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Serie rosa (Relato 6)
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Algo usurpó el sueño de Andrea Fernández en mitad de la madrugada en forma de vocerío. Incluso se despertó con un sobresalto pillado en el pecho, esperando lo peor. Encendió la lamparita de su mesita y poco a poco fue entendiendo la situación. Ahí estaba Gabriela Alonso, otra vez despierta, otra vez desnuda y otra vez follando como una condenada. Tanto Gabriela como su amiga se revolcaban en la cama como perras salvajes en celo. De hecho, la amiga tenía arañazos en el culo y la espalda, provocados por la extrema excitación de Gabriela, que más que besar mordía.

-Joder, Gabri, ¿sabes qué hora es? –se desesperó Andrea, pero el calentón de Gabriela no la dejaba ni escuchar ni entender, solo anhelaba correrse y gozar como cada madrugada-. Gabri, ¿me escuchas? Anoche igual y antes de anoche con dos tías. Necesito dormir mis 8 horas o me quedaré sopa en clase.

-¿Qué le pasa a esa? –se incomodó la amiga.

-Déjala. Ayer le bajó la regla y está sensible. Tú olvídala –rio Gabriela con burla incluida.

-Oye, te estoy escuchando –se cabreó Andrea como una posesa-. ¿No puedes follar por el día? Esto es un campus universitario. No un burdel de estudiantes. Hey, ¿me estás escuchando?

-Andrea, dame cinco minutos, me corro y todas dormimos. Sólo te pido cinco minutos, coño –la criticó Andrea.

-Ah, es que encima la ofendida eres tú o qué. Que me tienes amargada con tanto golferío. Que no me dejas estudiar ni dormir. Todo el puto día con ahhhhh, joder… dame más, cariño uuuuy… Voy a suspender el curso por tu culpa.

-Oye, que no se calla –se enfadó a la par la amiga.

-Gabri, mira mis dedos. Cinco dedos. Cinco minutos. ¿Vale?

-¿Es que te parezco gilipollas? Voy a hablar con tu tutora o con el rector. No soporto esto más. O cambio de compañera de habitación o abandono la carrera –se bajó Andrea de la cama en bragas y top-less.

-Mmmmm, tu amiga está rica –se fijó la amiga.

-¿Te gusta?

-Esas braguitas le quedan perfectas. Oye, ¿cómo te llamas?

-¿Yo? Andrea.

-¿Hacemos unos dedos?

-¿Cómo dices?

-Ella es hetero. Pierdes el tiempo con ella –la informó Gabriela.

-Gabri, una chica puede ser dos cosas en la vida: puta o lesbiana, y este bombón podría ser las dos cosas.

-¿Andrea puta? Si tiene telarañas en el coño.

-Gabri, no te pases –la señaló Andrea desafiante.

-Vente con nosotras a la cama, Andrea –la invitó la amiga.

-Claro, ya lo que me faltaba.

-Joder, a cada segundo la veo más buenorra –se mordía la amiga la lengua del gusto-. Mierda, tienes algo ahí, Andrea.

-¿Dónde?

-Ahí, mira.

-No veo.

La amiga se apeó desnuda de la cama y se aproximó a Andrea.

-Aquí –se colocó tras ella.

-¿Qué es?

-Tu culo al aire –le bajó las bragas de un solo tironazo.

-¡Hey! ¿Qué coño haces?

-Saca un pie… eso es… y el otro… Me encantan tus bragas. ¿Son de Calvin Klein?

-Dámelas.

-Joder, Andrea, ¿te haces la brasileña? –se fijó Gabriela con un cosquilleo vaginal que aumentaba-. Nunca te había visto sin bragas.

-Oye, dame mis bragas.

-Ven a por ellas –las alzó la amiga en el aire.

-Esto no tiene gracia.

-Para mí sí.

-Que os jodan a las dos. Voy a tomar medidas. Lo de esta noche se ha pasado de castaño oscuro –se alejó Andrea hacia el cuarto de baño.

-Joder…

-Wowww…

-¿Qué coño miráis?

-¿Tienes el culo operado? –olía la amiga las bragas de Andrea con satisfacción.

-No, ¿por?

-Y una mierda. Tú tienes prótesis en las nalgas.

-Que no, joder.

-Pero si tienes el culo de una brasileña de Copacabana.

-¿En serio? Nunca me he fijado.

