merodeando por allí, ataque. Tomando a mama por sorpresa, la llevé hasta unas pacas de paja que había en el lugar, como mi madre es más bajita que yo, no opuso mucha resistencia, colocándola de espalda a mí, comencé a frotarle las tetas con fuerza, mientras que mi fierro se restregaba en su espalda. Mama comenzaba a pujar y gemir, mientras que su mano me sujetaba por la nuca, al tiempo en que de su boca salían palabras calientes.

—¿Dios, Víctor… porque me siento tan bien, haciendo algo que esta tan mal…? Ahhh! ¡Solo sé que me encantas bebe… cógeme! ¡Quiero tenerte bien adentro de mí! – dijo mama en ese momento.

Siguiendo sus deseos, mis manos levantaron su camiseta de tirantes, hasta su cuello, descubriendo sus tetas, mismas que eran soportadas por un top deportivo de algodón color blanco, el cual sin mucho esfuerzo logre quitar, para al fin tener esos melones entre mis manos, dedo decirles que me encantan las tetas gordas de mi madre, aunque las de mi hermana no están nada mal. Después de haber conquistado aquellas montañas, mis manos fueron directo al botón de los shorts de mama, abriéndolos sin gran problema, tomándolos por las orillas, los baje de un jalón hasta la mitad de sus muslos, su ropa interior se hizo un pequeño rollo debido a la fuerza con que ale de sus pantaloncillos.

—Vic! ¡Hoy estas muy rudo papi! Ahhh! ¡Eso me gusta! – dijo mama entre gemidos.

Mientras una de mis manos frotaba una de sus tetas, la otra hacia lo mismo con su monte venus, las manos de mama, se habían deslizado hasta mi paquete, el cual se mostraba ansioso por salir de su escondite. Nuestras respiraciones iban en aumento, en tanto que nuestras manos aumentaban la fuerza y velocidad de los toques. Fue en ese momento que mi madre pidió que la penetrara de inmediato. Con algo de trabajo logro bajar mi bermuda jalándola por la parte superior del elástico, sacando de su escondite a mi amigo, quien estaba en extremo tieso y babeante.

—¡Pónmela dentro! ¡Anda! ¡Métesela a mami! – susurro mama mientras sus labios se posaban en los míos.

Tomando mi verga con la mano derecha la guie hasta su destino, mama se inclinó un poco al frente levantando la cola, haciendo más fácil la introducción de mi miembro en su húmeda y caliente colita.

—Ahhh! Vic! ¡Si! ¡Sigue despacio! Ahhh! ¡Déjame disfrutar de tu macana papi! – Exclamo mama al sentir como mi verga se deslizaba dentro de ella.

—Ma! ¡Estás bien rica! Ahhh! ¡Cómo me gusta tu pucha! – dije haciendo del momento algo más sucio.

—¡Y a mí tu verga nene! ¡Métemela toda! Hmmm! – decía mama.

Una vez que mi verga entro toda en su almeja empapada, mi madre tomo mis nalgas empujando mi cadera hacia adelante, consiguiendo que la penetración fuera aún más profunda. Por unos segundos nos mantuvimos en aquella pose inmóvil, pero muy placentera. Después de los mismos, comencé a moverme lento haciendo que mi pene saliera casi por completo de la húmeda vagina de mama, para después volver a insertarlo despacio, mirando en todo momento como la almeja de mama devoraba mi miembro. Las tetas gordas de mama, se movían como olas de mar, un suave vaivén las acompasaba.

—¡Mami! Uuh! ¡Que rica estas! ¡Me encanta ver tus tetas moviéndose mientras te la meto! Uhh! – dije morboso.

—¿Te gustan las tetas de mama? Hum? Ahhh! ¡Sigue! ¡No te detengas! ¡Dame ese garrote hermoso! Uhh! – gemía mama.

—¡Me gustas toda, mami! Ahhh! ¡Mueve la colita! ¡Comete bien esta verga! Shhh! – exclamaba subiendo el tono del momento.

