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Confesiones de unas compañeras de clases
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Esto pasó cuando estaba cursando quinto semestre. En ese entonces la universidad nos daba la oportunidad de realizar algún intercambio de materias a otras universidades afiliadas a la suya y no quería dejar pasar esa oportunidad aunque la lista que nos dieron a nuestra carrera era muy limitado no me decepcione pues estaría bien conocer otro estado y otros tipos de compañeros. En la lista había varias universidades de renombres otras no tan conocidas pero opté por quedarme en un lugar que tuviera alguna playa para pasar mis fines de semanas ahí. Escogí el bello Puerto de Veracruz y aunque iba ir por primera vez tenía que dar una buena impresión así que envié mi reporte al trabajo para darme el “OK” y no dejar algún pendiente en la escuela.

Todo iba marchando bien. Sin queja del trabajo, la escuela nos despidió no sin antes dejar la universidad en lo más alto y listo, partí a mi destino. Cabe mencionar que llegando a Veracruz una vez estando en el aeropuerto sentí el detestable calor a más no poder, recuerdo llegue un viernes por la tarde y ya me estaba arrepintiendo pero ya no podía hacer nada, tomé un taxi, le di la dirección del departamento que había pagado meses antes de renta y a instalarme. El lunes tenía que presentarme en la división así que un fin sólo estando fuera del estado no era tan agradable así que esos días me decidí perder el tiempo ya sea en dormir u otras cosas menos importantes. Llegando el inicio de semana tomé mi mochila y a dirigirme hacia la nueva aventura que me tocaba, me presentaron todos los profesores en los dos salones que iba a cursar, los compañeros me resultaron agradables y si vi algunas que daban de que desear. Los días pasaron y las salidas eran frecuentes con ellos (sin dejar mis estudios claro) poco a poco me fui ganando la confianza de ellos y de un selecto grupo que parecía ser los populares. Entre ellas estaba Gaby una morena muy bien de cuerpo, su inseparable amiga Lizbeth (que casi parecían hermanas) Cindy una de baja estatura pero igual y me la chingana y Karli (tenía novio pero se me hacía muy zorra). Entre tantas salidas sabía que yo me limitaba y no iba abusar de ellas, siempre terminaba cuidándolas o algo por el estilo, siempre me invitaban en sus planes y casi siempre les decía que si para no aburrirlas. En una ocasión un jueves de intenso calor decidí llevarlas a donde me quedaba (cerca de Boca del Río) y pasamos a comprar en un Oxxo para después meterlos al coche de Gaby y llegar a mi departamento. Entre nuestros juegos, risas y comedia sabía que tenía que sacarle algo a ellas y así empecé con Gaby:

“Qué bonito coche tienes Gaby, el mío no está tan nuevo pero aún arranca” se lo dije en forma de burla y ella me contestó “Si, lo que deja bailar jajaja” esas risas me abría a seguir preguntando, pero Lizbeth se interpuso “jajaja ajá, bailar” Yo sabía que ellas dos eran edecanes, cuando el Tiburón (equipo de fútbol) jugaba ellas iban al estadio y me las topé de vista un par de veces vestidas así. Después le pregunté “En confianza, solo son edecanes supongo ganan bien o no lo sé…” Deje la respuesta en el aire y me comentaron lo siguiente:

“Mira, si somos edecanes pero tanto Gaby y yo trabajamos en otras cosas, nos gusta el dinero y para despistar pues somos bailarías y aparte de eso somos prepago pero con gente TOP” Ya habían mordido el anzuelo y seguí con más, les dije que me contara alguna historia para asegurar si era cierto eso y ambas comenzaron a hablar: “De bailar ya tenemos unos 3 años, pero todo comenzó cuando nos contrataron para animar una fiesta en una casa de lujo, éramos 4 chicas y Lizbeth y yo solo íbamos a bailar así que en cuanto llegamos hicimos lo que teníamos permitido pero en cuanto el dueño de la casa nos preguntó si nos podíamos quitar la ropa le dijimos que no, no se enojó pero cambiamos de parecer cuando nos daban 5,000 pesos a cada una y solo así accedimos, recuerdo que esa vez me metí con dos tipos al mismo tiempo y Lizbeth lo hizo con el dueño de la casa ya que nosotras dos éramos la más guapillas ahí” Lizbeth comentó: “Ciertamente así fue, nos quitamos la poca ropa y al principio nos quedamos en tanga para que después ellos nos la quitaran, fue rico porque aparte de que disfruté me pagaron muy bien” Cindy y Karli solo rieron y yo también, ellas ya sabían que en la división eran unas fichitas y no les sorprendía para nada y les pregunté por las otras “¿Y tú Cindy, porque no eres edecán?” Me límite a reírme para romper el hielo, solo me contestó:

“No me gusta ser exhibida aunque igual hice algo similar, recuerdo que en donde trabajo, en el despacho siempre los fines de semana procuro ir de lo más coqueta para calentar al contador, el lleva el registro de los sueldos y en una ocasión necesitaba algo excesivo de dinero así que esa mañana que íbamos a estar nosotros dos solos en el despacho lleve una pequeña falda primaveral y una tanga blanca para que no se notara, recuerdo que me agachaba para que el mínimo viera pero como es algo lento el pobre nunca se me insinuó hasta que ya era hora de salir, me dijo que lo acompañara a la parte de arriba por unos oficios de forma que fui primero para que viera mi pequeño trasero y se emocionara con la vista que le daba, estando arriba solo me dijo que me veía linda y que tenía ganas pero yo le conté mi problema y me dijo: “Esta bien pero haz que me venga” fue muy directo así que solo lo masturbe, cabe mencionar que sacó demasiado semen y todo manchó la pared, me dio la cantidad que necesitada y nunca más volví a hacer eso por respeto a mi trabajo.

Le tocaba el turno a Karli y sabía que iba a salir de sucia barata y nos contó su historia: “En un taller que llevé, el profesor me pidió que me quedara más tiempo y yo accedí, recuerdo que con la falda de uniforme de la prepa me quedaba algo corto y el solo se acercó a mí y la alzó poniendo al descubierto mi pequeño calzón rosa y solo se lo había sacado para darme arrimones y solo le contestaba cosas como “que rico”; hasta que el muy tonto no cerró la puerta trasera y el conserje nos vio y yo apenada lo alejé y le dije que me iba, cuando estaba a punto de abrir la puerta el me pidió que regresara y para que no hubiera problema yo tenía que hacer gozar al conserje y bueno, por pendejo tuve que mamársela al conserje en vez al maestro que el solo vio como lo hacía y de castigo me tuve que tragar el néctar que me gusta, recuerdo que le dije que para él no había nada y salí de ahí enojada pero contesta jaja”

Sé que el relato es corto pero en un rato subiré la pequeña aventura que tuve con dos ex compañeras ¡Un saludo!

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