-Gabri, ¿cuándo pensabas contarme esto?

-Yo también estoy sorprendida. Andrea siempre va con jerseys de cuello alto y vaqueros.

-Pues así está mucho mejor. Unas fotitos, un book y te hacemos famosa, Andrea.

-Un momento, ¿me estás llamando puta? Yo he venido aquí a estudiar, no a zorrear. Para eso tengo tiempo. Y como me vuelvas a llamar puta te mato, so cabrona.

-Así me encantas mucho más –rio la amiga.

-Joder, son las cinco de la madrugada y necesito dormir. ¿Es mucho pedir? No quiero sexo, ¿vale? Y no soy lesbiana, ¿vale? Ahora tú fuera de aquí y tú a dormir.

-Cómeme el coño, puta hetero –le hizo Gabriela una peineta con el dedo.

-Eso es lo que a ti te gustaría. Vengo de clase y te veo follando. Vengo de mis clases de natación y ahí está en la cama con dos tías. Llego a la habitación de mis prácticas y otra vez dándote el filete. Es que no aguanto más, Gabriela. Estoy bajo mucha presión. He suspendido los dos últimos exámenes. No rindo en clase. Y tengo en mi sesera tus gritos orgásmicos permanentemente. Si suspendo este año, mi padre no me costeará la matrícula del próximo curso y me las veré putas –se puso a sollozar Andrea.

-Madre mía… -se agarró los bajos Gabriela. Las lágrimas de su amiga la puso muy cachonda.

-Bufff, ahora la veo más hermosa que nunca –más que hablar, la amiga susurró.

-Por favor, Gabri, ayúdame porque no puedo más. Voy a perder el juicio. Me montas fiestas en la habitación sin avisarme. Estoy llegando al límite –rompió a llorar del todo.

-Ohh, ven aquí, cariño –la cogió la amiga de la manita y la devolvió a su cama-. Métete en la cama… eso es…

-¿Y mis bragas?

-Olvida tus putas bragas. Necesitas descansar, ¿no?

-Sí.

-Pues venga. Gabriela es una puta ramera, pero yo te entiendo. Eso es. Échate y tápate.

-Oye, ¿qué haces?

-Meterme contigo.

-No, quiero que te largues a tu habitación.

-Pero cuando hayas dormido si no no me quedaré tranquila.

-Estoy bien, de verdad.

-Sólo cinco minutos. Te duermes y me voy. ¿Vale?

-Vale.

-¿Estás mejor, Andrea?

-Joder…

-¿Pasa algo?

-Estás ardiendo.

-Claro, llevaba follando con Gabri una hora.

-Mierda, me has pringado el muslo con algo. ¿Qué es? Joder, tía, me estás mojando la cama.

-Tú cálmate e intenta conciliar el sueño.

-Qué puta eres –susurró Gabriela.

-Cállate. Andrea necesita dormir. Eso es. Ahora cierra los ojos.

-Pero no me toques, ¿vale?

-Vale, yo me quedaré a tu lado quietecita y como una niña buena.

-¡Ja! –se le escapó la carcajada a Gabriela.

-Que te calles, que la desvelas. Así es. Muy bien. Relájate. ¿Te sientes mejor?

-Sí, ya me viene.

-A mí también.

-¿El sueño?

-No, esto –y la amiga la besó de modo apasionado que se prolongó hasta los 10 minutos. Al principio, Andrea se resistió pero le fue gustando y entrando al trapo. Una vez seducida y conquistada, la amiga procedió al frotamiento genital entre pelvis y pelvis. Ella de rodillas arriba y Andrea tumbada abajo. Lo que empezó como un cortejo seductor, se encauzó en sexo salvaje y enloquecedor. A todo esto, Gabriela inmortalizaba las tijeras coitales con la cámara de su móvil. Un minuto más y ambas llegaron al clímax entre berreos y gritos desorbitados. Un poco más y ambas quedaron abrazadas y exhaustas en la cama El sueño las arrastró y quedaron inertes y dormidas de inmediato.

Gabriela se conectó a su facebook y subió el vídeo a su muro. Pese a ser tan tarde los likes y las visualizaciones se contaron por centenares y luego por miles.

-Wowww…

Gabriela veía cómo atraía nuevos followers y nuevos interesados, y el polvazo de Andrea y la amiga ya era lo más comentado en la red social, y horas después en la facultad.

-¡Yeahhh!

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