Aquel lenguaje sucio y el momento tan intenso, parecían agradarle a mi madre, quien movía con suavidad las nalgas haciendo que mi garrote fuera brutalmente estrujado por sus paredes vaginales.

Tomándola de la cadera, le propine tremenda estocada, misma que fue bien recibida con un placentero gemido, seguido de un gruñido y un pequeño salto de su cuerpo.

—¡Así! ¡Así amor! ¡Me gusta fuerte! ¡Tú papa, nunca quiso cogerme así! Ahhh! ¡Dame fuerte Vic! ¡Cógeme bien rico! – decía mama, en ese momento entendí que en esos momentos dejaba de ser mi madre para ser mi zorra, mi puta…

Mientras le daba su merecido con intensidad alta, mi dedo pulgar comenzó a acariciar su asterisco, pensé que haría algún gesto de desaprobación o al menos intentaría quitar mi mano de ese lugar. Más, sin embargo, dejaba que mi dedo jugara con su ano a placer. En un momento mi dedo puso más presión sobre el culito de mama, logrando introducirse en gran manera.

—Ahhuu! ¡Despacito amor, hace años que no uso ese hoyito! Huum! – dijo mama al sentir aquel pulgar dentro de su esfínter.

—Lo tienes muy apretado mama! ¡Es delicioso! – exclame.

—Uhhh! Ya te dije… solo lo use una vez! Ahhuu! – dijo mama haciendo más caliente el momento.

Motivado por aquellas palabras detuve las embestidas a la almeja de mama, saqué mi miembro perfectamente lubricado y brillante de aquella cueva húmeda y calurosa. Colocándolo encima de aquel pequeño asterisco fruncido que tiene por ano mi madre.

—¿Quisieras volver a usarlo? – pregunte ansioso.

Mama se quedó en silencio por varios segundos, creo que intentaba reunir el valor para tomar una decisión, cualquiera que esta fuera. Al terminar aquel momento de incertidumbre por fin llego la respuesta.

—¡Solo prométeme que lo harás despacio… digo… no quiero que me lastimes! ¿Lo has hecho alguna vez por el ano? – pregunto mama.

—No, nunca… serás la primera… —respondí.

Mire un gesto de disgusto en la cara de mama, al mismo tiempo en que mi glande comenzaba a apretar un poco sobre el ano de mama.

—¡Papi… despacito! Por favor… —exclamo preocupada.

—¡Si! Lo prometo… —respondí nervioso.

Poco a poco mi glande abrió el esfínter de mama, hasta quedar clavado en aquel hoyito apretado. Mismo que es aún más caliente que su vagina.

—Aauuhh… aaauhhh… papi duele… ahhhu… —se quejaba mama.

—No te muevas… no lo saques… solo déjalo allí… —suplico mama.

Así que accedí a sus suplicas. Dejando mi pene inmóvil dentro de su culo, en ese tiempo corto decidí hablar de forma sucia con ella.

—Mama, tienes un culito muy estrecho, carajo aprietas muy rico… quiero metértela toda… y llenarte ese hoyito de leche caliente… —susurre mientras sobaba sus nalgas.

La cara de mi madre era de total extrañeza, mas lejos de disgustarle parecía agradarle. Prueba de ello fue que de inmediato exclamo.

—Bien, si te gusta tanto ese agujerito… es tuyo, pero solo se gentil… duele al principio papi… —dijo mama dando luz verde a lo que venía.

Muy despacio comencé a meter más y más mi verga dentro de ese agujero en extremo apretado. El placer que aquel pequeño hoyo me estaba dando en ese momento era lo más sensacional del mundo. Mis manos tomaron las tetas de mama, sosteniéndolas como dos pelotas gigantes anti stress. Mientras que mi verga seguía horadando aquel ano estrecho, cuando mi pubis toco las nalgas de mi madre, la sensación de calor humedad y el morbo del momento eran fuera de serie. Un gruñido salió de la garganta de mama, al tiempo en que su cabeza se lanzaba hacia atrás víctima del dolor y placer.

—Aaarggg…. Dios… Duele… pero se siente muy rico… Ahhh… —exclamo mama.

Mientras mis dedos se entretenían con los senos de mama, deje que su culito se amoldara a mi verga, digo no es un súper garrote, pero tampoco es un espagueti. Después de unos segundos de espera, comencé a sacar mi pene del culito de mama, para después meterlo suavemente. Para ese momento el gruñido que mama profirió hacia un momento, fue suplantado por un gemido placentero. Al notar que mama comenzaba a disfrutar del sexo anal, comencé a darle despacio por el culo.

—Uh mami… Uhh… increíble… ohhh… si… —decía mientras metía y sacaba mi verga del culo de mama.

—Ohh… Ohh… papi… si… dale verga a mami… eso es… no pares… Uhh… Uhh… ya comienzo a gozarlo… Ahhh! —Gemía diciendo mi madre.

—¡Mami, háblame sucio… Ahhh! Ahhh… aprietas bien cabron… tu culo esta en llamas… Ahhh… quiero cogerte más por el culo! Ohh! Ohh! – decía mientras disfrutaba del ano de mi madre.

—¡Si… aja… si te gusta mi culito… es tuyo papa… pero solo trátalo bien… Ahhh… cabron… me estás haciendo venirme… Ohh! ¡Voy a venirme… oh dios! ¡Que rico! ¡Dale verga a mami! ¡Oh! ¡Oh! ¡Sigue amor! Ahhh! ¡Méteme toda tu verga! ¡Quiero ese pito bien adentro de mi culo! Huum! Huum! – gemía mi madre.

El calor y lo apretado del ano de mama, me estaban llevando muy rápido al éxtasis. No sabía si sería capaz de aguantar más tiempo con la verga dentro de aquel agujero estrecho y ardiente. Por un segundo me imagine que Brenda debería estar aún más estrecha de ese hoyito, mientras que el de Tania debería ser un manjar. Me comenzaba a hacer un adicto al sexo anal.

Bastaron unos minutos más para que mi miembro comenzara a lanzar señales de lo inevitable. Por lo que decidí ir todavía más lejos en aquel momento lleno de morbo.

—¡Mama, me voy a venir! ¡Quiero darte la leche en la boca! – exclame.

Mi madre gimió de manera rara, algo pareció a un gato ronroneando entre las piernas de alguien, respondiendo.

—Ahhh! ¿En serio? Uhh! ¡Pues dámela! ¡Dámela en donde tú quieras! ¿Cómo quieres que me ponga? – pregunto ansiosa.

—Ponte debajo de mi verga… de rodillas y mírame, ¿mientras me la jalas… sí? – respondí.

Con un movimiento de cadera y deslizando su cuerpo hacia adelante mi madre se sacó mi pene del ano, girando muy rápido, sus rodillas se flexionaron dejándola con la cara frente a mis huevos, sus ojos apuntando a los míos y la boca un poco abierta. Tomo mi pene con la mano derecha propinándome tremendos jalones de verga.

—¡Eres todo un pervertido Vic! ¡Me gustas así! ¡Dame la leche papi! ¡Dale a mami su merienda! ¡Vamos! ¡Dámela! Ahhh! – decía mama mientras me masturbaba con fuerza.

—¿Quieres tu leche? Hum? ¡Pues aquí la tienes mama! ¡Tómatela toda! Ahhhh!!! – exclame al sentir la descarga de semen llegar.

Un gran chorro de semen salto de mi glande hasta la cara de mi madre, mismo que se depositó sobre su mejilla, ojo y frente. Muy a prisa mama coloco sus labios sobre mi glande para evitar que mi semilla se derramara por toda su cara. Fue la primera vez que deje mi semen en la boca de alguna de ellas. Y debo decir que fue una experiencia increíble y muy morbosa. Después de aquel gran chorro de semen, le siguieron varios chorritos más, mismos que mi madre trago sin problemas, hasta no dejar algo dentro de su boca.

—Wow! ¡Sabe rico… jamás me lo había tragado! – dijo mama mientras despegaba sus labios de mi verga, al mismo tiempo en que usando uno de sus dedos recogía el semen de su cara y lo lamia de su dedo.

—¡Eres la mejor mama! ¡Coges bien rico, la chupas bien chungón, tu culito es increíble y te tomas la leche… Uhh, no puedo pedirte nada más! – dije lleno de morbo y locura.

—¡Y tú eres un loquillo! ¡Pervertido y sucio! ¡Me encanta que seas así! ¡Te amo nene! ¡Pero ahora debemos regresar a la casa, no quiero que nos descubran! – dijo mama en voz baja y con tono tierno, como acostumbra.

Después de ayudarla a ponerse de pie, ambos comenzamos a vestirnos con toda calma, misma que fue acelerada por la voz de mi abuelo, fuera del granero, mama me cuestiono a cerca del semen en su cara, eche una mirada para cerciorarme que no hubiera quedado nada sobre su rostro, después de eso, ambos salimos del lugar tan tranquilos como siempre. Al vernos el abuelo cuestiono, el motivo por el cual estábamos dentro de aquel lugar, a lo que mama respondió con algo sorprendente.

—Solo recordábamos cuando este jovencito, era solo un niño y se escondía allí por horas… ya sabes cosas del pasado… ¿todo bien? – dijo mama con un aplomo espeluznante.

El abuelo no tuvo opción, solo movió la cabeza de forma positiva y sonrió. Después de eso los tres regresamos a la casa, mama de inmediato fue al baño, imagino que, a limpiarse y cambiarse de ropa interior, mientras que yo me quede con mis abuelos en la cocina. Imaginaran que las cosas, terminaron allí, pues déjenme decirles que no fue así.

Cerca de las 20:00 horas, mis abuelos, mama y Brenda mi hermana acordaron salir a pasear por el pueblo, ya que en ese tiempo había una especie de feria de algo que no logro recordar, mientras que Tania mi hermana y yo no quisimos acompañarlos, yo me sentía cansado después de la descarga de semen y adrenalina de hacia unas horas y ella pues simplemente es así, un poco apática. El resto de la familia, se despido indicándonos que regresarían en un par de horas, así que se marcharon dejándome a cargo de mi hermana. Habrían pasado cerca de 15 minutos después de que todos se marcharon, cuando Tania apareció en la sala de la casa, yo miraba televisión con solo la ropa interior puesta, por lo que ella exclamo.

—¡No mames Wey! ¡Ponte algo de ropa! – dijo Tania.

—¿Que? ¿Me vas a decir que nunca habías visto a un hombre en calzones? – respondí sarcástico.

—¡No, Wey… a un hombre, si! ¡Pero a un jotito, jamás! Haha! – exclamo mi hermana burlona.

—¡Idiota! ¡Soy más hombre que muchos de tus amiguitos o novios! – sentencie.

Las habladurías de una pelea entre hermanos siguieron unos minutos más, hasta que fue Tania quien se voló la barda con una pregunta.

—Víctor! ¿Porque nunca me has propuesto nada? – exclamo mi hermana mientras se recostaba en el sofá.

—¿Que? ¿A qué te refieres con eso? –pregunte enderezándome del sillón.

—¡Hay por dios! ¡Sí que eres pendejo, o te haces! ¡Por dios, Brenda me dijo lo que ustedes hicieron y lo que haces con mama! ¿Y mi pregunta es, porque putas a mí no me has insinuado nada? – replico Tania enojada.

—¿¿Que?? Brenda te conto!… – respondí indignado, y debido a lo mismo no escuché lo que mi hermana había dicho en realidad.

—Wey! Somos hermanas… ¿Qué esperabas? Además, digo no te estoy crucificando o interrogando… ¿solo quiero saber porque no me lo has propuesto a mí? ¡Es todo! – dijo volviendo a prestar atención a lo que aparecía en la pantalla de la televisión.

Las palabras que en ese momento habían salido de la boca de mi hermana menor, me resultaban tan extrañas, que no sabía que decir. Simplemente me quede mirándola por unos minutos sin decir palabra.

—¡Uh! ¡Bueno… creo que no debí preguntar… lo lamento! ¡Olvídalo y no te preocupes no dire nada! – exclamo Tania al ver mi nula respuesta.

Después de eso, se levantó del sofá, caminando hacia las escaleras. Justo antes de subir el primer escalón, logre hilar pensamiento con palabra.

—¡Nunca te dije nada, porque eres rara! ¡Por eso! – exclame.

Tania, giro un poco en el inicio de la escalera, mirándome con extrañeza. Se quedó allí por unos segundos y exclamo.

—¿Rara? ¡No entiendo! ¡No soy rara, eres un idiota… ni siquiera me conoces… no te imaginas lo que soy en verdad! – respondió ofendida, al tiempo en que subía la escalera a toda prisa, típico en una mujer enfurecida.

Levantándome de mi lugar, subí la escalera detrás de ella, dándole alcance justo antes de entrar al cuarto de baño del piso superior. Su rostro reflejaba molestia y un poco de ira.

—¿A ver Tania, lo que dices es que tu… tú quieres entrarle a este lio? – dije nervioso y tartamudo.

—¡No lo sé! ¡Es solo que me da curiosidad, sé que está mal… pero me da curiosidad, es todo! ¡No sé ni porque te dije! ¡Suéltame! – exclamo tratando de soltarse de mi mano.

—¡Cálmate! ¡Carajo! ¡No hagas un pedo de esto! – dije molesto.

—¿Un pedo? ¡No mames Víctor… no tienes idea de lo que dices! ¡Neta! ¡Estás bien pendejo! ¡Casi, casi te estoy pidiendo que me cojas y tú en la pendeja! ¡Eres un idiota realmente grande! – exclamo y entro al baño, cerrando la puerta en mi cara.

Allí me quede sin saber que decir, en realidad la había cajeteado en gran manera. Y ahora no sabía cómo solucionarlo. Fue entonces que una gran verdad salió a la luz.

—¿Tú crees que eres especial o único por coger con alguien de tu propia sangre? ¡Estás bien pendejo! ¡Ni te imaginas quien me quito la virginidad! ¡De verdad eres pendejo, pendejo! ¡Lárgate… déjame sola! – gritaba Tania detrás de la puerta.

—Tania, cálmate… por favor! ¡No quise molestarte, solo no sé cómo manejar algunas cosas! – dije intentando disculparme.

—¡No sé por qué voy a decirte esto, pero aun así lo diré para que veas que no eres único o especial, quien me des quinto hace algunos años fue… fue… papa! El me enseñó a ser mujer y no me arrepiento… —exclamo mi hermana.

En ese momento entendí porque Tania adoraba a papa, a pesar de todo y todos. No había duda alguna, éramos una familia incestuosa.

—¡Abre la puerta tenemos que hablar de esto! ¡Por favor! – dije suplicando y excitado por saber más.

Después de unos minutos más, Tania decidió abrir la puerta de su prisión. Saliendo del cuarto de baño con los ojos llorosos y sin mirarme. Volvió a bajar las escaleras a toda prisa, seguida de mi por supuesto. Le di alcance justo al salir de la casa.

—¡No quiero estar aquí! ¡Vamos a caminar por el huerto! ¿Si? – dijo Tania con voz quebrada.

—¡Ok! ¡Ok! ¡Vamos! – respondí.

Mientras avanzábamos ninguno decía algo para romper la tensión del momento, solo mirábamos de reojo tratando de que alguien se animara. Llegamos hasta el huerto, deteniéndonos en un árbol grande la noche era fresca por lo que comenzaba a sentir un poco de frio, más bien eran los nervios del momento. Fue allí que comencé a preguntar más cosas…

—¡Bueno, ahora ya se tu secreto, y tú sabes el mío! ¡Así que no pasa nada! Si quieres hablar de eso, puedes hacerlo! ¿Quién sería yo para juzgarte? ¿No crees? – dije calmado y risueño.

Tania me miro por un segundo, me abrazo con ternura, comenzando a hablar de las cosas…

¡Continuara!…

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